Salud sexual y reproductiva en el hombre
La salud sexual y reproductiva en los hombres es un tema que pocas veces se aborda.
Tanto en las familias, como en la educación sexual en los centros educativos como en los medios de comunicación.
Es cierto que tampoco se habla mucho de ello con las mujeres, pero en muchas ocasiones, debido a que se les vincula más con la reproducción humana, se suele tratar al menos la salud reproductiva con ellas.
En el caso de los varones, la sexualidad es un tema tabú que muchas veces tienen que aprender a través de mensajes erróneos que perpetúan mitos inadecuados que perjudican su salud física y psicológica.
El rol de género masculino presupone que los hombres deben mostrarse siempre dispuestos a llevar la iniciativa,
liderar el cortejo, sentir siempre deseo sexual, definir su autoestima en torno al tamaño del pene, tener un tiempo de erección y eyaculación largo (recordemos que la sexualidad se encuentra en todo el cuerpo, que no se centra en los genitales ni en la penetración), etc.
La socialización que ha sufrido el género masculino provoca que, en muchas ocasiones, esté dotado de menos herramientas emocionales-comunicacionales.
La educación para mostrar fortaleza penaliza la expresión de emociones (la famosa expresión “lloras como una niña”), penalizando la expresión de sensibilidad.
Cuando son jóvenes se enfrentan a las ideas de iniciar las primeras prácticas sexuales antes que sus compañeros sin casi información.
A menudo reciben ideas equivocadas de su grupo de iguales, de internet, de la pornografía (que muestra prácticas sexuales trucadas) o de otras fuentes que provocan que se inicien en el sexo de forma insalubre,
mantengan relaciones sexuales que pueden mermar su autoestima y las de quienes les rodean,
no usen métodos anticonceptivos, contraigan enfermedades de transmisión sexual, ignoren que tipos de problemas sexuales pueden tener, desconozcan su cuerpo, etc.
Cuando son mayores pueden verse más solos que las mujeres para verbalizar disfunciones sexuales como la insatisfacción con el tiempo de erección o de eyaculación,
problemas de próstata, falta de comunicación con la pareja, etc.
Todas estas circunstancias son absolutamente normales.
Por un lado pueden producirse problemas en la salud sexual de orden psicológico. Un ejemplo muy habitual es el estrés en el trabajo.
Pero también pueden ser tipo fisiológico, originados por alguna enfermedad de la que subyacen.
Es muy habitual que, en hombres mayores, la diabetes pueda producir una disfunción derivada.
Del mismo modo que en las mujeres, con la edad en los hombres también se producen cambios hormonales, un “climaterio”, con una declinación de la testosterona.
De este modo, pueden disminuir el deseo sexual, la cantidad de erecciones, la energía, el vello. Existen terapias de sustitución hormonal.
También es importante, en especial a partir de los 50 años, acudir a servicios de urología y andrología para realizar revisiones de próstata.
Se calcula que más del 50% de los hombres padecerán algún tipo de afección prostática a lo largo de su vida.
La próstata sirve para aportar líquido nutritivo al esperma.
Cuando la edad fértil llega a su fin deja de cumplir su principal función. Pero sigue agrandándose.
El crecimiento de la próstata puede estrechar la vía urinaria y causar dificultades al orinar.
La afección más común es el crecimiento benigno, pero sigue siendo molesto.
En cualquier caso, hay que acudir a revisión por si se tratara de cáncer de próstata.
El hombre adulto, además, puede estar preocupado por su fertilidad.
El avance en reproducción asistida no sólo se refiere a las mujeres.
Hay técnicas muy avanzadas para mejorar la calidad del semen y tratamientos para la disfunción eréctil y la eyaculación precoz.
Para cualquiera de estos casos, la prevención, llevar una vida sana (alimentación saludable baja en grasas, reducir el consumo de azúcar, tabaco y alcohol, y hacer deporte).
Nunca hay que descartar la visita al especialista (urología, andrología, centro médico, terapeuta sexual o psicólogo/a, según corresponda)..
Y, por supuesto, mejorar la comunicación con nuestra pareja (si la hubiera).
Fuente: Serginemedica.es