Empecé jugando y terminé de puto VI
El automóvil arrancó, al principio moviéndose con lentitud, me arrodillé en el asiento trasero para ver a través del cristal como me despedían, algunos chicos acompañaron el rodar del automóvil unos metros, entre ellos mis amigos más queridos, Gaby, Emilio, Jacinto, Leo, con los que había hecho mis primeras travesuras y tenido mis tempranas experiencias sexuales en nuestros juegos de niños; fueron quedándose atrás hasta que se detuvieron agitando las manos en el aire.
Alfredo con un brazo posado en los hombros de mamá y Lu…, Lu lloraba con la cara vuelta, aquel Lu que tanto me animaba a buscar a mi padre, y a que me fuera con él, ahora lloraba mi marcha.
Volví a sentarme cuando sus siluetas se difuminaban en la distancia, las lágrimas acudieron a mis ojos resbalando por mis mejillas y el hombre que era mi padre me entregó un pañuelo para enjugarlas.
Lo siento, lo siento pero no pude contenerme.
Elevé los ojos llorosos para mirarle y me sonrió comprensivo, me sujetó de los hombros abrazándome en su pecho y allí lloré sin complejos, a pesar de desearlo a menudo había aguantado sin hacerlo hasta aquel momento.
No importa, llora lo que necesites para desahogarte, eso es bueno. Su voz varonil, cálida y sosegada transmitían tranquilidad.
Llegó el momento que me calmé y sin desearlo me separé de él para mirarle.
Gracias señor, es usted muy comprensivo.
Jajaja!, dejó escapar una carcajada. Nunca más me digas señor, soy tu padre. Le miré sonriéndole avergonzado y me animé a preguntarle.
Cómo debo llamarle?
Como tu prefieras hijo, llámame César, o papá si gustas y te parece bien, quiero que me tengas confianza y no me trates tan protocolario. Esa palabra sonaba muy bien en mis oídos “papá”, lo que hubiera deseado poder decir desde pequeño.
Me gusta papá, si no te molesta.
Me gusta esa palabra, suena muy bonita en tu boca. Con un movimiento rápido me sujeto de los hombros y me acercó a él para besarme la frente.
Me escribía tu mamá que eres un niño muy responsable y valiente y te digo de verdad que me siento muy contento y orgulloso de tenerte conmigo, a partir de este momento vamos a recuperar el tiempo perdido, vas a tenerme a tu lado en todo momento para lo que necesites.
No te cansarás de mi y me devolverás al pueblo? Debió percibir cierta congoja en mi tono.
Nunca mi amor, ahora tu eres mi prioridad, desde que supe que existías te quise con toda mi alma, tendrás que disculparme por muchas cosas que haga, aún no tengo costumbre de ser padre y a veces puede que me equivoque, pero si lo hago mal tu me corriges, vale? Tenemos que conocernos y saber como somos.
Su brazo lo tenía pasado por mis hombros y a veces me apretaba contra él para reafirmar sus palabras.
El viaje va a ser largo y pararemos a comer en el camino, creo que sería divertido hacer un juego para pasar el rato si te parece. Al escuchar la palabra “juego” se me alegró la cara.
Cuál juego quieres que hagamos?
Podemos empezar contándonos nuestras vidas, así aprovechamos para saber de nosotros, uno empieza contando su vida y cuando se cansa el otro sigue con la suya, como principio nos haremos preguntas si te parece bien?
Bueno se ve muy útil, quiero conocer todo de ti… papá.
También yo de ti hijito, me he perdido tus mejores años y no volverá a repetirse.
Comienzo yo? Le agarré una de sus manos, me di cuenta entonces de lo fuertes que eran y nervudas, pequeños pelitos le salían en las falanges y las uñas las tenía recortadas y pulidas.
Vale comienza…
Estás casado? Jajaja, le risa le salía con facilidad.
