Relatos gay – El morboso padrastro
Hola mi nombre es Alex, tengo 18 años recién cumplidos, soy de complexión normal, alto, delgado pero fibroso, piel morena y culo prieto y respingón.
Tengo los ojos verdes, pelo corto negro, y me considero bastante guapo de cara.
La polla la tengo gorda y larga, con un capullo rosado más grueso que el resto.
Desde muy pequeño empecé a tener inclinación por los hombres, en especial altos y varoniles, de esos que van de machote con el cuerpo bien marcado.
En casa somos cuatro, mi madre, mi hermano Guille, mi padrastro Paolo y yo.
Nadie sabe que soy gay… bueno solo Paolo, que lleva follándome el culo desde que se casó con mi madre… y aparte de que a mi me encante de que me meta la polla, mi madre nunca se ha dado cuenta de nada.
Todo empezó por casualidad, un día que coincidimos en un bar de ambiente.
Yo salía de los servicios de mear y él entraba, y me lo encontré de cara. Al principio nos quedamos callados sin saber que decir, nunca me habría imaginado ver a mi padrastro en un bar de maricones, y más ese bar.
Allí el que iba, sabía que era para follar con otro tío o con varios, ya que se hacían muchas orgias, sadomaso, bukakes con chavales, y muchas fiestas de sexo explícito y bastante duro.
Aparte de todo eso, lo primero que te encontrabas a la entrada del bar eran unas taquillas, donde tenías que dejar la ropa y solo te quedabas en ropa interior… vamos, que te paseabas por todo el bar en calzoncillos.
Esa noche en el bar de ambiente, no pasó nada entre nosotros, aparte porque también iba con Lucas, su mejor amigo, y no era plan de compartirme el primer día.
Así que solo hablamos y nos sinceramos el uno con el otro. Después de un par de cubatas, de fumarnos un par de porros a escondidas en los servicios, y de comernos la boca unos minutos, parecía que aquello de habernos encontrado era lo más normal del mundo.
Yo le conté que soy gay desde que tengo uso de razón, aunque no se lo había dicho a mi familia, que ahora mismo no salía con nadie, y que había venido al bar con dos amigos, que estarían enrollándose en algún cuartucho oscuro.
Paolo me dijo que él era bisexual, que lo mismo le gusta follarle el coño a una tía, de hecho se casó con mi madre, que tirarse a un niñato como yo por el culito y reventárselo a pollazos.
A mi siempre me ha gustado Paolo desde el primer día que lo vi, el tío sabe cómo ponerme cachondo y empalmarme la polla,
cuando se pasea por la casa recién levantado en calzoncillos, y marcando ese enorme pollón en la fina tela… el cual después, tuve el gusto de comerme, tanto por la boca como por el culo.
Cuantas veces me habré masturbado la polla pensando en ese paquete joder, imaginándome mil posturas mientras me metía toda la polla por el culo, y me hacía gozar como un loco corriéndose dentro.
Paolo mide 1´80 de alto, muy atractivo y morboso de cara, con unos rasgos de tío machote.
Los ojos marrones, pelo corto y negro, un cuerpazo estupendo, muy marcado y musculoso.
Un culo delicioso y prieto, siempre marcado en los pantalones, y una polla gorda de unos 22 cm de larga.
Pero lo que me daba más morbo de él, era su voz ronca y autoritaria de macho y su forma de hablar chulesca.
El tío es un puto vicioso, le gusta hacerle a los chavales cosas muy perversas mientras se los folla, y lo sé de primera mano, porque está harto de hacérmelas a mí.
Paolo trabaja de monitor en un gimnasio, así que está todo el día rodeado de tíos macizos y niñatos buenorros… con lo que se puede decir, que trabaja en el paraíso para un cabrón como él.
Siempre va con un amigo Lucas, los dos trabajan juntos en el gimnasio, y son inseparables, pero de Lucas os hablaré más tarde cuando llegue el momento.
A la mañana siguiente después de que mi madre se fuera a trabajar y de que nos quedáramos solos en la casa, (mi hermano estaba de camping con su novia) entró en mi habitación.
Me bajó el calzoncillo hasta los tobillos, separó con sus manos mis nalgas y hundió su boca en mi ano. Comenzó a lamerlo haciendo suaves círculos con la lengua, saboreando cada trozo de piel, y penetrándome el agujero con ella.
Después subió con su lengua hacía arriba, recorriendo toda mi espalda y dejando a su paso un caminito de saliva hasta llegar al cuello.
