Mi compañero de clase.
Esta historia ocurrió hace unos años atrás, nunca me considere homosexual, pero no negare que en alguna parte de mi vida me sentí atraído por los de mí mismo sexo;
trabajaba en una escuela, me case y al tercer año tuve la oportunidad de una beca de estudios para posgrado en otra ciudad del mismo país, por lo que al hablarlo con mi esposa acordamos aprovecharla.
Para agosto de ese año estábamos instalados en una modesta casa al extremo contrario de mi universidad, por lo que el trayecto en días de clases era de por lo menos cuatro horas de traslados, sin considerar afecciones comunes que ocurren en las grandes ciudades.
Asistía a la universidad tres días a la semana, y el grupo de compañeros eran mayormente mujeres, solo tres hombres en total, entre ellos Andrés.
Durante el primer semestre como pareja y entre las tareas, el adaptarnos al cambio de residencia y la distancia con la familia y amigos, además del reducido ingreso que teníamos para cubrir los gastos,
fueron motivos para irnos distanciando como pareja y discutir hasta por la más tonta de las situaciones, y entonces el ambiente por casa no era algo para exponer por su tensión constante.
Durante el segundo semestre de estudios, muy cercano al verano, uno de los profesores armo parejas para elaborar un trabajo que serviría para calificar su materia, y dispuso que Andrés y yo haríamos equipo,
no tuvimos problemas pues las actividades previas nos permitieron identificarnos como compañeros; además de que en términos de responsabilidad y compromiso nos considerábamos muy parecidos, hasta en el físico.
Andrés rondaba los veintitantos años, era el más joven del grupo, yo le llevaba casi diez años en la edad, era divorciado o cuando menos eso creí dado que tenía una bebé de apenas un par de años,
y que vivía con la mamá, él estaba al tanto de aportar para la manutención y en ocasiones mencionaba pasar tiempo con ella.
Yo por el contrario me encontraba desilusionado de la situación de pareja y alejado por varias semanas, solo esperando al verano en que habíamos acordado se regresaría a nuestra ciudad, con su familia, para esperar a que concluyera mis estudios y regresara para ver que hacer con la relación.
Pasaron un par de semanas desde que nos asignaron el trabajo y ya habíamos leído y recolectado datos para avanzar en el trabajo,
Andrés propuso reunirnos un sábado para revisar lo que se tenía y comenzar en la redacción del informe, estuve de acuerdo pero le especifique que las cosas por casa no eran óptimas para reunirnos que si no había inconveniente debería ser en su departamento, accedió y acordamos la hora y el lugar donde nos encontraríamos para llevarme a la dirección,
por considerarla demasiado retirada y complicada para llegar. Todo paso sin contratiempo y ya nos encontrábamos en su coche camino a su departamento.
Al llegar me indica como esta distribuido, donde conseguir agua o snacks para que me sintiera en confianza, cuestión que logro inspirar,
trabajamos sobre la mesa de su comedor donde dispusimos nuestros equipos de cómputo y sin darnos cuenta, el tiempo había transcurrido y era casi la medianoche, me percate y envié un mensaje para disculparme, ya imaginaran la respuesta que recibí…
Andrés por su parte me comenta que lo conveniente es que me quede esa madrugada a descansar y por la mañana salir para hacer el trayecto de regreso a casa, acepte la propuesta con el afán de cerrar lo avanzado,
y además para no pelear al llegar por exceder el presupuesto de transporte, por no avisar oportunamente, por el tiempo implicado, en fin por lo que fuera.
En lo que yo me comunique, mi compañero de clase había preparado algo ligero para cenar y destapo una botella de vino que acompaño nuestra cena,
pero también nuestra conversación, era inteligente por lo que se dio perfecta cuenta de la situación y como me encontraba de tenso en relación con mi pareja,
intento que me relajara, que no me centrara en las discusiones o las ofensas recibidas, que tomara distancia y pudiera visualizar acciones y decisiones al respecto.
