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Desventura amorosa

Me llamó Walter y lo que contaré ocurrió hace unos años…


Estefan era un vecino genial, el cuál era unos 5 años mayor que yo, en la primaria se aseguraba de que nadie me molestará en los recreos.

Aunque claro, cuando fue a la secundaria tuve que depender de mí mismo, el punto de eso es que quería ser como el, ósea ser capaz de defenderme principalmente.


A pesar de ser vecinos, no eramos muy cercanos. Rara vez nos hablábamos, pero el era muy amable y me sentía muy cómodo a su lado, incluso me enseñó a como golpear, pues tal parece que el sabía algo de boxeo y karate.


Sus enseñanzas fueron muy útiles, no me gustaba pelear solo lo hacía en momentos necesarios. Luego de unos años, alcance el primer año de secundaria, me emocionaba volver a tener más tiempo pero tampoco me atrevía a acercarme pues lo común es que cada alumno se reúna con compañeros de su edad ¿Verdad?


De todas formas eso es lo que pensaba, pero joder yo estaba en primer año y el en sexto. En un año iría a la Universidad, mientras que yo estaría en segundo año. Por lo que trate de hablarle cuando estuviera solo y al momento de ir a nuestras casas también hablábamos porque al ser vecinos, obviamente íbamos por el mismo camino.


No sabía lo que quería en ese entonces, simplemente quería ser más cercano con Estefan. Pero bueno, ahora es momento de hacer mención de su novia, Sofía (Una compañera suya de la escuela). Ella no me caía del todo bien por alguna razón, pero si podía reconocer que era muy dulce y un amor, por lo que siempre trataba de corresponder esa amabilidad.

Ella sufría de depresión, pero para no preocupar a los demás decía estar bien y hacia su característica sonrisa falsa.


Reprimir tu malestar es malo y lo aprendí de Sofía, pues ella terminaría suicidándose dos meses antes de graduarse. En la escuela le dedicamos un minuto de silencio.

Mí familia no era muy cercana a la de Estefan, por lo que ni siquiera fuimos al funeral de Sofía.


Me preocupaba por Estefan y sentía algo de impotencia por no ir al funeral de la dulce Sofía, pero ni siquiera tuve el valor de insistirle a mis padres, por lo que no pude evitar sentir culpa de no ir.


Estefan se sentía miserable, creía que no hizo suficiente para hacerla feliz.

Sus amigos y familiares le hicieron entender de que se equivocaba, mientras que yo le dije que hizo lo mejor que pudo y que nunca la dejo sola.


Después de todo ella no estaba sola y siempre tuvo a gente dispuesta a ayudarla. El único culpable de su muerte es de la depresión.


En unos meses, Estefan se graduó y fue a la universidad, seguíamos siendo vecinos, aunque ya no hablábamos tanto como antes.

Yo seguía esforzándome en mis estudios, pero por las noches iba a fiestas clandestinas siguiendo a mis amigos (ya que no quería ser excluido de sus actividades).


Tenía unos 17 años, cuando en una de esas fiestas me encontré con Estefan. El se puso muy curioso de porque estaba ahí, ya descubrió el porque me iba y volvía tan tarde a mí casa. Quería convencerlo de que no se lo dijera a nadie, pero el me tranquilizó y afirmó que esa no era su intención y solo quería disfrutar de la fiesta.


Y así estuvimos, bebiendo mucho alcohol hasta quedar medio borrachos.

Era peligroso volver a casa estando así, pero Estefan me relajo y declaró que pagaría por una noche en el hotel que estaba muy cerca de ahí. Y tenía razón, estaba muy cerca, el pago y nos metemos en la habitación.


Me acosté en la cama y el también, no pasa ni un minuto hasta que sentí su abrazo y luego besos en mí cuello. Tenía brazos fuertes, se levantaría un poco para besarme en la boca, un beso que termine correspondiendo. Solo me deje llevar por el momento, el tenía mucha experiencia. A lo mucho, trate de imitarlo para no quedarme muy atrás.

No me quito la camisa y no le quite la suya, solo quería una cosa de él y presentía que el solo quería una cosa de mí.


Y no me equivoque, me dio vuelta para que quede boca abajo y bajo mis pantalones junto con mis boxer. Revelando mis nalgas, mientras que Estefan bajaba el cierre de su jean,

yo movía las nalgas esperando ese palo. Y lo sentí, esa verga ardiente y babosa buscando mí agujero, el escupió en su mano y cubrió su polla con saliva. Se acostó en mí espalda y después agarró su pene en mí hueco trato de entrar.


Ni siquiera entro casi nada, pero sentia un dolor horrible, el me tenía fuertemente abrazado mientras me besaba en el cuello, oreja, mejilla y boca.

Al tratar de aguantar el dolor, estaba respirando agitadamente como si de una embarazada dando a luz se tratara. Hubo un momento en el que pene no entraba más y el solo me tapo para poco después empujar. Me estaba partiendo en dos, pero se detuvo y siguió entrando en mí con lentitud.

Mentiría si dijera que no sentía nada de placer, ya que en realidad si sentía gusto, pero el dolor lo opacaba por completo.

Finalmente pudo sentir sus jeans y un poco de su vello tocar mis nalgas, y de un leve empujón lograría entrar toda. Pese al sufrimiento y que mis pliegues anales fueran pulverizados por ese fierro, me sentía victorioso de eso, incluso moví el culo para asegurarme de tener toda su hombría dentro mío.


Ese mastodonte iniciaría con su mete y saca, mí ano se estaba desgarrando, seguramente quedaría alguna que otra fisura y de ellas quedarían cicatrices, pero al menos no iba con rapidez, posiblemente por la borrachera o un gesto de piedad hacia mí, hasta que por fin depósito todo su esperma en mis intestinos. Después de unos minutos, el se bajó de mí espalda y ahí me levante.

No dijo nada, metió su pene cubierto de sangre y semen dentro del jean y cerró el cierre, luego salió de la habitación con un “Chau”. Yo planeaba subirme los pantalones pero mancharía mi boxer de sangre, por lo que me duche primero y me puse la ropa para irme a dormir.


Pese al dolor catastrófico, me gustó la experiencia y no me arrepiento de nada, pero honestamente no lo repetiría por simple desinterés, simplemente era algo que quería experimentar.


En cuanto a mí relación con Estefan, se ha vuelto incómoda por obvias razones. Pero después de unos meses retomamos nuestra amistad y dejamos esa “desventura” como una mera noche de copas.

No somos tan cercanos como antes y creó que es lo adecuado.

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