El cerebro humano contiene muchas características que tienen que ver con los patrones de comportamiento de los diferentes tipos de personas. De algún modo, la manera en la que las neuronas de nuestro encéfalo se activan y se comunican entre sí refleja las propensiones y las tendencias que se plasman en nuestra manera de actuar. Y sí, esto también se cumple en el caso de las diferentes orientaciones sexuales.
Así pues, los cerebros de las personas heterosexuales y homosexuales muestran algunas diferencias en su manera de funcionar en ciertos contextos, por ejemplo.
Sin embargo, los encéfalos de las personas bisexuales (que sienten atracción por hombres y mujeres, aunque no necesariamente con la misma frecuencia ni intensidad) no muestran una mezcla de los patrones de activación de los otros dos, tal y como se podría pensar. Según una reciente investigación cuyos resultados han sido publicados en la revista Nature, la bisexualidad está asociada a características neurobiológicas propias que son cualitativamente distintas a las de los homosexuales y los heterosexuales.
El cerebro en la bisexualidad
El estudio en cuestión, dirigido por psicólogos y psiquiatras de la Northwestern University y la Universidad de Magdeburgo, ha mostrado que los cerebros de las personas bisexuales presentan algunas características en su funcionamiento que, bajo ciertas condiciones, permite distinguirlas del resto.de la población.
Esta diferencia, sin embargo, no tiene por qué evidenciarse en cualquier situación, como por ejemplo durmiendo o resolviendo un problema matemático. En el contexto en el que se ha comprobado su existencia es en la percepción de imágenes con carga sexual. Esto es importante, ya que una diferencia en los patrones de activación del cerebro muestra que este es distinto físicamente a los demás. En neurociencias, no hay distinción entre software y hardware: el modo en el que “se encienden” las distintas partes del cerebro nos muestra de qué manera están tejidas entre sí las redes de neuronas de las que están hechas.
¿Cómo se realizó la investigación?
Para esta investigación se contó con la participación de casi 80 personas: 28 bisexuales, 26 heterosexuales y 28 homosexuales. Todos estos individuos tenían edades comprendidas entre los 25 y los 50 años y de etnias y orígenes distintos, para que la muestra recogiese diferentes variables culturales. Además, en el caso de las personas bisexuales, era requisito para participar haber tenido al menos un amante de cada sexo.
Por otro lado, la orientación sexual de cada persona fue registrada a partir de un cuestionario basado en la escala Kinsey, que establecía una escala que va desde exclusivamente homosexual hasta exclusivamente heterosexual pasando por algunos grados intermedios.
A partir de ese punto, cada uno de los participantes vio una serie de vídeoscon contenido adulto en los que aparecían escenas sexuales tanto heterosexuales como homosexuales. Durante esta fase, los investigadores iban haciendo un seguimiento de los patrones de activación cerebral de los participantes mediante el uso de imágenes de resonancia magnética.
Las partes del cerebro más activadas en personas bisexuales
Los resultados de la investigación mostraron un curioso patrón de activación neuronal que dependía de la orientación sexual de cada participante. En concreto, los patrones de encendido de una parte del cerebro vinculada a los ganglios basales llamada núcleo estriado, concretamente es su parte baja o ventral. Esta zona del núcleo estriado está relacionada con los procesos mentales de la motivación y de la búsqueda del placer, así que también tiene un papel importante en la experimentación de la sexualidad.
Tal y como se había previsto, esta zona respondía mostrando preferencia por las imágenes en las que aparecía el sexo contrario, en los heterosexuales, y en las personas del mismo sexo, en el caso de las personas homosexuales. En el caso de los bisexuales, sin embargo, esta zona del encéfalo (y de forma secundaria, algunas otras) se comportaba como si la diferenciación entre la categoría “hombre” y “mujer” no fuese importante; de algún modo, la frontera entre esos dos conceptos era difuminada, del mismo modo en el que se le puede dar poca importancia al color de los ojos de los demás.
Eso sí, las reacciones de bisexualidad pura, entendida como una en la que no hay una preferencia clara por hombres o mujeres, eran poco frecuentes. A juzgar por las imágenes obtenidas a través de los escáneres del cerebro, por lo general la activación de las regiones encefálicas de los bisexuales mostraban una tendencia a encontrar más atractivo uno de los dos sexos.