Corría el año 2008, yo tenía 11 años.
Era (y soy) pálido, delgado y alto para mi edad.

Como estaba atravesando la pubertad, el sexo era algo constante en mi mente, miraba porno cuando podía y me masturbaba sin entender mucho del tema, nunca había tenido un orgasmo pero el placer si lo sentía.

En el colegio los chistes y comentarios entre compañeros abundaban.
Nos solíamos mostrar los bultos de las erecciones una vez que finalizábamos una charla así, pero todo quedaba en eso, para mi era un juego que me calentaba y daba placer pero no me hacía cuestionar nada.


Todo cambió cuando en septiembre de ese año, un compañero mío del colegio, con el cual mucho no me hablaba ni solía conversar de sexo con el, me invitó a su casa a jugar a la PC y PS2.
Accedí rápidamente porque yo no tenía una PS2.
El se llamaba Francisco, tenía mi misma edad, era un poco mas bajo que yo, regordete y con unas nalgas grandes y bien firmes que le granjeaban muchas bromas en el colegio.


El día llegó, su padre nos paso a buscar por el colegio y me fui a su casa.
Estábamos nosotros dos y su padre, quien no tardó en irse a realizar unos trámites.

Nosotros estábamos jugando al GTA Vice City cuando el padre se iba mientras nos pedía que nos comportáramos y que si pasaba algo lo llamáramos.
Seguimos jugando unos minutos más hasta que Francisco apoyó su pierna contra la mía.
Esa acción me hizo reír y estaba por hacerle un chiste al respecto cuando el me interrumpió:

– Alguna vez hiciste esto con alguien? – Me dijo haciendo gestos con sus manos de estar cojiendo con alguien.
(en Argentina cojer es tener sexo)
No supe que responder, la pregunta me parecía extraña, en especial porque yo estaba preparado para hacerle un chiste, pero me despertó la curiosidad y la calentura.


– No jaja por? – pregunté algo nervioso.


– Querés intentar? – Me respondió Fran en voz baja pero sonriendo.

Otra vez no sabía bien a que se refería, estaba confundido pero todavía mas interesado, podía sentir mi pene crecer en mi ropa interior.
Accedí silenciosamente.


– Vení, vamos al cuarto – Me ordenó Fran mientras se levantaba de la silla.

Lo seguí por el pasillo de la casa que conectaba con los cuartos de la familia sin despegar mi vista de su culo.
El short escolar le quedaba apretado y podía ver como se le marcaba bien todas las nalgas.
Mi pene ya estaba como una piedra entre mis piernas, deseando salir.

Entramos a su cuarto y nos quedamos parados en el centro.
Yo estaba a la vez muy caliente y nervioso, no sabía bien que íbamos a hacer.


– Te quiero ver el pene – Me dijo visiblemente nervioso en voz muy baja.


– Pero me da vergüenza hacerlo solo, vos también sacatelo – le dije rápido.
El pareció dudar pero con sus manos en sus caderas empezó a bajárselos.
Lo seguí con la misma acción hasta que estuvimos solo con las remeras puestas.

Su pene era más pequeño que el mío, tendría unos 8 o 9 cm y estaba completamente erecto.
No tenía rastro de vello púbico alguno, pero no era lo que me interesaba, yo quería ver sus nalgas.

El tenía fija la mirada en mi pene, algo mas desarrollado, llegando a los 11 cm erecto y con unos pocos pelos incipientes alrededor.

Yo podía escuchar su respiración agitada, estaba caliente el también pero claramente ambos no sabíamos muy bien que hacer.

Sin decir nada, me acerque a el y puse mi mano en una nalga.
Era extremadamente suave y grande, la sensación era exquisita.
A el pareció gustarle porque se dio vuelta y se reclinó hacia adelante, dándome un espectáculo muy caliente.
Sus nalgas eran rosadas, grandes y lisas, las tenia agarradas con mis manos.
Las acariciaba y estrujaba, me estaba encantando la situación.
Las separé y pude ver entre ellas su ano rosado y pequeño, no sabía porque pero eso me ponía todavía más.


