Confidencias 11 Adrian sabe algo más que dar masajes - citasgay.org

Confidencias 11 Adrian sabe algo más que dar masajes

Principito tierno
Después de que estuvimos con Yasin en su casa y los dos hombres no tuve mucho tiempo para salir con mi primo. Esa misma noche después de la cena papá me habló de que tenía que volver con Eduardo, sería a una fiesta que no parecía gustarle mucho por lo que hablaba con mi madre, tendría que ir a otro lugar y no en la casa de mi tío, y que iban a estar varios hombres que tenían que conocerme y podrían asustarme.
Me preguntaba el motivo de que mi padre supiera tanto de esas cosas, me parecía extraño que conociera tanto detalle. Llegó a asegurar que como iba a ser un gran trabajo le pediría a Eduardo que se diera por satisfecho.
Cuando me acompañó al piso superior intentó tranquilizarme pero yo confiaba en Eduardo, si él iba a estar en la reunión no me preocupaba, sabía que él me protegería. Me pidió que me desnudara y temí que me mirase el anito y se diera cuenta de que me habían follado, ¡y de qué manera!; no fue así y después de besarme y darme alguna caricia se marchó.
Al día siguiente, a la tarde, mamá me llevó al salón de belleza, tenía que prepararme para que el sábado estuviera impecable. Había pedido reserva para los dos y mientras a mi me atendía Adrián a ella lo haría una compañera.
Mamá estuvo con nosotros hasta que la llamaron, me desnudé y decidieron quitarme algún pelito que había vuelto a aparecer en el pubis y alrededor del anito, retocar las cejas y entonces la llamaron para su sesión de UVA. Me quitó los pelitos mientras una chica me hacía la manicura de pies y manos y solamente faltaba el masaje y la peluquería para estar preparado.
Resultaba sumamente placentero sentir las manos de Adrian pasando con el aceite por la piel de los hombros, la espalda hasta llegar a mis nalgas, me estaba quedando dormido de gusto que me estaba dando y me pidió que abriera las piernas y elevara la cola para poder accede al anito y darle también un masaje porque lo veía algo irritado.
Sentí el chorrito de aceite caer justo en la entrada de mi culo y luego pasar suavemente sus dedos en caricias que iba intensificando apretando en el ojete, creía que terminaría por meter algún dedo cuando le escuché respirar más fuerte.
Giré la cabeza y tenía el cuerpo apoyado en la mesa camilla, justamente a mi costado el bulto de sus genitales le sobresalía hinchado, Adrian tenía un hermoso paquete, volví a cerrar los ojos concentrándome en las placenteras sensaciones que me llegaban del culo hasta que me pareció que estaba mucho tiempo atendiendo el mismo lugar.
Era mucho el placer que experimentaba ya con tanto masaje en ese sitio tan delicado y cada vez elevaba más las nalgas y las abría para que tuviera el mejor acceso a mi anito.
-Es un placer dar masajes a un anito tan hermoso. Hablaba con la voz entrecortada y en ese momento me metió un dedo girándolo dentro del culo.
-Ahhhh! Adrian, ¿qué me haces? Se sienten ricos tus dedos. Lo retiró lentamente y lamenté haber hablado. Pero venía algo mejor, sentí su lengua, había cambiado un dedo por la lengua y luego los labios besando con dulzura el ojete del culo.
-Tienen suerte los que puedan disfrutar un culito bonito como ninguno. Para ese momento yo estaba entregado al macho que me llevaba a ese placer, y moví el culito a derecha e izquierda para sentir mejor sus labios.
-Sigue Adrian, no pares ahora, por favor.
-¿Podría meterte un poco la verga? Me encanta tú anito. La prefería en lugar de los dos dedos que ahora tenía girando en mi ano.
-Puede llegar mi madre en cualquier momento. No es que tuviera miedo de que nos sorprendiera, quería evitar sentirme avergonzado por dejarme follar por cualquiera y ella lo viera.
-Cerraré la puerta pero tenemos tiempo de sobra, me tienes tan caliente que no tardaré en vaciarme. Me iba dando la vuelta en la camilla y tiró de mis nalgas para acercarme a la esquina. Me elevó las piernas sujetando mis tobillos y bajó la cabeza para enterrarla en mi perineo y lamer con gula hasta la entrada del culo.
-Sí, dale, métela ya. Sentía abrirse mi culo y la necesidad de que algo lo ocupara.
