Era la mañana de un miércoles cuando me aburría en mi casa y abrí una app gay. Resulta que vivo cerca de una Universidad y colegios mayores, por lo que a esas horas lo común es encontrar gente joven. Conocí a un chico de 24 años que estaba a punto de acabar Medicina e iniciamos una conversación algo banal, pero poco a poco se fue animando la cosa. Vive a las afueras de Madrid, versátil, cuerpo definido (hace bastante deporte), unos ojos y un pelo marrón muy bonito y un rabo que no bajaría de los 18cm.
Me invitó a ir a su casa el viernes por la mañana, ya que no tenía clase y se iba a quedar solo un rato. Acepté. Me dijo que era versátil, pero que después de ver mi rabo no se pensaba dos veces que quería hacer de pasivo conmigo. Llegué a la parada de metro donde quedamos y vino a buscarme. Durante el camino hablamos de nuestras carreras y el futuro, algo para matar el tiempo hasta llegar a su casa.
Llegamos y me invitó a tomar algo de desayunar, ya que era algo temprano y así también nos conocíamos un poco. Cuando terminamos, se lanzó a comerme la boca en la misma cocina. Besaba muy bien, por lo que me encendí enseguida (y él también). Fuimos andando hasta su habitación sin dejar de besarnos y caímos en la cama (más bien me empujó), y cuando se iba a tirar encima de mi se quitó la camiseta (menudo pecho, uf). Nada más ver eso, me tiré a lamerle el cuello, la oreja, hasta bajar a sus pectorales y pezones, con los que estuve jugando un rato mientras él estaba sentado encima, suspiraba y tiraba de mi pelo al sentir tal placer.
Me quitó la camiseta e hizo lo mismo, con la diferencia de que mientras me sujetaba las manos, dejando inmóvil mi cuerpo. Cuando llegó a mi ombligo, siguió bajando, jugando con mi paquete por encima de mis vaqueros. Aproveché ese momento para quitarme las zapatillas y calcetines, para que fuera más cómodo bajarme después la ropa que me quedaba. No tardó mucho en hacerlo, dejándome en unos boxers a punto de explotar. Él también se los quitó, quedando ambos con la misma ropa, una simple tela que tapaba dos paquetes a punto de reventar.
Le empujé a la cama y empecé a jugar con su paquete, pero no tardé demasiado en bajarle la prenda e iniciar el juego con su glande. Debí de hacerlo bastante bien, porque se tiró hacia atrás y no paraba de suspirar y gemir. Cuando su rabo estaba bien mojado de mi saliva, nos cambiamos las posiciones. Nada más bajarme los boxers se metió toda mi polla en la boca, hasta el final. Pocos tíos lo han conseguido, pero él lo hizo a la primera. Me hizo una de las mejores mamadas que me han dado en la vida.
Después se me quedó mirando, y esos ojos me pedían que le follara. Le puse a cuatro y comencé a jugar con su culo, primero con mi lengua, que debió de gustarle también mucho, porque dilataba que daba gusto, y luego lo intercalé con dedos hasta conseguir meter tres sin problema. Me dio un condón y nos echamos algo de lubricante. Empecé a metérselo en esa postura pero comenzó a dolerle, así que me pidió ser él quien llevara el ritmo, así que le propuse que se sentara encima.
Me tumbé y él se puso encima y dejó caer el peso de su cuerpo sobre mi. Al principio entró un poco, lo mismo que cuando se lo hice yo. Inició un breve movimiento de sube y baja que le puso súper cachondo, la mirada, los gemidos y los gestos lo delataban, hasta que sin esperármelo se metió lo que quedaba de golpe y comenzó a cabalgarme como si llevara dentro 10 minutos. El tío le daba bastante caña, la cama rechinaba y el sonido se mezclaba con sus gemidos y mis suspiros. Cuando ya tenía su culo bien acostumbrado, cogí de su cintura y le tumbé, sin sacárselo, acabando él boca arriba en la cama y yo encima de él. Con la sonrisa me estaba dando permiso a destrozarle el culo. Y tanto que lo hice. Sus gemidos no cesaron ni un segundo, hasta que después de llevar un rato en esa postura ambos íbamos a terminar. Primero se corrió él, sobre su pecho, aunque de la postura alguna gota me salpicó a la cara (y a la suya). Se incorporó levemente para lamerme la cara y limpiarme. Eso me puso muy cachondo, así que hice lo mismo y nos besamos. Durante ese beso terminé yo, dentro de su culo.
Ambos acabamos agotados, así que nos quedamos tirados en la cama un rato hasta que conseguimos reunir las fuerzas suficientes para ir a la ducha. En la ducha volvimos a besarnos, tocarnos, calentarnos para que a la próxima vez sepamos lo que nos espera.