Empecé jugando y terminé de puto VIII
Lo que me había dicho papá me dejó un poco preocupado, cuando llegó Jorge a buscarme para ir a la clase de natación enseguida lo notó.
Algo te sucede, te veo pensativo… Guardé silencio, ya tampoco quería contarle mis preocupaciones, pero ante su insistencia no tuve de otra que decirle lo que me preocupaba.
Mañana nos han invitado a comer en la casa de mis tíos, por eso me encuentro nervioso. Jorge dejó salir su risa a la vez que me pasaba el brazo por el hombro.
No tienes que temer nada, a la directora Inés todo el mundo la aprecia, tu tío a veces también acude al colegio y nos da algunas charlas sobre sexualidad y prevención de enfermedades, tus primos son estupendos, ya te dije que con tu primo Pablo tuve algunos acercamientos jajaja. Vas a estar en buenas manos, o sea que alegra esa cara, a tu prima solo la he visto algunas veces en las fiestas del colegio ya que a ella la llevan a otro.
No se Jorge, no lo tengo tan seguro como tu, mi madre ya me advirtió que podía tener problemas, a ella no la admitieron en la familia de mi padre.
A ver Sebastián, yo te hablo de lo que conozco, al resto de tu familia nunca la he visto…
De alguna manera lo que me dijo Jorge me dejó más tranquilo, sabía que en la ciudad únicamente vivía la tía Inés con su familia, demás de que este año se iba a incorporar el hermano más pequeño de papá, ya que empezaba la universidad, y si nos habían invitado a comer en su casa no lo harían para humillarme o decir que no me querían ver.
A todo esto habíamos llegado y nos cambiamos de ropa, Jorge como siempre, estuvo bromeando y tocándome las nalgas, su cara risueña cambió al encontramos con Sergio el monitor, no lograba entender la manía que le había ido cogiendo.
En las clases, a veces, Sergio me sujetaba para enseñarme a dar algún tipo de brazada y cuando Jorge veía eso dejaba de nadar y se quedaba mirándonos, en más de una ocasión Sergio tuvo que llamarle la atención al suspender su entrenamiento.
Cuando volvimos a los vestuarios ya no podía contenerse y estalló:
Ese tipo que hace agarrándote todo el tiempo? Parece un pulpo el cabrón, siempre echándote mano! Su ira le había hecho ponerse rojo.
No seas injusto jajaja, si apenas me toca para enseñarme algún movimiento o corregirme, o es que vas a ponerte celoso?
No, no le tengo celos, por mi puede tocarte lo que quiera, solo que pienso que se aprovecha de ti y de la situación.
Venga Jorge, que no es para tanto jajaja, pero si continúas sin poner atención a tus prácticas un día te va a sacar de la piscina.
Quizás de lo que Jorge pensaba si podía haber algo de cierto, ya que Sergio a veces aprovechaba para arrimarme cuando me enseñaba, pero tampoco se pasaba, podía ser también por accidente y que antes se le hubiera puesto dura la pija, pero por descontado que eso no se lo iba a contar a mi amigo.
Pregunté a Jorge donde comeríamos este día y me dijo que su mamá no le había dejado comida preparada, así que podíamos hacerlo en el club o en mi casa, por lo tanto llamé a Angelo para avisarle.
Ese día era viernes y el club estaba más animado así que cuando ya habíamos terminado fuimos a la cafetería y nos sentamos mientras bebíamos un refresco, ya estábamos un poco aburridos y Jorge propuso ir a la sala de jugos para echar unas partidas de billar, las dos mesas que había estaban ocupadas y nos quedamos mirando, luego Jorge comenzó a charlas con uno de los chicos que jugaba, parecía que se conocían y discutían las tiradas.
Así fue pasando el tiempo hasta que llegó la hora de la comida, recogimos las bolsas y emprendimos el camino.