Lo tenía totalmente encima de mi, notando la dureza y el calor de su pollón todavía cubierto por la fina tela del slip, mientras me lo restregaba por la raja del culo.
Se detuvo en mi oreja, comiéndomela un rato y metiéndome la lengua hasta el tímpano, mientras me susurraba muy excitado en el oído.
Paolo: Anoche me follé a tu madre pensando en ti. Me dejaste la polla en el bar toda empalmada, como la tengo ahora… ¿la notas?… Estuve toda la noche pensando en tu culito y en el gustazo que me daría follártelo… ¡uffff, hijo mío!…
Me tuve que desahogar con tu madre, y meterle una buena follada en el trasero, e imaginarme que era el tuyo.
Alex: ¡Mmmmm!… ¿te gusta mi culo papi?
Paolo: Me encanta chaval… Y estoy loco por meterte la polla hasta el fondo.
Alex: Tranquilo papi… primero quiero probar el sabor de ese pollón que tienes entre las piernas… Ven, dámelo.
Se arrodilló en la cama y se sacó la polla por un lado del calzoncillo.
Me agarró la cabeza con sus manos y metió la verga de un golpe en mi boca.
Creí que me había partido el paladar, cuando la sentí taladrándome las paredes bucales.
La saliva se escapaba de mi boca, mojándole la polla y formando grande hilos de babas, que mezclados con su líquido preseminal bajaban como un río hasta los huevos.
Yo chupaba como un poseso sin más remedio, y con mucho gusto, aguantaba los pollazos que me daba en la boca el cabronazo.
Me atraía la cabeza hacía él, al mismo tiempo que me embestía a lo bestia, sacando de vez en cuando el pollón de mi boca para golpearme con él en la cara, y lanzarme buenos escupitajos de saliva dentro de mi hocico.
Estaba alucinando con el cabrón, que polla más buena tenía mi papi, y toda entera para mi, para que yo gozara.
Cuando se cansó de follarme la boca y de tocarme el ojete con los dedos, me colocó a cuatro patas en la cama y de espaldas a él.
Me ponía muy cachondo estar colocado como un perro, con el culo bien abierto mirando hacia él y a punto de recibir dos kilos de buena carne.
Paolo tensó la polla hacía abajo como una flecha, flexionó las piernas colocándola en el centro del ojete,
y me la metió de un solo golpe dentro del ano. Aquél pollón entró rompiéndome en dos el culo, abriéndose camino y destrozándome por dentro.
El placer era más fuerte que el dolor, tener esa polla que tanto había deseado dentro de mi era lo más, aun así mi padrastro me sacaba los gritos de la boca a pares, con cada envergada que me daba en mi estrecho culito y ese bombeo constante e incansable.
El cabronazo se dio cuenta enseguida que me iba el sexo duro, fuerte, sádico, y que lo que realmente me gustaba era que me sometieran y me follaran en plan salvaje.
No se equivocaba mi papi, siempre he disfrutado con un buen tío macho, que me obligara a la fuerza a chuparle la polla, y que después me jodiera el culo a tope, hasta destrozármelo con su polla.
Mientras me follaba como un puto animal, me toqueteaba los pezones apretándomelos con los dedos, y me agarraba la polla con la mano masturbándola suavemente.
Paolo: ¡Asiii!… Toma nene, polla gorda y buena… ¿Estás disfrutando? … ¿Te gusta mi polla?
Alex: ¡Siiiii!… Sigueee… Sigue papi. Estaba deseando tragarme esta polla… tu polla Paolo… tu polla de macho.
Paolo: Pues trágatela maricona… Asiii… Siiiii… Pídele a tu macho que te folle… suplicame putita mía.
Alex: ¡Ahhhh!… Dameeee… Dame más fuerte papi… Fóllame cabrón y rompeme el culo con tu polla… Asiiii… Más… Fuerteee.
Paolo: Pero… que puta estás hecho chaval… ¡Joder, que gustazo… Ahhhh! … Abre bien ese boquete putita, que me corroooo… Siiiiiii… ¡Que gustazo!… Siiiiiii… ¡Que culo tiene niñato!
Alex: Yo… tam… biennnn… ¡Ahhhhhh! … Yaaaaa… ¡Siiiiii! … ¡Siguee! … ¡Dameeee! … ¡Tu pollaaaa!
Después de corrernos, Paolo salió de la habitación y tras la puerta lo escuché hablar por teléfono con alguien.
A los cinco minutos volvió a entrar y me dijo que me pusiera el chándal, que había quedado con su amigo Lucas, y que ya era hora de que lo conociera.
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