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Mi primera vez con Eduardo

Eduardo mi amor, te relato nuestro primer encuentro, como me pediste.

I

Entraste a mi casa esa primera vez.

Como igual que tú estoy feliz de verte, de sentir que seré tuya dentro de poco.

Me dejo abrazar y besar por ti, que buscas mis labios para nuestro primer beso de amor.

Estoy contenta de haberte gustado de persona, y respondo con calor a tus besos y a tus manos que me tocan y buscan mi punto G, mi culito, sabiendo que será tuyo, solo tuyo en adelante.


Me libero de tus brazos y corro a la cocina a prepararte un whisky que sé que te gusta. Lo traigo al sofá donde me esperas, mirando mis cosas de la casa.

Estoy vestida con calza celeste y blusón azul, con lencería debajo. Me pinté un poco los labios, poco porque no sé si te gusta amor.

Me haces brindar por conocernos y me dices que te gusto en persona, que ya conoces mi traserito por las fotos que te he enviado.

Yo bajo los ojos un poco cohibida pero feliz por tus palabras, sé que me estas seduciendo como todo hombre con una mujer que le gusta.

Me tomas las manos y preguntas si tú me gustas, yo digo que ¡siii!, te veo tan viril y decidido, y que estoy dispuesta a ser tu mujer.


Te sonrío y buscas nuevamente mis labios, me besas la mejilla y una oreja, hasta llegar a mi boca, me tomas de la nuca y me acercas más a tu labios, me besas suave primero y luego fuerte, mordiendo suave mis labios, yo echo mis brazos a tu cuello y respondo a tu largo beso, siento tu lengua que explora mi boca, solo puedo gemir de gusto por la pasión que demuestras en esos besos.

Luego siento tu boca que baja hasta mi cuello y lo besas mucho, me dices que te gusto de nuevo Eduardo, me preguntas si quiero ser tu mujer, aunque ya sabes que sí, pero quieres oírlo decir una vez más:
–Sí Eduardo, quiero ser tu mujer, solo tuya–, te respondo suspirando de felicidad. –Por fin encontré un hombre como tú.


Tú me dices:


–Y yo una mujer como tú, Francy linda.


Nos besamos más y solo gozamos ese momento.

Tú me recuestas sobre el sofá y me besas más y más, desabrochas unos botoncitos de mi blusa y tocas mis tetitas. Son chiquitas amor, pero algo hay para tus manos y boca.

Yo te abrazo fuerte y solo puedo gemir del placer que me das. Tus manos recorren mi cuerpo y tomas mis nalgas sobre la calza, las acaricias y aprietas, sabes que ya son tuyas, para tu placer, ya las conoces amor mío, al menos en fotos. Ahora están en tus manos, para tu deleite de macho.

Siento tu paquete viril que se pone duro, eso me halaga, me pone feliz saber que te he excitado y que satifasceré en poco rato tus deseos de hombre.

¡Estoy dichosa Eduardo mío…! Lo nuestro está resultando.

II
Me tienes recostada en el sofá besándome y acariciándome. Yo me dejo hacer, sé mi rol de mujer, solo te abrazo y respondo a tus besos.

En un momento siento tus manos que se meten bajo mi calza y calzones y tocan mis nalgas. Las aprietas y acaricias, las abres, buscas mi punto G, mi agujerito con tus dedos.

¡Yo me siento morir amor, sentir tus manos viriles allí…! Tratas de introducir tu dedo anular dentro y lo logras, yo doy un gritito –Mi amor…¿qué haces, quieres ya? –, te digo.


–Sí Francy, quiero hacerte mía ya–, me respondes.


–Eduardo, aquí no, llévame a mi cama, estaremos cómodos allí.


–Bueno Fran, como quieras–, me respondes. –Pero antes quiero que toques esto–, me dices y me llevas mi manito a tu paquete.


–Ohhh– exclamo, –¡amor mío, yo te provoco esto!.


Aprieto tu pene sobre el pantalón y pienso que pronto será mío, lo tendré dentro de mí, en ese momento seré tuya de verdad mi amor.

Me levantas del sofá, me tomas la mano y me llevas hasta mi dormitorio. Ya lo conoces, has examinado la casa. Yo te sigo obediente, como debe ser una mujercita.

Entramos y yo te pido luz baja amor, dices que está bien y pongo un velo sobre la lámpara de velador. La habitación queda con una luz amarilla por el velo.

Al agacharme a poner el velo, siento que te acercas y oprimes tu paquete sobre mi traserito, me sonrío para mí y me quedo un momento quieta, sintiéndote por detrás. Tú te frotas contra mis nalgas, yo solo atino a murmurar mmmmm,
–¿Te gusta amor–, me preguntas.


– ¡Síii..!


Luego me das vuelta y me vuelves a besar, y comienzas a bajarme la calza, te agachas y me la sacas, yo de pie aún. Quedo en calzones y blusa.

Tú te sacas la camisa y puedo tocar tu pecho de hombre, lo beso con cariño, ¡el pecho de mi hombre! Me ordenas que te desabroche el cinturón y baje tus pantalones, ya te has descalzado y estás en calcetines amor, yo igual, descalza.

