Giré la cabeza y vi a Pierre que venía en dirección a mí, lentamente, con sus manos en los bolsillos. Volví a mirar al río y esperé su llegada, mientras pensé, en qué gruta siniestra habría dejado al monstruo. -¿Estás enfadado todavía?- me dijo suavemente Nada contesté. No iba a estarlo, ¿no te jode? -Vaya, veo que sí. Yo no he tenido culpa alguna, no es razonable que estés enfadado conmigo Le contesté sin mirarle -Ese tortazo era para ti. Es por ti, por quien lo he recibido. Eres tú quien le importa y quien le afecta, no yo. Lo paga conmigo, pero creo que eres tú quien le provoca, quien le pone, vamos. -Es posible que tengas razón, pero eso no me hace culpable. En cambio, eres tú quien me importa a mí y no él. ¿Lo sabes eso? Guardé silencio. Ambos lo hicimos. Pierre tiró una piedra al riachuelo, le miré, y añadió: -Vuelve con nosotros. Está arrepentido por lo que ha hecho, no volverá a ocurrir. Es muy orgulloso y no quiere venir a pedirte perdón, por eso he venido yo. Venga, vuelve y olvídalo. -¿Olvidarme? Joder, qué fácil, contesté sorprendido. -Es una pena que después de lo bien que lo hemos pasado estos días, al final lo estropeemos todo por un mosqueo tonto.- Dijo aquello completamente convencido, el tío. -¿Mosqueo tonto?¿Pasarlo bien?, bien, lo habréis pasado vosotros, ¿mira éste? Que yo no he dejado de recibir hostias, ¡no te jode¡ Estaba seguro entonces de más bien pocas cosas, pero de que yo era un capullo………, sobre eso, ya no me quedaban dudas, y si no……… -¿Llamas pasarlo bien a atarme desnudo a un árbol? ¿A meterme de noche en un río helado? ¿A emporrarme? ¿A pasearme desnudo por todo el monte? ¿A mearme? ¿A darme de hostias? ¿A humillarme continuamente?. Venga hombre, ve vacilar a otro que a mí, ya me habéis toreado bastante. -Puede que tengas razón, aunque yo siempre he tenido la impresión de que no te desagradaban mucho esos juegos. ¿Juegos?, los llama juegos, el tío.Esto lo pensé con unas ganas tremendas de darle de bofetones -Venga, te juro, Alejandro, que si vienes conmigo ahora y te olvidas de todo, vamos a hacertelo pasar de vicio, te lo juro, yo me encargo. Prometo que no se te olvidará esta tarde jamás. -A la mierda vosotros y vuestros vicios, paso, no me interesa, me teneis harto, y no quiero hablar más. -Vale, vale, como quieras. Volví la cabeza la río, tenía lágrimas en los ojos. Pierre las vio, se levantó, me acarició la cabeza y se marchó por donde había venido. Al cabo de un tiempo, siento un ruido a mi espalda, no de pasos, más bien como de algo arrastrándose, giro levemente la cabeza, bajo la cara, me parece ver algo como entre amarillento y verdoso, tal vez grisáceo, con manchas como ocres, no sé, viene hacia mí, algo hace resonar al desplazarse, como emitiendo fuertes silbidos, se detiene un rato, largo, parece como si estuviera al acecho, presto a saltar sobre alguna presa, o sobre alguna víctima, yo sigo llorando, será por las lágrimas entonces que me parece ver que tiene el cuerpo como escamoso, se aproxima a mí, vuelvo a girar la cabeza, se sienta a mi lado, me echa un brazo por encima del hombro, es raro, pues este tipo de seres ofídicos carece de extremidades, será por eso que a mí, me parece, como una gran cola terminada en un fuerte aguijón. Efectivamente, tiene el cuerpo cubierto de escamas, sigo mirándolo fijamente, no tengo miedo, soy fuerte, me he armado de valor, su cara está junto a la mía, sus ojos fijos en mí, no parpadea, sus párpados están inmóviles como pegados, su cuerpo cilíndrico y alargado me rodea, abre la boca, parece dilatable, los dientes centrales de los maxilares superiores son largos y curvados hacia atrás, estoy como hipnotizado, siento sensaciones ya conocidas en la entrepierna, mi rabo, en contra de mi voluntad o por  voluntad suya, noto que se levanta, su lengua, bífida, entra en uno de mis oídos y me estremezco, toda mi energía acumulada en los alrededores del falo asciende  a la cabeza, gimo, la cola sigue abrazándome cada vez más y más fuerte, sigo gimiendo, su boca en verdad es dilatable, sus labios parecen estar en todos los sitios de mi cara a la vez, su cuerpo sigue enrollándose, me quedo casi sin aire, estoy fascinado, me entrego, alzo la cabeza para mostrarle el cuello, para dárselo, que haga con él lo que quiera, casi deseo que me clave el diente, no puedo mover mis manos, me habría gustado acariciar sus escamas, deseo cada vez más que me clave los colmillos en el cuello y que me clave también su aguijón, suyo soy, me posee, estoy sin voluntad, puede hacer de mí lo que quiera, ya sólo me cabe pensar, por donde me engullirá primero, si por la cabeza o por los pies. -Ven,- me tienta Lucifer, – ven con nosotros, prometo que disfrutarás de los mejores placeres, de los mayores deleites, gozarás de tales sensaciones que nos encontraremos todos juntos en la gloria

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