Dejó mis piernas en el aire y tuve que agarrar mis muslos para no caer, Se bajó el pantalón blanco que llevaba junto con el slip y salió su verga dura, golpeó en su vientre rebotando de lo tiesa que la tenía y volviendo a sujetarme los tobillos comenzando a meterla a pulso; sin tocarla entraba con facilidad hasta tener sus huevos pegando en mis nalgas.
-Entra bien en tu culito, lo tienes abierto y preparado, se ve que ya lo han usado.
¡Ahhhh! Qué bueno sabes marica, que culito tan delicioso.
Me hablaba y no se movía, me sujeté en los bordes de la camilla y empujé mi cuerpo hacía él.
-¿Quieres guerra mariquita?… Y se despertó la fiera. Movía la camilla tirando de mí para meterla hasta la empuñadura, cerré los ojos y me dejé llevar por las dulces y placenteras sensaciones de tener el culo en uso y lleno de una buena verga. Le ayudé apretando el ano y cuando abrí los ojos le vi rojo como un farolillo.

-Juega, juega con tu anito puto, eres una joya precioso, aprieta la verga en tu culo. Era el mejor momento y mi polla bailaba con sus empujones, dejé de sujetarme a la camilla y utilicé la mano derecha para masturbarme. No tardó en correrse entre gritos, era extraño que no nos escuchara alguien.
Continuó bombeándome el culo mientras se vaciaba convulso, y entonces elevé el culo para vaciar los testículos, el semen me llegó hasta la cara. Había sido todo muy corto, muy rápido pero delicioso.
Adrian la sacó y me golpeó en el ano con el pene que estaba ya flácido.
-La próxima vez será mejor si tu madre nos deja solos. Volvió a llevarme al centro de la camilla y se inclinó para besarme en los labios.
-Te daría mi móvil para que me llames si algún día te apetece hacerlo en privado, pero puede encontrarlo otra persona y sospechar.
-¿Te ha gustado como te la he metido? Tendría que decirle que he tenido mejores cogidas, pero no estoy educado para esas contestaciones.
-Sí, papi, me has follado divino y me he quedado con más ganas. Volvió a inclinarse para morderme la boca.
El semen que tenía sobre el pecho y el resto del cuerpo lo extendió con el aceite del masaje, no tenía un baño cercano y me dio unas toallitas para que me limpiara el anito después de tirar el esperma que tenía dentro.
Cuando mamá llegó estaba terminando conmigo y pasamos a la sección de peluquería.
Adri, mi amor, cuando vivamos juntos tendrás que ponerme vigilancia para que no me deje coger por todos los hombres que me lo pidan, buscaremos un cinturón de castidad del que solo tendrás tú la llave. Me gusta cómo eres, transigente y benévolo con mis deseos de sexo, eso hace que te ame más cada día.
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El resto de las horas que faltaban para la importante cita con Eduardo pasaron sin darme cuenta, fui al cine con mi primo y otros amigos y a la noche del viernes volvió Pablo.
Mamá supervisó la ropa que me ponía, como si eso fuera tan importante, si supiera que casi todo el tiempo estoy desnudo no se preocuparía tanto, y lo más importante fue la preparación de la zona genital. Papá me suplicó que me aplicara mucha crema, estaba como temeroso de que pudiera sucederme algo malo.
Durante el viaje no cesaba de darme instrucciones sobre que debía estar relajado, era él quien me ponía nervioso. Nuestro destino no era la casa de Eduardo, resultaba una zona como industrial, al final del canal paralelo al río, un lugar donde nunca había estado.
La tarde resultaba primaveral y el cielo lucía hermoso con nubes algodonosas, blancas, que apenas se movían pero hacía frío.
Detuvo el coche delante de una nave metálica y realizó una llamada, no entendí lo que decía pero unas grandes puertas comenzaron a abrirse recogiéndose como un libro hacia arriba y penetró con el coche. Estaban otros aparcados, vehículos enormes y elegantes, tipo a los que tenía Eduardo. Dentro de la gran nave me dirigió a una zona un poco oscura, pasamos una puerta y nos recibieron dos chicos. Papá habló con ellos como si los conociera, se habían alejado un poco y me señalaba a mí.
-Te dejo mi amor, estos muchachos te atenderán y pasaré a recogerte más tarde, entrégame tu móvil y lo que tengas en los bolsillos, también el colgante del cuello. Como ves Adri mío, no me permite nunca llevar el móvil y objetos personales salvo la ropa y los pendientes que me regaló Eduardo.
