Confidencias 21 Dos amigos de Eduardo para mí
Tenía que responderle algo a Alberto, no paraba de enviarme mensajes…
Volví a leer sus escritos por tercera vez.
-“No comprendo que puedo haber hecho para que te molestes de este modo, me duele no poderme defender y explicarte cuando conozca el motivo. Te quiero Oriol”
-“¿Piensas que me he aprovechado de ti? Sí, estas en lo cierto, tienes razón aunque nada fue premeditado. ¡Por favor!, ¡por favor! Discúlpame. Estoy arrepentido por haberte molestado pero no puedo evitar quererte. Te amo, te amo”
-“¿Continúas molesto? He pasado una noche terrible, ni dormir he podido pensando todo el tiempo y no encuentro la causa de tu enfado, fue tan repentino cuando hacía unos momentos me abrazabas mientras te amaba, dímelo para que pueda defenderme, Te quiero tanto”
-“Respetaré lo que decidas, si no quieres volver a verme estaré de acuerdo y haré tu voluntad, pero al menos déjame que sepa el por qué de este alejamiento. Ya no te digo que te amo porque puede molestarte, pero es cierto, no lo puedo evitar”
Y así otros tres más. Tenía que contestarle, no podía dejarle de esta manera, veía que no estudiaba ni vivía, pendiente de los motivos que causaron mi espantada de su lado.
Estaba en sus últimos momentos de carrera, a punto de terminar y esforzándose con todas sus fuerzas para aprobar todos los temas y esto le estaba destruyendo, o por lo menos limitando sus posibilidades al perder el tiempo conmigo.
-“Bien Alberto, tienes razón y no tengo una disculpa creíble para justificar mi comportamiento. El problema no eres tú, no des más vueltas al asunto. Yo soy el culpable y el que no debió traspasar cierto límite que resultaría peligroso como así ha resultado, déjame que lo piense y pueda hablarte con sinceridad, pero por favor estudia lo que te falta, cumple tu ilusión, de verdad que me alegraría que tu nota fuera la mejor que puedas obtener, no me preguntes más y déjame que aclare mis ideas”
Sentía un gran alivio aunque sabía que sería transitorio, mis sentimientos eran parecidos a los de él, pero no podía confesarlos, no para crear nuevas ilusiones que serían otro problema.
-“Te juro que por tenerte contento recuperaré estas horas como sea, aunque no duerma durante días. Estas últimas semanas trabajaba con ahínco, poniendo todo mi esfuerzo e ilusión en terminar mis estudios, para ponerme a trabajar y así poderte ofrecer algo además de mi vida”
Y ya no quise contestarle para no prolongar la agonía.
Estábamos en un descanso entre clases cuando Rubén me apartó un momento del grupo para llevarme a la sala de descanso, llamada cantina entre nosotros.
-¿Has visto la moto en la que han venido Pablo y Erico al colegio? Por descontado que no los había visto, llegué temprano y me dirigí directamente a mi clase.
-No me he encontrado con ellos y me imagino que la habrán dejado en el aparcamiento, si quieres nos acercamos y me la enseñas. Me miraba con ojos conspiradores.
-Esa no es la razón por lo que te preguntaba, dice que es un regalo de un amigo de tu protector, de Eduardo. ¿Cómo puede ser eso? Al instante pensé en lo generoso que era don Manuel según mis amigos y que quizá Pablo había estado ya con él como le había pedido Eduardo.
-Yo no lo sé Rubén, puedes preguntarle a él. Se colocó con pose arrogante y ofendida.
-Lo haré pero seguro que no me dirá la verdad. Se le veía realmente molesto y no sabía con quien o con qué.
-Tú te quejas de tu situación pero tienes a Eduardo que te compra lo que quieres, y ahora Pablo ha encontrado otro generoso que le hace esos regalos. Me cambiaría por ti sin dudarlo.
Me hizo gracia que hablara sin saber lo que decía.
-Puedes proponérselo a Eduardo, igual necesita a su lado dos putos para pasarlo mejor, pero entiende que nosotros no lo hemos buscado, se nos ha dado hecho.
Olvidé a propósito añadir que podíamos habernos negado a satisfacer los caprichos de Eduardo sin miedo a las consecuencias.
Ahí quedó todo, seguro que Pablo me contaría como había sido su encuentro cuando tuviera ocasión.
