UN CHICO REBELDE 1 - citasgay.org

UN CHICO REBELDE 1

Esta historia ocurrió hace ya bastantes años, pero creo que es importante poder escribirla para que no se pierda solo en mis recuerdos.

No es que yo crea que es importante per se.

Lo curioso de esto es que al final, el mayor beneficiado fue quien para mi era un chico rebelde y muy complejo en su personalidad.

He sido profesor desde hace más de 30 años y en mis primeros tiempos de ejercicio profesional tuve mucho contacto con chicos y chicas adolescentes con todas sus virtudes

pero también todos sus defectos y complejidades propias de quienes están formando su carácter.

Para quienes están esperando una historia donde el profesor se aprovecha de la inocencia de sus alumnos, esta vez se equivocan.

Creo que soy una persona muy equilibrada y nunca antes ni después de esa ocasión me he aprovechado de los jóvenes que he tenido a mi cargo.

Debo hacer notar que incluso he sido responsable de un Internado de Varones y nunca hubo nada que reprocharme.

No obstante soy bisexual, admiro la belleza masculina y si la oportunidad de ligar con un chico mayor de edad se me presenta, no voy a dudar en tomarla.

Por lo tanto, es importante considerar que este relato se desarrolla en ese contexto y lo que ocurrió hace más de 30 años,

hoy lo considero un error aunque sigo sin tener claridad de cómo la habría evitado.

Tenía yo 28 años y durante los cuatro años previos en que me desempeñé en el mismo colegio,

me había ganado un prestigio importante por los resultados de mis estudiantes,

pero por sobre todo el nivel de compromiso que lograba con los chicos para estudiar y participar en las actividades del Liceo.

Se iniciaba el año escolar y mi Jefa directa me llama a su oficina para indicarme las materias que debía asumir durante ese perído.

En esa misma reunión me informó de la incorporación de un chico extranjero que venía llegando con su familia como migrante dada la mala situación económica de su país de origen.

También me hizo notar que el informe de personalidad que traía reflejaba un estudiante un tanto complicado,

situación que la propia madre había confirmado y por lo tanto necesitaba de un profesor que tuviese un buen manejo de adolescentes.

Esta situación no me dejó muy contento, dado que precisamente ese año iniciaba un proceso con un grupo de estudiantes que especialmente habíamos reunido por su corta edad.

Habitualmente estos chicos de 13 y 14 años solían tener muchas dificultades en su primer año en el Liceo y por lo tanto habíamos decidido juntarlos para darles una atención específica a sus intereses.

El chico extranjero tenía 15, pronto a cumplir los 16.

En esta etapa la diferencia de edad entre los 13 y 16 es bastante fuerte en cuanto a sus intereses, por lo que la noticia me dejó un tanto complicado.

Llegó el primer día de clases de ese año escolar y la verdad es que no estaba preparado para ese primer encuentro.

En la fila de espera frente a la sala de clases que íbamos a ocupar los siguientes 4 años, sobresalía aquel mozalbete que ya me habían adelantado era de una personalidad preocupante.

Indudablemente sobresalía por más de una cabeza respecto de los demás chicos que en su mayoría cumplirían 14 durante ese año.

No obstante, las chicas que de la misma edad naturalmente se desarrollan más temprano no evidenciaban tanta diferencia. Pero vislumbré otro problema que no se había considerado.

Las damitas están en una edad enamoradiza y con semejante ejemplar de chico inmediatamente me dibujé la expresión MUCHOS PROBLEMAS en mi mente.

El chico era el típico argentino, muy desenvuelto y hablador que deja la sensación de ser más maduro de lo que realmente es. Sumado a esta característica,

me encontré con un muchacho con un rostro extremadamente bello y sensual. Partiendo por su rostro con un mentón marcado y una piel muy tersa y bronceada que evidenciaba haber pasado un verano intenso.

Un pelo de color castaño dorado y ensortijado que a esa hora de la mañana con el sol brillaba igual que el oro.

Pero su mayor atributo eran sus ojos, de un color entre azul y violeta intenso que después he averiguado son rarísimos.

Las chicas lo rodeaban igual como a una estrella de cine y naturalmente él estaba en su elemento sabiéndose admirado por tantas mujeres.

Rápidamente tomé el control del grupo y los hice pasar al salón de clases para terminar con todo ese alboroto que se forma habitualmente con los chicos el primer día.

