Chorreando mientras me daban.
Hacía relativamente poco que, mi pareja o más bien folla amigo,
Juan “ricitos de oro”, se había marchado a vivir a Madrid, quedándome, digamos sin pareja con quien follar.
Al principio lo iba llevando relativamente bien, pero según fueron pasando las semanas, la calentura y ganas de follar que tenía, se iban haciendo cada vez más insoportables.
Ya me iba atreviendo a ir por los jardines de Méndez Núñez que hay en el centro de mi ciudad, La Coruña, a horas que ni en sueños hacía tan solo unos meses, me hubiera atrevido.
Todo fue cambiando poco a poco desde que conocí a Juan, él fue quien podríamos decir me presentó en sociedad.
Gracias a él, conocí a muchos jovencitos que al igual que yo, buscábamos en aquellos jardines, alguien con quien satisfacer nuestros apetitos sexuales.
Allí, así que la tarde iba avanzando, se podía ver pequeños grupitos de jóvenes en espera de hombres viejos o maduros con los que poder pasar un buen rato y saciar nuestros más bajos instintos sexuales y aplacar la calentura que llevábamos encima.
Había chaperos y no chaperos, unos iban por sacar algo de dinero, y otros como yo, que solo íbamos buscando sexo, aunque lo que no podíamos negar, es que todos éramos maricones.
Vamos que a todos nos gustaban las pollas, y si nos encontrábamos allí, era porque eso a todos nos gustaba.
Aquel día cuando llegué a los jardines, serían sobre las 10 de la noche, todavía era de día, era un día esplendido de verano, y como solíamos hacer,
al menos aquel pequeño grupito, nos quedábamos en la entrada que había y hay, a dichos jardines, en la esquina más pegada al puerto, en la calle que llaman entre jardines.
Desde allí, podíamos ver pasar los vehículos que en su mayoría iban buscando jovencitos, a los que llevarse para darle una buena follada.
Otros, por el contrario, preferían internarse por los caminos de aquellos jardines, y allí mismo, sacarse la polla y dejar que algún jovencito se la mamara, o terminar enculándolo, como solía ser mi caso.
Allí en aquella esquina de los jardines, nos solíamos poner como si estuviésemos en un escaparate, dejándonos ver en espera de que alguien se interesase por nosotros.
Quien pasase por allí, sabía perfectamente que era lo que aquellos jovencitos buscaban, y que no era otra cosa que encontrar un buen semental que nos hiciera chillar y gemir de placer.
Cuando llegué, después de saludar a la mayoría, pude hablar con Jose, al que llamaban “blanquita”.
Hacía días que no nos veíamos, y él era el que solía estar en contacto con Juan “ricitos de oro”.
Ambos ya se conocían antes de nuestra pequeña relación, y entre ellos había una buena amistad.
Le pregunté por él, como solía hacer siempre que nos veíamos, y después de darme las novedades y explicarme como le iba a Juan, por los madriles, nos quedamos allí hablando de todo un poco, esperando haber si ese día teníamos suerte y encontrábamos algún macho con quien follar.
Ese día fue cuando volví a ver al que llamábamos “requesón”, no pongo su nombre, porque realmente no me acuerdo, solo me quedó en la memoria el mote que le había puesto “la fiambres”.
El muy cabrón le había puesto aquel mote, porque decía que el pobre era tan pero que tan feo, que no había quien follase con él, y que seguramente en lugar de leche, lo que tendría, era requesón.
La verdad es que el pobre no era muy agraciado, pocas gracias le podía dar a Dios.
Y por encima de no ser nada guapo, el pobre era algo paradito, vamos no es que fuese retrasado, pero muy espabilado espabilado, no lo era.
Este vivía muy cerca de donde vivía y vivo yo, y como aquel día todos escapaban de su compañía, el pobre se pegó a mí, sin que yo me atreviese a decirle nada.
De los que allí estábamos aquel día, era conmigo con quien más le gustaba estar.
Sabía donde yo vivía y ya en un par de ocasiones me había acompañado cuando nos fuimos para casa.
Y al parecer esto era lo que iba camino de suceder este día, ya que las horas iban pasando, y ninguno de los 2, nos comíamos un rosco.
Yo que ya llevaba unos días que me subía por las paredes de lo caliente y excitado que estaba, ardía en deseos de encontrar una polla que me reventara el culo.
Necesitaba sí o sí, una polla que me diera una buena follada y me dejara el culo bien preñado de leche.
Viendo que aquel día tampoco iba a tener suerte, decidí marcharme para casa y acudir al día siguiente a los aseos públicos.
Pero ni aun así aquel día me iba a librar de aquella tan poco grata y agradable compañía.