Después de cenar y beber mas de la mitad e la botella, terminamos el avance y guardamos nuestros materiales,
Andrés indico que él dormiría en el sofá-cama de la sala para cederme la recamara, obviamente me negué, y señalaba que dormir en la sala me permitiría dejarlo descansar más en domingo y así salir para regresar a casa.
Rotundamente se negaba por lo que le propuse entonces que compartiéramos la cama que era amplia, algo dudoso, pero accedió, y me ofreció ropa para dormir cómodo, lo que le acepté un pijama corto y una toalla para poder secarme al salir de la ducha antes de dormir.
Andrés me dio la prioridad para usar la regadera, y al correr la cortina del baño él estaba aseándose los dientes por lo que sorprendí y reaccione al cubrirme por estar desnudo, él ríe y me hace notar lo sonrojado que estoy por la situación, atribuye a que soy “pueblerino” y por eso tanto pudor…
yo intento calmarme y tomar con naturalidad que mientras me seco, él se desnuda completamente ante mi para tomar el lugar que dejaba en la regadera, en eso observo su trasero, unas nalgas redondas lisas que se antojan suaves y muy cálidas;
me sorprendo en eso pensamientos y me dispongo a salir, pero al cruzar por el estrecho espacio entre la pared y el inodoro, nuestras pieles se rozan, se sienten en la tibieza… y de nueva cuenta me sonrojo. Tranquilo “provinciano”, no pasa nada, fueron las palabras de Andrés, mientras intento esconder las reacciones de mi cuerpo.
Sali del cuarto de baño, me puse el pijama, acomode mi ropa para hacer el menor ruido a par de horas más, e intente tomar aire por la ventana, pero en una ciudad tan grande, son los fuertes olores desagradables los que perfuman el ambiente.
Andrés sale del baño secándose el pelo completamente desnudo, se disculpa si la desnudez me apena, a lo que me apresuro a decirle que no hay tal situación, refiere los momentos vividos en el baño y me disculpo por “la falta de costumbre”,
donde él aprovecha para decir que en efecto en las grandes ciudades el contacto con la desnudez es más común que en la provincia.
Le refiero esa cantaleta con pueblerino o provinciano, que según yo, no hace diferencia en nuestro comportamiento, ya mas cercanos, justo sobre la cama me señala que si lo hay, reacciones leves pero perceptibles, e intenta explicarme que si él me tocara, justamente habría una reacción en mí; y es entonces que le explico la distancia entre mi esposa y yo,
el tiempo que llevamos sin tener intimidad, y termino por aceptarle que no he tenido ese tipo de contactos en mi experiencia… repentinamente me besa en la boca, casi subiendo medio cuerpo suyo cuando estoy acostado con la vista hacia e techo, mi reacción solo fue recibir, inmovilizarme, aceptarlo pero sin responder.
Andrés se retira bruscamente y empieza a disculparse, pero en mí se había encendido el deseo, ahora soy yo quien lo besa y le jala hacia mí, me corresponde y empezamos en un frenético manoseo que recorría todo lo que estaba del cuerpo del otro a nuestro alcance.
Él con sus manos me quita el pijama, se sube sobre mi pelvis y nos permite admirarnos mutuamente, pongo mis manos sobre sus caderas y él se sujeta de mi pecho para besar mi cuello.
Bajar al pecho, entretenerse con mis pezones, lamer y besar mi abdomen, recorrer mi camino de vellos hasta llegar al pubis, y ahí mi cuerpo tiembla pero se excita de sobremanera,
me observa y va a mi oído para decirme tranquilo, hoy solo será placer, si así lo deseas, todo será lo que necesitamos, solo afirme con un movimiento de cabeza, y regresa a besar mi pene, ese trozo que casi tenía vida propia, deseo contenido y curiosidad infinita;
el mismo que poco a poco fue entrando entre sus labios, que engullo de manera total. provocando sensaciones que no recordaba, era verdaderamente la primera vez, la primera vez que otro hombre me daba placer y lo estaba disfrutando de sobre manera, todos mis sentidos se encontraban expectantes, atentos, excitados, gozosos.