Por la mañana no tuve mayores problemas dado que habitualmente los chicos se comportan mejor al inicio de cada año y por lo mismo me dediqué a observar a Miguel que así se llamaba,

pensando en lo diferente que era respecto a los demás y cómo iba a enfrentar lo que se me venía.

Y hasta mediados de semana tampoco ocurrió nada destacable y me empecé a olvidar del tema quizás creyendo que se había exagerado al considerarlo tan complicado.

Estábamos a jueves por la tarde y en un período libre que tenía me llamó la atención las risas de algunas chicas que no paraban de parlotear.

Salí curioso de la oficina en que me encontraba y precisamente mi grupo estaba en su clase de Educación Física.

Por ser principio de año, la profesora que iba a tomar esta clase con las niñas había pedido un permiso especial por razones familiares y sólo estaban siendo atendidos los chicos.

Me aproximé sin querer silenciosamente y empecé a entender la razón de las risas y bromas de las niñas. Miguel era la razón,

su ropa de Educación Física estaba revelando una de las razones por las cuales se podían generar problemas.

Junto a su rostro seductor, su cuerpo ya había alcanzado un desarrollo a toda vista espectacular. Pectorales muy bien desarrollados que vestían una camiseta sin mangas ajustada y marcaba cada detalle.

Gluteos muy bien puestos que indudablemente podían ser objeto del deseo tanto de mujeres como de hombres.

Sus brazos muy marcados dejaban a la vista sus venas que prácticamente permitiría realizar un estudio anatómico en detalle.

Y lo mejor de todo, sus muslos muy bien desarrollados equivalentes a los de un futbolista profesional.

Este chico a sus 16 años estaba logrando lo que muchos no alcanzan después de interminables jornadas de gym.

Para ser honesto, me habría gustado mucho incorporarme a este nuevo Fan Club de Miguel,

pues desde todo punto de vista era un machito extremadamente deseable y apetitoso para cualquiera.

Pero ya acostumbrado a mis limitaciones en este medio, rápidamente intervine con las chicas con el fin de que no estuviesen todo ese período de clases sin hacer nada.

Pasaron dos semanas de clases y vino la primera reunión de padres y apoderados que se acostumbra realizar al iniciar el año escolar.

No ocurrió tampoco nada irregular, salvo que la madre de Miguel me pidió quedarse hasta el final para poder conversar tranquilamente conmigo.

Como cualquier madre estaba un tanto preocupada por todos los cambios que su familia había experimentado y sobre todo por su hijo que desde el principio me manifestó tenía un carácter muy difícil de manejar.

Sin embargo, también me explicó que el chico estaba muy contento conmigo como su maestro, dado que el trato que les daba a mis estudiantes era de mucho respeto y consideración.

Situación que no se había producido en otros colegios donde había asistido y por lo mismo estaba muy esperanzada de un cambio positivo en él.

La verdad, es que fuera de la popularidad que había logrado con las chicas por ser extremadamente buen mozo,

yo no había tenido realmente mayores dificultades y por lo mismo le indiqué que hasta ahora no había mostrado ninguna de las conductas o actitudes negativas que tanto me habían recomendado controlar.

No dejaba de ser intrigante tanta recomendación, porque hasta ese momento sinceramente no había observado nada que lo justificara.

Y por lo mismo debo confesar que después de dos semanas sólo me limitaba a escuchar.

Mi desengaño se produjo en la cuarta semana de clases durante la clase de Educación Física y un acalorado partido de fútbol.

La clase de Educación Física siempre coincidía con un espacio libre de mi horario de clases y por lo tanto me encontraba yo trabajando en la Sala de Profesores cuando escuché un gran escándalo en el patio acompañado de muchos gritos e insultos.

Sabiendo que las riñas de estudiantes hay que pararlas lo antes posible, salté de mi asiento para ver si podía colaborar con los Inspectores y pensando también que mi grupo precisamente se encontraba en actividad física y por lo mismo podían estar involucrados.

La escena que ví fue increíble.

Miguel discutiendo muy acaloradamente con su profesor de Educación Física y sus compañeros por una supuesta falta que lo habían sacado de sus casillas.

Daba la sensación que en pocos instantes el chico iba a agredir a golpes al profesor.

Sin dudarlo, me acerqué a intentar mediar pero por sobre todo para acallar los insultos que le gritaba hacia el profesor por lo que él consideraba un cobro injusto.

Al intentar terminar con esos gritos, el chico yo creo sin reconocerme las emprendió conmigo debiendo incluso desviar el golpe de un puño que venía directo a mi cara.