No, aún no estoy casado. Ahora me toca a mi:
Y tu, has dejado alguna novia en el pueblo? la pregunta me sorprendió y espero que no se haya dado cuenta de lo rojo que me ha puesto.
No, no tengo novia. Fue la respuesta.
Entonces escuché la suave risa del señor que nos llevaba seguido de la de mi padre, a la vez que le decía a papá.
Padre e hijo solteros, jajaja, deberé buscaros novia…
Sentí como enrojecía y pude ver la buena honda que había entre los dos hombres. Luego volvió a quedarse callado.
Así continuamos por un tiempo, sin darnos cuenta íbamos sabiendo algunos cosas de nosotros, era muy fácil hablar con él de esa manera jugando.
Así supe que era arquitecto, que tenía dos hermanos varones, una hermana y varios sobrinos, él era segundo, que el pequeño terminaba de cumplir 18 y empezaría la universidad este curso. Resultaba muy divertido y a veces me contagiaba sus risas. Cada minuto que pasaba a su lado me sentía mejor, él era muy dulce y cariñoso, me di cuenta de que si yo tenía necesidad de un padre el la tenía de un hijo, al menos así lo interpretaba yo.
Dejamos un momento de hablar para preguntar al señor que conducía, cuanto tiempo faltaba para llegar donde nos pararíamos a comer. Entonces me di cuenta de que sentía hambre, tan bien lo estaba pasando que ni cuenta me daba.
No tardamos mucho en llegar a un pueblo que no me pareció muy grande, llegamos a una plaza cuadrada y empedrada, tenía soportales cubiertos con arcadas de piedra y ladrillo. Debían conocer el lugar ya que directos nos dirigimos a un restaurant, los tres estábamos algo cansados, yo además me sentía nervioso.
Cuando nos sentamos en la mesa papá me presentó al otro señor.
Mira Sebastián él se llama Miguel, oficialmente es mi chofer y me cuida como un guardaespaldas, pero también es un amigo, se ocupará de ti cuando yo no pueda, tienes que tenerle confianza como a mi, ya le irás conociendo y verás que es buen muchacho. Ambos se echaron a reír y Miguel me alargó la mano como saludo.
Hola Sebastián, tu padre no deja de hablar de ti, deseo que seamos buenos amigos y cuando me necesites no dudes en decirlo. Nos estrechamos las manos, me agradó lo fuerte que cogió la mía. Eran de las primeras palabras que le escuchaba decir, durante el camino había hablado muy poco, salvo cuando papá le preguntó si tardaríamos en llegar, tenía una voz grave y seca que sonaba muy bien, el pelo moreno lo llevaba muy corto, casi rapado, visto de cerca se veía más joven de lo que le calculé y además era muy guapo, casi tanto como mi padre, aunque eran de la misma estatura Miguel era más ancho y se le notaba musculoso.
La comida estuvo rica, fue poco el tiempo que pasamos allí ya que aún quedaba mucho camino que recorrer, comenzaron a hablar entre ellos casi todo de trabajo, se les notaba que se entendían muy bien.
La pesadez de la comida, añadido a lo poco que había logrado dormir la pasada noche, hizo que dormitara y al poco tiempo me dormí. Desperté tumbado en el asiento, las piernas de mi padre me hacían de almohada, se había quitado la chaqueta y me la había tirado por encima. Abrí la boca estirándome, el sol caía sobre la montaña y levanté la vista para encontrar sus ojos observándome.
Me he dormido? Pregunté aún somnoliento.
Como un angelito bebé, has estado fuera de este mundo por más de tres horas, pronto llegaremos a casa.
Me alegro, tengo ganas de hacer pipí. Me rebullí siguiendo tumbado, me sentía muy bien como estaba, y además en esa postura podía contemplarle a mis anchas mientras comenzaba a platicar con Miguel.
Hablaban de que en dos días no lo necesitaría y que podía cogerse tiempo libre para descansar y ver a su familia.
No querías visitar a tu familia? aprovecha estos dos días y descansa. Le dijo papá.
