Gay por una noche - relatos gay

Gay por una noche

Hola… ¿Te gustaría ser gay por una noche?

Si, te estoy hablando a tí.

Se que eres heterosexual, o crees serlo, pero estás leyendo este relato.

Y si estás leyendo este relato, es que tienes curiosidad por probar las cosas prohibidas.

Prohibidas por tu mente, por tu formación, por quienes te rodean.

Cosas prohibidas pero que ansias desde hace tiempo.

Que quieres probar, que necesitas un macho desesperadamente.

Estás leyendo este relato, y eso significa que quieres probar, que te gusta pensar en la idea de degenerarte, de sentir una el gusto de la lefa, de sentir dedos en tu ano, una gruesa verga desgarrándote el esfinter, unos huevos aplaudiendo contra tus nalgas.

Claro que te gustaría, por eso sigues, por eso te gustaría que esté golpeando la puerta de tu casa, por eso te me quedas mirando y me ves vestido con ropas de cuero negro.

Admiras mi grueso bigote negro, mis ojos celestes, mi olor a tabaco, mi aspecto sucio y fornido.

Me haces pasar y cierras la puerta.

Estás dando saltitos, ansioso como una puta.

Tus manos no saben que hacer, pero yo te las tomo, y las acaricio.

Miras mis manos llenas de vellos y te dejas acariciar. Estás hinoptizado mirándome. Sin dejar de mirarte, tomo tu cara con mis manos y te acaricio.

Tu te aferras a mi chaqueta de cuero.

Soy más grandote que tú, así que me miras desde abajo.

Sientes mis manos ásperas de tanto andar en motocicleta y reparar autos… y disfrutas. Cierras los ojos.

Te tiemblan los labios. Los entreabres. Quieres un beso de hombre a hombre.

¡Tu cara es hermosa!

Podrías lograr que muchas mujeres te admiren si te lo propusieras, pero renuncias a ellas por esta noche.

Esta noche te voy a iniciar en un camino sin retorno.

Tus labios siguen temblando, entreabiertos.

Necesitan la humedad de mi lengua. Y te doy un beso.

Un beso profundo, de lengua.

¿Te hacen cosquillas mis bigotes? ¿Por qué te aferras a mi chaqueta de cuero con tanta fuerza?

Aprovecho para llevarte contra la pared, y apoyo mi polla en tu vientre.

Estás desesperado. Sientes algo muy duro bajo mis pantalones de cuero.

Y no dejo de besarte. Me abrazas con tus piernas. Tranquilo hombre, ya tendrás verga para rato.

Te desabrocho la camisa y te doy besitos en el pecho.

Tienes algo de vello, pero no importa. Tus pezones están duros, te pones loco cuando los mordisqueo un poco.

¿Te gusta mi lengua aspera por tu cuello, por tu pecho, por tu ombligo?

¿Sientes como amaso tu culo con mis manos rudas?

Las sientes perfectament a través de tus jeans.

Gimes y gozas como una puta barata. Eso me excita mucho.

Ya te he quitado el calzado… tu te estás bajando los pantalones.

También estás empalmado, lo veo bajo tus calzones.

Pero no puedes comparar mi verga con la tuya.

Ya verás.

Me saco la chaqueta y me sacas la playera negra.

Admiras mi pecho velludo, mis músculos desarrollados.

Mis tatuajes, mis cadenas, mi olor a cigarrillo negro.

Me acaricias todo, me recorres con tus diminutas manos.

Estoy sucio y eso te excita. Soy malo y eso te pone como puta. Pareces un pollo blanco y tembloroso, a punto de ser descuartizado.

Me saco el cinto y tu te encargas de la cremallera. Mi pantalón de cuero se desliza con suavidad sobre mis piernas peludas.

Tus ojos se abren como dos bolas de billar al ver el tamaño de mi paquete bajo el bóxer.

Lo agarras, lo tanteas. Es demasiado grande para tu culo virgen… intentas escapar, pero ya es tarde.

Me excita tu miedo, me encanta obligarte a besarme.

Te beso con rudeza, mi lengua llega hasta el fondo de tu campanilla, y creeme que no será lo único esta noche.

Te voy a violar, te voy a sodomizar, vas a tragarte mi leche, dos, tres, cuatro veces… todas las que seas capaz de soportar.

O que yo esté dispuesto a darte.

Que bien, ya estás aflojando.

Es inútil resistirte, soy más poderoso, más fuerte que tú.

Es demasiado tarde para volver atrás. Te sacas tu slip. Me sacas mi boxer. Sentado en el borde de una mesa, tomas mi verga con ambas manos.