En circunstancias normales, eso habría bastado para expulsarlo inmediatamente del colegio.

Pero como ya me lo habían advertido de que era un chiquillo complicado, decidí actuar de una manera diferente.

Habitualmente mi carácter suele ser muy afable y tranquilo,

pero hoy día mis hijos me decriben exactamente como me siento cuando me enojo.

Un Ogro que no solo grita más fuerte que nadie o mas bien ruge, sino que por mi tamaño que es bastante grande, los estudiantes suelen obedecer instantáneamente.

Miguel por lo tanto no fue la excepción a ello pero igualmente lo sentí sorprendido de mi reacción porque nunca me había visto enojado.

Sin dar mas explicaciones, lo invité a las duchas y el resto quedó en un estado de pasmo porque no era habitual en el colegio que estas peleas fuesen tan violentas.

Los chicos habitualmente acostumbraban a ventilar sus diferencias de una manera mucho más civilizada.

Una vez en las duchas, abrí el agua fría y a la fuerza lo metí con ropa y todo para que se calmase.

Su primera reacción fue de oponerse, pero al verme tan decidido creo que lo pensó mejor y solo me pidió permiso para sacarse la ropa deportiva que llevaba.

Ahí creo que estuvo mi primer error al permitirle que se desnudara enfrente mío.

Hasta hoy me caliento al pensar que vi el mejor strip tease que uno se pueda imaginar.

El agua corriendo por su cuerpo, su ropa toda mojada y yo aún muy enojado con él.

Pero sin proponerselo, empezó por sacarse su camiseta que dejó a mi vista unos pectorales maravillosos que me invitaban con fuerza a acariciarlos y lamerlos.

No se como me controlé, creo que mi enojo me ayudó a mantener la cordura. Pero el espectáculo no terminaba ahí.

Con dificultades se sacó sus zapatos y medias ya que estaban todos mojados.

Al sacarse sus pantalones cortos lo dejaron con unos interiores tipo speedos que casi se me sale el corazón por la boca de lo agitado que me puse.

Hasta ahí yo pensé que quedaría, pero sin ningún pudor y consideración conmigo, el chico se sacó también el speedo dejando a la vista el pene más glorioso que uno se podría imaginar.

Grande, grueso y rosado que solo invitaba a la lujuria y al placer de una buena mamada.

Su cintura muy delgada favorecía y realzaba sus gluteos erectos que invitaban a explorarlos de todas las maneras imaginables.

Cada vez que lo pienso, me felicito de no haber hecho nada en ese momento, porque habría impedido el desarrollo de una relación tan complicada por el hecho que él era un estudiante y yo un profesor.

Hoy día a la distancia y que ya todo a pasado, creo que es el cuerpo más cercano que he tenido junto a mi con un asombroso parecido al David de Miguel Angel.

Aquella estatua de hombre con cara de niño, siempre me ha resultado atractiva y sensual.

Yo tuve a mi lado un clon de 16 años y que nunca soñé que lo iba a tener sólo para mí los siguientes tres años.

Una vez que terminé de controlarme, le pedí que saliera de la ducha y se vistiera.

También le ordené que al día siguiente debía asistir al colegio acompañado de su madre.

Miguel no me respondió nada y solo asintió con su cabeza.

Por mi parte, afectado de la impresión de lo que había visto, me sentí muy mojado en mi entrepierna y temiendo que esto se empezara a notar, rápidamente salí de las duchas para dirigirme al baño de profesores.

Debí hacerme dos pajas seguidas para tranquilizarme de toda aquella belleza de la que había sido el único espectador.

Pero no pude sacarme esas imágenes de total esplendor masculino y por la noche tuve problemas para conciliar el sueño sólo pensando en él y en su magnetismo que lo hacía tremendamente atractivo para las chicas y calculé también que para muchos hombres.

Al día siguiente al llegar a mi trabajo, me estaban esperando Miguel y su madre quienes pacientemente aceptaron que me demorara mientras informaba a mis superiores de las medidas que iba a tomar con este chico por su falta de disciplina.

Una vez hecho el informe, los invité a pasar a una salita pequeña que estaba especialmente preparada para este tipo de reuniones con los apoderados de nuestros estudiantes.

La madre muy aproblemada me explicó que Miguel le había contado lo que había ocurrido el día anterior y sobre todo que estaba muy avergonzado sobre todo conmigo porque en aquellas pocas semanas le había gustado mucho el trato respetuoso que yo daba a mis estudiantes.