De pronto se detuvo, se sentó sobre mi pelvis e intento meterse mi pene por el ano, estuvo guiando con su mano aquel mástil que instantes atrás había consolidado,
escuche sonidos de esa manipulación producto de su saliva y mis jugos preseminales, de pronto un grito ahogado que mi ahora amante ensordeció cuando el glande logro vencer a su esfínter, pese que lo peor había pasado,
pero fue trabajo arduo el acomodar cada uno de lo 19 centímetros de carne palpitante al interior de su ano, sonidos de gozo, dolor y deseo, palabras groseras y placenteras, fueron momentos de escuchar y ver como se tensa el cuerpo y como se vibra con leves movimientos que parece controlan el cuerpo por completo.
Empezó a cabalgar, y ambos disfrutamos cada vez que subía y bajaba, nuestras manos entrelazadas servían de soporte, pero también de complicidad, jugaban y escribían palabras que la piel sabía leer… par mí era toda una novedad,
infinito placer que no me atreví a comparar en ese momento con nada, ni con nadie, la comunicación de los cuerpos, esos monosílabos que trasmiten sensaciones, esos roces de nuestra piel cargada de electricidad y deseo… que placer tan grande.
De pronto Andrés se gira para que ahora, el recostado sobre su espalda, con sus piernas en mis hombros, continue con la penetración, ese meta y saca que me tiene loco, seguimos cara a cara y él sonríe, yo no se qué tendrá mi rostro, pero siento fuego de deseo, quisiera que este instante fuera eterno, pero mi cuerpo se estresa y constriñe avisando el inminente final; él solo dice sigue, termina ahí, déjamelos… yo solo puedo gruñir ¡¡Aaahhgggrr!!
Fue la eyaculación mas intensa que recuerde, la mas copiosa y casi creí que haría combustión de lo caliente que sentí mi cuerpo, termine y me desplome sobre l pecho de Andrés, en quien pude sentir su erección,
fue entonces cuando intente llegar a su verga y ponerla en mi boca para darle un poco del placer que me acababa de brindar, succione ese falo como si en ello estuvieran mis últimos ímpetus de vida y no me contuve en nada, ni me detuve hasta conseguir abrir la fuente que emano su esperma viscoso y cálido,
lo contuve en mi boca sin saber que hacer, sin pensar en que podría hacerse; él se acomoda para que nuestras bocas se encuentren, para darnos un intenso beso que sirvió para intercambiar su fluido, para enjuagar nuestros labios y jugueteare en nuestras lenguas.
Pasada la excitación no cabía en mí explicar las sensaciones vividas instantes atrás, Andrés interrumpe mi ensimismamiento para pedirme que no pensara, que no buscara explicar nada, que solo sintiera y si era válido sentir o no lo vivido;
me encamine al baño para darme un poco de limpieza y espacio, ahí me di cuenta que ya eran los primeros minutos con sol, salgo la recamara y mi compañero amante había quedado abatido por el cansancio, dormía plácidamente; lo deje descansar, tome mis ropas y salí de la habitación con la intensión de tomar camino de regreso a casa.
El tomar mis pertenencias, acomodar los últimos papeles de la tarea, me hizo preguntarme qué pasaría después de lo vivido con nuestra relación de compañeros; por lo que le deje una nota agradeciendo la entrega, la complicidad, la comprensión, le exprese mi agradecimiento por el aprendizaje, así como mi deseo porque no cambiara la forma en la que nos relacionamos, me despedí y la coloque en un lugar visible y me fui.
No niego que, en el trayecto de regreso, llegue a pensar que hubiera sido mejor quedarme y continuar lo iniciado, seguir explorando este candente espacio de mi persona; pero opte por dejar al tiempo acomodar de mejor forma las situaciones vividas.
@Provinciano
Espero puedan publicarla.
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