Me abrazó y me dio un pequeño beso en los labios.
-No te olvides de venir a buscarme papi, no sé donde estoy.
-Eso no sucederá pequeño, tranquilo. Estaba calmado, fue una forma de decirle adiós para que marchara, los chicos esperaban impacientes.
-Ven con nosotros. Me guiaron cuando papá despareció por la puerta, resultó un pasillo y al principio, a la derecha, se detuvieron y entramos en una habitación como si fuera un vestidor, ya estaban otros chicos más allí, todos mayores que yo, diferentes en los cuerpos, e iguales en su belleza, sí, todos resultaban exquisitamente guapos, más o menos afeminados y todos alegres, eran ocho, más los dos que entraron conmigo y yo mismo, once muchachos.
Se volvieron cuando entramos y me miraban curiosos pero sin acercarse.
Uno de los que me trajeron me sujetó de la mano.
-Tienes que desnudarte y colocarte uno de los tangas que tienes en este cajón, puedes elegir el que más te guste. Me di cuenta de que todos ellos, salvo estos dos, estaban vestidos con un tanguita de dos tiras traseras pasando por los glúteos, justamente en casa yo me había colocado uno de tira muy fina en el centro.
-Durante la representación no te lo tienes que quitar, solo si te lo piden, tú actúa como haremos los demás no es tan difícil. Nos desnudamos los tres y elegí el primer tanga que cogí en la mano.
Procuraba mirar a los otros chicos con disimulo, ellos también lo hacían hacía mí. Como te decía Adri mío, todos eran mayores que yo, no tanto pero mayores, no creo que alguno superara los veintidós años. Todos ellos eran delgados menos dos que estaban un poco rellenos sin exagerar, con los cuerpos muy bonitos sin marcar músculo y culos altos, se adivinaban duros y ejercitados para mantenerlos en forma.
Cuando estuvimos preparados salimos todos por un pasillo y al final se escuchaba música con el volumen bastante alto, había unas cortinas que cerraban el paso, uno de los muchachos las abrió y nos recibieron luces de colores, como en una sala de fiestas, fuimos avanzando, resultaba una pasarela que se iba ensanchando, como si fuera un escenario.
Tardé unos segundos en acostumbrarme a aquellas luces que a veces me cegaban y me aturdía el bullicio de las personas que rodeaban la pasarela gritando y aplaudiendo.
Mis compañeros comenzaron a bailar siguiendo el ritmo de la música, me quedé un segundo quieto hasta que uno de ellos me golpeó con el codo.
-Baila como nosotros, no te quedes quieto. Los observaba mientras iniciaba mis primeros movimientos, no hacían los mismos gestos, era sencillo, todo consistía en seguir la música como tú la pudieras interpretar, como los ensayos que hacía en casa.
Resultaba fácil para mí, mi cuerpo estaba acostumbrado a moverse por las clases de ballet y en seguida me centré comenzando a ondular el cuerpo y elevar los brazos, mirando ciertas cosa que hacían los compañeros, como a veces inclinarse de espaldas, delante de algunos espectadores y moverles el trasero, o abrirse las nalgas para que se nos vieran los anitos.
Poco a poco iba distinguiendo a las personas que teníamos debajo como espectadores, llevaban las caras cubiertas por máscaras como de cuero ocultando los rostros.
Nuestros meneos de traseros, abriéndonos las nalgas para que vieran nuestros culos, despertaban la lujuria del público que aplaudía y gritaba. De repente en un grupo vi que alguien se quitaba la máscara, era Eduardo que me seguía con los ojos, cuando nuestras miradas se encontraron me hizo un pequeño gesto y me envió un beso con la mano, me sentí totalmente tranquilo sabiendo que él estaba entre el público.
Ya estaba metido de lleno en mi número, resultaba bonito y estaba a gusto bailando con aquellos guapos muchachos que levantaban deseos pasionales entre el público.
¿El público Adri? Aparte de usar esas máscaras, la mayoría parecían personas mayores, había unos treinta hombres, no podía contarlos, de todo tipo, gordos unos y musculosos otros, velludos, lampiños, llevaban todos ellos un simple pantaloncito corto de tela babosa donde, a los mejor dotados, se les notaba el bulto de sus excitadas vergas.