Seguro que no me vas a necesitar? Tengo pendiente la visita a dos obras y si tu no vas a estar…
Tranquilo Miguel, el mundo no va a pararse porque faltemos dos días al trabajo. Además quiero que visites a tus padres y te quedes tranquilo. Ya no hablaron más.
Y por fin parecía que llegábamos a nuestro destino. En una cabina estaban dos hombres de uniforme y armados que saludaron a Miguel como militares, el automóvil no se detuvo hasta llegar a un edificio al que no se le podía ver muy bien ya que había oscurecido.
El coche se detuvo ante una puerta de marco metálico y vidrios de color caramelo de donde salía una luz cálida y difuminada. Se abrió y apareció un señor mayor, menudito y de rasgos asiáticos, vestido con pantalón a rayas, camisa blanca y chaleco de la misma tela que el pantalón.
Buenas noches señor, bien venido a casa.
Buenas noches Angelo, todo bien?
Todo normal señor. Se adelantó para coger mi maleta que traía Miguel y se apartó para dejarnos pasar.
Recogeré algunas cosas para estos dos días. Dijo Miguel y se adelantó.
Pasamos por un recibidor a un salón distribuidor que estaba iluminado indirectamente con luces en el techo, una escalera partía del lateral derecho a la terraza del piso superior y allí se dirigía Miguel, papá se detuvo.
Angelo, él es mi hijo Sebastián. El señor solo hizo una reverencia y dijo:
Bienvenido a casa señor “maliit” Papá soltó una carcajada.
Puedes llamarlo Sebastian, no es necesario que seas tan formal Angelo.
No se moleste señor, prefiero señor maliit para él. Volvió la risa.
Como tu quieras Angelo no voy a discutir contigo, siempre sales vencedor jajaja. Está lista su habitación?
Sí señor, ya terminaron esta mañana, todo está como ordenó.
Pues vamos para arriba, ah!, luego puedes preparar algo ligero para que cenemos Sebastián y yo.
Angelo inició el camino con mi maleta y detrás íbamos papá y yo cogido de su mano. De la terraza partían dos pasillos a izquierda y derecha, del de la izquierda venía de vuelta Miguel con una pequeña bolsa en la mano.
Angelo enfiló por el pasillo de la derecha y le seguí, papá se quedó hablando con Miguel y llegamos a una puerta abierta. Antes de entrar giré la cabeza para ver si venía papá y me extrañó lo que vi, los dos estaban muy próximos, rozándose, y papá tenía una mano en la cadera de Miguel, casi encima de su nalga, pero no le di más importancia y penetré en el cuarto.
Si ya me sentía asombrado de ver el lujo y la elegancia de todo lo que descubría en aquella casa, abrí los ojos como platos al pasar a lo que sería mi habitación. Me quedé atónito de pie y sentí una mano empujándome del hombro.
Vamos entra, jajaja, no hay fantasmas escondidos. Papá había llegado y me impelía a reaccionar. Esta será tu habitación personal, si hay algo que te disguste solo tienes que decirlo para que se cambie.
No podía dar crédito a lo que mis ojos veían, era una habitación grandísima de dos ambientes divididos justo en la puerta de entrada, a la derecha una cama no gigante pero si enorme, con mosquiteros de seda pendidos desde una corona colgando del techo en el centro de la cama, una mesita a cada lado con lámparas que proyectaban la luz hacia el techo, un puff de piel blanca corría por todo el pie de la cama; en la pared de la derecha una puerta abierta e iluminada donde se veían elementos de baño; la pared frontal con tres grandes ventanales estilo francés de techo a suelo, adornadas de cortinas azules que colgaban posándose blandamente en el suelo. En la otra parte dos sillones y una mesa baja, con una lámpara de pie que arranca del rincón y se prolongaba hasta terminar en un globo de cristal blanco en el centro de la mesa; para finalizar con una mesa escritorio no muy grande con su sillón de ruedas, otra lámpara de pie a un costado proyectaba un círculo luz en el tablero de la mesa.