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Cuando regresé de la clase de ballet Eduardo me llamó, por medio de Tomás, para que fuera a su despacho, trabajaba delante de la pantalla de su ordenador mirando lo que entendí que eran tablas de precios de productos en los mercado. Después de darle un beso me atrajo para que me apoyara sobre él.
-Bueno pequeño, mañana quiero que vengas en el momento de salir del colegio, ya le he dado instrucciones a Damián para que no os entretengáis llevando a tus primos a su casa.
Lo cierto es que ahora Pablo y Erico van y vienen en su moto, entusiasmados por la novedad y para que sus amigos los vean, y no todos los días llevamos a Rubén y a Simón.
-Vendrán unos amigos a los que tienes que atender y me gustaría que quedaran satisfechos, que lo hagas lo mejor que puedas, no pasará nada y yo estaré presente. ¿Estás de acuerdo?
-Lo que tu digas Edu, lo haré lo mejor que sepa. Ya tenía un trabajo para mañana que me llevaría dos horas al menos, no podría hacer otra cosa aparte de mis deberes escolares.
-Así me gusta, que colaboremos entre los dos.
Besó mi boca y le respondí acariciándole la cara y metiendo la lengua en la suya, en un beso y caricias que intentaba que se notaran sinceras. Comenzó a excitarse, lo notaba por su respiración agitada y los violentos latidos de su corazón.
-¿Quieres que te haga algo?, ¿te la mamo? Entonces me apartó sin soltarme el brazo.
-No pequeño, no es el momento, además tengo deseos de veros a tu Dulce y a ti gozando el uno del otro. Si es posible te visitaré a la noche. Sacó una risa llena de picardía y le besé el labio superior sintiendo su duro bigote en la boca.
Por otro lado continuaba pensando en Alberto, no me lo podía quitar de la cabeza, y era una constante sorprenderme visionando nuestro encuentro y lo maravillosamente bien que me encontraba entre sus brazos.
A la noche Edu no se presentó, después de los primeros días su interés había disminuido o realmente no podía excederse aunque quisiera.
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Adri, gracias por reconocerme mi tristeza por mi encuentro con Alberto, tú has sacado tus conclusiones de aquello para valorarlo y notar mis sentimientos.
Siempre has sido sincero, lo hemos sido los dos y entiendo tu situación que no es tan fácil. No te pido nada, si a veces me quejo es por no ver mis deseos satisfechos, pero no puedo culparte a ti, ni pedirte que hagas cosas que no puedas. Mis problemas son míos y como tú resuelves los tuyo yo debo solucionar los míos o aguantarme.
Sé que eres una persona importante y con responsabilidades a pesar de tu juventud, cumple con ellas, es tu obligación.
Y sé de tu buena voluntad, pero de verdad lo nuestro resulta prácticamente imposible, hemos soñado, yo al menos lo he hecho. Aunque vinieras, y no dudo de tus sinceros deseos, ¿qué ibas a hacer para que me fuera contigo? No puedes hacerlo Adri. ¿Lucharías contra mi madre y Eduardo?
Lo sucedido con Alberto me ha abierto los ojos y estoy aprendiendo a ser realista, a madurar y dejar de portarme como un niño caprichoso que no se conforma nunca con lo que tiene.
Hasta Rubén me envidia y puede tener razón en algunas cosas ya que razona mejor que yo.
Lo del relato que sugieres, puedes hacerlo si lo deseas, yo no sabría cómo enfocarlo y en todo caso sería preferible dárselo a algún escritor que supiera hacerlo. Los hay muy buenos.
Voy a intentar seguir tu consejo y dejar de pensar en cosas tristes aunque tengo que afrontar un encuentro con Alberto para explicarle mi problema y eso ya le alejará para siempre.
Espero que se olvide pronto de mí y encuentre la persona que pueda hacerle feliz, no olvido el guapo chico que le acompañaba en la foto de su estudio y seguramente busca en mí un sustituto, es muy posible que siga queriéndole.
No le queda mucho tiempo para terminar sus estudios y luego tendrá que ocuparse de otros asuntos más importantes y así será más fácil el olvido.
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No dejé de sentirme inquieto durante todo el día pensando en el encuentro sexual que tendría a la tarde, ese desasosiego no venía por el hecho de que dos hombres me fueran a follar, ya lo habían hecho y no solamente dos, hasta más de seis en una tarde.
Pensaba en cómo serían, jóvenes o viejos, potentes sexualmente, o como don Manuel y Eduardo que ya no podían aguantar un sexo prolongado aunque quisieran.
