SEXO PROHIBIDO - citasgay.org

Hola, les voy a contar una historia real que me sucedió ya hace varios años en la Ciudad de México y no puedo olvidar.

Tenía aproximadamente 20 años, nunca he sido de mal ver. Apiñonado, nalgoncito, un poco velludo y en ese entonces era delgadito y muy atlético.

Sucede que tenía mucha curiosidad por ir a un club gay, ya había tenido anteriormente un único encuentro sexual, pero fue muy X, realmente tenía muy poca experiencia y jamás había asistido a un lugar así. Busqué en internet y encontré una dirección, se encontraba por la colonia Algarín.

Estuve dudando y pensando mucho en ir. Pero tiempo después, en una tarde que comenzaba ya a oscurecer. Llegué al lugar con curiosidad, morbo y hasta cierto punto miedo.

Podía sentir la adrenalina recorriendo mi cuerpo. Toqué el timbre de un edificio viejo, parecía una fábrica abandonada.

Abrieron la puerta y entré, ahí había un chico al cual le pagué mi entrada y le pregunté si podía pasar con ropa, me dijo que sí.

Me comentó que había condones y papel higiénico. Al comenzar a recorrer el lugar me percaté de que había mucha gente desnuda o en calzones y me sentí bastante extraño.

Pensé, solo voy a observar lo que sucede e intentar pasar desapercibido, y así lo hice. Comencé deambulando por el lugar sin prestarle mucha atención a nadie y aunque algunos me buscaban con la mirada o sus manos, yo los rechazaba tajantemente.

Era un edificio amplio de tres niveles. Lo recorrí y ya había saciado mi curiosidad, así que me quedé en la planta baja, donde había menos gente.

Ahí tenían una pantalla y por unos minutos estuve mirando una película xxx, la miraba discretamente, desde lejos, detrás de un pilar.

Era una pantalla grande y al rededor había unos sillones, como una sala, de pronto comencé a notar que un hombre bastante feo como de 40, alto y tosco estaba sentado ahí y se estaba masturbando mientras veía la peli. No alcanzaba a ver su miembro, solo el movimiento que hacía con su brazo, me pareció un poco desagradable…

de pronto giró su cabeza y sin dejar de jalársela, me miró fijamente. Me sonrió y me intimidé mucho, supongo que por eso le devolví la sonrisa.

Entonces ese hombre grande y tosco se levantó a buscarme, tenía pinta como de cargador, trabajador de la construcción o que hacía algún tipo de trabajo físico.

Inmediatamente comencé a huir de ahí y caminé hacia las escaleras. Subí rápidamente al segundo nivel y ahí me detuve, pensando que quizás había notado mi rechazo.

Pero de pronto, vi que seguía subiendo y me volvía a sonreír.

Entonces decidí subir al tercer nivel, me volví a asomar y vi que seguía subiendo.

Ya en el tercer nivel había cuartos muy oscuros, todos interconectados, y también mucha gente en acción, entonces fue fácil perderlo. Alcancé a verlo a la distancia, en el primer cuarto, confundido entre las sombras buscándome. Fue entonces que decidí escabullirme justo por el lado opuesto al que él se encontraba, para posteriormente bajar las escaleras e irme del lugar.

Caminé por un pasillo muy oscuro que me llevaría al último cuarto y que nuevamente me conectaría con las escaleras. Al fondo del último cuarto había unas camas como de hospital, esas antiguas, con cabecera y pieceras de barrotes largos y color blanco. Comencé a pasar por ahí, había mucha gente en acción, era un lugar bastante estrecho y a veces topaba con personas.

Llegué al final del pasillo, entré al último cuarto y solo debía salir para volver a encontrar las escaleras y bajar, una vez abajo me saldría de aquel lugar y me iría a casa.

Pero cuál fue mi sorpresa que, justo antes de llegar a las escaleras, lo topé de frente.

Me miró y me sonrió, sin dudarlo tomó mi mano izquierda de manera muy dominante y con fuerza la llevó a su miembro. Entonces noté que era como de 20 cm, circunciso, con una cabeza gorda, sumamente grueso, estaba caliente y durísimo, como un fierro.

Me espanté mucho, porque con mi poca experiencia no creía poder soportar algo así y ni siquiera tenía las ganas de probarlo, y tampoco estaba excitado.

Lo solté y quise seguir mi camino normal, pero me detuvo con fuerza del pantalón, intenté quitarle la mano, pero él inmediatamente se fue a la hebilla del cinturón y comenzó a querer desabrocharlo, yo lo empujaba con mi mano e intentaba avanzar.

