Hoy mismo la revista de tendencias SModa publicaba un artículo sobre el “Bud sex”. La etiqueta se refiere a “hombres heterosexuales con relaciones homosexuales que reivindican su condición de heteros”. El término no lo han inventado desde la publicación de Prisa, sino que su uso proviene y está creciendo en Estados Unidos. Tal y como constató un sociólogo de la Universidad de Oregón en un estudio reciente, los jóvenes de los entornos rurales la están usando para hablar del sexo esporádico que mantienen con algunos vecinos del lugar.
Pero la idea de heteros haciendo cosas para nada heteros ya nos suena, y es que nos suena que los medios de comunicación han apoyado la difusión de palabras similares en los últimos tiempos. Con este breve decálogo intentaremos ayudarte para que no te pierdas… o precisamente a todo lo contrario.
Bud Sex: varones de zonas rurales (originariamente estadounidenses) que de vez en cuando quedan con otros hombres para tener sexo. Un vaquero, que en cierto momento puede sentirse algo solitario debido a la falta de novia, queda con otro colega para que le eche una mano (perdón) sin dejar por ello de ser “muy conservadores” o “muy machos”.
Straight Guise: también conocido como “dude sex” o SMSM (“straight men who have sex with other men” u hombres hetero que tienen sexo con otros hombres). Gente que queda, sobre todo conociéndose a través de portales como Straightguise.com y que están explorando las posibilidades del sexo con los de su mismo género pese a que son 100% heterosexuales.
Heterosexualidad fluida o heterosexuales flexibles: chico que conoce a chico en algún encuentro fortuito y que deciden de mutuo acuerdo darse un revolcón y que se valen del término para evitar que los confundan con un gay.
Bro-job o Bro-sex: justamente el término que alude al acercamiento sexual entre hombres heterosexuales y que pueden ir desde sencillos toqueteos hasta masturbaciones, sexo oral y posiblemente la penetración. De nuevo, la etiqueta no vale para chicos gays o bisexuales, sino puramente heteros. La publicación de este término en el libro Not Gay fue la base de muchas de estas etiquetas, y sobre todo se centraba en los individuos heterosexuales blancos (!) que la practicaban.
Homo-no-Homo: término de las prácticas “bromosexuales” que tanto recuerdan a los juegos hetero-masculinos entre amigos en los que muchos participan en la pubertad, como los círculos de pajeo o el juego de la galleta. “No homo” es también el término enunciado en estos ambientes por sus integrantes cuando quieren reiterar la ausencia de inclinaciones gays de la persona heterosexual que practica sexo con otros hombres. Ej: “Juan, 23. Me apetece practicar sexo oral esta noche. No homo”.
Mariconadas las justas: término difundido por José Luis Torrente para definir la práctica masturbatoria que se produce entre dos individuos heterosexuales en ambientes más o menos sórdidos debido al aburrimiento pero dejando claro en todo momento que es un acto llevado a cabo por la necesidad sexual.
El deseo de no ser gay o bi
Como explica aquí Joan Vílchez, psicólogo clínico, psicoterapeuta y sexólogo, este tipo de etiquetas ayuda a muchos de estos hombres a superar una crisis de identidad sobre su sexualidad. Es una forma de que coexistan en el mismo plano sus deseos de exploración sexual sin perder con ello su imagen de sí mismos, lo que les ahorra muchos dolores de cabeza.
También se tratará en algunos casos de personas, como vemos, puramente heterosexuales que se encuentran por las circunstancias sociales en un momento de escasez de presencia femenina y quieren saciar sus instintos carnales. Los hombres de las cárceles o de algunas zonas rurales podrían entrar en esta categoría.
Es sintomática la conclusión a la que llegó la autora del libro «Not Gay», que escribió inspirada por esos hombres que había conocido que practicaban estos juegos. Según ella, estos hombres heteros (y especialmente los blancos, que son los que ella ha visto más lo practican) tienen sexo con otros hombres para reafirmar lo heteros que son, tanto que pueden practicar sexo gay sin sentir interés por los chicos más allá de esos encuentros. Para ellos es como el culmen de la masculinidad.
De esa forma, los practicantes del «bro-sex» y similares no cargan socialmente con las connotaciones negativas que conlleva la homosexualidad, y se permiten seguir disfrutando del estatus de hombres heterosexuales. Pero como se ve, este tipo de apelativos puede llevar soterrada una connotación homófoba en el más puro sentido etimológico del término: miedo a ser tildados como gays o bisexuales.