Imaginaba que serían mayores al ser amigos o conocidos de Eduardo. En parte lo prefería aunque no me hicieran gozar como quería y todo resultara un frío trabajo, estos se cansaban enseguida y tenían la necesidad de correrse antes de que su apetito sexual se diluyera.
Como Eduardo me comunicó, Damián me esperaba y aceleré el paso para llegar hasta él, estaba con la puerta abierta y sosteniéndola para que entrara en el coche.
Sentía un poco revueltas las tripas por los nervios y me entró miedo de fallarle a Eduardo. Tomás me esperaba en la puerta, seguramente le habría avisado el conductor y me recogió la mochila diciéndome que Eduardo me espera en el gimnasio.
-Lo siento, ya llevo yo la mochila a mí habitación, tengo que ir un momento al aseo.
Era todo puro nervio y no me pasaba nada por lo que tuviera que preocuparme, me quité la ropa de medio cuerpo para abajo para asearme el culito aunque Edu ya me había dicho que usarían profiláctico, pero me avergonzaría que vieran cualquier suciedad en las gomas.
Cambié el bóxer por un tanga de cintas laterales, quizá solo quisieran cogerme el culo, y me puse el pantalón, deseaban verme con el uniforme del colegio.
Caminé rápido por el pasillo hasta el gimnasio donde me esperaban, Creo que los dos hombres que estaban con Eduardo eran los que el otro día hablaban con él en la entrada de sus oficinas.
Ahora vistos de cerca uno de ellos era mayor aunque más joven que Eduardo y el otro como de la mitad de años, éste era muy robusto y alto, con cara cuadrada y barba corta solo en la perilla, moreno y algo calvo, el otro era delgado y alto también, por lo menos más que yo, afeitado y con el pelo blanco.
-Acércate Oriol. Eduardo me hizo un gesto acompañando las palabras y llegué hasta ellos, los tres llevaban puesto un batín hasta las rodillas, como si hubieran estado haciendo ejercicio.
Eduardo me abrazó muy cariñoso y solo me los presentó como unos amigos sin nombrarlos. Los dos me miraban detenidamente y Eduardo me hizo que me diera la vuelta ante ellos.
-Resulta más guapo y atractivo de cerca, delicioso. Dijo el joven a la vez que se me acercaba para cogerme la barbilla.
-Verdaderamente atractivo y sensual, vamos a pasar un buen momento. Bajó la cabeza y me dio un beso corto en la comisura de la boca.
También el mayor se acercó y comenzó a tocarme el abdomen y las nalgas por encima del uniforme.
-Duro y joven como me gustan y prefiero.
-Oriol, ve adelantando con el señor. Me señaló al de la barbita.
-Ahora vamos nosotros. Sonreí con coquetería al señor.
-Sígueme, vamos a mi habitación. Me puse a andar y aunque no le sentía sabía que me seguía, mientras caminaba me quité la chaqueta moviendo levemente las caderas.
Terminábamos de entrar y él cerró la puerta a sus espaldas, comencé a tirar de mi corbata para empezar a desnudarme.
-No, déjame que yo lo haga. Dejé las manos en suspenso y volví a apretar el nudo.
-Eres muy hermoso. Repetía lo que todos me dicen las primeras veces que me ven, pero no olvidaba mi papel.
-¿Sí, te lo parezco? Y le sonreí atrevido provocándolo.
-Tú ya lo sabes mocoso, eres bello y deseable, conmigo no juegues, solo te decía lo que es cierto y evidente. Resultaba un hombre difícil de contentar, no era un ordinario cualquiera.
En lugar de desnudarme me miró de arriba abajo y me abrazó para besarme, suave al principio y luego con furia.
-También sabes sabroso como fruta a punto de madurar. Un rico maricón al que me voy a comer. Me quitó la corbata y empezó a desabotonar la camisa, tenía poco que hacer ante un macho que deseaba llevar la iniciativa en todo y al que no le agradaba que empleara mis trucos y argucias de puto.
Pero me besaba deseoso cada parte de mi cuerpo que iba descubriendo ante él según quería. Hablaba en voz alta reconociendo que le encantaba lo que veía con los ojos y sentía con la boca y las manos.
-¡Ah! Estas rico mariconcito hermoso. Me bajó los pantalones y me tocó el bulto que se marcaba en el tanga. Entonces me abrazó, podía notar el gordo bulto que pugnaba por abrir el batín y salir al aire.
