Hermanos – relatos gay
Había cambiado los rizos rubios de Marta por el pelo moreno a lo Superman de mi hermano Pablo. Era sábado, hacía justo una semana que mi novia me había dejado y ahora mi hermano intentaba animarme y convencerme para que saliera con él y sus amigos. La verdad es que con 19 años te afecta todo, pero mi hermano Pablo tenía 21, solo 2 más y no sé como lo hacía pero nunca le afectaba nada y todo le salía bien. Envidiaba a mi hermano pero también era mi ídolo.
– Venga Dani, vente, hoy voy a intentar follarme a Andrea si se deja, yo creo que hoy cae… – hizo una pausa pícara – y tiene una amiga que está muy buena, yo haré que la conozcas que lo necesitas – sonreí animado – lo malo es que solo me queda un condón – rió a carcajada y me hizo reír a mi.
Aunque solo había estado unos meses con novia, ya no sabía como se vestía uno para salir a ligar. Me arreglé todo lo que pude, pero vi a mi hermano superguapo y me sentí como el hermano pequeño que soy. Seguro que él podía tener a muchas chicas… fuimos en su coche. Sus amigos Marc y Jose eran divertidos, me reí un montón esa noche. Andrea no apareció por allí así que mi hermano se dedicó a arrastrarme a cazar chicas, pero al final no hubo ninguna presa. Todos bebimos mucho, pero sobretodo yo, o al menos yo parecía el más borracho.
Volvíamos a casa tarde, conducía mi hermano, dejó a los amigos en sus casas cuando íbamos a la nuestra le pedí que diéramos un vuelta o que tardáramos un poco más porque no quería entrar a casa en ese estado. El insistió en que no se darían cuenta nuestros padres, pero yo no quería y al final paró en un parque a las afueras a esperar que se me pasara un poco. Estábamos medio dormidos, apoyé mi cabeza entre su asiento y su hombro porque me mareaba menos. El reclinó un poco su asiento para descansar mejor y mi cuerpo se volteó.
Ahora mi cabeza había caído sobre su vientre de gimnasio. Pude percibir un enorme bulto en su pantalón y sin saber porqué me puse nervioso y me excité al mismo tiempo. No sabía si levantar mi cabeza de allí mientras notaba mi pene crecer en el interior de mis boxers. Joder! Mi hermano tenía una erección tremenda y yo estaba reaccionando igual. Nunca hubiera imaginado tener tremenda erección yendo borracho como iba.
– ¿Cómo va el mareo? – preguntó mi hermano. No respondí y él acarició mi cabeza levemente para que me percatara de su pregunta por si me había dormido. – ¿Dani? – volvió a preguntar, pero yo no quería romper con palabras la magia que sentía.
Unos minutos después yo movía mi cabeza muy suavemente casi frotando mi mejilla cerca de su bulto. Pablo respiraba como dormido. No sé bien si yo quería saber que pasaría o si no sabía lo que hacia pero me acaricié el pelo dejando caer la mano lentamente sobre su bulto caliente. Mi hermano no se inmutó y me entraron unos incomprensibles deseos irrefrenables y lujuriosos.
Estaba confuso, pero lo hice, mi mano frotaba suavemente aquel bulto deseoso de encontrar sexo y aunque no le veía la cara, él seguía como dormido. Seguí acariciándole por encima del pantalón muy suavemente imaginando toda clase de cosas. Creo que estaba dispuesto a ser la Andrea que él no había tenido aquella noche y solo pensaba en lo extrañamente excitado que me sentía.
De repente movió sus brazos y como un acto reflejo, me detuve y aparté la mano con un miedo intenso. El corazón me dio un vuelco y el silencio se rompió cuando su mano bajó lentamente el cierre de su pantalón y apartando los bóxer ayudó a su polla a asomarse delante de mi cara. Seguidamente reclinó el asiento un poco más y se quedó en silencio. Tremendamente sorprendido y sin mirarle acerqué mis labios hasta la punta de aquel trozo de carne grueso y caliente. Mi lengua saboreo tímidamente la suave piel de su polla y sin pensarlo dejé que mi boca explorara aquel tamaño.
Mi hermano respiró fuerte cuando me la metí en la boca. Moví mi lengua con su polla en el interior durante unos segundos y entonces empecé a mover mi cabeza levemente recorriendo su carne con mis labios y lengua. Pronto me encontré en el más perverso de mis deseos; estaba mamándole la polla a mi hermano. Le oía respirar entrecortadamente. Me incorporé un poco y me ayudé de la mano para masturbarle mientras mamaba. No solté su polla de mi boca ni un momento y cada vez se lo hacía más rápido. Hasta yo me sorprendí.
– ¿Puedo correrme en tu boca? – preguntó muy despacio, después de un gemido y con su mano dirigiendo el movimiento de mi cabeza. Yo seguí a mi ritmo para no parar, era obvio que yo lo quería, ya que estaba haciendo algo que aún no me creía, quería hacerlo bien. No pasó un minuto cuando ahogó un gemido entre sus dientes, entonces yo le apreté la polla hacia abajo y me quedé quieto.
