Al comenzar este escrito recién he cumplido mis 40 años, durante los cuales he crecido a nivel personal, profesional y familiar; siempre proyectando lo mejor de mí a los demás,
procurando ser el hijo perfecto, el trabajador ideal, el esposo modelo, el padre ejemplar y en general, la mejor de las versiones posibles, y la verdad, lo he logrado.
Soy admirado cómo profesional, exitoso ejecutivo, con una familia hermosa, con un buen auto, un buen apartamento, múltiples estudios, viajes, etc.;
sin embargo, esta capa externa tiene mucho hacia adentro que contar y es lo que quiero expresar en este libro, aquello que nadie sabe de mí y no sale a la luz.
A ese “Yo” ejemplar lo llamare Carlos, “Carlos el ejemplar”, aparecerá en algunos pasajes del libro, pero no será el protagonista.
Existe otro “Yo”, del cual hablaré profundamente y de manera detallada, este escrito se centra en aquel que nadie conoce, aquel que he tenido guardado en lo más recóndito del armario desde mi niñez
y que solo he dejado salir para vivir intensas y soterradas pasiones, muy cuestionables según lo que nos enseñó la sociedad, la religión, nuestros padres y nuestro entorno,
pero que todos los días me pregunto realmente que tan cuestionables son.
Este otro “Yo” lo llamaré Andrés y será el encargado de vivir, narrar y compartir mi gran secreto, mi gusto amplio, desbordado y pasional por los placeres de la carne entre hombres,
de disfrutar esa pasión profunda y desbordada que se genera cuándo se rompen los límites de lo establecido y se disfruta cada sensación incluso en los lugares más escondidos del cuerpo humano.
Acá comienza el relato:
En esta época yo tenía unos 20 años, hacía algunos meses había conocido a Daniel*, un joven dos años menor que yo, es decir, en ese momento tendría 18 años.
Nos conocimos por Messenger (Apenas el Internet se hacía presente y esta herramienta fue lo mejor para el ligue) y conversamos bastante antes de vernos pues ambos estábamos en el Closet
(luego les contaré los demás encuentros)
y siempre hemos sido muy cautos, tímidos y reservados.
Desde la primera vez que nos vimos tuvimos muy buena química, él era de mi estatura, joven, delgado, algo marcado, cara muy linda, de tez blanca, solo algo de bello en las piernas, ojos profundos y boca provocativa, además de tímido y buen conversador; desde la primera vez pasamos muy rico, acordamos seguirnos encontrando y nos veíamos cada 2 o 3 meses, cuándo ambos podíamos y queríamos; casi siempre en semana pues ambos teníamos novia y era más fácil escaparnos.
Habíamos disfrutado mucho nuestros encuentros, yo era el mayor, ya trabajaba, tenía vehículo y era quién invitaba, no sé si fue por eso pero desde el principio yo asumí el rol activo, no teníamos mucha experiencia y no debatimos al respecto, para ambos lo importante era el disfrute; pero al finalizar el tercer o cuarto encuentro Daniel me pidió que la próxima vez lo dejara penetrarme y ser él el activo. Yo me reí, le dije que nunca lo había hecho, pero que si él quería pues lo intentaba, para ser sincero, no me lo tomé muy en serio, me sentía más “macho” siendo el activo y pensé que algo haría para seguir así.
Pasaron como 2 meses cuando volvimos a hablar, Daniel me dijo que me quería invitar a salir, me contó que ya estaba trabajando y me quería invitar pero que por favor pasáramos la noche juntos, no solo un rato, así que tendría que ser el viernes pues ambos estudiábamos y trabajábamos. Yo acepté gustoso. Nos inventamos una ida a una finca como disculpa para nuestras novias y familias y listo. Quedé de recogerlo a la salida de su trabajo el viernes a las 5:00 p.m., me dijo que no me preocupara por nada que él se encargaría de todo, pero que no olvidara que esta vez quería el ser el activo. Eso me quedó retumbando, me daba algo de temor, pero me imaginé que tal vez intentaría un poco y luego volveríamos a nuestros roles, jeje, no sabía lo que me esperaba, en todo caso no comí en toda la tarde y me hice un muy buen aseo antes de salir, por lo que pudiese pasar.
Siendo las 5:00 recogí a Daniel, me saludó con un abrazo discreto y nos dirigimos al carro; en ese momento me hizo la segunda petición, “déjame manejar a mi por favor” a lo que acepté sin reparos aunque esto incrementó mi inquietud; le pregunté: “Dani, para dónde vamos?”, “no te preocupes, solo relájate me respondió”. Sacó de su morral un Smirnoff Ice (licor con vodka) que él sabía que me encantaba, aún frio y me dijo, tomate un trago mientras vamos, yo conduzco.