Realizaba movimientos como si follara mi vientre y se separó para tirar del cinturón y desatarse el batín, fue de verdad que quedé impresionado del músculo de carne acerada que quedó en libertad apuntando a mi cuerpo y lo expresé con cierta cara de sorpresa.
Retumbó en la habitación una gruesa carcajada.
-¿Te gusta putito? ¿No habías visto algo mejor? Estaba muy bien y se veía muy rica su gran polla, un cilindro de carne roja como si estuviera hirviendo, de una buena longitud y grosor, ¿pero que le iba a decir?, ¿Qué las había visto mejores?, le ofendería, también era dueño de unos testículos superiores y muy pesados por como estiraban el escroto al caer por su peso. En definitiva, un soberbio semental sin pasarse.
-Las he visto tan grandes pero no tan duras. Mi respuesta le convenció de que era algo sincero.
-Ven, tócala y métela en tu linda boquita. Me arrodillé y la cogí en mi mano mirando fijo a sus ojos.
-¡Wooo! Qué calentita y que dura. Lo masturbé un par de veces antes de pasarle la lengua alrededor del gran glande, rojo bermellón muy brillante y descapullado, como si fuera a explotar en cualquier momento. Olfateé con ruido para que notara mi gusto por su verga.
-¡Qué bien lo sabes hacer putito! Mete la punta en la boca y mama. Este hombre no sabía mis habilidad para realizar una mamada y comencé a dársela para su satisfacción, y a la vez darle una lección de puto entrenado, y para disfrutarlo yo.
Rugía de satisfacción cuando sentía como mi barbilla se aplastaba sobre su pubis y con toda la verga engullida en mi boca y garganta, gemía y las piernas le temblaban.
Estuve unos minutos mamando. Chupando su polla y haciendo explotar sus huevos al salir mojados de mi boca mientras metía los dedos en la pelambrera morena de duros pelos, gozaba cuando tenía solamente el gordo glande en la boca, pero no estaba allí para mi satisfacción y pronto me lo quitó.
-Para ya que vas a hacer que me corra y quiero follarte el culito bebé lindo. Se estaba volviendo más fino en el trato después de comprobar cómo sabía darle placer y hacerle sentir las delicias de mi boca.
Me levantó del suelo en un solo movimiento, para él yo era un juguete. El señor además de grande era muy fuerte y me llevó para arrojarme sobre la cama donde reboté, me sujetó por las piernas y tiró de mi para llevarme hasta borde, y pensé que me la quería meter estando de pie en el suelo, me abrí de piernas para quedar expuesto a su verga y entonces me dio la vuelta colocándome a cuatro patas y me obligó a empinar el culo.
Sus golpes eran secos y muy rápidos, en dos minutos me había dejado las nalgas rojas sin atender mis chillidos, mezclados de dolor y placer al ser tratado de forma tan brutal y erótica y cuando se cansó tiró con las dos manos de mi culo para abrirme más aún y meter con rapidez la cara.
Raspó las nalgas con la peluda barbilla y luego la restregó por el ano, pretendía darme placer el bruto animal que antes me castigaba y aflojé el culo para dejar que entrara su lengua. En todos los sentidos tengo que reconocer que el señor sabía lo que se hacía y atemperaba el dolor con el profundo placer de la comida de culo que me estaba regalando.
Comencé a gemir y movía la cola levantándola para que se abriera y dejarla muy relajada para que metiera más la lengua.
-¡Ay! Sí, sí, sí. ¡Ay! Sí, sí, sí. Gemía sin parar como una nena, y el macho se enardecía queriendo ganarse la entrega de la hembra que dominaba, lamía y chupaba loco de deseo sin permitirse un descanso.
Había dejado de sentir el dolor en mis nalgas y solo me llegaban las sensaciones de mi ano acariciado.
Suspendió las lamidas y volvió a darme la vuelta, parecía un pollo en el asador al que movía para que se dorara sin quemarse, me empujó hacia el centro de la cama y saltó sobre ella con una agilidad que no esperaba de él. Me quité con un movimiento rápido el tanga para sentir toda su virilidad si me tocaba.
Me alargó un condón que no vi de donde lo cogió.
