Heterosexuales y gays ya pueden ser amigos
¿Tan extraño es que dos hombres puedan ser amigos, independientemente de que uno mire a la mujer y el otro al varón?
Hace unas semanas, el crítico musical Jim Farber le dedicó a este asunto uno de sus artículos en ‘The New York Times’, sacando del armario la palabra bromosexual,
que define esa relación de amistad entre dos hombres cuando uno es heterosexual y otro gay. Y parece que, a partir de ahora, va a dar mucho que hablar.
El texto pretende derribar ese dique homófobo que impide, todavía hoy, cualquier expresión de simpatía, apego o camaradería entre dos varones solo por tener diferente orientación sexual.
Farber presenta la bromosexualidad como una tendencia y menciona en su artículo algunos ejemplos, como la amistad entre los personajes que interpretan Nick Jonas y Glen Powell en la serie de humor y terror ‘Scream Queens’.
O el ‘bromance’ maduro fuera de pantalla entre los actores británicos Ian McKellen y Patrick Stewart. El primero, gay, ofició la boda del segundo hace tres años.
El escritor irlandés gay Jarlath Gregory habla también de este vínculo en su última novela ‘The Organised Criminal’ y lo califica como algo “nuevo y fresco para la cultura, pero extrañamente familiar” para él.
Tiene claro que esa relación tan fluida que plantea en su libro no hubiese resultado creíble hace diez años.
En el mundo de la ficción y de las celebridades la relación bromosexual tiene visibilidad.
A ras de suelo, la realidad es diferente. Jesús Generelo, presidente de la Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales (FELGTB),
recuerda que aún tenemos que sacudirnos algunos prejuicios y estereotipos demasiado rancios que llevan a no mostrar afecto hacia una persona gay, “a ver si alguien va a pensar que yo también…”
. La relación está muy marcada: no se hace pública, las conversaciones se quedan en lo banal o estrictamente necesario y se mide la cordialidad al milímetro.
Según Generelo, este temor del heterosexual a ser etiquetado como homosexualrefleja el comportamiento homófobo que aún impera y la percepción tan errónea y estereotipada de la amistad,
condicionándola a determinada orientación sexual en lugar de fijar como criterio esa personalidad única e irrepetible que tiene cada ser humano.
Saber que las cosas empiezan a cambiar es para él una buena noticia. “La visibilidad reciente del colectivo LGTB va consiguiendo que se olviden muchos clichés absurdos, prejuicios y estereotipos que solo están fundamentados en el desconocimiento.
La amistad entre un hombre gay o bisexual y uno heterosexual es exactamente igual que entre dos hombres heterosexuales,
salvo que alguien entienda la amistad como una relación basada exclusivamente en salir a ligar juntos o en compartir hazañas sexuales”.
Y si lo que subyace es el miedo del heterosexual a ser el objeto de deseo del hombre gay o bisexual, dice que cabría plantearse dos cuestiones.
“Por un lado, ¿acaso a los homosexuales nos gustan todos los hombres? Por otro, ¿Qué problema habría? ¿Es imposible mantener una amistad con alguien que te quiere o te desea? Pobre concepto de la amistad entonces”.
Tanto Generelo como Farber y el resto de autores que se están hablando de la relación bromosexual coinciden en que, una vez que rompemos prejuicios y aprendemos a valorar a las personas por lo que son,
no por sus deseos eróticos, los beneficios de esta amistad aún incipiente entre hombre heterosexual y hombre gay son muchos y mutuos:
- Se amplía la visión que se tiene de las personas y se enriquecen los puntos de vista. La diversidad siempre es un valor positivo, especialmente si favorece, como en este caso, la posibilidad de hacer y tener amigos.
- Por fin los hombres pueden abrazarse y tocarse sin que pueda apreciarse en este gesto un atisbo de deseo sexual ni sospecha de una orientación diferente a la que uno tenga.
- Puede que el hombre gay, al menos en cuanto a gustos, no tenga nada que ver con el hombre heterosexual, pero ¿esta circunstancia puede impedir una amistad basada en el respeto y aceptación de cada uno tal cual es? Con sus diferencias en cuanto a puntos de vista, visión del mundo, interés, gustos… y, sí, también en cuanto a orientación sexual, pero con capacidad de dar y recibir consejos.
- Si uno mira a las mujeres, el otro a los hombres, ¿no es cierto que se disipa una posible rivalidad? Visto así, la amistad es beneficiosa para ambos y puesto que el sexo no es opción, la relación se vive sin esta tensión.
- Una relación así, en la que ambos pueden hablar de sus conquistas amorosas de una manera abierta y sin la rigidez de la masculinidad o del universo gay, ayuda a normalizar la atracción.
- Independientemente de su orientación sexual, un amigo permite descubrirnos, identificarnos y fortalecer nuestra personalidad. Los estereotipos impiden apreciar estas relaciones del mismo modo que el resto.
- Cuando el hombre se desprende de su actitud defensiva de macho alfa, está receptivo a una relación de lealtad, complicidad, sinceridad y afectos en la que encuentre satisfacciones, apoyo mutuo, comunicación, alivio para su soledad, aceptación y cariño.
- Por último, ¿qué ocurrirá con ese tándem que tradicionalmente han formado el hombre gay y la mujer? “Una amistad no es excluyente de otra. Los sentimientos son elásticos y pueden estirarse, compartirse. Más siempre es mejor, no hay por qué establecer comparaciones ni exclusiones”, responde Generelo.
Fuente: El mundo.es