Es demasiada verga para tus manitas.

Te metes el capullo en la boca. Sientes ese sabor ácido del pis. Hace una semana que no me baño.

Sientes el sabor y el olor a un macho de verdad, que ha recorrido varios estados con su motocicleta esta semana… solo para venir a verte.

Y aquí estoy, con mucha lefa acumulada, complaciéndote.

Complaciéndome.

Mi chimenea no puede entrar en tu boca, así que haces esfuerzos desesperados por chupármela.

Tranquilo chiquito. No me muerdas… eso. A

sí. Muy bien. Despacio. Ahora te marcaré el ritmo.

Estoy tomando tu cabeza con mis manos y te guío. Afuera y adentro. Te estoy follando por la boca.

Yo sé que alguna vez lo hiciste con un tubo de desodorante. Como quizás lo estés haciendo ahora.

Ensaliva bien mi pija, mi tubo, pues te la meteré sin piedad por el ano.

Te voy a romper el culo puto. Tienes una lengua maravillosa.

Seguramente ya lo viste en una de tantas películas gays que alquilas en el videoclub… y ahora estás probando por primera vez una verga de verdad.

Tu cabeza, tu lengua, recorren todo mi falo.

Y mientras haces eso, yo te amaso el culo. Voy tanteando ese agujero… y contraes las carnes.

Te da miedo. Eso me excita. Te miro a los ojos, dándote a entender que ya es la hora.

-¿Me va a doler? (me preguntas)

¡Claro que te va a doler! Es mentira que no te duele, como cuentan a veces.

Te dolerá y mucho. Vas a chillar del dolor… pero es el precio.

Y te va a gustar.

Te va a gustar el dolor, como a todos los putos.

Te va a gustar que te abran el culo y te lo deje en flor.

No gozarás por el culo, porque el ano no es un centro de estimulación para los hombres.

Gozarás simplemente por saber que estás siendo sometido, penetrado, violado, degenerado….

por no poder hacer otra cosa que llorar, que sufrir como un mariquita ante la impotencia de no zafar de mis furiosas embestidas.

Y así, sin preambulos, te doy vuelta sobre la mesa, te abro la cola y pongo mi cabezal en la entrada de tu cueva.

Que apretadita… que maravillosa tu cavidad. Es calentita, algo peluda… embisto una… dos… te retuerces de dolor… gritas ¡BASTA!

pero para mí es muy excitante… a la tercera ya tienes la mitad adentro…. y algo sangra… es muy gruesa… pero así está… una vez más, embisto otra vez… y está toda adentro…. retuerces el culo de dolor…

quieres que la saque… pero yo voy a bombear… veo como un hilillo de sangre corre por tu pierna…

te hice daño… pero quiero satisfacer mi necesidad primero… así que bombeo y bombeo… y tu respiración entrecortada se une con mi goce absoluto…

estamos los dos sincronizados…. y exploto, llenándote el culo de leche… estás llorando…

Lloras como una marica.

Te siento sobre la mesa y te muestro mi pija. Ya sabes cual es tu obligación.

Entre lágrimas y deseo, me limpias la verga de semen y sangre.

Te duele un poco el culo al sentarte…. y te dolerá más en la mañana, pues lastimaste algunos músculos.

Pero ya tienes el culo estrenado… y la próxima será más fácil, aunque no excenta de dolor.

Sigues llorando y me abrazas. Mi pene ya ha descendido y solo está algo hinchado.

Te llevo al baño, te hago apoyar en el lavamanos, te agachas un poco y me muestras el culo.

Lo abres. Me agacho a mirarte. Está un poco lastimado. No importa.

Me incorporo y sigues en esa posición, con las piernas abiertas y el culo en pompa… eso me excita.

Pero no voy a lastimarte. Simplemente, tengo ganas de mear. De mearte el culo.

Una lluvia amarilla corre por tu espalda, por tus nalgas, por tus piernas.

Miras hacia atrás y ves mi caño de carne, emanando un largo e interminable chorro amarillo.

Te agachas y abres tu boca. Quieres que te llene la boca con mi pis, como si fuera un surtidor.

Te complazco. Te bañas en pis. Tragas mi pis. Está calentito. Y es mi perfume. Claro que sí.

-Por favor, quédate. Duerme conmigo.

Tus palabras me dan lástima. Yo lo único que quería era culearte.

Iniciarte como gay. Someterte. Nada más. No soy maricón, no me dejo culear.

Yo culeo, lastimo, complazco. Me visto mientras escucho tu llanto. Cierro la puerta y me subo en mi motocicleta.

A la ruta.

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