Teniendo 15 años, pasé parte de unas vacaciones en casa de mis tíos, en las afueras de Buenos Aires, una zona de quintas y casas de fin de semana. Hice amistad con chicos de la zona, todos de andar mucho por la calle, la mayoría de mi edad. Como siempre pasa, el sexo era el tema constante entre nosotros y llegamos a masturbarnos en forma conjunta.



Uno de los chicos vecinos era Aldo, de 14 años. Se pegaba con nosotros porque era muy solitario y no tenía otros amigos. Muy callado y sumiso, muchas veces los otros chicos lo tomaban para ridiculizarlo.



Llegó un día en que el mayor de mis nuevos amigos, Mario (él tenía 17) nos contó que Aldo «se dejaba», y que él se la había dado muchas veces. Como yo no le creí, los demás asentían y me decían que era cierto, que ellos también. Dijo entonces que al día siguiente estaría solo en su casa y que invitaría a Aldo para que lo hagamos entre todos. Caliente como siempre, yo acepté la propuesta.



Fui a la reunión en casa de Mario, el más grande. Eramos cinco en total y llegó Aldo. Después de pasar un rato juntos, Mario se sacó su remera y quedó con el torso desnudo, había desarrollado un buen cuerpo, bien marcado, y le gustaba lucirlo. Empezó a provocar a Aldo, haciendo que el chico acariciara su torso: marcaba sus músculos y le pedía al chico que los toque, los acaricie. En un momento, Mario se quitó también sus pantalones cortos y quedó desnudo, luciendo una verga grande, gorda y bien parada. Nos pidió que hagamos lo mismo, pero que nos quedemos solamente con los calzoncillos puestos. Lo hicimos, y todos marcábamos en nuestro calzoncillo nuestras erecciones.



Mario acarició a Aldo, lo abrazó y lo besó en la boca, con toda su lengua. Enseguida, empezó a desvestir al chico hasta dejarlo completamente desnudo. Aldo era lindo, bonito de cara, lindo pelo muy rubio, pero era algo obeso, se le formaban «pechitos» como a chica, con las tetillas grandes. Eso si, tenía un culo hermoso, grande y parado, pero su bulto no era muy importante, estaba todavía desarrollándose.



Mario volvió a besarlo en la boca, frotándole su verga. Le mamó las tetillas con desesperación. Lo hizo agachar y le exigió que le chupara su pija y sus huevos. Gemía mientras el chico lo hacía con ganas. Luego de unos minutos así, Mario lo hizo apoyar sobre el borde de una mesa, abrió sus nalgas con sus manos y comenzó a chuparle el ano un buen rato. Todos mirábamos excitados y ansiosos, alguno de los chicos había sacado su chota y se masturbaba.



En un momento, Mario salivó varias veces el ano de Aldo, desparramando la saliva con sus dedos y poniéndola también adentro del culo. Luego se salivó muchas veces su pija, y empezó a clavarse a Aldo, que se dejaba con ganas, gimiendo. Se la puso toda mientras que con una mano lo aferró de la cintura, y con la otra le frotaba las tetitas. Bombeó cada vez con mas fuerza, hasta que con un grito, acabó dentro de Aldo. La dejó adentro, revolviéndola y al final sacó su pija todavia inflamada y roja, brillosa por las humedades que la cubrían. Y nos dijo: sigan ustedes ya !!.



Yo era algo tímido entonces, más estando otros alrededor. No quise ser el siguiente, fueron pasando los otros cuatro chicos. Lo fueron cojiendo a Aldo uno tras otro, con frenesí, todos acabando dentro de Aldo. Antes de cojérselo, todos chuparon su ano, muy abierto, del que salía un grueso hilo de líquido blanquecino.



Quedé el último. Mario me ordenó «cojelo !! o no te animás??». Yo tenía una tremenda erección y mi verga goteaba líquido preseminal. Llevado por la calentura, dejé a un lado mi timidez, me acerqué y empecé a acariciar a Aldo. Observé que tenia el ano tremendamente dilatado y húmedo. Mario me ordenó que se lo chupara (los demás lo habían hecho) pero no quise porque estaba lleno de leche. Intenté clavarlo pero, en mi poca experiencia, no aserté justo a la puerta del esfínter. Entonces el mismo Aldo me dijo «Noo, hacelo así…» y con su mano me guió la pija hasta su ano. Empujé y lo penetré hasta el fondo, sintiendo ese caño caliente, muy húmedo y lleno de leche ajena. Lo abracé acariciando sus tetas, y comencé a bombear y revolver con fuerza, hasta me eyaculé tremendamente, vaciando mis huevos con cuatro chorros fuertes de semen.



Mario y los demás miraban. Cuando terminé y la saqué, Mario dijo: «acá se termina por hoy» y chupó el ano de Aldo, volvió a salivárselo y nuevamente lo cojió y lo llenó.



Aldo, con cinco cojidas y cinco eyaculaciones adentro, muy dilatado, pidió permiso para ir al cuarto de baño a higienizarse, camiando con dificultad. Se lo vía tranquilo y satisfecho.



Mientras nos vestíamos, ya saciados, Mario me dijo con ironía «Viste, era verdad lo que te dije, y vos también lo hiciste».

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Un comentario:

  1. Leo

    septiembre 20, 2019 at 4:25 am

    La verdad no sé cuál fue lo bueno de esta historia q uno lo echará ala cancha a uno o q ver cómo otro es violado solo para satisfacer la necesidad de otro mal ahí amigo si querés saber algo de alguien por q no lo hablas con la persona y listo así no tendrías q chuparle el culo con el semen de otro

    Responder

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