Nos dirigimos hacia el oriente de la ciudad durante un buen rato, como unos 45 minutos, conversamos de muchas cosas, de la familia, el trabajo, las novias, pero nada más; solo en algún momento me dijo que estaba muy emocionado de que pasáramos la noche juntos, a lo que asentí gustoso. Apenas terminé mi trago me ofreció otro, supongo que con el fin de relajarme, jeje, lo tomé gustoso. Durante el trayecto como él iba manejando pude acariciarle un poco su mano, luego su pierna, y algo su paquete, pensé en hacerle el primer oral ahí, pero la carretera es curvada por lo que se me hizo peligroso, así que me contenté con una que otra caricia, que él agradecía con una sonrisa que dejaba entrever que algo traía pensado.
Pasados los 45 minutos giró por una carretera sin pavimento y llegamos a un hotel, yo no lo conocía, estaba muy bonito y se veía acogedor, pero me dio mucho susto, el hacer el registro, pasar por recepción, etc., era mucha exposición, nunca lo hacíamos así, pero me convenció de que era muy discreto y que él hacía el registro. Así lo hicimos, el hizo todo y pasamos a la habitación, la verdad era muy bonita, luz tenue, cama grande, una tabla de quesos, 4 Smirnoff fríos y en el baño una bañera bastante grande. Apenas entré a la habitación, el me abrazó por detrás y me susurró al oído, “¿Te gusta?”, yo asentí. Me abrazó muy duro y me dijo, “hoy te voy a hacer disfrutar como lo has hecho conmigo, pasaremos muy rico”.
Apenas alcancé a soltar mi morral, Daniel me volteó y me comenzó a besar muy apasionadamente, tomó totalmente la iniciativa lo que me tomó un poco por sorpresa. Daniel siguió besándome y acariciándome por todo el cuerpo con mucha sensualidad, poco a poco comenzó a quitarme la camiseta y alternaba besos en mi boca, cuello, pecho, ombligo y volvía a subir… me estaba haciendo sentir deseado a más no poder, yo ya estaba a mil, pero él no aceleraba, tomándose su tiempo en cada paso. Intenté quitarle la camisa y no se dejó, me dijo, “luego me toca a mi”, así siguió un rato y luego bajó sus manos a mis nalgas, por encima del Jean comenzó a apretarme fuerte y luego suave, me quito la correa, y despacio desabrochó mi pantalón, me lo bajó suavemente hasta las rodillas, mis boxers ya tenían una gran humedad, luego me empujó a la cama, para quitarme zapatos, medias y luego todo el jean. Pensé que por fin llegaría a mi falo, pero no, me volteó y comenzó a besarme por la espalda desde mis pies hasta mi cuello, deteniéndose con pequeños besos y mordiscos sobre mis nalgas (aún con boxers), yo estaba por explotar de placer, aún esa posición me fue quitando los boxers y quedé totalmente desnudo y a su merced, mientras él aún estaba con toda su ropa.
Me giró y obviamente mi pene estaba a mil (tengo un pene grande, como 19 cm y más bien grueso), me pidió que me acomodara contra la cabecera y comenzó a desnudarse, muy despacio para que lo viera, primero la camisa, luego zapatos, medias, jean y se quedó en boxers, también estaba a mil (su pene no era tan grande, medía como 16 cms y un poco menos grueso, pero suficiente para disfrutar), se puso encima de mi, fue acercándose, hasta que puso su paquete en mi cara. Yo obediente comencé a chuparlo, bajé con mi boca poco a poco hasta que logré destapar su verga, ya muy lubricada. Me pidió que abriera la boca, tomó uno de los Smirnoff y bañó su pene con él, dejó caer un poco en mi boca también, y luego comenzó suavemente a introducirme su pene, primero solo para pasar la lengua, luego un poco más y alternaba, hasta que saboreé todo el licor y luego todo el sabor de su verga.
Se terminó de quitar los boxers y acercó sus testículos para que se los chupara, cambiando suavemente de posición, llevándome a lamerlo desde arriba hasta abajo y alternando con otros pequeños tragos del licor, mientras esto pasaba traté de masturbarme pero no me dejó, me tomó de las manos mientras con su cadera pasaba todo su paquete por mi boca y cara, ufff, delicioso.
Luego se acomodó, puso su cara hacia abajo y en un delicioso 69 seguía pasando su paquete por mi cara, pero llegó por fin con su boca a mi falo, muy despacio me comenzó a recorrer todo el tronco, a tragarlo y a chupar mis pelotas, yo gustoso devolvía el placer. Luego de algunos minutos de gloria, tomó su morral y sacó un tarrito con lubricante, sin cambiar de posición me lo untó en mi anito virgen y poco a poco comenzó a meter su dedo (yo había practicado alguna vez con el mío, pero antes nadie me lo había tocado), con su boca seguía chupando mi pene mientras su dedo comenzaba a jugar con mi ano, poco a poco lo introdujo hasta que entró todo; yo ya no podía seguir chupando por el susto y a la vez placer que tenía, pero él no cedió en la posición y otra vez llevó su pene a mi boca, yo obediente seguí dándole un oral mientras alternaba para gemir del placer.
