YO 28 AÑOS, MI VECINO CADETE NAVAL
Siguiendo con mis relatos de vivencias sexuales, completamente reales, me acuerdo que cuando me cambié desde la casa de mis padres a otra ciudad cercana, en donde ocurrieron varias de las aventuras de mis pasados relatos, también se me presentó este que ahora comparto con ustedes.
Principalmente los fines de semana, me llamaba la atención un apuesto joven de unos 18 o 19 años, alto (1,75 cms), tez clara, delgado quien gallardamente vestía un uniforme de la Armada de Chile.
De vez en cuando, además, aparecía con una hermosa muchacha, y de tanto cruzarnos en la calle empezamos a saludarnos.
Además, los padres del joven de nombre Iván, también me empezaron a saludar, que al fin de cuentas éramos vecinos y siempre es bueno tener relaciones amistosas en la vecindad.
Y así, paso un par de años, y en cierta ocasión, Iván me ve entrar a mi casa, era día domingo de verano, y me pregunta si puede pasar a charlar un rato, a lo que accedí sin problema, y obviamente sin ninguna intención más allá de una simple conversación.
Así pues, nos sentamos en sendos sillones, puse una música ochentera, y empezamos a hablar de lo divino y lo humano, y así supe que había ingresado a la armada a cumplir con su servicio militar obligatorio, con intenciones de seguir la carrera naval, pero al final no le agradó así que, cumplido el plazo, pidió la baja.
Y así, avanzaba la tarde, y en un momento me dice que además del calor, no se había duchado en la mañana y me pide permiso para bañarse, a lo cual obviamente accedí. Así pues, le pase una toalla de baño, entró a mi dormitorio donde se desnudó y enfiló hacia la ducha.
Sentí como caía el agua de la ducha, por un rato no demasiado prolongado, terminado lo cual cerró la llave y sentí abrir la puerta y dirigirse al dormitorio donde estaba su ropa.
Hasta ahí, todo normal, pero de pronto me llama y me fui a verlo y lo encuentro sentado en el borde de la cama, desnudo, y con su pene en una erección completa, y con un muy buen tamaño.
Lo miré sorprendido, y el sonriendo me hace alguna pregunta sin importancia, que no recuerdo que fue, dado que era notorio era una simple excusa para mostrarme su desnudez.
Sin hacerme el desentendido, me acerqué y le tomé el pene, que media unos 18 cms de forma completamente recta y un poco grueso, un hermoso falo a mi disposición.
No esperé invitación, empujé su cuerpo en la cama, y me fui a la fruta ofrecida que metí en mi boca con ansias, y deseo, ante la inesperada oferta.
Lo empecé a lamer y mamar, acariciando sus huevos e iniciando una masturbación con mi boca. Mi mano libre subía por su cuerpo dando pequeños apretones a sus pezones lo que arrancaba algunos suspiros y gemidos.
Mientras tenía su pene en mi boca, le fui acomodando en la cama y me fui sacado la escasa ropa que yo vestía (les recuerdo lectores que dije era verano y una tarde calurosa) así que sin mayor demora me desnudé, acostándome a su lado, mientras el empezaba a explorar mi cuerpo, dirigiéndose a mi pene que también ya estaba al tope.
Le pregunté qué quería hacer y me dijo “culiarte”, ante lo cual me acomodé de costado y agarrando su verga la acerqué a mi agujero anal, no sin que antes me pusiera lubricante y asimismo en su pene, para empezar a penetrarme lentamente, pero a un ritmo único con lo que en pocos segundos me tenía completamente ensartado.
Al tenerme incrustado su pene en mi culo, se acomodó encima y me empezó a follar a un ritmo parejo que a ratos se aceleraba para volver a ralentizar, así una y otra vez.
En un momento y sin aviso, se sale de su posición, y se acomoda boca abajo con las piernas abiertas y me pide “métemelo” ante lo cual me acomodo entre sus piernas, aplico un poco de lubricante en su ano, mi pene ya chorreaba precum por lo que no requería mayor lubricación, y lo puse a la entrada para cargarme y metérselo hasta el fondo, lo que arrancó un gemido, posiblemente de dolor por mi brusquedad, por lo que me quede inmóvil esperando se acostumbrara a mi miembro invasor dentro suyo.