Me llamó la atención un cuadro detrás de la mesa escritorio, hecho de cristal biselado en diamante con un árbol realizado de piezas de cerámica verdes y rojas.
Rápidamente me desplacé hasta la puerta del baño, quedé deslumbrado de lo lujoso que era todo. Papá llegó a mi lado y me cogió del hombro.
Algo que te disguste?
Es…, es demasiado papá. Me cogió abrazado bajo mis sobacos y me alzó del suelo mirándome profundamente a los ojos.
Para mi hijo todo es poco. Dijo sonriente, y al bajar para dejarme de vuelta en el suelo besó mi nariz.
Volvimos a la realidad cuando escuchamos la tos de Angelo. Estaba mirando como abrir mi maleta.
Déjalo Angelo, nosotros nos encargamos de colocar su ropa. El hombre hizo una reverencia y salió silencioso.
Cuando desapareció me dirigí a mi papá.
Me puedes decir que es “señor maliit”, como me llamó Angelo?
Su risa estruendosa volvió a atronar el aire. Jajajajajaja.
Maliit es pequeño en filipino, te llamará pequeño señor. Y no te preocupes hijo, a Angelo hay que dejarle que disponga lo que quiera, él manda en la casa y se ocupa de todo.
El estreno de mi baño fue el con mejor meo de mi vida, ni entendía como pude aguantar tanto. Después me lavé las manos inspeccionándolo todo mientras papá, siempre a mi lado, me iba indicando para lo que servían los objetos que allí había. También él orinó discretamente tapándose con la mano la polla.
Cuando abrí la maleta y comencé a sacar mi ropa para colocarla en los armarios, papá cogió un calzoncillo mío y mirándolo dijo que al día siguiente iríamos a comprar lo imprescindible, que en unos días su hermana habría vuelto de vacaciones y que se encargaría de comprarme la ropa que iba a necesitar.
Como le había pedido a Angelo la cena fue ligera y a base de verduras principalmente, pero todo estaba muy rico.
Para terminar me dio una vuelta por la casa, la verdad era que me sentía aturdido con tantas cosas que para mi muchas eran una novedad.
Vale por hoy Sebastián, te veo cansado y mañana quiero que hagamos muchas cosas, vamos a dormir y descansar, si quieres puedes darte un baño ante de ir a la cama.
Le vi que se quedaba quieto, esperando que me desvistiera y aunque sentía alguna vergüenza comencé a quitarme los zapatos y todo lo demás hasta quedar en calzoncillos. Veía a papá mirarme de vez en cuando y me ponía nervioso.
Tienes un buen cuerpo hijo, de niño aún sin desarrollar pero muy lindo… Sentí que los colores me subían a la cara y a la vez me alegraba que mi papá me viera lindo.
Sin más salté a la cama de un brinco y quedé tumbado mirando la corona que sujetaba las cortinas del mosquitero lanzando un fuerte suspiro. Papá se acercó y mirándome intensamente dijo:
Bienvenido a mi vida amor. Se inclinó y me dio un beso en una mejilla, yo lo rodeé el cuello con mis brazos y le di un beso en los labios.
Salió de la habitación lentamente, en la puerta apagó la luz del techo y quedé en la penumbra de la única luz que entraba por las ventanas abiertas.
Quedé como en estado de shock, tendido cuan largo era con los brazos muertos a los costados. Habían sido muchas emociones experimentadas en pocas horas, un montón de cosas nuevas que no acababa de asumir en mi cabeza. A la vez que no podía levantar las manos sentía un estado de euforia difícil de controlar.
Pasé un rato largo pensando, dando vueltas a todo lo que me estaba sucediendo, de repente tenía un papá que a mi me encantaba y me parecía el papá más apuesto y guapo del mundo, vivía en una casa que no podía imaginar soñando. El tiempo iba pasando y, quizá por lo que había dormido en el viaje o por los nervios, no podía conciliar el sueño.