Continuó e introdujo el segundo dedo y puso más lubricante, y sin que yo me diera cuenta, bajó su lengua a mi ano y comenzó a darme un placer inmenso, alternaba su dedo con su lengua y ya creí no poder más, así me mantuvo un buen rato mientras yo me estremecía, y en eso me dice, “vas a probar un gran placer”, sacó un condón de su morral, me lo entregó y me pidió ponérselo. Yo le lubriqué bien su verga con mi boca antes de ponérselo, luego se lo puse y ya sabía que venía para mi; estaba muy asustado y emocionado; pero me dejé llevar, al fin, él lo estaba manejando muy bien, ya sabía que no iba a ser solo intentar y listo, sino que sería completo, así que me dispuse a conocer y disfrutar.
El me pidió voltearme boca abajo, puso una almohada en mi pelvis, acomodó bien mi pene para que con esa erección no me fuera a venir antes de tiempo y elevó mi nalga; comenzó poco a poco a rozar su pene entre las nalgas, presionó mi ano un poco, lo dejó acostumbrar, luego otro poco, esperó y luego lo terminó de entrar totalmente; yo sentí todo el proceso, cada avance lo sentí, al inicio me dolió un poco pero mucho menos de lo que pensaba y no se comparaba con el placer que a la vez estaba sintiendo, pero la verdad me acostumbre antes de lo que me imaginaba.
Al oído me preguntó cómo me sentía, yo casi ni alcanzaba a hablar, le dije entre gemidos que muy bien, que era delicioso; ahí comenzó a bombear, primero muy suave, luego un poco más duro, luego duro y paraba un poco; luego otra vez suave, duro y más duro, yo ya no quería que parara, con cada empujón sentía algo que no logro describir (todavía hoy en día es indescriptible), era un placer con algo de desespero, con un corrientazo por todo el cuerpo, con deseo de eyacular pero sin hacerlo. Seguimos así un buen rato, Daniel se posicionó mejor y tomó ritmo, aceleró y comenzó a bombear con toda, yo sudaba, mordía la sábana, me cogía del colchón, mientras él me decía “disfrútalo que te va a quedar gustando”.
Así seguimos un rato cuándo sin avisar me lo sacó, sentí un vació, pensé que iba a parar, peor me volteó me puso boca arriba, se puso mis piernas en sus hombros y dejó todo mi ano de frente a su verga, esta vez sin vacilación me la clavo toda de una y yo solo logré gemir del placer; otra vez intenté comenzar a masturbarme ya con algo de desespero, pero Daniel no me dejó, se acomodó sin sacarlo, tomó mis manos con las suyas y me susurró “ahorita me encargo de eso”, y siguió bombeando mientras a mi el placer y el desespero me tenían a mil, no aguantaba más pero no quería que parara, además ver su cara de placer y disfrute me daba más morbo.
Él, cara a cara me besaba, embestía cada vez mejor, más rápido, entraba y salía sin resistencia, mi ano ya estaba en total posición de disfrute, mientras mi verga totalmente parada se movía de un lado para el otro como pidiendo atención; no obstante él siguió dándome duro, alternando ritmos, y me decía que disfrutaba ver mi cara de placer, yo no creía el tren de verga que estaba recibiendo y menos como lo estaba disfrutando, no sé cuánto tiempo pasó, cuándo él se reacomodó, me soltó las manos y con su mano derecha comenzó a masturbarme mientras me seguía clavando, con un ritmo más suave pero delicioso. Mi verga estaba totalmente lubricada, nunca había tenido tanto precum, ahora si el placer era insoportable, el siguió masturbándome muy hábilmente, subía y bajaba con cada penetración generándome unos corrientazos de placer que recorrían todo mi cuerpo y muy rápidamente exploté, mi leche voló por todo mi abdomen, pecho y hasta algo le cayó a Daniel en su ombligo, creo que nunca me había venido tanto, mi ano se apretaba mientras eyaculaba, aún con Daniel bombeándome sin parar, lo que lo hizo disfrutar al máximo, llegó a su clímax, sacó su pene, se quitó el condón y con solo tocarse toda su leche muy caliente y abundante cayó en mi abdomen, ombligo y pecho; ya no podíamos más, cayó encima mío y nuestro semen se mezcló, quedamos untados ambos mientras nos besábamos y nuestro semen se mezclaba; con cara de satisfacción me preguntó si me había gustado, a lo que solo pude gemir como signo de afirmación total.
Descansamos en esa posición como 10 o 15 minutos, Daniel me pasó un Smirnoff que tomamos entre los dos entre besos y morreos, luego acercó la tabla de quesos y comimos un poco, el me los daba remojados en el trago y en mi boca, con un morbo total.
Un comentario:
pedrito
abril 22, 2024 at 4:24 pm
muy buen relto muy exitante