Cuando Angelo nos abrió la puerta me dijo que comeríamos solos, que aunque papá y Miguel acostumbraban a comer los viernes en casa los viernes, ese día no podían venir por su trabajo. Por lo tanto pasamos por el cuarto de lavado a dejar las bolsas y luego subimos a mi habitación, papá había mandado que me instalaran una tv pequeña y allí la tenía, sobre una mesita metálica con ruedas. Jorge cogió enseguida el manual y la conectó. Pasamos el tiempo sintonizando los canales y aprendiendo a manejarla, como era pequeña y con la mesa de ruedas la llevamos junto al sofá de la esquina y allí nos tumbamos entretenidos hasta que Angelo llamó por el telefonillo para que bajáramos a comer.
Como siempre la comida de Angelo sabía deliciosa, mejor que la que le dejaba a Jorge su mamá, comimos rápido y volvimos a subir para lavarnos los dientes, ya teníamos cepillo para los dos en su casa y la mía. Volvimos a trastear con la tv, hasta que Jorge se levanta y dice que quiere orinar llevándose la mano a la entrepierna, yo le miro y veo que tiene la polla dura, inmediatamente reaccionó la mía y le digo que yo también estoy para explotar, me levanté yo también y nos metimos en el baño. Jorge se sacó la polla y apuntando con ella en la taza le veo sacar un chorro de orina amarilla, que al chocar con la loza y el agua saca un cantarín sonido. En ese momento mirándole orinar me pongo más caliente y muy excitado.
El simple hecho de verle allí en mi baño cogiéndose la verga y meando me puso a mil. Era super excitante ver salir el chorro de la punta de su verga, también yo me la había sacado y comenzaba a cruzar el chorro de mi meada con el suyo, al chocar se producían salpicaduras que caían fuera de la taza, Jorge me miró mientras sonreía divertido. Yo hice fuerza para aumentar el volumen que sacaba y rápidamente se me vació la vejiga, me sacudí la polla y me aproximé más a mi amigo y le dije.
Qué, no terminas de vaciarte?
Él se me quedó mirando, primero a mis ojos y luego hacía su verga haciendo un gesto, y entonces me arrodillé, cogí su verga con mi mano, había terminado de orinar pero no se la había sacudido y unas gotas de orina le salían aún, sin pensarlo más me la metí a la boca y comencé a mamarlo.
Yo de verdad estaba que reventaba de ganas y la quería comer, tragarla en un solo bocado ya que en aquel momento me apetecía demasiado.
Empecé a chuparle la cabecita rosada, por supuesto sabía a orina, no muy fuerte y en seguida ese gustillo despareció al terminarle de salirle lo último, le absorbía muy fuerte y se le puso muy dura.
Él comenzó a estremecerse y le pedí que se bajara el pantalón, entonces me dijo:
Vamos a ese linda camita tuya, raudo me levanté y le precedí camino a mi cama, allí reanudé mi labor sin perder el tiempo mientras nos íbamos quitando la ropa como podíamos.
Lamía sus hermosos huevos chupándolos ansioso a la vez que él pasaba las manos por mis nalgas, pasándolas a mi pecho donde me apretaba los minúsculos pezones, elevé la mirada para verle como disfrutaba mordiéndose los labios, saqué su huevo de mi boca para decirle:
Me encanta comerte los huevos, son tan sabrosos. Entonces sonriendo me dijo.
Chúpalos pero sin morderlos…
Me centré en saborearle la verga, era un rico sabor que me embrujaba y me derretía sintiéndola vibrar sobre mi lengua.
Jorge la gozaba pero también me hacía disfrutar a mi dándome dedo en el culo, ya me tenía metidos dos cuando le rogué.
Quiero me la metas ya, la necesito en mi culo. Y su respuesta.
Entonces sube a la cama y tiéndete. Lo que hice sin que me lo dijera dos veces. Me tumbé abrazando la almohada, escondiendo la cabeza y elevando el trasero dejándolo a su disposición bien alzado.