Me levanté en la oscuridad y fui hasta los ventanales, asomé la cabeza con miedo, solo pude ver la oscuridad del jardín con algo de luz de unas lámparas a nivel muy bajo.
Comencé a fisgonear por la habitación, también el baño hasta que decidí salir al pasillo, estaba todo en silencio, diminutas lucecitas iluminaban el corredor, llegué a la terraza que daba al salón y seguí hasta el pasillo de la izquierda iluminado igualmente por las pequeñas luces.
Seguí avanzando y noté que el corazón me retumbaba en el pecho, llegué a una puerta entornada, miré pero no conseguía ver nada, empujé un poco la puerta que dejó escapar un débil chirrido dejándome congelado, y de repente.
Eres tu Sebastian? A la vez el cuarto se iluminaba.
Pasa hijo. No podía hacer otra cosa que obedecer o echar a correr de vuelta a mi habitación, después de unos segundos de duda abrí la puerta. La habitación de papá era más grande que la mía, en el centro había una inmensa cama a la que se podía acceder desde todos los laterales, también tenía mosquitero pero diferente al mío, papá permanecía tumbado, apoyado sobre un codo y mirándome.
Qué le pasa a mi Maliit?, ven hijo acércate. A todo esto estaba sonriente y me tranquilicé, una tenue sábana le cubría hasta las caderas, tenía el torso moreno y sobre él se notaba una alfombra de vello pero que tenía recortado, papá estaba delgado pero se le veía muy fuerte, con pectorales generosos y abundantes, el abdomen marcado, los hombros anchos y redondos.
No podía apartar mis ojos de él, destacaba lo moreno de su piel en la inmaculada blancura de las sábanas.
Venga, ven no te quedes ahí parado. Me acerqué hasta rozar la cama con mis piernas.
No puedo dormir papá, disculpa que haya salido de la habitación.
Jajaja, eso te pasa por los nervios, son muchas novedades para un solo día, pero no te preocupes. Anda ven, túmbate conmigo y hablamos. Se quitó la sábana que le cubría hasta las caderas quedando desnudo, bueno desnudo no, traía puesto un pantaloncito de delgada tela atado con un cordón del mismo tejido dejando ver sus poderosas piernas deliciosamente torneadas y morenas, cubiertas de una ligera capa de vellos castaños al igual que los brazos.
Sin dudarlo un segundo me tendí a su lado y estiró la sábana sobre los dos envolviéndonos.
A ver, qué le pasa a mi hombrecito que no puede conciliar el sueño? Su mirada me envolvía cariñosa.
Tu casa es muy bonita, tu eres rico?
Jajaja, rico no hijo, tengo un buen trabajo y vivimos bien solamente, pero ricos si lo son tus abuelos jajaja, eso te preocupa? Pronto los conocerás, a ellos y a la familia.
No papá, solo que nunca había visto algo parecido y me ha dejado maravillado, de verdad no me esperaba esto.
Yo siento haberte privado de ello Maliit.
Tu no tienes ninguna culpa papá, jejeje, oye ahora me vas a llamar así, Maliit?
Si tu no quieres no, pero Angelo ha tenido un gran acierto, me gusta llamarte así.
A mi también me gusta papá, tu puedes llamarme como quieras. Me revolví acercado mi cuerpo al suyo y me giré para contemplarle, él seguía mirando a las cortinas del mosquitero, puso una mano en su pecho y le acaricié.
Te quiero mucho papá, me alegro haberte conocido al fin.
Papá se giró para quedar de frente a mi y nuestros ojos se encontraron. Continuamos hablando, papá se había animado y parecía haber perdido el sueño.
Papá puedo dormir contigo? No se porque lo pregunté, pero le vi indeciso.
Bueno ya eres mayorcito y puedes dormir solo, no crees?
En el pueblo muchas veces dormía con Lu, a él no le molestaba.
Quieres mucho a tu hermano verdad? No le respondí pero él lo adivinó por mi silencio.