Terminó nuestro número entre grandes aplausos y hasta silbidos, los chicos echaron a correr hacía la salida de la pista y volvimos a los vestuarios. En general se escuchaban risas, uno de los que me recibieron se me acercó.
-Les has gustado, algunos de los aplausos eran para ti, bailas fenomenal. Y sin yo esperarlo me abrazó. –Espero que volvamos a vernos después de este día. Ahora viene otro juego en el que quizá no seas tan diestro. Vi como sonreía sarcástico.
Tenían bandejas con bebidas que trajo un camarero, una bebida de color amarillo limón.
-Bebe para que te relajes, lo necesitarás para lo que viene seguido. El chico hacía de mentor para mí.
El sabor era diferente pero el efecto igual a las bebidas que empleaban en la casa de Eduardo, quizá más fuertes por la reacción que sentía en el cuerpo de calma y profunda laxitud y mansedumbre.
-Ahora déjame que ponga esto en tu culito. Me señalaba una cajita redonda con crema incolora, me incliné dejándole expuesto mi culo para que me lo tocara y con los dedos metiera la crema al comienzo del recto. Al principio el anito me pareció que hervía, luego se fue suavizando y lo notaba muy relajado.
-Gracias por todo lo que me ayudas. Le sujete de la muñeca para que me mirara.
-No tiene importancia, me lo han encargado expresamente y conmigo también lo hizo alguien un día. Se lo volvía a agradecer con un abrazo.
Volvimos a correr por el pasillo hasta la pasarela, habían colocado una escalera para que bajáramos, las luces de colores estaban apagadas y solo iluminaba la sala una suave y tenue luz.
Debajo estaba colocado como un banco corrido de superficie acolchada, alguien me sujetó al descender por el brazo.
-Has actuado muy bien, todos me felicitan por ti. Era la voz de Eduardo. Me dio un largo beso en los labios a la vez que me abrazaba. –Continúa así con el resto del programa, no nos falles. Me dio un pequeño azote y me envió para seguir al resto de mis compañeros.
Los muchachos se habían situado delante del banco corrido y comenzaros a colocarse arrodillados, con las cabezas y los pechos sobre él asiento, ensayando una postura que yo conocía muy bien, de sumiso entregando el culo para que los machos la metan, elevando las colas y abriendo las piernas exhibiendo sus anitos a la vista de todos.
Escuché una voz desconocida hablando al grupo de hombres.
-Ahora podéis elegir el culo que queráis follar en primer lugar.
Me había quedado unos segundos observando a mis compañeros y me di prisa para colocarme como ellos, cerré los ojos apoyando la mejilla en el asiento y elevé la colita abriendo las piernas, permitiendo que vieran todo mi perineo y el anito. Me dispuse a esperar lo que viniera a continuación, aunque adivinaba que seríamos sodomizados por los hombres que nos fueran eligiendo.
Los señores comenzaron a moverse, sentía sus pies siseando al rozar el suelo y comenzó a sonar una música muy rara, unas manos me acariciaban las nalgas, luego otras diferentes, algunos colocaban un dedo en la entrada del ano y empujaban para probar la resistencia que ofrecía y yo lo apretaba adivinando que eso les gustaba, y así iban pasando por mi trasero, imagino que también por los de mis compañeros.
De repente escuché una fuerte palmada y un gemido algo alejado, sabía lo que había sido, alguien había golpeado el culo de uno de los muchachos, los sonidos se repitieron, los gemidos a veces manifestaban muestras de dolor, hasta que me llegó el turno y alguien me golpeó muy fuerte, me encogí y gemí dolorido, golpeaban más fuerte que aquella vez que me lo hizo papá.
Poco a poco se escuchaban más y más golpes sonoros, uno detrás de otro y ya había recibido en mis nalgas seis palmadas, las lágrimas comenzaron a salir de mis ojos, sentía que me ardía el trasero hasta que se fue quedando como muerto, sentía el dolor pero menos.

Alguno después del golpe me besaba o pasaba la lengua por la zona lastimada. Seguía escuchando fuertes y resonantes nalgadas y los gemidos y sollozos del resto de los chicos, cuando unas manos sujetaron mis caderas y colocaron un falo en la entrada de mi ano, iba a ser penetrado por uno de los machos. El glande estaba muy caliente, me sujeté para aguantar el empujón que daría mi follador para meterme la verga.