Pero justo enfrente había varios chicos fajándose y no se podía pasar con facilidad. A él costaba mucho trabajo retenerme, pero no cedió y después de un buen forcejeo y aprovechando la situación, logró abrir el cinturón y bajarme el pantalón de mezclilla junto con los calzones hasta las rodillas e inmediatamente después sin más, comenzó a ponerse detrás mío, yo estaba realmente asustado y lo impedía hasta donde mis fuerzas me daban, pero él era un hombre fuerte y mucho más grande que yo.

No era un forcejeo delicado, realmente estábamos empujándonos con mucha fuerza.

Una vez que estuvo detrás mío, yo ya con el pantalón y los calzones abajo, bajó más mis calzones, hasta los tobillos, separó mis piernas, luego se agachó, abrió fuertemente mis nalgas con sus manos y comenzó a meter su lengua en mi ano. Podía sentir su barba raspando entre mis nalgas.

Era la primera vez que yo experimentaba algo así y fue delicioso. Sentía como movía su lengua, húmeda y tibia, dentro de mí y aunque lo estaba disfrutando quería evitar a toda costa que me metiera semejante verga.

Yo cedí un poco, fue algo extraño porque deseaba que siguiera metiendo su lengua y quería evitar que me penetrara, eso habrá durado unos dos minutos. Yo ya estaba algo caliente.

De pronto, noté como soltó mis nalgas… es decir, dejó de abrirlas con sus manos, su cara seguía en mi culo y me seguía introduciendo su lengua, pero al mismo tiempo que lo hacía usaba sus manos para sacar algo de su bolsillo, y se agarraba el miembro mientras seguía agachado comiéndome, pensé que se ponía un condón.

Yo para entonces ya no sabía que hacer, había cedido para que me comiera el culo, pero no quería que me cogiera y entonces me puse demasiado nervioso.

Inmediatamente se puso de pie y sin más intentó introducir su enorme cabeza a mi estrecho ano, entonces descubrí que no se había puesto condón, sino lubricante.

Tenía mucho miedo y mientras él empujaba, comencé a sentir demasiado dolor, tanto que mis oídos se taparon por un instante y solo escuchaba un zumbido.

Rápido comencé a explorar con mi mano derecha para ver que pasaba y si ya lo había metido todo, porque yo ya lo sentía todo adentro, pero me preocupé aún más cuando noté que solo había logrado meter su cabeza, que ya en sí era demasiado grande…

y pensar que yo ya sentía que me había metido todo su miembro.

Con todas mis fuerzas lo empujé con la mano, a la altura del abdomen, lo hice con bastante rudeza y creo que le dolió porque se dobló un poco y sacó lo “poco” que había introducido de su gruesa y larga verga. Entonces sentí un gran alivio.

Por un momento pensé que había ganado, pero entonces él tomó mi mano y la dobló por detrás de mi espalda, me lastimó y logró someterme.

Para colmo de males, con todo su cuerpo, me empujaba sobre la cabecera o piecera de una cama que me quedaba justo en la cintura.

Cuando me empujaba me doblaba hacia la cama y si no me apoyaba con la mano que me quedaba libre sobre el colchón, me clavaba la piecera de metal en la cintura y me dolía.

Además de que cada vez que él alzaba mi mano sometida me lastimaba el hombro y obligaba a agacharme.

Terminé empinado de puntitas sobre el tubo de la piecera de la cama, sin calzones y con las nalgas paradas, con una mano apoyada en la cama para no lastimarme y la otra en mi espalda agarrada por este sujeto.

Entonces sentí como me echaba un montón de lubricante en el esfínter y luego lo distribuía con su cabezota, ahí supe que había perdido la batalla…

volvió a empujar su miembro con fuerza contra mi esfínter. Con el lubricante logró abrirse paso, me abrió todo, sentí como recorrió su miembro hasta el fondo de mi tripita y pude sentir sus testículos chocar por detrás de mi.

Realmente me partió en dos, yo estaba sudando del dolor y del cansancio por mi postura tan incómoda.

Ya estando dentro, ni siquiera permitió que mi cuerpo se habituara a su miembro, como si fuese un animal comenzó a bombearme con todas sus fuerzas y a un ritmo tan brutal que la cama comenzó a zarandearse y a rechinar.

La gente de los lados ya estaba observando y comentando el espectáculo.