Así que resignado y maldiciendo mi mala suerte, marchaba para casa, siendo acompañado por él.
Iba pensando en que a ver si al menos en el camino a casa, había suerte y como me había pasado en algunas ocasiones, encontraba algún viejo o maduro que anduviese buscando a algún jovencito despistado al que follarse.
En eso iba pensando, sin darme cuenta de que esa suerte la iba a encontrar, y que no era otro más que mi joven acompañante el que ese día me iba a dar una buena follada.
Ya llevábamos más de la mitad del camino andado, cuando tuve la imperiosa necesidad de pararme a mear, ya no podía aguantar más,
y allí debajo del viaducto, era un lugar adecuado, después sería más complicado, por lo que sin dudar ni un momento,
me metí entre los vehículos que había aparcados, yendo en busca de un lugar donde sacar la polla y poder mear a gusto.
Por supuesto que mi ocasional acompañante, vino detrás acompañándome, sin saber a donde iba o que es lo que iba a hacer.
Cuando vi que me seguía, le dije que iba a mear que ya no aguantaba más.
Él siguió detrás mía acompañándome, y cuando yo me dispuse a sacar la polla para ponerme a mear, veo que él hace lo mismo.
Bueno, pues aprovecho y así meo yo también, me dice con aquella voz de pito que tenía, poniéndose a mear a mi lado.
Joder, pensaba yo, ni cuando meo, este capullo se despega de mí.
Miré para él viendo como empezaba a sacar su polla, al igual que había hecho yo y se ponía a mear pegadito a mí.
Estando los 2 meando, no pude resistir la curiosidad, y me puse a mirar a ver que rabo se gastaba el muy capullo.
Joder, menuda sorpresa que me llevo al verle la herramienta que se gastaba el carajo del “requesón”, tenía una polla bastante larga el muy capullo, se podía ver que era mucho más larga que la mía.
Lo que sí noté, era que además de larga, esta no era muy gruesa,
incluso parecía más delgada de lo que luego pude comprobar,
y es que en la punta el capullo era delgado, pero esta luego iba poco a poco ancheándose, siendo bastante más gruesa en la base que en la punta.
Al ver aquello, mi lívido empezó a despertarse, empezando a ponerse cada vez más dura mi polla.
No podía dejar de mirar para aquella verga que no paraba de mear allí a mi lado.
Sin que terminara de mear, alargué mi mano agarrándole la polla, a la vez que le decía, joder sí que tienes un buen rabo, decía yo acariciándole la verga, mientras me relamía los labios, empezando a desear cada vez más, llevarme aquella verga a mi boca.
Él sin decir nada, dejaba que yo le agarrara la verga y se la empezase a acariciar.
Miraba para mí sin moverse, dejando que yo le acariciara la polla que con mis caricias se empezaba a poner cada vez más larga y dura.
Viendo como él no decía nada ni se movía del sitio, miré hacia los lados por si alguien nos podía ver, viendo que aunque no fuese un lugar muy adecuado,
allí era difícil que alguien a aquellas horas pudiera vernos, por lo que sin poder aguantarme más, tiré de él hacia la pared empezando a aflojarle el cinturón,
luego le desabroché el pantalón bajándole un poco el mismo, a la vez que terminaba de sacarle por completo aquella verga junto a sus huevos.
Empecé a descapullarle la verga, viendo que no solo se le ponía cada vez más tiesa y dura, sino que además le empezaban a brillar los ojitos.
Estaba claro que a él aquello le estaba gustando y quería que siguiera.
Me puse de cuclillas, y mientras seguía acariciándole la verga y huevos, llevé mi boca a ella, empezando a chuparle el glande,
mmm, que sensación noté recorrer mi boca, al notar aquel sabor en ella.
Todavía tenía la polla mojada por la meada que acababa de soltar, pero aquello no me importó nada,
yo solo quería chuparle aquella verga que acababa de descubrir que se gastaba el capullo del “requesón” de los cojones.
¡Ohhh! Gimió él al notar mi boca tragarse la polla y empezársela a chupar.
Él pobre ni se movió, solo soltó aquel leve gemido, a la vez que sus manos se apoyaban en mi cabeza, sin siquiera presionar ni empujarla para que tragara más.
Seguro que el pobre no daba crédito a lo que estaba viendo.
Estuve un buen rato allí de cuclillas chupándole la polla a la vez que le acariciaba los huevos, hasta que tuve que ponerme de pie un rato, y estirar las piernas.
Joder teníamos que buscar otro sitio donde pudiéramos estar más cómodos, incluso estaba cada vez más decidido a que el capullo aquel me diera por el culo aquella noche.
Joder, aquí estamos incomodísimos, le dije sin dejar de acariciarle la polla y huevos.
