Pero de repente el cielo se despejó, la luz deslumbradora se apagó, el descomunal caño dejó de serlo tanto, la generosa fuente se agotó, definitivamente todo se consumió, y en pocos instantes mi becerro, más becerro que nunca, bajó de su pilar y se acercó a mí, creyéndome todavía que venía a fundirse conmigo en un gran abrazo y que, a partir del cual, ambos levitaríamos. En vez de esto me espetó duramente: -Quita esa sonrisa de imbécil de la cara o juro que te la quito yo de un bofetón Yo rápidamente volví del paraíso porque sabía que era muy capaz de dármelo. Bajé la vista al suelo y no me atreví a contestarle nada, sólo alcé los hombros y traté de ocultar mi cara, débil defensa en cualquier caso. Me agarró del pelo tirándome fuertemente hacía arriba, cosa que me obligó a levantarme. Di un fuerte grito porque creí que me arrancaba el pelo y con la esperanza de que Pierre me oyera y saliera en mi defensa. Pero éste permaneció viéndolo todo desde la tienda, sin hacer nada, le acababan de marcar el terreno momentos antes de una manera definitiva. Cuando me levanté me aproximé  a la tienda huyendo de una más que probable tunda, pero mi dueño no me dejó llegar: -¿No pretenderás meterte con nosotros en la tienda, oliendo a cerdo, verdad capullo? A mí aquello me extrañó pues, al fin y al cabo, el meo era suyo, pero me paré en seco a recibir instrucciones: -Vas a irte a la poza y vas a meterte en ella, con la cabeza debajo de la cascada y permanecerás allí hasta que vaya a buscarte, venga y rápidito, no quiero volver a repetírtelo No lo dudé, mirando al suelo, húmedo, esposado y desnudo como estaba salí del calvero camino del riachuelo. Cuando llegué miré hacia atrás y vi a mi dueño entre los árboles, me quité las zapas y me metí dentro. El agua de la poza me llegaba escasamente a los huevos, sintiendo la mirada de mi dueño sobre mí, me agaché y me senté. El agua, aunque estábamos en verano, estaba helada, me sobrecogí, pero al menos sirvió para quitarme el calentón. Mi amo seguía mirándome a lo lejos, había luna, lo recuerdo bien, metí muy difícilmente la cabeza en el agua, aguanté hasta que no pude más, la saqué y la levanté mirando a las estrellas, me quedé un rato así, y recuerdo que pensé…………..nada, no pensé nada, sólo me sentía un gilipollas. Como vi que mi amo no me quitaba ojo de encima me deslicé un poco hacia atrás para que viera como todo el agua de la cascada caía sobre mí. Si era lo que quería de mí, que me diera un pasmo por el agua fría, pues eso tendría. Mi cuerpo se fue acostumbrando a la baja temperatura, mi rabo hacia rato ya que se había quedado pendulón, las muñecas me dolían por las esposas, pero el agua se alió conmigo y me sirvió para que volviera en sí, para que reaccionara, para que fuera yo otra vez, para que me sintiera como lo que era, el ser más miserable del mundo. Había pasado en un momento de la gloria al infierno, del éxtasis más sublime a sentirme el hombre más desdichado e infeliz de la tierra, con mucha frecuencia pasaba de un estado a otro sin solución de continuidad, vivía aquellas situaciones como en un tobogán, como en una montaña rusa, mi estado de ánimo tenía el perfil de los dientes de una sierra de carpintero. Quienes hayan estado próximos al abismo de la sumisión sabrán a lo que me refiero. No, uno no es un loco inconsciente que lo abandona todo, familia, amigos, trabajo, por placer, por gusto, por follar. No, el sometido lo abandona todo y se somete a una pasión. Pasión y padecer van de la mano. El sometido sabe que va a sufrir y es consciente de ello y no sólo lo acepta, sino que lo necesita, lo desea, lo busca y a veces, con suerte, consigue encontrarlo. Casi siempre esta pasión produce perturbaciones en el alma pues es difícil soportar tanta vehemencia, tanto desprecio, tanto morbo, tanta pública humillación y sin embargo se busca, se quiere, se necesita. Cuando el objeto de posesión no es tratado como exige su ánimo, le produce tremenda tristeza, en algunos casos desconsuelo, Al final del camino, quizá, la depresión y en casos límite el suicidio como única salida posible. Para que el sujeto siga sometido es necesario por parte del dominante cerrar el grifo de aquello que le produzca consuelo, provocándole entonces, el abatimiento, el sufrimiento, la humillación suma. Hay que conseguir la postración física y moral del poseído a fin de obtener, ambos, satisfacción. Aún cuando, yo como sometido, sea consciente de mi situación y sepa que el sufrimiento y la humillación serán la base de esa pasión, el alimento del que se nutrirá para seguir manteniendo la situación, no sólo no querré salir de ella, sino que la mantendré, la cuidaré, la alimentaré y tendré auténtico