También Jorge se subió a la cama, se colocó tras de mi y cuando giré la cabeza le pude ver como escupía en su mano ensalivando su verga, para después echarme un escupe en el ano que sentía escurrir por la pierna, pasó el glande de la polla recogiendo la saliva y poniéndola en el ojo de mi culo comenzó a penetrarme lentamente, ya cuando entró la cabeza sentí el placer en mi ano y se me despertó la lujuria.
Métela Jorge, dame ya por el culo, empótrame fuerte.
Dio un empujón de cadera y de golpe me metió lo que quedaba fuera, empezó a darme embestidas sin detenerse.
Yo gozaba aquella cogida divina y gemía más fuerte.
Qué rico me das, dale así, no pares por favor. Eran mis palabras que me salían de dentro y que mi boca expresaba.
Que rico sentía su verga dentro de mi en lo más profundo, y con que fuerza me sujetaba las caderas para ayudarse en el va y ven que me mataba de gusto y placer.
También Jorge gemía y suspiraba.
Ahhhhh, ahhhh ahhhh!, que rico culo tienes, lo quiero para mi solo, tenerlo sí para cogerlo cuando yo quiera.
Sí, sí dame duro, no pares, rómpeme el culito, que bien me coges, que rico sabes coger Jorge!…
Él pasaba las manos de mis cadera a la cintura y de repente se detuvo para apoyarse en mi espalda respirando muy agitado.
No, no, no pares, por favor te lo pido, dame pito, quiero más!… Gemía yo muerto de ganas de que continuara la follada que me estaba dando, pero en lugar de hacerme caso me abrazó pasando las manos a mi abdomen y sujetándome la polla me empezó a masturbar.
Calla putito, ahora te voy a dar lo mejor. Sentía su aliento en mi nuca y como me la mordía arrancándome gemidos de entrega.
Por favor…, por favor papi, no me dejes así fóllame ya.
Aquello era una locura donde quería y necesitaba correrme ya. Inició una masturbada rítmica a la vez que reanudaba la rica cogida donde coincidían las embestidas que me daba con el va y ven de su mano en mi polla.
Entonces todo mi cuerpo se estremeció por el placer tremendo que me hacía sentir y empecé a moverme siendo yo mismo el que me follaba contra su verga tirándome hacia arriba.
También Jorge se puso a mil y aumento el ritmo de sus acometidas empujándome la polla hasta el fondo de mi cuerpo en sucesivas estocadas que me hacían flaquear las piernas. Y entonces grité:
Ya me viene!, me corro, ay que rico! Mis gemidos se hicieron más fuertes y aguados, aunque mordía la almohada que los sofocaban ya que si no los escucharía Angelo desde la planta baja.
Y cuando Jorge me apretó la punta de la polla mis chorros de semen comenzaron a surgir, fueron varios disparos fuertes y copiosos que sentía desmayarme, entonces él continuó dándole masajes a mi polla, luego me la dejó aún con la leche saliendo y se sujetó fuerte con una mano en mi cadera y la otra en mi hombro.
Sus bombeos se hicieron alucinantes a la vez que yo le movía las caderas para darle más placer y acelerar su venida y me rematará de una vez.
Así que levanté mi torso de la cama y el pudo aferrarse con fuerza de mis hombros para llegar a la conquista final que ya tenía merecida, yo podía sentir aquella masa de carne, grande y dura aumentar de volumen y sin dejar de moverse dentro de mi culo.
Seguía con sus movimientos, estaba aguantando mucho cuando, a la vez que sentía como se ponía más dura y gorda su verga gritó!…
Me vengo, me vengo, ahí te va todo, ugggghhhhahhh…
Fue entonces cuando sentí como me entraban unos chorros a presión de leche en mi interior, pero no dejaba de moverse y con cada chorro que tiraba me metía una fuerte y profunda estocada hasta que se quedó quieto muy clavado en mi colita que apretaba y aflojaba para dejarle bien ordeñado.
Entonces se desplomó sobre mi espalda y también yo caí sobre la cama.
Pasados unos minutos comencé a sentir lo que me pesaba, quería que se apartara y a la vez quería que continuara con su polla metida en mi culo, pero lentamente mi culo la fue echando fuera, hasta que salió con un sonido acuoso acompañada también de parte del abundante semen que me había inyectado en mi culo.