-¡Pónmelo!…, con la boca. Hice como me pedía pero el condón solo le cubría la mitad de la verga y temí que me lo dejara dentro del recto, que al entrar y salir la verga se fuera deslizando, la goma apretaba la polla hasta parecer que la estrangulaba. Vi como gozaba al verme meter su miembro en mi boquita con la goma metida apretándole la polla.
Me abrió las piernas y comprendí su intención de empalarme como todo un hombre hace con su hembra, mirándome a la cara para que viera su sonrisa de macho dominante y lujurioso, disfrutando del control que ejercía sobre el cuerpo débil y delicado tendido bajo el suyo.
Apuntó el miembro en mi culo y empujó sin miramientos sujetando mis tobillos en el aire, me contraje al sentirme bruscamente empitonado y sentir avanzar su pene como un relámpago hasta el vientre.
Resulto doloroso y sublime notar el cuchillo avanzar abriendo la carne, ahogué un gemido de dolor y entonces él se quedó quieto mirándome a los ojos, saboreando su victoria de guerrero invicto.
Me soltó de los tobillos y enredé las piernas en su cintura, cerrándolas con los pies como si fuera un candado. Llegó hasta tocarme los labios con los suyos.
-Espero no haberte roto, tu amo no me lo perdonaría, pero tenía que enseñarte que quien manda aquí soy yo.
Le miré lujurioso y sonreí con coquetería.
-El que manda eres tú pero ahora fóllame, dale verga a tu puto. Sonrió como un tigre dispuesto a destrozar a su presa y comenzó a follarme de verdad, con estocadas larga y lentas, apretando los riñones para meterla hasta el fondo, lo podía notar por el juego de los músculos de su culo que rozaban mis pies.
Una follada gustosa y rica que me hizo olvidarme de todo y de todos, vivía el momento para mi placer exclusivo y que el hombre me viera satisfecho para pagar a su animal vanidad.
Me había olvidado de Eduardo y su prometida visita, y fue cuando mi amante comenzó a convulsionar y entre espasmos violentos derramar todo el semen de sus huevos, coincidió su rugido de placer con la abertura de la puerta. Yo aún no me había corrido y él como hombre de honor no lo podía permitir.
Después de unos breves segundos, mientras se vaciaba entre sollozos, le acariciaba la espalda y el cuerpo llegando con las manos a sus potentes y tensas nalgas.
-¡Qué gusto más rico! Follas de maravilla. Se elevó sobre los brazo y a pesar de la cara roja y sudada que tenía estaba satisfecho.
Reanudó el bombeo y me concentré en mí placer para llegar al orgasmo y que viera compensado su trabajo. No me fue difícil porque su polla no perdía la dureza y al entran y salir iba expulsando la enorme cantidad de semen que me había metido, lo que temía sucedió, la goma se había roto y la leche inundado mi vientre.
Sentí la lengua de Dulce que había entrado con Eduardo y el otro señor y saltado sobre la cama, el olor del semen era ya un dulce para él y lamía mi culo y la polla de mi follador para recoger el semen que extraía al bombearme el culo.
Un placer añadido que logró que el clímax avanzara como un torrente por mi sangre, arrastrando la leche de mis huevos por la uretra hasta eyacular gritando ante la alegría de mi amante.
Cayó rendido sobre mí y abracé su cabeza sobre mi cuello a la vez que acariciaba sus hombros para que se fuera calmando.
Eduardo y el otro señor habían visto solamente el final, suficiente para que el visitante estuviera masturbando su verga, delgada y larga y la blandiera acercándose a la cama.
-¿Has dejado algo para mí? Mi primer follador elevó el pecho separándolo del mío con un largo suspiro destrabé las piernas soltándole aunque hubiera preferido que siguiera dentro de mi culo. Su verga salió para alegría de Dulce que no dejaba de comerse todo el semen que yo expulsaba, llevaba el condón roto pero aun ciñendo su polla.
Me dispuso en el borde de la cama preparándome para su amigo, y ahora llegaba mí segundo round. No fue algo del otro mundo, su delgada verga entró en mí casi sin sentirla al estar inundado por el semen de su amigo, y una vez dentro apreté el culo para que él me notara y sintiera apretada su verga.
Tenía que haber sido el primero en cogerme, cuando el ano estaba cerrado. Me bombeó unos minutos y comenzaba a cansarse, tiré de sus manos para que subiera a la cama conmigo y fui yo el que lo monté y cabalgué como buena amazona, moviendo el culo hasta que el señor me abrazó para que me detuviera y las últimas metidas las hizo él elevando la pelvis y vaciando sus huevos en el preservativo.