pavor a perderla. Pensaré, soñaré, me obsesionaré y viviré por y para el objeto dominante, él lo será todo para mí, sólo él será importante, él será lo único. Siempre sentí que cada vez era necesario un grado mayor de padecimiento, para mantener los lazos que me ataban a mi dueño más férreos. Sientía que necesitaba que me pusieran a prueba continuamente. Si a mi amo le encantaba prestarme a otros, sentía que cada vez, yo necesitaba que me prestara más y más, única forma que encontraba de darle satisfacción, y si lo que buscaba, para humillarme, era que me dejara desnudar el primero, o dejarme meter sus dedos por los lugares más profundos de mi cuerpo, todo ello en presencia de sus amigos, en cualquier orgía, para ser usado por ellos o para poder ser follado por turnos, o lo qeu quisieran, no veía el momento de que eso llegara, sólo le pedía, que, por favor, él estuviera presente para poder demostrarle mi entrega y a veces, no sonseguía ni eso. Sentía también que con mi insolencia le provocaba más cada día, para que me castigara, porque sabía que este castigo era otra forma de darle placer, y así cada día, llevando la situación, cada vez más cerca del límite. Sentía que cada vez necesitaba un grado mayor de provocación, para obtener un grado mayor de castigo, para que me produjera, al final sólo, la misma satisfacción que la vez anterior. Era la locura. Reconozco que a mí, lo que me salvó de la tortura física, fue que a mi amo jamás le interesó, ni la tortura………. ni yo. La posesión psíquica, -mucho peor que la que produce el tabaco, el alcohol, o las drogas, más próxima quizás a la ludopatía-, hará imposible la ruptura de la situación de sometimiento. Cada vez será necesario ir más allá, se querrá más y más, y así hasta caer en el abismo. Sólo un fuerte shock volverá a traer al sumiso del infierno, a este otro infierno que tenemos aquí. Yo sabía entonces que alguna vez llegaría al límite, lo que no tenía tan claro era si me quedaría allí, al borde del abismo, o si me gustaría volver. Uffff…………, creo que estoy divagando por demás. El cómo y cuándo llegué al límite tendré que dejarlo para otro relato, ahora ¿por donde iba?…..Ah, sí Al cabo de un rato que me pareció eterno y cuando ya empezaba a temblar vi a Pierre que venía a por mí con una especie de faldón hindú que mi amo se había comprado en India -¿pero cómo se puede ir con eso a la sierra?-. Me ayudó a a salir de la poza y cubriendome con aquello, que yo estaba convencido debía tener chinches, me abrazó mientras yo, temblando, me desmoroné y rompí a llorar. Me llevó a la tienda donde mi amo se fumaba tranquilamente un peta y ni me miró siquiera. Pierre me secó, me desató las esposas, y tumbándose me cobijé entre sus brazos, entré rápidamente en calor, dejé de temblar, sentí su cariño, el amparo y la protección de alguien, Pierre me dió su afecto aquella noche, me besó, me acarició, me abrazó, me ciñó entre sus brazos estrechamente y fue la primera vez que, estando así, no sentí su polla dura  en mi culo; me quedé dormido. Desperté de la mejor manera en que se puede despertar un hombre. Sentí sobre mi polla un cosquilleo, una sensación suave y ligera, algo que me tocaba muy agradablemente, algo húmedo y complaciente que me rozaba muy suavemente, impregnándose todo mi rabo de saliva. Seguí durmiendo, soñando, pensando en mi amo, en sus caricias, en su demostración amorosa. Por fin se había decidido a comerme el rabo, su lengua se paseaba por mi glande y le bordeaba, y jugueteaba con él, y tras la lengua sentía unos labios supercarnosos y bien ensalivados, que se comían mi polla, poco a poco, alternándolos con una lengua superjuguetona. Tenía mi rabo muy empalmado, llevaba, qué sé yo cuanto tiempo sin correrme, viviendo una situación y una experiencia supermorbosa, estaba muy excitado y además siempre he sido de resorte fácil. La boca fue descendiendo muy lentamente, metiéndose en ella cada vez mas trozo de verga. Cuando los labios se cansaban de deslizarse por mi mango, la lengua tomaba el relevo paseándose ansiosa a todo lo largo. Y aquella boca se comió mis huevos, primero uno, luego el otro, por fin los dos, luego la lengua ascendió por mi polla en toda su longitud hasta el glande, que se volvió a comer Mi tranca sufría los espasmos de placer previos al orgasmo, pero aquella boca, muy sabia, dejó de mamar y se dedicó a los huevos. Me restregó su cara con barba de tres días por el escroto y sentí un placer inmenso, fue entonces cuando empecé a darme cuenta de que aquello no era un sueño, que de verdad mi amo me estaba realizando una mamada de ensueño. Empecé a moverme y a agitar mi pelvis nervioso. Entonces mi mamón se alzó y yo abrí los ojos. Obviamente