La primera vez que la chupé

La primera vez que la chupé

Estaba solo en Buenos Aires y me encontraba muy caliente.

Siempre fui heterosexual, pero un día, por error, tuve mi primera experiencia con una travesti. Aquel día iba a un lugar de chicas de pago.

Toqué el timbre y me atendió una rubia con una cola increíble y grandes tetas.

Cuando subí se dio cuenta de mi confusión y me aclaró que ella no era una chica y que su amiga, que aparecía por la puerta de una habitación, tampoco.

Pero las vi y con la calentura que traía me daba lo mismo ya que solo quería que me la chuparan y cogerlas por el culo.

Entonces elegí a la que me había abierto la puerta y entramos a la habitación.

Me empezó a chupar la pija despacio. Bajaba y subía y yo estaba cada vez más caliente y duro.

Me la chupó tan bien que casi acabo. Le pedí que se pusiera en cuatro, y ella se untó el culo con la mano y de espaldas me acercó la pija a la puerta de su ano.

Después se fue echando hacia atrás, poco a poco, hasta metérsela entera. Ahí comencé a bombear en ese estrecho ano que se iba dilatando poco a poco.

Acabé y caí encima de ella. Salí del lugar pensando qué había hecho. Estaba confundido, pero con el tiempo se me fue pasando.

Tras ese encuentro fui a buscar otros travestis con los que solamente me hacía chupar la pija y me las cogía.

Pero con el tiempo me fui animando a más. Primero les di besos y después los pajeaba.

Pero lo que quiero contarles ocurrió una noche en que estaba solo y muy caliente con algo de plata en el bolsillo.

Iba seguro de que quería acostarme con una traviesa, hasta ese momento solo me la chupaban, pajeaba y se las metía.

Eran las tres de la mañana de un día de semana. Estaba muy caliente.

Busqué en el diario un aviso que me gustara y elegí el que más me llamó la atención.

Llamé desde un teléfono público, me quedaba a tres cuadras de donde estaba. Fui hacia su casa.

Llegué y me encontré con una Travesti rubia, alta con buenas tetas y muy linda de cara.

Ella estaba vestida con una tanga y un corpiño. Acordamos el precio y me hizo pasar a una habitación – su departamento estaba muy bien puesto -. Me saqué la ropa menos el bóxer.

Ella entró y me acostó en la cama. Me empezó a chupar los huevos por arriba del bóxer y mi pija se puso a mil.

Nunca la había visto de ese tamaño. Yo, mientras tanto, le sacaba el corpiño y le masajeaba la poronga por arriba de la bombacha.

Ella con los dientes me fue bajando los calzoncillos y yo con las manos su bombacha.

Empezó a chuparme la pija de manera bestial, bajaba y subía por mi falo de una forma que me hubiera hecho acabar enseguida.

Le pedí que parara y que me acercara su pija a mi mano, que la quería pajear. Ella me empezó a chupar la pija más despacio y yo le hacia una paja en su pene cada vez más cerca de mi cara.

Llegó un momento en que estábamos en posición de 69, pero su pija no llegaba a tocar mis labios. Aparté mi cara un poco y la miré a los ojos.

Ella me preguntó si quería chupársela. Yo le contesté que no.

Ella siguió chupándomela un poco más y en un momento no sé por qué me metí su pija en la boca y se la empecé a chupar despacio.

Subía y bajaba por su palo como si lo supiera hacer. Ella comenzó a gemir mientras me agarraba la cabeza.

Me paré. La llevé al comedor, la senté en los sillones y me arrodillé ante tamaño mástil que debía medir unos 23 cm.

Chupaba como si estuviera dominado por ese falo. Ella me llevó hasta la habitación de nuevo e hicimos un eterno 69.

Después me preguntó si quería que me la metiera y le dije que no, que yo quería disfrutar de su culo.

Me puso un forro y se untó su cola con crema. Se puso en cuatro patas y se la metí despacio.

Empecé a moverme con un ritmo que iba creciendo con cada meta-saca. Después le pedí que se diera vuelta y que apoyara su pija en mi ano. Ella lo hizo.

Yo me puse boca abajo y ella empezó a pasarme su verga por la raya del culo, una y otra vez.

Como ya no aguantaba más, le dije que se pusiera boca arriba y que sus patas vayan a mis hombros.

Volví a metérsela, empuje y empuje hasta que mis huevos tocaron su raya.

Nos empezamos a mover al unísono y ella a pajearse, también. Acabamos casi al mismo tiempo.

Fue una experiencia increíble.  

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