Más o menos así resultó todo Adri mío. Nos bañamos los cuatro en la piscina y me despedí de mis hombres, amantes de esa tarde, no sin decirme que lo habían pasado muy bien, y siendo galantes, que era el mejor puto que se habían cogido.
Resultaban unos caballeros completos…, ¿pero que se podía esperar de ellos?, ¿que hicieran un monumento a su puta?
Eduardo sí que me dio las gracias cuando quedamos solos.
-Los has dejado satisfechos, tengo que reconocer que eres impresionante haciendo gozar a los hombres, no sé que regalarte, pídeme lo que quieras. En ese momento íbamos para la cocina a cenar y no había tenido tiempo para estudiar.
-Déjame ver a mi padre. Le vi torcer el gesto disgustado aunque ya había reconocido que tendría que ceder.
-Está bien será como tú quieres aunque no me guste. Seguramente tendría que insistir para que no lo olvidara.
Continuaba sin decidir ni pensar en lo que debía hablar con Alberto.
Respuesta:
Mi caramelito es tuyo mi vida…
Cariño mío, me alegra que seas tan comprensiva y que me entiendas como me la estoy pasando, en estos momentos en los que mi vida me da vueltas y que sin fin me da sorpresas.
Últimamente no he tenido nada para quitarme el estrés más que leer tus experiencia del día a día, me alegra que de nuevo seas tú el que decide, bueno al menos por un momento, ya que me he dado cuenta de que Eduardo te ha ofrecido en cierta manera a otros hombres que no han quedado decepcionados, jajaja.
Pero mi Oriol, quiero que te cuides aun más y seas muy cuidadoso como ya lo eres pero esta vez de que no te abusen, y que te respeten, ya sabes que te quiero y te amo, eres mi nenita con caramelito.
He leído nuestras notas del pasado, y vaya que hemos evolucionado y crecido en nuestras vidas, cada vez más el uno y el otro nos hemos hecho más profundos y al fin contarnos nuestros secretos.
Me encanta que quieras ver de nuevo a tu papi, que lo deseas tanto a tu lado para verlo una vez más. Yo se que aunque digan lo que quieran es tu papa y yo te apoyo, yo ahora me siento igual con el mío, está un poco enfermo y tengo que verlo seguido para cuidarlo y estar con él. Aunque él me incita a que cuide de la empresa, que proteja lo que trabajó, yo quiero estar con él. Mi vida tu cuida de los tuyos porque algún día no podrás.
¡Wooowww!, ese cachorrito Dulce le encanta lamer y lamer, jajaja, tal vez sea cierto que en todo se parece a su dueño, jejeje. Mi vida tu complaces a tu macho que es Eduardo, de hecho a Alberto deberías solo hablarle, no encontrarte con él, solo resolver las diferencias para no llegar a mas si tú no quieres, ya sabes tú que problemas o conflictos traerá a tu vida.
Rubén parece de lo mejor que has tenido, solo que es mejor como dices, todo lo de casa es más seguro.
¿Recuerdas que una vez mencionaste que tal vez uno de mis amigos fuera puto y que no lo veía?, pues es cierto, hace poco lo descubrí cuando se paso un poco de copas y empezó a sentirse libre, jajaja. Tuve que llevarlo a su casa, pero en el camino me lo confirmó, dijo que le gusta que le den duro y sin parar, que me desea.
Que porque le parezco un macho de gran verga, no me ha visto desnudo pero yo creo que imagina lo que le ha contado mi ex, porque es amigo también de ella, pero espero que él en sus cinco sentidos tal vez se acepte como es y tal vez hagamos algo, jajaja.
Mi amor, me fascinas y me haces que me sienta culpable por lo que estas pasando, se que te prometo las mil y una estrellas, sabes que lo cumpliré, tal vez no hoy ni mañana pero te amare por siempre, y ya pronto estaré libre para ti.
Sé que no te he dicho como podremos fugarnos pero ya idearé un plan, y tal vez funcione, jejeje.
¡Te amo mi amor!, besos y muchos abrazos mi vida. Te deseo, ojalá te pudiera meter un dedito en tu anito para saber que tan caliente estas mi princesa.
Y también te digo que preparo mi anito para ti, ahora mismo tengo el dildo en mi culito para que me lo abra un poco para masturbarme rico, jijiji.
jaime.iriarte92@gmail.com
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