Un chorro de semen inundó mi boca, tuve miedo de tragar y en el segundo tuve que liberarme. Aparté mi boca tragué y cayó un poco de semen en el asiento y las siguientes salidas cortas de semen cayeron sobre mi mejilla. Nos limpiamos con unos pañuelos de papel que llevaba en la guantera y le pedí disculpas por ensuciar su asiento, porque sabía que él apreciaba mucho la tapicería de su coche, pero no se enfadó. Más o menos una hora después volvimos a casa sin decir nada. Antes de acostarme, me masturbé en el baño imaginando como sería follar con mi hermano.
Aunque me costara comprenderlo, me gustaba lo que había ocurrido pero también tenía miedo, miedo de que se enterara alguien y miedo de saber que pensaría al día siguiente mi hermano. Me había gustado hacerle disfrutar y quería hacerlo más, pero no sabía que pensar sobre mi sexualidad. Apenas pude dormir y creo que él tampoco. Su cama estaba en la misma habitación a un metro de distancia de la mía. Le oí dar vueltas toda la noche. Creo que por el cansancio al final dormí un poco.
Era muy tarde cuando me desperté, mi hermano no estaba en su cama. Y como casi todos los domingos, seguramente mis padres se habrían ido a pasar el día con los vecinos en su chalet y nos habrían dejado comida en el microondas. Me levanté y fui en boxers y calcetines hasta la cocina a beber agua. Cuando llegué a la puerta vi a mi hermano en chándal comiendo un sándwich. Nos miramos a los ojos unos segundos en silencio. Después su mirada me recorrió hasta abajo y volvió a mis ojos. – Dani… – dijo Pablo. – No digas nada – le interrumpí. Bebí agua y me fui a la ducha.
Me sequé y salí de la ducha completamente desnudo. Volví a la habitación y me acosté de nuevo. Estaba boca abajo cubierto por una sábana que a los cinco minutos voló dejándome al descubierto. Era mi hermano. – Lo siento hermanito, pero quiero más, esta mañana me he hecho una paja pensando en ti, no puedo estar así… – dijo casi triste. Le miré sin moverme. Pablo estaba sin camiseta y con la polla morcillona y grande fuera del pantalón de chándal, tocándose lentamente. – Hazme lo que quieras… – dije en voz baja.
Mi hermano salió de la habitación y cuando volvió yo no me había movido un milímetro. Seguía desnudo boca abajo con las piernas medio abiertas y flexionadas mostrándole mis genitales contra la cama y su deseada entrada trasera. Lo que iba a dejar que ocurriera era demasiado para dos hermanos como nosotros pero yo también lo deseaba, deseaba que ocurriera con la máxima intensidad. Mi hermano ya estaba completamente desnudo al volver y traía unas bragas de color violeta de puntilla de nuestra madre. Me cogió por los pies y me las subió hasta ponérmelas.
Yo seguía igual sin moverme, dejándole toda la libertad que pronto se cogió. Se acuclilló sobre la cama, conmigo entre sus piernas y empezó a frotar su rabo cada vez más duro sobre las bragas de mi culo, mientras me frotaba la espalda hasta el cuello con las manos. Cerré los ojos. Cogió mis brazos y los tiró a mi espalda sosteniéndome cautivo. Percibí que apartaba tela de mi trasero y sentí mi pene crecer morbosamente. Un pequeño atisbo de saliva o algo mojado cayó en mi agujero y su dedo jugó repetidas veces hasta entrar delicadamente.
Yo no le miraba. Me llevó una mano hasta su polla dura para sentir como corría el condón hacia atrás en todo su tamaño. Ahora su polla engomada anunciaba su entrada. Sentí como se deslizaba hacía adentro, pero no me relajé lo suficiente. Tuvo que mantener la punta en mi agujero, masajear mi ano y embestir muy suavemente repetidas veces. Alguna dolió pero ya estaba adentro, sentía la polla de mi hermano más enorme que nunca dentro mi culo. Era una sensación muy morbosa sentirme vestido solo con unas bragas de mi madre que mi hermano me penetrara como si fuera una puta suya. Lo sentí así y quería serlo.
Sentí mi erección crecer fuera de las bragas y contra la cama. Casi me dolió, pero la sensación que provocaba Pablo en mi interior al moverse hacia adentro y hacia fuera anulaba cualquier otra descripción. Me apretaba fuerte de las nalgas y estaba empezando a tomar ritmo cuando sentí mi pubis caliente. Gemí de forma ahogada con la almohada. El orgasmo fluyó rápido en mí. Apenas me había penetrado cinco minutos y me había corrido de las ganas que sentía y la sensación que me provocaba.
Pablo se echó sobre mi, su pecho estaba sobre mi espalda, sus brazos me atraparon por debajo de los míos y sus piernas más abiertas que las mías me aprisionaban. El ritmo ahora tremendo, mi cama nunca había hecho tanto ruido. Las embestidas eran cada vez más fuertes y rápidas. Sentía el calor de mi hermano, su respiración fuerte y todo su morboso deseo recorrerme saliendo y entrando una y otra vez. Diez minutos, quizá poco más fue lo que tardó en correrse dentro del condón y dentro de mí.
Mi interior estaba caliente. El aún estaba dentro. Se quedó quieto ahogando el último gemido, apretándome fuerte sin soltarme. Mi hermano me había follado como a una puta, tenía lo que él quería y yo se lo había dado con placer.
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Un comentario:
Victor
octubre 15, 2022 at 3:51 pm
Quisiera tener una experiencia como la tuya, tan prohibida pero tan maravillosa
Que rico imagine a tu hermano, quisiera que contaras más aventuras, si es que surgieron más