El pene resbaló en mi interior con bastante facilidad, no era muy gordo ni largo, el hombre tirada de mis caderas intentando entrar más pero su pene no era suficiente para llegarme muy hondo, al cabo de unos momentos le sentía respirar con dificultad, y a veces se apoyaba pegándose en mi espalda y le sentía respirar fatigado, tenía que ser un follador de edad avanzada.

Decidí ayudarle para que se corriera y masajeaba su falo con mi culo abriéndolo y cerrándolo, no tardo mucho en vaciarse y dejarme el semen dentro, estos hombres querían disfrutar de un culo y no les importaba otra cosa, aunque cuando la sacó me dio las gracias.
Siguió uno más al que tuve que ayudar para que se viniera, serían mayores y no notaba una verga como las que había observado en algunos pantalones.
El tercero resultó otra cosa, estaba ágil y se subió sobre el asiento colocando los pies a mis costados, tiró de mis caderas para elevarme la entrada del culo, me penetraba sin cesar y parecía que este pene no tenía un final.
La última parte de la polla la metió de golpe y sonaron sus pelotas al chocar en el perineo logrando que, por primera vez, sintiera que estaba siendo cogido por un auténtico semental, eso sí que era follar como un toro, se fatigaba pero no cedía en sus fuertes acometidas para meterme la verga hasta el final cabalgándome con fuerza, aplastándome con su bravura y su peso.
Me estaba haciendo disfrutar con su fabulosa cogida y gozaba de la inmensa verga enterrada en mis entrañas.
Le acompañé para animarle con mis susurros de gozo y gemidos de marica, pidiendo que me atravesara hasta que cumplió con su deber de semental vigoroso y no pude contener la venida de mi leche que quedó empapando el tanga. Fue la follada más sabrosa de todas las que me dieron.
Para no alargar más la cosa amado Adri, te diré que me follaron unos diez o doce machos, pero solo consiguió que me viniera otro más que me la metió bien rico, y lo milagroso fue que no me dolía el culito para nada.
Podían haberme follado todos los hombres que estaban, que lo hubiera soportado, pero tenían que cambiar la representación y pasar al tercer acto de la obra.
Nos retiramos para limpiarnos y vaciarnos de la leche que todos llevábamos dentro de nuestras tripas, nos cambiamos el tanguita, el mío estaba todo mojado con mi semen y el que había escurrido de mi culo de los machos que me cogieron.
El siguiente número consistía en comer las vergas de los hombres que nos habían dado por el culo, y adivinar los que pensábamos que nos la habían metido a cada uno.
No acerté más que con la larga que me llevó al orgasmo por primera vez. Era una forma de hacernos que chupáramos verga hasta cansarnos y lo que antes habíamos recibido por el ano, ahora nos lo entregaban por la boca teniendo que comer toda su leche que nos dejaban al correrse.
El último acto consistía en ser perseguidos a oscuras y el macho que conseguía agarrarte te la metía por la boca o por el culo según deseara.
Los chicos aguantábamos bien, pero a nuestros folladores se les notaba cansados después de haberse vaciado varias veces, estaban secos decían alguno de ellos.
Todo el local olía profundamente a sexo y nos retiramos para limpiarnos, habían dado por finalizada la fiesta.
Cuando estaba vestido y preparado apareció Eduardo, me besaba entusiasmado y me llevó a otra habitación.
-Lo has hecho todo como esperábamos y mereces el regalo que te he comprado, se lo daré luego a tu papá. Me gustaría que nos acompañaras otras veces pero tu papá ha decidido que es suficiente, y la verdad, también tengo que presentarte al que hombre que te reservamos.
A pesar de todo había llegado a asumir que toda mi vida sería así desde que empecé, pero no era eso lo que mis padres y Eduardo deseaban para mí al parecer.
Tenía que continuar observando para adivinar lo que me tenían destinado, también quería más a Eduardo que se había portado muy bien. Decidí serle sincero.
-Lo de hoy no me ha gustado mucho, y lo que me encantó fue cuando estuvimos Yasin tú y yo solos, o la primera vez con don Manuel. La cara se le iluminó.
-Quizá podamos hacerlo alguna vez como a ti te gusta antes de entregarte. Me dio un fuerte abrazo y me besó en la boca, mejor dicho nos besamos, y llegó papá a buscarme sin faltar a su deber, se lo debían comunicar por el móvil, siempre llegaba a tiempo.