– Apoyamelo, quiero sentirlo ahí – Me dijo con la respiración entrecortada.

No tarde ni un segundo, presione mi pene con fuerza entre sus nalgas, las sentía rodear mi pene que estaba muy caliente, esa presión que ejercían sobre el me ponía a mil, estaba sintiendo mucho placer.
Fran empezó a moverse para hacer rozar mi pene todavía más, me estaba volviendo loco.


Estuvimos así unos minutos hasta que se irguió y me dijo:
– Sentate en la cama, quiero probar algo 
Mientras lo hacía, el se estaba arrodillando.
Automáticamente pensé que me quería besar, algo que no se me había cruzado por la mente pero no tenía ganas de que pasara.
Pero no, siguió bajando y llevó su boca a mi pene.

Lo tuvo frente a su cara, lo agarró con una mano y eso me hizo sentirme extraño, nadie me había agarrado el pene antes mas que yo mismo.
A continuación le dio un lengüetazo como si fuera una paleta, lo que hizo que se me escapara un gemido, alguien estaba chupando mi pene, eran cosas que solo había visto en el porno, el pacer que me había dado me era extraño e inexplicable
– Seguí por favor – le pedí agitadamente

No recibí respuesta mas que sentir el calor y humedad de su boca rodeando todo mi pene, lo estaba lamiendo por completo.
Podía sentir su lengua en el tronco y como subía hasta el glande descubierto porque me había bajado el prepucio.
Su otra mano estaba acariciando mis huevos, haciendo la situación todavía mas placentera.
Mis gemidos no paraban, me sentía en el cielo.

Continuó así unos minutos más hasta que le dije que parara porque sentía que me iba a venir, lo cual me parecía extraño porque nunca me había pasado, solo lo había visto en el Internet.

El entendió, pero sonriendo pícaramente se di vuelta y se sentó sobre mi, otra vez mi pene estaba en su culo, mi glande presionando en su ano rígidamente fruncido pero que poco a poco iba cediendo.
No podía creer lo que estaba viviendo, alguien me había chupado el pene y encima lo estaba por introducir en su culo, era la gloria.

Lo rodeé con mis brazos, agarrando con ambas manos su pene y lo empecé a masturbar.
Fran empezó a gemir, lo que me volvía loco.
Intente hacer fuerza para que mi pene pudiera introducirse mas en su ano, pero el me freno y me dijo que le dolía.
Se levantó y yo pensé que todo había terminado ahí.


– Esta todo bien? Perdón no te quería hacer mal – le dije apenado

– No pasa nada.
te ayudo con eso? – me respondió sin mirarme a mi, si no a mi pene que seguía a mil.

Asentí con la cabeza y el rápidamente volvió a chupármelo.
Esta vez lo hacía con mas velocidad, mi pene entraba y salia de su boca.
Cada vez que entraba su lengua pasaba por un lugar distinto.
Mis gemidos no paraban, sabía que iba a acabar ahí.


– Ahhh ahhh! ya no puedo más – dije entrecortadamente.
Di un último gemido fuerte y sentí como pequeños chorros de semen llenaban la boca de Fran.
Había acabado por primera vez en la boca de alguien.

Fran escupió el poco semen que había salido de mi pene y se limpió los labios.
Yo me recosté en su cama respirando rápidamente, sintiéndome mareado y a la vez muy confundido.


– Eso fue genial – logré decirle.


– A mi también me gusto, vistámonos antes de que venga mi papa – me dijo.
Me incorporé todavía sintiéndome extraño.


Fui a buscar mi pantalón que había quedado en el piso, cuando me volví el volvió a agarrar mi pene semi flácido:
– Podemos repetirlo – me susurró.

Asentí y me dispuse a cambiarme.

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