Raulito es el típico pibe que de chico ya apuntaba maneras.

 

A Raulito lo conozco de siempre, es el clásico pibe que todos los vecinos conocemos, ya que conocemos a sus padres de toda la vida viviendo en el mismo barrio.
Yo tenía 8 años cuando nació, era amigo de sus hermanos.
Fuimos creciendo todos juntos.

Cuando Raulito cumplió los 10 años, yo tenía 18, sus hermanos habían dejado de estudiar y estaban trabajando, el único que estudiaba era yo.
Raulito siempre fue medio amanerado, su forma de caminar, de moverse, su voz aflautada que más parecía de una niña.
Una tarde vino su madre a casa y hablando con mi vieja, le dice si yo puedo darle clases particulares, ya que habían cosas de la escuela que le costaban, que me iba a pagar.
Mi viejo me preguntó si podía hacer eso y le dije que sí, ya que eran unos «mangos» para mí.
Le empecé a dar clases a Raulito, le ponía ejercicios y mientras yo estudiaba lo mío.

«Alfonso, que pensas seguir cuando entres a la Facultad», me preguntó con su voz aflautada.
«Quiero ser abogado», le dije, «y tenes novia?», seguía preguntando, «no, no tengo novia, pero seguí haciendo lo que estás haciendo», le dije, ya que no me dejaba concentrarme.
«Con lo atractivo que sos, es raro que no tengas novia», dijo, pero no le di bola.
Así estuvo dos o tres días preguntándome cosas, hasta que me hizo una pregunta que me sorprendió, que pensaría yo, si un chico se enamora de mí?.
Lo miré sorprendido, pero no dije nada.

Seguimos estudiando, y Raulito seguía dando vueltas al asunto.
«Bueno Raulito, vos sabes quién es ese pibe que está enamorado de mi?», le pregunté fastidiado ya que no me dejaba estudiar.
«Sí, soy yo», me dijo con todo descaro.

«Para Raulito, te conozco desde que naciste, tus hermanos y yo somos amigos y me salís con esta?», le dije enojado.
«Nadie tendría que saberlo, me podes tratar como una niña si queres», me dijo con su voz bien aflautada, «y según vos, como sería tratarte como una niña?», le dije mirando serio su cara, «me podes tocar la cola, dejar que te acaricie la pija, ponerla entre mis nalgas, no se, como si yo fuera una chica de tú edad», me dijo con una sonrisa en su cara.
Yo escuche lo que me dijo e instintivamente mi pija se empezó a poner dura.
«No se Raulito, tengo miedo que esto se vaya al carajo», le dije pero sentía dura mi pija dentro del pantalón.
«Mostrame la cola», le dije sintiendo como un extraño nerviosismo.

Raulito se levantó de la silla y se bajó el pantalón y quedó con su colita al aire.
Yo lo miré y no aguanté la tentación de acariciar esas nalguitas, pasar mis manos por la cola de Raulito.
«Que linda cola que tenes», le dije abriendo sus nalguitas y viendo su ojetito cerrado, bien apretado.
«Me la queres poner entre las nalgas?», me dijo Raulito agachando un poco su cuerpo y sacando la cola.
Yo me paré y saqué mi pija que estaba dura y la puse entre sus nalgas, sintiendo el calor de la cola de Raulito.
«Te gusta?», me dijo dejando sus nalgas cerradas y mi pija entre medio.
«Si, me encanta tú cola», le respondí moviendo mi pija como si lo estuviera cogiendo.
«Me gustaría ver si te la puedo meter», le dije.

«Intentalo», me dijo Raulito abriendo sus nalgas.
Yo intenté meterle la pija pero tenía muy seco el ojete y no podía.
Era la primera vez que la iba a meter en una cola.
Después de varios intentos y no poder, le dije de ir al baño y que me haga una paja.
Así jodiamos todos los días, una vez le dije que me la chupe y Raulito me empezó a chupar la pija y después me hacía la paja.
Una vez le dije si me podía acabar en su boca, me dijo que pruebe, a ver si le gustaba.

Me acuerdo cuando empecé a acabarme en su boca, lo había agarrado de su cabeza y no dejaba que saque mi pija hasta que terminé de acabarse.
«Puajjj, es un asco eso», me dijo haciendo arcadas después que se tragó toda la leche, fue al baño a lavarse la boca.
«Chupartela te la chupo todo lo que quieras, pero la leche es un asco, no te acabes más en mi boca», me dijo con cara de asco.
Así pasábamos las tardes con Raulito después de estudiar, me la chupaba y se la ponía entre sus nalgas, pero no podía metersela en la cola.
Una vez hablando con no se quien, le conté una historia de que tenía una minita que quería que le haga la cola, bueno, fue todo un verso, pero que no le entraba, «compra vaselina boludo», me dijo.
Cuando salgo de estudiar paso por la farmacia y compré un potesito de vaselina.
Cuando llega Raulito a casa le dije lo que había comprado, que ahora sí se la iba a meter en la cola.
Yo le hice los deberes y lo llevé a mi cuarto, hice que se desnude de cintura para abajo y se acueste boca abajo en la cama.
Yo le miraba la colita y tenía la pija dura como un fierro.

Le dije que se abra las nalgas y le empecé a pasar vaselina por sus ojete bien apretado.
Despacito, muy despacito, le metí el dedo en la cola, Raulito se quejaba pero seguía abriendo sus nalguitas, yo me pasé vaselina por la pija también y me subí sobre Raulito, que abriendo sus nalguitas, me dejaba acomodar bien mi pija contra su ojete.
«Aguanta un poquito», le dije, «sí, pero metela despacio», me dijo.
Yo hice un poco de fuerza y escucho un gemido de dolor cuando le empezó a entrar la cabecita.
Me quedé quieto, hice otra fuerza y siento como le entró toda la cabeza de mi pija en la cola, «haaaaaaaaa, para, despacio que me duele», se quejaba Raulito.
Volví a hacer fuerza y sentía como se abría el ojete de Raulito cuando entró otro pedazo de pija.
«Como me duele», se quejaba.

«Aguanta un poquito que casi la tenes toda adentro», le dije, volviendo a hacer fuerza y sentía como se le seguía abriendo el orto a Raulito y se quejaba de dolor.
«Otro empujoncito más y la tenes toda adentro», le dije.
«Bueno, dale, termina de meterla», me dijo.
Yo hice una última fuerza y sentí como que algo se rompió en la cola de Raulito cuando se la mandé a guardar toda.
«Haaaaaaaaaaa, me reventaste el orto», se quejó fuerte.
«Ya está, ya la tenes toda adentro, ya te rompí la cola», le dije sin moverme.
«Sacala, sacala que me duele mucho, otro día me seguís cogiendo», me pidió Raulito.

Yo cuando se la saqué, me asusté porque vi que tenía el ojete con sangre y mi pija estaba sucia de sangre también, pensé que lo había lastimado.
Lo llevé al baño y le lave bien la cola, y yo me lave la pija, volví a mirarle el ojete y ya no sangraba, aunque no parecía el mismo ojete apretadito que tenía, estaba abierto, como salido para afuera.

Lo mandé a su casa, por suerte nadie se dio cuenta que le había roto la cola.
El siguió viniendo a estudiar conmigo y me la seguía chupando, pero la cola no se la tocaba, como hasta el tercer o cuarto día, que lo volví a coger.

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