Tú no tendrás un sitio a donde ir, o sabrás de algún otro donde podamos estar, ¿verdad?
Buueno, empieza a decirme con aquella voz de pito, desde aquí queda cerca el bajo donde estoy trabajando.
Joder, al momento se me iluminó la cara, el capullo de los cojones, tenía un sitio y lo decía, así como nada.
¿Y podemos ir? Le pregunto.
Siií, me contesta, es aquí cerquita, estoy arreglando un bajo para una especie de gimnasio, va y me dice.
Pues que te parece si vamos, le digo.
Bueno, si tu quieres…
Joder, pues claro que quiero, pienso yo para mí, mientras terminábamos de abrocharnos los pantalones, saliendo de allí rumbo a donde estaba el bajo donde estaba trabajando el capullo del “requesón”.
No tardamos ni 5 minutos en llegar desde donde estábamos.
Nada más abrir la puerta y entrar, no lo podía creer, era un pequeño bajo, y en el había un pequeño vestuario donde él estaba poniendo unas placas de acero,
y en él había un largo banco, con sus perchas fijadas a la pared, y frente a este, 4 duchas abiertas y seguidas una a la otra.
Sin esperar más nos fuimos para dicho vestuario, y sin perder tiempo, empecé a agarrarle el paquete por encima del pantalón, deseando meterme de nuevo aquel rabo en la boca.
Le iba a comer la polla y hacer que luego me la metiera en el culo dejándome preñado.
Aquel capullo aquella noche iba a follar, y sería a mí a quien se follase.
Poco me importaba a aquellas alturas, si el capullo era guapo o feo, que verdaderamente sí lo era, pero aquella noche aquel rabo que tenía, sí o sí, iba a darme por el culo.
Nos sentamos en aquel largo banco y sin perder tiempo, empezamos a desvestirnos, quedando los 2 desnudos por completo.
Joder, cuando vi al capullo sacarse aquellos calzoncillos, no pude más que recordar los comentarios que hacía de él, la cabrona de la “fiambres”, o el muy cabrón ya se había tirado al capullo, o la verdad es que le había acertado con el mote que le había puesto.
Pero bueno, a mí aquello en esos momentos poco me importó, en aquellos momentos estaba tan pero que tan necesitado de una polla que solo podía pensar en aquel rabo que ya había probado, y que quería seguir probando aquella noche.
Tan pronto estuvimos ambos desnudos, sin esperar más, me arrodillé frente a él, y abriéndole las piernas, llevé aquella polla a mi boca, tragándola de nuevo.
Solo me importaba su polla, lo demás no me importaba, además de que el pobre no era muy agraciado, solo la verga me hacía desearlo.
El pobre solo gemía y acariciaba mi pelo, quedándose allí sentado, dejando que yo le fuese chupando la polla,
¡ooohhh ohhh!
Gemía cuando mis labios apretaban y succionaban la cabeza del glande.
Al capullo le excitaba aquella zona, que le apretara y succionara la cabecita de la polla, era lo que más le gustaba,
gemía y se retorcía de gusto cada vez que yo se la succionaba apretando mis labios.
Pero yo no quería que terminara corriéndose en mi boca, quería que me la metiera en el culo, y allí descargase su leche.
Por lo que luego de estarle chupando durante un buen rato la verga, levantándome le dije que ahora quería que me la metiera en el culo.
Viendo que él no tomaba iniciativa alguna, escupí en mi mano, llevándola luego a mi ojete, donde empecé a lubricarlo, viendo que el capullo se quedaba sentado sin hacer ni decir nada.
Estaba claro que esa noche, tenía ser yo quien llevase la iniciativa, o me quedaría sin ser follado.
Estoy casi seguro de que aquella fue la primera vez que el capullo folló a alguien, y casi seguro que después de esa follada que me dio a mí, nunca volvió a hacerlo,
realmente no lo sé, pero me da que como mucho si volvió a follar, lo que hizo fue poner el culo y que se lo follasen.
Después de lubricarme el ojete, le ordené que se quedara sentado mientras yo me iba sentando poco a poco sobre él, a la vez que iba introduciéndome su verga por el culo.
¡Ohhh! ¡ooohhh! Gemí notando como su polla entraba por mi culo e iba introduciéndose en mí, ¡ooohhh ohhh! Volví a gemir al notar la totalidad de su polla dentro mía.
Abrázame, le pedí mientras yo empezaba a moverme, subiendo y bajando poco a poco, haciendo que su verga se fuese deslizando por el interior de mi culo.
Él ni decía ni gemía nada, ni arte para abrazarme y acariciarme con sus manos tenía.