Pronto se juntó un círculo de personas a los lados, nos miraban con muchísimo morbo y decían cosas como: “que pinche cogidota le está metiendo”, “viste la vergota que le metió… y le entró toda”, “lo va a hacer venirse”, cosas de ese tipo. Algunos de ellos querían intervenir y agarrarle los huevotes o tocarme las nalgas o la verga y él los quitaba.

Los primeros momentos para mi fueron solo sufrimiento y me parecían eternos, pero pronto comencé a sentir placer y no pude evitar gemir y echar grititos como una perra en celo.

Parece que eso le excitó demasiado, ya que comenzó a jalarme de las greñas y a darme con más violencia. Solo sentía sus testículos rebotando detrás de mi.

Fue una sensación bastante extraña ya que estaba sufriendo demasiado y a la vez me daba mucho placer. Además comenzó a excitarme mucho que todos morbosamente estuviesen viendo como me cogía sin piedad.

Perdí la noción del tiempo, no sé cuánto habría pasado, pero calculo que me bombeó como por 10 minutos, cuando comencé a sentir unas ganas enormes de orinar y era muy desesperante, quería que se detuviera.

Nunca había sentido algo así. Pero ya nada podía hacer. Realmente, siendo honestos, me estaba violando y yo estaba a lo que él quisiese hacer de mí, me sentía como muñeco de trapo.

De pronto, de forma involuntaria mi esfínter comenzó a hacer contracciones que él percibió, le daba apretones.

Mi ano quería expulsar su enorme verga, y cuando él sentía eso me daba con más rabia y a profundidad. Hubo momentos donde incluso me sacó la verga y me la volvió a meter de un solo empujón, mi esfínter ya nada podía hacer contra semejante mástil que se abría paso entre mis entrañas.

Mis gritos y gemidos cada vez eran más fuertes, y todos lo disfrutaban. Fue entonces que comencé a eyacular. Alcancé a escuchar como alguien por ahí comentó: “lo hizo venirse, que rico”.

Fue un orgasmo increíble y larguísimo, él jamás bajó la intensidad, eché como cinco trallazos, llené de leche toda la cama y sin acariciar ni un poco mi pene. Realmente me hizo volar y tocar las estrellas.

Fue épico, pero después de eso yo ya quería que él sacara su miembro… le decía: “ya, ya por favor, detente… ya no más”. Pero él no me hacía caso, hacía todo lo contrario, lo que quería era acabar dentro de mi, pero duraba mucho. Mi tripita ya era como un guante de látex, estaba completamente contraído y adherido a su verga, podía sentir cada milímetro de su miembro, incluso la textura de su piel, sus venas.

Fue entonces cuando comenzó a gemir con su voz ronca, pude sentir sus contracciones y me echó toda su tibia leche en mi interior.

Me dio cuatro o cinco últimas embestidas bestiales pausadas y concluyó. Me dio una nalgada y se fue.

Terminé ahí colgado en esa piecera de la cama todo sudado, aturdido, cansado y adolorido, con el culo al aire apuntando al cielo, solo sentía como chorreaba su semen de mi ano dilatado.

Un chico se compadeció de mí y me acarició el brazo y mi cara, como diciendo: “ya, tranquilo, ya terminó”. Otros dos por su parte, que al parecer eran amigos, aprovecharon la ocasión para probar mi culo y sin decir agua va, se pusieron condón y me comenzaron a penetrar alternadamente, la neta es que ya ni los sentí y ni les dije nada.

Después de esa gran violada hermosa y deliciosa que había recibido, con ese semental con tremenda verga gruesísima y con semejante cabezota, nada más podría sorprenderme.

Al concluir todo eso descansé un poco, tomé fuerzas y con las piernas tambaleantes fui a intentar limpiarme al baño. Ahí apareció nuevamente mi atacante y me acarició tiernamente, me sonrió… ya con luz pude ver bien su tremenda verga.

Por fin pude escuchar su voz: me pidió mi número y me dijo que él me cogería diario si yo quisiera.

Yo ya lo veía con otros ojos y a pesar de lo feo que era, hasta me gustaba, pero me sentía muy avergonzado, humillado, usado, intimidado… no sé, pero le di un número falso.

Después me arrepentí, porque hasta hoy, nadie me ha dado una cogida como la que él me dio esa noche. Desde entonces he deseado que alguien vuelva a cogerme así, pero soy bastante discreto y dudo que suceda.

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Un comentario:

  1. Douglas

    septiembre 20, 2022 at 4:35 pm

    Me ha encantado el relato …

    Responder

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