Jorge permaneció en casa hasta que llegaron papá y Miguel y entonces se despidió. Nos habíamos duchado y luego de lo más tranquilos estuvimos haciendo juegos y hablando o viendo la tv, me aconsejó no preocuparme por la visita que haríamos mañana y claro pues quedó un poco triste ya que no nos veríamos el sábado. No lo tenía muy claro, pero después de pasar una semana con él empezaba a creer que Jorge comenzaba a cambiar sus sentimientos hacía mi cuando yo solamente lo veía con un amigo más, bueno ahora algo especial ya que solo lo tenía a él.
*
Después de que Jorge se marchara papá y Miguel se fueron a su habitación porque querían ducharse y cambiarse de ropa antes de la cena, como hacía buena noche yo me quedé andando en en jardín trasero, mirando tras los cristales a Angelo cocinando.
Luego cenamos, con una amena charla donde mezclaban sus asuntos de trabajo con comentarios sobre la comida que tendríamos al siguiente día. Por lo que pude entender Miguel conocía a la tía Inés y su familia y también iría con nosotros.
La conversación se centraba más en lo que ellos se decían que en lo yo tuviera que hablar, aunque también me preguntaban de como lo pasaba de bien y si estaba a gusto con Jorge, de alguna manera me daba cuenta de que, aunque se interesaban por mi, ellos eran una pareja que al parecer estaba unida y disfrutaban de la mutua compañía, eso me hacía sentirme muchas veces desplazado de sus intereses.
No dejaba de ser una opinión personal y quizá no bien ponderada, porque más tarde ya después de la cena, estábamos viendo las noticias en la tv de la sala, ellos en una esquina del sofá y yo en la otra, y no era que se estuvieran haciendo caricias ni nada, solo que estaban muy cerca y comentaban las noticias, entonces yo me puse de pie y dije que iba al aseo, uno los dos que hay en la planta baja, a mi vuelta observé que Miguel y papá se habían separado dejando lugar entre ellos, al pasar delante de Miguel me cogió de la mano tirando de mi y haciéndome caer en el lugar que había liberado, se me tiró encima haciéndome cosquillas que despertaron las risas de los dos, y por supuesto las mías. Ya calmados Miguel me levantó y me dijo:
Siéntate entre nosotros que así estaremos mejor. Miré a papá que sonreía sin haber intervenido ni un momento y me asintió con la cabeza.
Agradecí en mi interior ese gesto de Miguel que inducía a que nuestros lazos de amistad se apretaran. Terminamos viendo la peli que dieron después, conmigo tumbado cuan largo era, con mi cabeza sobre las piernas de papá y los pies sobre las de Miguel, papá acariciando mi cabello y Miguel mi pierna. Y no se por que, que me sentía realizado y envuelto en el cariño de aquellos dos bellos y atractivos hombres que eran mi padre y su novio.
*
Me levanté eufórico y con nervios, creo que ellos aún no se habían levantado ya que no se escuchaban ruidos, me metí en el baño para darme una ducha y prepararme.
Sentía como me escocía un poco la cola por la clavada que me dio a la tarde Jorge y me aplique una crema suavizante que me calmó el ardor enseguida, tardé en escoger la ropa que me pondría, quería causarles una buena impresión en mi primera visita.
Cuando bajé para el desayuno me encontré a Angelo, pero vestido con traje y corbata, solo le faltaba de ponerse la chaqueta.
Buenos días Ángelo, me quedé mirándole sorprendido.
Los sábados son mi día libre señor maliit, los señores no han bajado pero termino de prepararles el desayuno y me marcho.
Se le notaba apresurado, la primera vez que le veía alterado, cuando regresó ya traía la chaqueta puesta y me dije que le despidiera de mi padre.
Ayer habíamos quedado en salir temprano para estar solos un rato con la familia, ya que después llegarían invitados para la comida, pensé que estarían cansados ya que tardaban en bajar.