A mi tampoco me molestas sabes, pero creo que no debemos dormir en la misma cama. Me puso su dedo índice en la nariz sonriendo.
Bien, por esta noche puedes hacerlo, podemos dormir juntos, falta que te acostumbres y luego no te importará estar en tu habitación. Suspiré aliviado, pensaba que me iba a mandar salir.
Papá puedo hacerte una pregunta?
Jajaja, claro hijo, estamos en confianza. La verdad que no sabía como decirle lo que deseaba saber.
Miguel…, Miguel…
Jajaja, vaya que si eres listo, ya te has dado cuenta eh?
Sí papá, que tienes con Miguel, si no deseas decírmelo lo entiendo.
No hijo, no, me alegro que te hayas dado cuenta no hay nada que ocultar, bueno Miguel podemos decir que es mi pareja…, además de mi chofer y otras cosas.
Entonces papá, tu…, tu eres…, tu eres maricón.
Jajaja, hijo di gay, al menos suena mejor. Y que te parece lo que terminas de descubrir?
Yo te quiero igual papá, o más, así somos los dos iguales, también creo que yo lo soy…
Jajaja, no puedes saberlo Maliit, al menos no puedes estar seguro, mira que yo embaracé a tu madre con 17 y entonces me sentía bien macho.
Pero a mi me gustan mucho los chicos papá, siempre me han gustado y las chicas no.
Bueno, veremos como te vas desarrollando, pero no importa lo que sientas, también yo te quiero como seas, además que eres muy joven para saberlo seguro, antes tienes que probar jajaja.
Papá, yo ya he…, bueno, he estado con chicos.
Pero si eres un bebé aún hijo, alguien te ha forzado a hacerlo?
No papá, nadie me ha obligado, siempre ha sido voluntario, o eso creo. Papá permanecía en silencio mirándome, hasta que se acercó y me dio un dulce y breve beso en los labios.
Se puede saber con quien lo has hecho, ha sido con hombres mayores?
Me disgustaba mentirle a papá, pero tampoco deseaba comprometer a Rogelio que era el único grande que me había cogido, y que además yo también había querido hacerlo aunque me rompiera la cola cuando me lo hizo.
Solo con amigos y algún chico algo más grande.
Con tu hermano Lucio también? Le asentí con la cabeza.
Estas enamorado de tu hermano acaso?
No papá, le quiero mucho pero no se lo que es enamorar, solo lo hago porque me gusta.
Bueno, vale, lo dejaremos para hablarlo más adelante. Ahora ya sabes lo de Miguel, cuando vuelva él dormirá conmigo, entiendes?
Me gusta Miguel papá, es un hombre muy guapo y apuesto.
Jajaja, también te gusta Miguel, quieres quitarme el novio?
Me gusta Miguel para ti, hacéis muy buena pareja.
Ven aquí travieso! Me enroscó en sus brazos y me hacía cosquillas, así estuvimos hasta que no tuve fuerzas para luchar y me quedé quieto sofocado.
Así como quedamos, él abrazado a mi espalda, sentía como me picaban los vellos recortados de su pecho, no supe en que momento apagó la luz ya que me quedé dormido.
*
Del día siguiente es difícil recordar con detalle los numerosos sucesos que iban pasando ya que no paramos en todo el día.
En el desayuno me di cuenta de que Angelo, el criado asiático, resultaba ser como un fantasma en la casa, podías encontrarlo en cualquier lugar sin notarlo, siempre atento a lo que papá necesitaba.
Me enseñó los alrededores de la vivienda, vivía en una mancomunidad cerrada y vigilada por estrictos guardias de seguridad, las calles se sucedían siendo muy iguales, las casas y jardines lucían bien cuidados, no circulaba mucha gente, y menos coches, algunos le saludaban, hasta que llegamos a lo que era el centro social y deportivo.