Habló un momento con Eduardo muy serios y luego riendo los dos de lo que se decían, seguramente no sería la última vez que estuviera con Eduardo, buscaría la forma de convencer a papá, él era inteligente y no le faltaban recursos.
Montamos en el automóvil y salimos de aquel edificio, detuvo el coche unas calles más adelante y se volvió hacia mí. Me abrazó con fuerza y no cesaba de besarme.
-Has estado genial, Eduardo y los demás están satisfechos, el favor está pagado y no tendrás que volver a estar con tantos hombres para que te follen mi amor.
Sus últimas palabras las pronunció cuando llegó besando a mis labios, me los mordía mientras gemía Adri, papá estaba excitado y yo era el culpable.
Entramos en la ciudad y en lugar de dirigirnos a nuestra casa tomó el sentido contrario.
-Papá este no es el camino de casa, te has equivocado.
-No cariño, vamos a un hotel un momento, quiero mirarte y que estemos un rato los dos solos.
El hotel al que me llevó no parecía muy bueno pero estaba limpio y no tardaron en darle la llave de una habitación. Era sencilla y disponía de una gran cama y un baño. Comencé a desnudarme para que me viera el culito, podía haberlo hecho en nuestra casa pero no preguntaba el motivo de estar allí.
Él se quitó un abrigo corto que llevaba, debajo estaba en camisa, subí sobre la cama y me coloqué de rodillas elevando el culo y abriéndome las nalgas con las manos.
Papá comenzó a quitarse el resto de la ropa que llevaba hasta quedarse desnudo, estaba relativamente excitado aunque el pene no lo tenía duro del todo.
Me miró el anito y metió uno y dos dedos, no los sentía de lo abierto y relajado que tenía el ano.
-No te has limpiado bien, aún tienes restos de semen.
-Si quieres vuelvo a limpiarme ahora, han sido tantos los que me la han metido que estaba lleno de leche papi. No contestó y comenzó a pasarme la lengua por la entrada del culo, lo sentía lindo y rico, diferente a lo que de aquellos hombres.
Levantó la ropa de cama y se metió debajo.
-Ven hijito descansemos un rato. Me tendí a su lado tapados con la sábana, y me abracé a su fuerte cuerpo, recosté la cabeza en su pecho sintiendo los vellos que lo adornan acariciarme la mejilla y escuchaba su respirar y los latidos de su corazón acompasados.
Sentía una paz muy profunda y mucha seguridad rodeado por sus brazos.
Alcanzó su abrigo y sacó un estuche de un bolsillo, rápidamente imagine que era el regalo de Eduardo para mí, como siempre hacía últimamente se trataría de alguna joya. Recordé que papá se había quedado con el colgante cuando le entregue lo que tenía y no me lo había devuelto.
Me alargó el estuche y lo abrí, ahora se trataba de un anillo de oro rojo como los anteriores regalos y tres brillantes incrustados, en el oro. Me lo puse en el dedo anular de la mano izquierda, me estaba grande y lo cambie al corazón, ahí estaba a la medida, lo estuve mirando un momento.
-Es muy bonito papi, como los otros regalos, Eduardo es muy generoso.
-Sí amor, es generoso y tiene mucho dinero, pero ya no será necesario que te haga más regalos, te los comprará tu papá. Ahora los negocios marcharan bien y tendrás todo lo que tú quieras. Pasaba su mano por mi cabello llevándolo hacia el cuello y retirándomelo de la cara.
Me miraba como hechizado sin dejar de pasar la mano por mi cabeza, me acerqué a su pecho y deposite mis labios en su pectoral.
-Te quiero papi, no hace falta que me compres cosas.
-Pues lo haré, todo lo que se te pueda ocurrir y ya no volveremos a mendigar, solo tendrás a tu hombre o los que tú quieras y a tu papá si lo deseas, te quiero hijito, te deseo, nunca había sentido esto hacia ti hasta que he visto lo que los hombres te quieren.
-¿Querrás estar con papá alguna vez, mi amor? Adri, no le contesté directamente a la pregunta, ¿qué le iba a decir? Tú podrías haberme orientado pero no estabas aquí. También había dicho que podría estar con quien quisiera y por lo tanto no te había excluido.
En lugar de darle una respuesta me enrosqué para pegarme a su cuerpo y sentir el poder de su persona, se estaba muy bien, maravillosamente bien y empezó a besarme y a pasar sus grandes manos por mi espalda, por mis nalgas, protegiéndome con el mayor amor del mundo.