Eso él lo estimaba mucho y lamentaba haber perdido el control de su carácter, porque era precisamente lo que siempre le había ocurrido en los otros colegios donde había estado.

Su falta de control frente a las frustraciones, lo hacían reaccionar exageradamente perdiendo toda proporción entre el problema y las demás personas.

Les expliqué que en Psicología, eso se llamaba “falta de control de la ira” y que afortunadamente eso tenía solución si aceptaba ponerse bajo la tuición del Psicólogo del colegio, cosa que aceptó.

La madre me agradeció el trato que le estaba dando a su hijo, ya que nunca había encontrado un docente que tuviese el tiempo y la paciencia para guiar a su rebelde hijo.

Por mi parte en esos años, yo estaba cien por cien dedicado a mi profesión y no veía gran problema en ocupar todo mi tiempo para conseguir mejores resultados con mis estudiantes.

No obstante esa incondicionalidad de la madre conmigo me dejó un tanto preocupado por lo que realmente estaba yo sintiendo hacia su hijo. Definitivamente el chico era extremadamente atractivo y cualquiera podría haber fantaseado sexualmente con él.

Pero como en la vida nada pasa sin las debidas consecuencias o resultados. Le apliqué a Miguel un castigo que me gustaba mucho porque siempre terminaba siendo una leccíón de trabajo para los chicos.

Durante dos semanas Miguel debió quedarse una hora después de clases y realizar una completa limpieza de la sala de clases que siempre quedaba desordenada y sucia.

Los chicos a esa edad no son muy colaboradores con la limpieza y por lo tanto no le haría nada de mal desarrollar una relación con la escoba y el plumero.

En esas dos semanas, aumentó mucho el número de chicas que se quedaban mas tiempo en el colegio con cualquier pretexto.

La razón era que Miguel era toda una atracción mientras hacía el aseo de su salón de clases.

El chico solía vestir unos ajustados y gastados jeans a los cuales les había cortado las piernas a la altura de las rodillas. Como a esa hora por la tarde ya no había clases, ponía música muy rítmica y mientras hacía el aseo bailaba pensando que nadie lo estaba viendo.

Pronto al calor del baile y el trabajo, siempre terminaba sin camiseta lo cual constituía un espectáculo no solo para las chicas sino para mi que ya lo había visto en las duchas completamente desnudo.

Pasaron varias semanas y este episodio sólo pasó a convertirse en un mal recuerdo.

Mi jefa en algún momento me hizo notar lo bien que se estaba comportando Miguel después de esa pataleta y yo lo observaba realmente muy interesado en sus progresos.

De hecho estaba siendo uno de mis mejores estudiantes pues sus calificaciones siempre eran destacadas.

Estábamos ya a mediados de año y terminando las clases del primer semestre, cuando la madre de Miguel se presenta pidiendo conversar conmigo.

En esa reunión me informó que durante el período de las vacaciones de invierno tenía programado volver a su país de orígen para terminar de arreglar algunos asuntos pendientes.

El problema es que Miguel se negaba rotundamente a viajar y que prefería quedarse solo antes que volver a su país donde lo había estado pasando tan mal.

Efectivamente, a pesar de la diferencia de edad; el chico se había ido adaptando a sus compañeros de curso y estos lo trataban como un igual.

Yo diría que después de ese episodio lo estaba pasando bastante bien, pues era bien considerado tanto por sus compañeros que lo invitaban permanentemente a participar en diversas actividades y las chicas que sin duda aprovechaban cada oportunidad de tenerlo cerca.

En resumen, era entendible que para este adolescente le resultara poco atractivo volver a una ciudad donde casi no tenía amigos y guardaba tan malos recuerdos de las experiencias que había tenido.

Como adolescente, era indudable que la aceptación de sus pares era muy importante y por lo mismo entendía la resistencia a dejarlos aunque fuese por dos semanas.

La madre me indicó que dado que a mi me tenía mucha consideración y que realmente Miguel estaba siempre hablando de lo mucho que le gustaban mis clases, pensó que si yo hablaba con él podría convencerlo de viajar.

Sin más trámite, solicité que trajeran a Miguel a la oficina para que entre los tres conversáramos el tema.

Lo que ocurrió entonces fue de lo más extraño.

El chico llegó en la misma actitud que yo había creído olvidada. Y la madre empezó a discutir con él y a responsabilizarlo de los problemas que en estos momentos tenía por su negativa a viajar.