Se componía de varios edificios con las distintas instalaciones sociales y deportivas de que disponían, pasamos por un mostrador donde papá reservó una mesa para comer antes de continuar mostrándome las instalaciones, creo que había de todo, desde piscina climatizada, pistas para practica de todos los deportes, campo de fútbol, era imposible verlo todo en detalle y era inmenso, al menos para mi que era la primera vez que lo visitaba.
A la hora de la comida se encontró con conocidos suyos a los que me presentaba, parecían estar todos de vacaciones, y en realidad así era ya que estaban volviendo de ellas y finalizándolas. Me presentaba como su hijo y eso me gustaba aunque todos pusieran cara de asombro.
Entre los que me presentó había una señora muy guapa acompañada de su hijo, más o menos él era de mi edad, el chaval era atractivo y parecía simpático y extrovertido, su madre y César hablaban entre ellos, el muchacho me preguntó sobre en que colegio estudiaba, tuve que explicarle algo que me inventé sobre la marcha, y le dije que era nuevo en la ciudad y aún no sabía donde me mandarían. Vivían cerca de nosotros y se ofreció para enseñarme como funcionaba aquello, que se llamaba Jorge y su mamá Susana.
Como no tenían mesa reservada César les ofreció comer con nosotros y la señora aceptó encantada.
Jorge se colocó a mi derecha y yo tenía a papá enfrente, conversaban sobre mi y presté atención, era un poco difícil seguir la conversación con Jorge a mi lado ya que no dejaba de parlotear y no podía escucharles como quería.
Hablaban sobre que estábamos esperando a que la hermana de papá llegara, para hacerme una evaluación en el colegio que ella dirigía y así ver en que clase me ponían. Jorge entre cuchicheos me decía que él iba a ese colegio, y conocía a mis primos Augusto y Pablo que iban a su misma clase.
Terminamos de comer y mientras los mayores tomaban el café Jorge me dijo que le acompañara, salimos para quedarnos en un salón cercano, había disponibles juegos y nos sentamos a ver televisión.
Ya te has apuntado a algún club? Preguntó Jorge.
Aún no hemos decidido que actividades voy a coger, aunque puede ser el fut o basquet, pero no se.
Mejor que cojas el fútbol y natación, son a los que yo voy y hay gente que seguro te va a gustar.
Me fue contado como funcionaba aquello y los grupos que se formaban, de repente pasó a temas más personales.
Tienes que buscarte novia…, o novio como tu padre, a mi madre le gusta mucho el tuyo pero ya sabes que no pueden hacer nada, a ti también te gustan los chicos?
Jorge era insuperable, pasaba de un tema a otro y todo le resbalaba, no dejaba responder cuando ya estaba en otra historia. Así que sin venir a cuento me habló de mi primo Pablo y que le había tenido de amigo una temporada.
Al parecer iba a tener un informante de primera si es que me mandaban a aquel colegio.
Ya era tarde cuando nos despedimos, también esa noche papá me dejó dormir con él, pero advirtiéndome que al día siguiente vendría Miguel y ya no podría ser.
Le causó gracia cuando lo conté lo que me habló Jorge sobre su madre, pero que él ya sabía que no iba a resultar.
A pesar de todo dormí arropado en sus brazos.
A la mañana siguiente fuimos al centro de la ciudad, papá impaciente llamó a su hermana para que le dijera las tiendas donde ella compraba la ropa de sus hijos, sin esperarla como me dijo al principio, como Miguel se había llevado el coche donde hicimos el viaje tuvo que coger otro más pequeño de la cochera.
Visitamos varias tiendas hasta que prácticamente llenamos el maletero del coche con bolsas de ropas y calzados para mi, otras cosas que no tenían las dejó encargadas.
Creo que sufría estrés con tanto trajín que llevábamos y cuando ya no podíamos más llegó el tiempo de la comida, papá llamó a Angelo para decirle que comeríamos fuera.
Aún tuvimos que pasar a recoger algunos encargos antes de volver a casa. Los dos estábamos cansados. Al llegar vimos el otro coche a la puerta, el que Miguel se había llevado.