Hacía muchos años que no pasaba, comenzó a hacerme cosquillas, jugando conmigo y haciendo que cabalgara su duro vientre lleno de pelos, el juego de un oso con una tierna muñeca.
-Chúpame un poco la verga pequeño, estoy muy caliente por los juegos. Sí, Adri, ya lo había notado, su verga me acariciaba el culo mientras montaba su vientre jugando.
Me escurrí besándole todo él, hasta llegar a su maravillosa polla dura como una piedra y colorada de la calentura que la hacía palpitar.
Se la chupaba mientras papi suspiraba y jugaba con mis testículos y la entrada del ano poniéndome a mi caliente y deseando que me follara, que me metiera esa barra de carne caliente, que bajaba por mi garganta.
No quería correrse sin follarme el culo y me pidió que fuera yo el que lo montara para no hacerme daño alguno.
Estuve unos minutos tendido sobre él besándolo y dejándolo que me besara y metiera la lengua en mi boca, en mis orejas y rozando mi pene con los pelos de su abdomen haciendo como que yo lo cogía.
Al final llevé la mano a mi trasero para apuntar su verga a la diana de mi culo, lo disfruté cerrándolo para darle placer, y empecé a dejarme caer muy lentamente, mirándole a los ojos sin perder su mirada, viendo como abría la boca cada vez que me dejaba caer unos centímetros enterrando su gran verga en el culo amoroso de su hijo.
Lo cabalgue sin descanso, apoyando las manos en su pecho para dejarme caer, hasta que su excitación le hizo sujetarme por la cintura y moverme como si yo fuera una vagina artificial que le diera placer.
Rugía mientras me llenaba el culo de semen hasta que terminó respirando jadeante y entre convulsiones, me tendí sobre su pecho con su verga en mi culo y cuando se repuso continuó entrando y saliendo muy suave hasta llevarme al delirio y eyacular en su pecho.
A mamá y a Pablo les gustó el nuevo regalo de Eduardo, pero a la noche no podía conciliar el sueño.
Adri, sentía remordimientos, vergüenza por desear a mi padre, le quería con locura de hijo y le deseaba como amante, eso no podía ser bueno. Tenía que cambiar mi conducta, pero no podía negarme a lo que él deseaba y yo también.
Era muy tarde y daba vueltas en la cama, me sentía solo y desorientado, sin alguien con quien compartir lo que sentía.
Me levanté y fui al baño, luego mis pasos me llevaron a la habitación de Pablo, estaba dormido como es lógico a esas horas, le empujé para que me dejara sitio.
-¿Qué te sucede?
-¿Puedo dormir a tu lado? La respuesta fue abrazarme y unos minutos después conseguía el esperado descanso.
Respuesta:
Princesa Golosa y sexosa, pero claro…
Mi princesita, me encanta y me fascina oír noticias de ti, ¡wooww!, eso fue como una pasarela y fiesta sexual, que has obtenido muchas cositas en tu culito, jajaja.
Mi vida no te daré un cinturón de castidad, porque tendrás mi polla en tu culito cada vez que lo necesites ¡jijiji!, pero mi amor si requieres algo para más placer solo tendrás que pedirlo y lo tendrás.
Mi bella mujercita, creo que te sientes feliz de ser libre. Lo digo en cuanto a lo de una deuda familiar, ¿no?
Pero claro princesa, tú serás la única para mi, y ese tocayo mío también disfruta de ti, no te digo que seas puto, pero cada vez que necesites algo en tu culito, siéntete libre de que lo hagas, yo no te lo negaré, porque evitaría que fueras feliz, y eso no, yo deseo que seas la más feliz de las mujercitas.
Mi esposita, ya me imagino ese culito succionando mi pene y con el puro movimiento me hagas venirme sin siquiera actuar, pero claro tu también pídeme lo que necesites para ti, para que estés completa y no te falte nada.
Ya casi nos veo en una casita en la playa, así solos tu y yo en una hermosa sala cogiéndome tu culito todo nuestro tiempo libre, sin descuidar la vida social, tendríamos visitas y a tu mami y papi visitándonos seguido.
Pero una cosita, cuando estemos en casa solo tú y yo, ¿andaremos desnudos por toda la casita? Jajaja, pero bueno, besos mi amorcita sexual y golosa jajaja.
 
Te amo.

¡Te amo mucho!
jaime.iriarte92@gmail.com

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