Luego de algún corto lapso de tiempo, inicie mi movimiento perforativo, sacándole pequeños gemidos y haciéndole morder la almohada, pregunte “¿te gusta?” SI, me respondió, a lo que yo seguía en mi movimiento, disfrutando de aquel culo nuevo para mí que nunca pregunté si ya había sido estrenado de antes, pero que a fin de cuentas no interesaba, sino lo delicioso que era follarlo.
Luego de varios minutos empezamos a cambiar de posiciones, llegando al final a la exquisita pose con sus piernas en mis hombros, y mirándolo a su cara le avisé que así acabaría dentro de él, lo que fue respondido con una sonrisa, ante lo cual aceleré mi movimiento hasta que sentí cuando el semen ardiente corría por mi interior buscando la salida para depositarse en lo profundo de su interior, todo ello acompañado de mis gemidos y expresiones de gozo.
Apenas sintió chorrear mi leche dentro suyo, bajó sus piernas y me pidió que yo asumiera la misma posición, su pene hervía y chorreaba de calentura, y sin esperar un segundo más, lo clavó violentamente que creo me llegó hasta el alma, y me empezó a follar salvajemente, excitadísimo, con el intenso deseo de llenarme prontamente vaciando sus testículos de la leche que quizás cuanto tiempo había guardado para la ocasión.
No fue necesario esperar demasiado, mientras unas gotas de sudor caían desde su frente en mi cara, vi cuando hizo un gesto con su cara, e inmediatamente sentí algo caliente que me entraba cual inyección de leche proveniente de una jeringa de carne, y sus gemidos ya sin restricción, afloraban en sus labios y mostraban el intenso placer que estaba teniendo, placer que yo también compartía en aquella tarde de verano.
Luego que ya acabamos, se levantó en silencio, nuevamente a la ducha, donde se dio un baño rápido, salió, se vistió y se fue sin decir palabra.
Me quede sorprendido, pero nada que hacer, me duche, me masturbe recordando lo exquisitamente compartido, y acabé nuevamente en homenaje al nuevo amigo inesperado.
Un par de días después, me crucé con él en la calle y simplemente me saludó, sin más. Por supuesto no sería yo quien tocara el tema, y así pasaron un par de semanas, en que nuevamente me fue a visitar, y en aquella ocasión, sin preámbulo se fue al dormitorio y se desnudó, invitándome a hacerlo también, y nuevamente tuvimos sexo tan intenso como la primera vez.
Lo mismo se repitió un par de veces más, y ya llegó el tiempo que me fui a vivir a Santiago, la capital.
Después en alguna conversación con la madre de Iván, supe que se había casado hacia un tiempo, y la chica que conocí antes con él era su mujer y ya tenían su primer hijo. No obstante, de vez en cuando me enviaba mensajes y me invitaba a su casa cuando sabía que yo retornaba de Santiago y él estaba convenientemente solo en su casa, donde follábamos sin control, pero siempre el resultado era el mismo, una vez acabábamos, me pedía me fuera rápidamente.
Mi conclusión es que a Iván le daba un intenso placer las relaciones homosexuales, pero al estar casado y por la presión social de ser hombre heterosexual, padre de familia, le sobrevenía algún sentimiento de culpa y arrepentimiento posterior al coito gay, y de ahí esa actitud. Nunca quise hablar el tema que creo al fin de cuentas no serviría de nada. Simplemente ya había aprendido a disfrutar de las oportunidades cuando se tienen y listo.
Ahora hace años que no se dé el, se divorció y vive en una ciudad al norte de Chile, pero más allá, no tengo noticias suyas.
Y ese es mi relato con un chico casado, como siempre doy plena fe que es real, y es lo que me tocó vivir.
Mi correo sergiosst2021@gmail.com para quienes quieran escribirme, criticar o comentar. Si alguien tiene historias que le gustaría compartir, me puede contactar y con gusto los llevaré a un relato.
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