Papá hizo sonar la bocina del coche y al entrar en la casa salía Miguel sonriendo, papá le cogió por la cintura, le soltó un maravilloso beso en la boca, y rozó su cuerpo acariciándolo con las manos.
Cuando se separaron Miguel ruborizado me miraba.
Pero César, tu hijo…
No te preocupes hemos hablado y lo sabe todo, vamos a recoger los paquetes entre todos.
Cuando Miguel pasó por mi lado, aún azorado, me hizo una caricia en el pelo.
Vamos Sebastián, hagamos caso a tu padre.
Subimos los paquetes a mi habitación y cuando estuvieron todos papá sujetó a Miguel de la cintura y mirándole lujurioso dijo:
Dejemos que Sebastian vaya abriendo los paquetes mientras nosotros hablamos.
Salieron pero pude ver como papá llevaba a Miguel enlazado y comiéndole la boca.
Supuestamente yo no tenía que sospechar lo que pretendían, pero era obvio que papá y Miguel se habían echado de menos estos dos días y ahora iban a recuperarlos.
No sabría decir que me animó a salir tras ellos a unos metros de distancia, iban tan distraídos besándose, agarrándose las nalgas uno al otro que ni cuenta se dieron de mi presencia, y cuando llegaron a su cuarto entraron dejando la puerta sin cerrar del todo.
Volvieron a besarse como desesperados, sus lenguas jugaban entre ellas, la saliva pasaba de una a boca a la otra, y sin dejar de besarse poco a poco se iban desnudando hasta quedar completamente desnudos.
Yo veía admirado sus cuerpos maravillosos, macizos, con sus pollas erectas chocando entre ellas, eran dos hermosas vergas, prácticamente del mismo tamaño, quizá la de Miguel más gruesa pero ambas gordas y jugosas.
Los dos rivalizaban a ver quien daba más besos al otro, papá empezó a lamerle el cuello para bajar hasta los pezones duros y erguidos de Miguel que suspiraba muy quedo, continuó con su estómago dándole dulces chupones y metiendo la lengua en su ombligo, su amante jadeaba desesperado.
Lo tiró sobre la alfombra para lamerle los pies y luego subir rápido por sus piernas hasta encontrar la verga de Miguel babeante, vi que no la tenía totalmente descapullada y de la punta le salían unas gotas de líquido de macho que recogió con la lengua.
Me di cuenta de que también yo estaba muy excitado, deseando que se dieran cuenta de mi presencia y me invitaran a su fiesta, en mi mente gritaba mis ansias de que los dos me cogieran, pero ellos seguían a lo suyo, papá comiéndole el culo y ahí sentí un ramalazo de celos.
Pero al fin tuve un momento de lucidez y dando media vuelta, sin hacer el menor ruido, me retiré a mi habitación.
Lo que terminaba de ver me tenía muy cachondo, me desnudé con rapidez y me tiré en la cama, solo necesité chuparme los dedos y buscar mi ojete para tenerlos dentro bombeándome el culo.
En mi cabeza solo había imágenes de las duras vergas de los dos sementales, que a pocos metros de mi, se daban placer de machos. Comencé a masturbarme, tenía la cola muy caliente deseando un rabo que me la llenara, los nombres de Lu y de Paco se escapaban de mi boca; que no daría por tenerlos ahora en mi habitación, sentirlos como me hundían sus vergas en mi colita y la boca.
Quería ser follado como un puto, que una verga me partiera el culo, que un macho me hiciera suyo y me calmara las ganas de mi culo. Imaginaba que mis dedos eran la verga de Lu, de mi padre, de Miguel, era lo mismo, cualquiera me vendría bien, ya no me detuve de follarme el culo con mis dedos, ni de hacerme la paja hasta comenzar a tirar trallazos de semen que en sucesivos chorros me llenaron el pecho y llegaron a salpicar hasta mi cara.
jaime.iriarte92@gmail.com
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