Miguel por su parte empezó a mostrar nuevamente su mal carácter y la discusión se estaba poniendo cada vez más acalorada dejándome a mí como un simple espectador.

Sin embargo, yo no podía permitir otro escándalo de este tipo en los recintos del Colegio,

nadie quedaría bien en ese escenario.

Y cuando ya estaban empezando a aparecer los primeros insultos entre ambos, debí enojarme nuevamente para parar una discusión que no los estaba llevando a ninguna parte.

Miguel de manera muy vehemente me indicó que bajo ninguna circunstancia iba a viajar. Y la madre muy complicada por lo que se estaba dando me suplicaba que lo convenciera de ello.

Y aquí terminé de cometer mi segundo y definitivo error. Le pregunté a la madre si no tenía con quien dejarlo mientras ella estaba fuera, me manifestó que no conocía prácticamente a nadie y no tenía la confianza como para pedirle a algún vecino que lo acogiera.

La señora me indicó que a la única persona que le tenía confianza como para dejar a su hijo era conmigo y yo al calor de la conversación le indiqué que eso no era posible porque yo vivía sólo en un departamento pequeño de un dormitorio y Miguél tendría que dormir en el suelo pues sólo tenía sillas.

No había terminado de hablar y ya estaba arrepentido de haberlo hecho, pues estaba dejando una puerta abierta que iba en contra de todos mis principios de no involucrarme jamás con estudiantes mientras fuesen menores de edad y alumnos del colegio.

Miguel fue más rápido que yo mientras pensaba cómo cerrar esa puerta abierta.

Su cara se iluminó y manifestó rápidamente que no tendría ningún problema en dormir dos semanas en el suelo si eso significaba que podría quedarse.

La madre en tono suplicante me pidió todo tipo de disculpas por este atrevimiento de parte de Miguel, pero realmente si yo accedía le estaba solucionando un gran problema y ella quedaría sumamente tranquila de saber que estaría bajo mi cuidado. Miguel según ella, me tenía mucho respeto y consideración.

Lo que estaba ocurriendo en ese momento me corroboró que a veces es más útil mantener la boca cerrada. Mi confusión fue grande,

pues no atinaba a encontrar una disculpa que no hiciera daño.

Una negativa de mi parte no iba a complicar mucho más a la madre, pero con Miguel podría perder todo lo que había avanzado.

Maldiciendo mi ocurrencia, acepté después de algunas consideraciones vanas.

Miguel a esas alturas había disipado todo su mal humor y nuevamente se había transformado en un chico feliz.

Su mayor gesto en ese momento fue el abrazarme fuertemente agradeciéndome mi generosidad y paciencia con él.

Debo hacer notar que ese abrazo me puso por primera vez en contacto con su aroma, lo que generó inmediatamente una sensación de morbo que me inquietó,

indudablemente había conexión química conmigo pues me encantó su olor.

Si no ocurría nada, serían entonces dos semanas extremadamente largas de abstinencia pues con la presencia del chico en mi departamento no podría ni siquiera llevar alguna de mis conquistas de fin de semana.

Hasta el día de hoy no me puedo explicar la candidez de la madre, porque en realidad ella a mi no me conocía personalmente.

La única referencia que tenía era la de su hijo. No le importó mi condición de soltero, y así nada más quedé de tutor de un chico de 16 años que me significo vivir las dos semanas más intensas que recuerdo.

Si les ha gustado esta primera parte, escríbanme a buscador99200@gmail.com En tanto prepararé la continuación de esta historia que ahora que la estoy escribiendo me parece increíble.

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5 comentarios:

  1. Angel

    diciembre 4, 2023 at 4:10 pm

    Me encantó estoy esperando la segunda parte

    Responder
  2. Miguel ángel

    noviembre 26, 2023 at 3:05 am

    Hola

    Me encantó tu historia, me gustaría saber que paso después.

    Saludos!!

    Responder
  3. Angel

    noviembre 13, 2023 at 9:54 am

    Me gustaría leer la 2da parte esta muy buena hasta ahora

    Responder
  4. Daniel

    noviembre 8, 2023 at 6:20 pm

    Te he enviado un mail que me viene devuelto diciendo que el correo no se puede entregar, algo tienes mal.

    Literal
    Tu mensaje no se ha entregado a buscador99200@gmail.com porque no se ha encontrado la dirección o esta no puede recibir correo.

    Responder
  5. Jorge

    noviembre 5, 2023 at 12:50 pm

    me ha encantado este capítulo, me encantaría que siguieses con la historia

    Responder

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