Con mi primo en el baño (parte uno)
Antes que nada, quiero decirles que lo que les voy a contar es 100 % real.
Para que mi historia pueda entenderse, debo contar, Grosso modo, como me inicié sexualmente para terminar en el baño de la casa de mi primo.
En casa llegamos a ser muchas personas por razones que no viene al caso contar. Solo diré que convivíamos en casa entre abuelas, primos, tíos, hermanos y padres unas 20 personas.
Uno de ellos, un primo al que llamaré GG, cuando tenía cinco años, con engaños y demás, empezó a abusar de mí. Obviamente, jamás conté nada. Generalmente, me hacía una seña y, como había dos casa y muchas piezas, abusar de mí resultó fácil.
En principio, me sentía mal. Pero, y pese a que me sentía mal, la costumbre hizo su trabajo y, al final, terminé aceptando que cada tanto me penetre.
Cuando ellos se fueron de casa, entra en escena otro primo, que es vecino. Éste, no sé cómo, supo que GG abusaba de mí y me pedía cada tanto que lo hagamos.
El tema es que este primo venía a ver la TV en casa y, de noche cuando salíamos a «hacer pipí», aprovechaba para tocarme el culo y decirme que me quería coger.
Yo, acostumbrado a esos tratos, le decía que sí e íbamos a un sitio oscuro para que el me penetre. Lo cierto es que nunca pudo hacerlo de esa manera, pese a que buscaba mi culo en la oscuridad con su verga dura.
En esa época yo tendría unos 7 años y él unos 11.
Pasaron los años, pero mi primo, a quien llamaré TT, nunca abandonó la idea de querer cogerme. Pero, también los años me enseñaron a que yo también podía coger.
Así que, estaba decidido a hacer lo mismo.
Recuerdo que lo más cerca que estuvimos de coger fue cuando tenía 13 años y él 17. Fue en las vacaciones, cuando íbamos al arroyo y buscábamos las aguas más profundas.
Íbamos mis hermanos y otros vecinos, entre ellos TT. Entonces jugábamos a quien podía zambullirse y tocar con el pecho el fondo del arroyo.
Para comprobar que alguien llegó al fondo, otro debía poner su mano en el pecho y así ser testigo de que cumplió con el desafío.
Y TT se ofreció a ser mi testigo. Cuando me zambullía, me pasaba la mano por el culo y, luego ya más atrevido, apoyaba su verga dura por mi culo sobre el pantalón.
Yo, para hacerle la jugada, me bajaba el pantalón y sentía que el hacía lo mismo para sacar su verga.
Después de eso, debíamos ir al rezo de un santo del barrio. Yo decidí ir temprano y mamá me dijo: pasa por lo de TT para ir juntos. Así lo hice y salimos para ir al novenario.
Sucede que debíamos cruzar un bosquecillo que quedaba por el camino. Íbamos hablando de cualquier cosa, como si no pasará nada entre nosotros. Al llegar al bosquecillo, la excusa de «quiero orinar», salió automática de él. Le hice caso y nos metimos en el bosque para «hacer pipi».
Apenas sacamos nuestras vergas, él se pone detras mío y frota su verga por mi culo: «te voy a coger, Fulano», me dice al oído, todo nervioso y agitado. Yo también estaba nervioso y agitado. «Dale, Fulanito, te voy a coger». Y siento su verga enorme por mi espalda y mi cadera.
«Vamos a aquel árbol», le digo, señalando un enorme árbol que apenas se veía desde el camino y más aún a oscuras
Al llegar al árbol le digo: «me vas a coger, pero yo también a vos». Creí que se iba a resistir, pero para mí sorpresa, aceptó.
Me puse de espaldas a él, apoyado por el árbol, me bajé los pantalones y él, con la verga dura y lubricada con saliva, busca a tientas mi culo en la oscuridad. Pero no lograba acertar mi culo y menos meter.
Solo podía acariciar su cabeza por mi raya.
Intentó que intentó, pero no pudo penetrar. Luego, para sorpresa mía, se bajó el pantalón para ver si se lo metía yo.
Apoyo mi verga por su culo, pero al ser él más alto que yo, no podía meterle nada.
«Vamos al rezo que se nos hace tarde».
Salimos de ahí, pero sabíamos que eso debía acabar un día.
Y esa historia se las cuento en la segunda parte.
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