Hasta en varias ocasiones salió por completo su polla de mi culo, al no calcular yo bien mis movimientos.
Era tanta la calentura y excitación que sentía que, al querer apurar, por varias veces salió su polla de mi culo.
Viendo que en aquella postura la follada iba a ser imposible, le pedí que se pusiera de pie e inclinándome un poco, me la metiera por el culo.
Así lo hizo, pero cuando intentaba metérmela por el culo, al ser él algo más alto que yo, el pobre no se daba colocado, jodido maricón, pensé, ni por el culo sabe dar.
Viendo el problema que tenía, fuimos hacia las duchas, y como allí había un pequeño escalón, al subirme yo y el quedarse abajo, quedábamos a la altura perfecta.
Ahora sí, ahora ya después de yo abrirme de piernas, pegándose a mí, mientras yo me inclinaba un poco, fue metiéndome su polla por el culo.
¡Ohhh! ¡ooohhh! ¡ooohhh ohhh! Gemí al notar como su verga entraba toda por mi culo, quedando sus bolas pegadas a la entrada de mi ano.
Muévete, le pedía, muévete y fóllame.
Y eso empezó a hacer, al principio iba despacito y con algo de torpeza, sacaba casi la totalidad de su verga de mi culo,
volviendo luego a meterla muy despacio, cosa que me hacía estremecer y pedirle que me diera más fuerte,
pero el ritmo no era precisamente lo suyo, además que al capullo seguro que lo que más gusto le estaba dando era cuando mi esfínter presionaba la cabeza de su polla,
hasta que poquito a poco fue incrementando la velocidad, haciéndome que soltara unos gimoteos constantes, notando como su polla golpeaba e iba masajeando mi próstata.
¡Ohhh! ¡ooohhh! ¡ooohhh ohhh! Gimoteaba yo sintiendo como aquella verga entraba una y otra vez por mi culo.
Ahora el ritmo era constante y cada vez sus clavadas de polla eran cada vez más profundas, cuando me fijo como al bamboleo de mi polla esta soltaba pequeñas gotas de semen, esparciéndose por todo el suelo de aquellas duchas.
Dios, que gusto y sensación al ver como mi polla iba derramando pequeñas gotas de semen, mientras el capullo del “requesón” incrementaba y profundizaba cada vez más su polla dentro mía.
Yo me abría cada vez más de piernas y pegaba cada vez más mi culo a él, sin poder parar de gimotear, por el tremendo gusto que estaba sintiendo.
Tenía unas ganas locas de llevar mi mano a mi polla y empezar a menearla como un loco, pero no podía, tenía que sujetarme con ellas a los laterales de la ducha, y dejar que me siguiera follando el capullo del “requesón”
Ya llevaba un buen rato dándome por el culo, y las trazas de que aquello acabara pronto, no se veía.
A mí las piernas cada vez me temblaban más, la polla seguía goteando semen, ya más que gotas, parecía un continuo chorreo, hasta que siento como mi cuerpo se estremece y empiezo a eyacular,
¡ohhh! ¡ooohhh me corro! ¡ooohhh ohhh! Me corro, me corro, gritaba sin poder dejar de temblar,
viendo como mi polla soltaba largos trallazos de semen sobre el suelo de aquellas duchas, mientras seguía siendo enculado por la polla del “requesón”.
Dios que gusto, que gusto más grande había sentido y seguía sintiendo, las piernas no paraban de temblarme y el gusto que estaba sintiendo por mi culo,
era indescriptible, si aquello no terminaba pronto, iba a caerme desmallado de tanto placer que estaba sintiendo.
Gracias que por suerte el capullo del “requesón”, no tardó mucho en empezar a correrse, si no, estoy seguro de que no hubiera podido aguantar mucho más.
Me corro, me corro, gritaba empezando a eyacular dentro de mi culo, dejándome preñado con su leche.
¡Ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Gritaba soltando varios trallazos dentro de mi culo, dejando preñado de semen mis entrañas.
Cuando por fin terminó de eyacular, mientras recuperaba la respiración de aquella follada que terminaba de darme,
su verga fue poco a poco saliendo de mi culito, quedándonos ambos sudados y totalmente exhaustos de aquella follada que habíamos mantenido aquella extraña noche.
Cuando por fin nos vestimos y salimos de allí, despidiéndonos hasta el día siguiente, nos marchamos cada uno para su casa,
él habiendo echado la follada seguramente a un culito por primera vez en su vida, y yo habiendo recibido una follada que no me esperaba ni jamás había soñado.
Había visto por primera vez como mi polla soltaba gotas de semen mientras me estaban dando por el culo, y llevaba en lo más profundo de mis entrañas,
la leche del que nunca pensé que fuese posible que terminara follándome.
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