era Pierre quien me hacía aquellas maravillas. Debí imaginarlo. Se puso un dedo en la boca, pidiendome silencio, y se volvió a bajar al bicho. Siguió comiéndomelo con gran placer, sin jadeos ni gemidos, sin que se escuchara ni un solo ruido en aquella madrugada memorable. Con el mismo sigilo se giró, puso sus pies hacia mi cabeza y con nuestras vergas  al nivel de nuestras bocas, hicimos mi primer 69. Me encantó, y mi amo………. roncando, !joder¡, !jamás¡, ni antes ni después, he oído a nadie roncar de esa manera tan desaforada, de esa manera tan desmedida y fuera de lo común. Sólo puedo imaginar a los búfalos roncando de semejante manera, era, de verdad, increible. Pero vamos a ver, porque sigo desbarrando bastante si mezclo un vulgar ronquido con mi 69 más recordado. Como digo aquel fue mi primer 69, práctica que adoro tanto con hombres como con mujeres, pues además de ser muy placentera, sensual, excitante, morbosa, es la práctica más generosa, sincera, franca y noble que puede haber en el sexo. Durante el tiempo que nos duró, hasta que se despertó el ogro, seguí en todo a Pierre. Le hice exactamente lo mismo que me hacía él a mí, comimos los mismos manjares exquisitos, le realicé las mismas cosas deliciosas, mi boca, mi lengua y mis labios exploraron los mismos sitios.  Dsfsrutamos de los placeres más intensos y agradables, los mayores goces las mejores sensaciones. Para mí todo lo suyo, era menos novedad que para él lo mío, y por la forma de tratarlo creo poder decir, sin equivocarme, que le encantó. Le gusté tanto que, dejando de lado el 69, volvió a ponerse en la posición inicial, y a divertirse el solito con mi verga en su boca, y empezaron sus dedos a trajinerme el culo, primero uno, luego dos, luego…….yo me empecé a alborotar sin poder contenerme, empecé a respirar anhelosamente, era imposible evitarlo, aquello que me estaba haciendo estaba demasiado rico como para reprimirme. Su boca codiciosa se metia toda mi polla hasta que noté su nariz, en mis huevos y pelvis. De repente intentó meterme más dedos de los que mi culo podía aceptar en ese momento…….., me dolió……., di un grito………. Mi amo se despertó y descubrió el pastel, pastel que no le gustó nada, aunque no se sorprendió, pues ya otras cosas mas raras había visto hacer a Pierrre -Vaya, no sabía que también te gustaba comerle la polla al capullo éste- le dijo Pero Pierre siguió a lo suyo, y la verdad fue que a partir de aquel momento, ya con mayor libertad, su mamada fue mejor, fue más bestial, su barba de varios días en mis huevos total, ya se me permitía gritar de gusto y a gusto, agitarme, moverme. Sus dedos volvieron a trajinarme el culo ahora más dilatado, yo me volví loco y el vaso de la paciencia de mi amo se desbordó, se quitó los pantalones, única prenda de vestir que llevaba, y saltó sobre mí como un gato. Me agarró las manos por encima de la cabeza y abriéndose de piernas cayó con su tranca sobre mi boca. Creía que me ahogaba, me la metió hasta la garganta, no podía respirar y sin posibilidad de hacer tope alguno, me la estaba desgraciando. En una de sus reculadas me la saqué girando la cabeza hacía un lado. Esto el puso furioso, me soltó una mano e intentó penetrarme de nuevo, pero mi mano libre se defendió y lo impidió. Fue el colmo para él, ciego de rabia, de ira, de celos, qué sé yo, se sentó encima de mi pecho, me puso  los brazos entre sus piernas y empezó a hostiarme de forma colérica, dandome tortas  a un lado y a otro sin ninguna posibilidad de defensa. Me golpeó hasta que Pierre dejó su faena y gritandole le agarró por detrás reteniendole los brazos -¡Vale!, ¡vale!, ya, dejalo, !dejalo ya¡, !cabrón¡ Y mi amo, preso de una ira exaltada le responde a Pierre, abruptamente: -¿Que pasa también quieres comérmela, tú, como se la comes a él, o qué? -No, pero estoy seguro que tú si me la comerías a mí, ¿no? Hubo un silencio -Venga, es tuya, mira cómo me tenía este capullo, venga cómetela, sabes que te va a gustar. Y mi amo, poniéndome el culo encima de la cara, para mi pasmo, no por el culo que ya se lo conocía bien, sino porque se dobló muy obediente y comenzó comerse la tranca de Pierre. Yo con el culazo de mi amo encima de mi cara apenas pude ver gran cosa, pero me pareció por momentos que Pierre permanecía ausente de la mamada. Su cara no era ni por asomo la que yo había visto cuando le hacía lo mismo. Levanté mi mano derecha y el me dio la suya, nos las agarramos por encima del cuerpo del, en ese momento, más mamón y alzámos el pulgar en señal de triunfo, habíamos conseguido doblegar al toro. Yo debería procurar estar siempre en compañía de Pierre cuando visitara a

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