Bajo tus pantalones y veo tus piernas de macho, tu slip inflado por tu pene duro. No puedo resistir amor mío, pero me pongo de rodillas y acerco mi mejilla a tu pene, sobre el slip.

Siento tu olor de macho, muerdo suave tu pene sobre la tela. Me preguntas de nuevo si me gusta, “Lo adoraré amor mío” te respondo. “Bésalo” me pides. Bajo tu slip y lo veo, tu pene, tus vellos, tus bolas de macho. Qué hermosura, pienso.

Acerco mis labios y le doy el primer beso, lo muerdo suavecito, te miro hacia arriba y no puedo más amor: lo meto en mi boca.

Qué placer tenerlo entre mis labios, duro gracias a mí. Lo chupo suave, siempre mirándote a los ojos, hacia arriba. Tú gimes un poco y eso me hace feliz.

Siento que ya está húmedo, tibio. Tomas mi cabeza y lo metes más, hasta mi garganta casi.

No sé si quieres acabar así; pero no, luego me levantas y me besas. Me sacas la blusa y me acuestas sobre la cama. Subes arriba mío y me besas el cuello, las tetitas, los hombros.

Yo estoy encendida por ti amor. Luego me das vuelta boca abajo y me sacas los calzones. Ohhh ,pienso, llego el momento de ser suya. Francy, debes aguantar si duele, pero será por amor.

III
Estoy boca abajo en la cama, como tú me pusiste, desnuda, a tu merced.

Tengo un poquito de miedo por la primera vez contigo. Espero que seas suave al comienzo, después duro si quieres.

Siento tus manos que aprietan mis nalgas, me das unas nalgadas suaves que me gustan mucho, dices que te gusta mucho mi culito, que será tuyo, “solo tuyo Eduardo”, digo.

Acaricias y de pronto me besas las nalgas. Uyy pienso, ¿me hará el beso negro que me prometió?

Y siento tu boca que busca mi agujerito, lo lave y apliqué una cremita suave, siento tu lengua que lo lame y entra en mi culito….me siento casi desmayar.

Amor mío, nunca me habían hecho eso, gimo como loquita y muevo mi colita de puro placer.
–Amor mío…¡me vuelves loca! –, exclamo.


Nadie nos escucha, así que puedo gritar y gemir. Tú te ríes un poco y sigues lamiendo y chupando mi agujerito. Ya nos tenemos confianza y podemos darnos a esas intimidades de pareja, así como yo mamé tu pene amor mío.


Luego te pones detrás y levantas mi cintura, me pones en cuatro. “Llegó tu hora Francy”, pienso para mis adentros. Mi macho entrará dentro de mí, será el momento en que seré suya de verdad.


Siento tus manos que abren mis nalgas, siento que te quedas mirando mi agujerito que será tuyo, pones tu pene duro en mis nalgas y lo frotas en mi rayita, me das unos golpecitos deliciosos con tu verga, jugando con tu Fran, malulo.


–¿Estás lista amor? –, preguntas: Casi no me sale voz ,y digo bajito: “Siií”. Echas saliva en la entrada y en tu pene, y comienzas penetrar.


–Relájese amor, no se ponga dura, así entrará fácil–, me dices.


Yo lo hago y dejo de apretar mi culito. De improviso siento un dolorcillo, la cabeza de tu pene ha entrado, y comienzas a penetrar.


–Despacio, despacio, te ruego mi amor”, digo.


–Sí Fran, tranquila–, me respondes.


Siento que va entrando poco a poco, te detienes y me dices que está todo dentro. –¡Ohhh..! – grito, –¡mi amor, ahora soy tuya!


Comienzas a sacar un poco y volver a entrar, me duele algo, pero va pasando. Tomas un ritmo más fuerte y sigues dándome durante un buen rato.

Me das palmadas en las nalgas que me ponen más ardiente, y me mueves el culito cogiéndome fuerte con tus manos. “Es como mi vagina” pienso. No puedo aguantar y exclamo: “Te amo, te amo”. Las mujeres somos así amor.


–¿Te gusta, te gusta Fran? – me preguntas varias veces, y yo atino a decir solo “¡Siii! muuucho, sigue amor mío, estoy como loca amor, deseaba tanto un macho como tú…” Sigues un buen rato y de repente siento tus movimientos y sé que vas a acabar, siii, te hago acabar rico, resoplas como un toro. “Le di un orgasmo a mi macho”, pienso dichosa.


Cuando acabas te desplomas sobre mí y me oprime bajo tu peso. Yo boca abajo, mis piernas abiertas y tú todavía dentro de mí, besándome la nuca y los hombros. Me giras la cabeza y me besas fuerte en mis labios.


–No salgas aún amor mío–, te ruego, –quédate quieto dentro de tu Francy un poquito más.
Así nos quedamos un rato, felices ambos. Yo me siento mujer, aunque no lo sea, he satisfecho los deseos de un macho, mi dueño de ahora en adelante. “Te amo” susurro dichosa, como nunca lo había estado.

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