Cerebro vs Músculo
Soy alexis y hace mucho tiempo cuando tenía ocho años, estaba siendo golpeado por un panadero al haberle robado un pan para comer. Pero un alguien apareció para defenderme y golpear al panadero, ese alguien era Rodrigo (15 años), se preocupó por mis heridas y me dijo que podía contar con el si me metía en problemas.
Los años pasaron, Rodrigo se metía en el mundo criminal por alguna razón y era un luchador callejero prodigioso e imbatible. Mientras que yo seguía con mis estudios para salir adelante y a diferencia de el no me gustaban las peleas, estaba interesado en los estudios y en la artesanía.
No entendíamos los gustos del uno y el otro, pero nos seguíamos siendo amigos y éramos respetuosos después de todo. Siempre trataba de hacer que Rodrigo cambie su vida, pero no me escuchaba y no hacía más que cambiar a peor, me sorprendía la actitud que tenía conmigo comparada a la actitud con los demás, además de que el respiraba de forma extraña y eso me parecía raro.
Cuando cumplí 18 años, mientras mis padres no estaban Rodrigo fue a mí casa con unas prostitutas y dos condones, según el era un regaló tardado, en circunstancias normales habría rechazado pero como era virgen decidí aceptar al pensar que era un oportunidad de oro que no podía desaprovechar.
Se sintió eterno, esas mujeres eran insaciables, pedían más y más, incluso después de venirme me las estuve cogiendo por más tiempo para dejarlas satisfechas y no quedar mal.
Mientras que Rodrigo continuaba con el mismo ritmo del inicio y yo quería quedar atrás, en parte se me hacía raro porque era la primera vez que nos veíamos desnudos.
A la vez de eso, estábamos bebiendo como nunca, aunque a mí me hizo efecto más rápido al no beber frecuentemente. Apenas era consciente de lo que pasaba a mí alrededor, vi a las prostitutas irse, quedando solo con Rodrigo en la cama.
Poco después, Rodrigo comenzaba a molestarme sobre que no lo hice muy bien, que con solo verme notaba que estaba destinado otro cosa, que le parecía muy afeminado y preguntó si era gay.
Claramente le dije que no, pero el no me creía y seguía molestando, hasta que dijo «eres muy lindo» y empezó a besarme en cuello y boca, incluso con la borrachera pude reaccionar y me alejé, pero el me sujeto con fuerza para seguir con su acto.
Aunque no me gustará pelear, hacía mucho ejercicio por lo que estaba en buena forma y me sentía orgulloso de mí cuerpo, al tener abdominales y todo eso.
Pero Rodrigo rompió la confianza que sentía como si nada, el era increíblemente fuerte, demasiado a decir verdad. No había forma en la que pudiera salir, tampoco quería gritar para que nadie me viera así, tan «débil y vulnerable».
Seguí forcejeando, mientras el seguía besando, mordisqueando y lamiendo mis labios, cuellos y partes de la cara. No me reconocía, pues pese al asco que sentí, también sentí gusto en eso, además de su barba recién afeitada raspando en mí.
Todo eso me confundía, pero quería salir de todas formas.
Aún así, no pude evitar tener una erección, luego comencé a sentir que del miembro de Rodrigo comenzó a salir líquido preseminal.
Comencé a fijarme en el y pensé que era guapo, por lo que no sería malo si un hombre como el me coge, mire sus bíceps y abdominales, el sonrió al notarlo.
Me odie por pensar algo así, pero me enfoque en como nuestros penes se tocaban una y otra vez, eso me excitaba por alguna razón que no entendía y no tuve tiempo de hacerlo pues rápidamente me volteó y volvió a sujetarme, me odiaba por no estar preparado para eso,
pude aprovechar ese tiempo para escapar. Comenzó a lubricar su pene con su líquido preseminal y luego escupió en su mano para lubricarlo también con saliva, mis nalgas sentían su pene caliente, yo me agite rápidamente para intentar escapar pero nada sirvió.
El mundo se me partía en dos, pude saber en ese momento que no le importaba en lo más mínimo, era salvaje y me lo metía con furia,
sentí su vello púbico tocar mis nalgas y de otro empujón entro por completo, trataba de no gritar con la almohada para que los vecinos no escucharán mientras lloraba.
Hice de todo para irme, pero lo sentí tan pesado y me sujeto con tanta fuerza que mis brazos quedarán con marcas por un tiempo.
Pensé que de verdad éramos amigos, pero me dejó claro que no y que solo le importaba el mismo. Con cada estocada era para causarme el mayor dolor posible, siguió hasta que finalmente se vino y aún así no era suficiente para el y continuaba matillándome hasta quedar completamente exhausto.
Me pude ir al fin, estaba adolorido pero aún así pude echarlo y estaba decidido en dejar de hablarle.
A los pocos días, no hacíamos más que ignorarnos, luego esos días se convirtieron en semanas, luego meses hasta que llegaron a ser años.
Durante ese tiempo, Rodrigo volvió a hablarme, pero no quería saber nada de el.
Simplemente lo odiaba y le deseaba lo peor, el intensificó sus disculpas diciendo que no era su culpa porque estaba muy borracho y no sabía que hacía, las peores disculpas que podría recibir, así que me largué.
Hubieron otras ocasiones en las volvía a verme para disculparse y lo mucho que se odiaba, pero obviamente no le funcionó.
En esas visitas decía que fue muy duro porque creía que era la mejor forma de causar placer, que sus padres eran así y no se que otras estupideces sin sentido, el era una causa pérdida y no había razones para perdonarlo.
La última vez dijo que estaba feliz de haberme conocido y fui su mejor amigo, pero no me importó y lo ignoré.
Al final, Rodrigo se terminó quitando la vida de un disparó en la cabeza, creía que tal vez fue un homicidio pero todas las evidencias indican que fue un suicidio.
No me sentí triste, pero no dejaba de preguntarme de porque lo hizo, en estos años el estaba empeorando como criminal por lo que fue mejor que se muriera ahora.
Una visión distópica, pero no puedo mentir, solo puedo esperar que sufra en el infierno.
Te puede gustar: Mi segunda ves con mi Tio