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Un trío caliente

Fue una de esas veces en las que como siempre, estábamos bromeando en la calle. Juan y yo sentados uno al lado del otro como era costumbre con los demás amigos que eran de varias edades, iban desde los 14 hasta los 18. Por aquel entonces yo tenía 17 y Juan también.

Jesús, era un niño muy precoz y por tener problemas en la familia ya se juntaba con nosotros a tomar, él era el más chico, tenía 14 años.

Ese día estuvimos hasta tarde en la calle. Poco a poco todos se empezaron a retirar a sus casas hasta que al final quedamos solo tres: Juan, Jesús y yo. Entonces, Juan empezó a manosearme frente a Jesús. Yo solo atinaba a quitarle las manos de mis nalgas pues me daba pena que el otro viera y que dijera algo, pero no, no dijo absolutamente nada. Solo veía y sonreía maliciosamente.

Entonces Juan le dijo “¿cómo ves, te animas a cogértelo?” mientras me seguía agarrando el culo, y Jesús pronto contestó que solo si yo también estaba dispuesto. A mí la idea no me agradaba del todo e hice caras tratando de decir que no pero Juan me volteo a ver con mirada muy fuerte, como tratando de decirme que tenía que aceptar, me preguntó que si quería y pues contesté con un sí más a fuerza que de ganas.

Juan dijo que fuéramos para abajo, refiriéndose al final de la calle que estaba en bajada y muy oscura donde nadie nos pudiera ver. Nos levantamos del piso y Juan siguió metiéndome mano y le dijo a Jesús que él hiciera lo mismo mientras caminábamos, así lo hizo. Mientras les iba sobando el paquete a los dos pues iba caminando en medio de ellos. Caminamos hasta llegar al final de la calle donde ya nadie pasaba a esa hora.

Yo ya sabía lo que le gustaba a Juan, así que le desabroché el pantalón y le saqué su verga gigante que le medía ya unos 20 cm y muy gruesa, me arrodillé frente a él y empecé a chupársela. Primero la cabeza como si fuera caramelo y luego todo el tronco. Mientras le seguía sobando el paquete a Jesús. Un ratito después Juan le dijo a Jesús que le tocaba, me saqué la verga de la boca e hice lo que había hecho anteriormente con Juan.

Jesús ya la tenía parada aunque él en cambio la tenía más chica. Le medía unos 14 cm y no tan gruesa como la otra. La agarré y me la metí en la boca; apenas entraba cuando empezó a hacer ruidos, voltee hacia arriba y alcancé a ver su cara; seguro que le estaba gustando pues los gestos eran de placer absoluto, y lo que le faltaba…

Se la seguía chupando cuando Juan se acercó a nosotros y agarrándose el pito, me lo puso en frente. ¡Me metí los dos a la boca! Luego alternaba, unas mamadas a uno y luego unas mamadas al otro. Estábamos calientísimos.

Así continué por unos minutos hasta que Juan me pidió que me pusiera a gatas o de perrito pues, yo muy obediente lo hice, me bajé el pantalón y los calzones. Él por lo pronto se puso detrás de mí y Jesús quedó frente a mí. Juan me ensalivó el culo, luego su verga y empezó a empujarme su trozo. Y para no perder tiempo yo le seguí chupando el pito a Jesús.

Mientras uno me la metía yo se la mamaba al otro. Sentir como me llenaban el culo y la boca al mismo tiempo me tenía calientísimo.

Después de un rato, tiempo de cambiar lugares. Juan le dijo a Jesús que le tocaba metérmela y a él que se la chupara. Entonces, Jesús se puso atrás de mí, se untó saliva en la verga y me la metió casi de un solo empujón. La verdad es que ya no le costó trabajo pues Juan me había dejado bien preparado para que él entrara sin problemas. Empezó el bombeo, los tres jadeábamos debido al placer que nos estábamos dando. Yo no tanto como ellos pues la verga de Juan casi me llegaba a la garganta y no podían salir ruidos tan claros de mí.

Estábamos cogiendo de lo lindo. Una vez más cambio.

Jesús dijo que estaba a punto de venirse. Juan al escuchar eso me la sacó y se puso también frente a mí. Yo me arrodillé y mientras ellos se la jalaban. Con la boca abierta esperaba la leche caliente de los dos.

Escuché como su respiración se agitaba, Jesús fue el primero que se vino, hizo pujidos y me echó toda su leche en la boca, después Juan empezó a aventar sus chorros de leche también en mi boca y, yo la recibía encantado porque dos hombres me echaron sus mecos en mi boca. Cuando terminaron, les di otras chupaditas para sacar de ellos lo poco que había quedado, nos arreglamos la ropa y nos dispusimos a ir cada uno a su casa a dormir sin decir absolutamente nada…

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