*
Prácticamente me comía las uñas y tuvo que calmarme Miguel.
Vete tranquilo Sebastián, ya verás que no es para tanto, tus tíos y primos son estupendos.
Su casa estaba al otro lado de la ciudad y a las afueras, enclavada en una urbanización blindada en seguridad, mi asombro iba en aumento cuando pasábamos delante de aquellas lujosas casas que parecían palacios, el tráfico era fluido, con escasos caminantes.
La tía Inés y su familia vivía en una de aquellas lujosas mansiones que yo nunca había pisado. El sendero asfaltado que conducía hasta la casa se presentaba escoltado de dos hileras de grandes acacias con flores de diversos colores.
Papá dejó el coche aparcado delante de las escalinatas que llevaban a una puerta de dos hojas que se abría en aquellos momentos, de ella salieron los que supuse eran mi familia.
La tía Inés, una mujer de unos cuarenta años, alta y de pelo castaño, con una figura donde se apreciaba el cuidado que la dueña dispensaba a su esbelto y curvilíneo cuerpo, se adelantó bajando los cuatro peldaños y ponerse a nuestro nivel. Se fusionó con papá en un efusivo abrazo. Papá rodeo su talle con el brazo antes de mirarme.
Te presento a tu sobrino Sebastián. Bastaron aquellas palabras para verme rodeado entre sus brazos. Después llegaron las otras presentaciones.
El tío Guido, marido de la tía Inés, alto y delgado, provisto de gafas tras las que lucían sus enormes y azules ojos, su pelo rubio donde ya se notaba la perdida de cabello, aunque ese detalle le dotaba de una amplia frente haciéndolo parecer un hombre estudioso y algo bohemio, enseguida me ofreció su mano con una amistosa sonrisa floreciendo en sus enjutos labios.
Pronto mi vista se desvió para mirar curiosa a mis primos Augusto y Pablo, los mellizos eran exactamente iguales, ligeramente más altos que yo, rubios como su padre, con el pelo acaracolado que les llegaba por debajo de las orejas, los ojos eran herencia de su progenitor, de un hermoso color azul celeste, después mi prima Celia de 10 años, me diría la forma de poder distinguir a sus hermanos, Augusto lucía una minúscula cicatriz sobre su labio superior motivada por un golpe en la niñez.
De mi prima Celia puedo decir que nunca había visto una niña tan preciosa, rubia como sus hermanos pero con el pelo en bucles frondosos y dorados que bajaban por su espalda y hombros hasta la cintura, sus ojos iguales a los de sus hermanos, y una sonrisa sincera y alegre que derretía corazones. Enseguida adiviné que sería una buena amiga.
Terminaba de saludar a todos ellos cuando apareció él, mi tío Matias, el pequeño de los hermanos, era parecidísimo a papá, pero con bastantes años menos. Con sus 185 de estatura superaba a papá, el pelo castaño lo llevaba recortado al estilo militar, me impuso desde el primer momento, tenía una mirada y actitud autoritaria, y no obstante me saludó con un fuerte apretón de manos y una palmada en el hombro.
Vaya, ya apareció el corderito perdido, bien venido Sebastián.
No entendía el apelativo “corderito” y me dejó muy confuso.
La casa no es para describirla ya que no tengo palabras para presentarla, lo mejor sería verla. En el jardín trasero donde nos llevaron a continuación disponían de piscina y pista de tenis.
Mis primos me dijeron para ir a sus habitaciones y ponernos el bañador, entonces caí en la cuenta de que no lo había llevado.
Pablo se ofreció a dejarme uno de los suyos y subí con él, en su armario tenía un montón y escogí uno que parecía un pequeño pantalón, y que tenía bolsillos.
Nos cambiamos y volvimos al jardín, en la piscina estaba mi tío Matias, jugaba cogiendo en sus brazos a Celia para lanzarla al gua de cabeza, mi primo Augusto estaba sentado en el borde de la piscina con los pies en el agua, riendo divertido por los juegos de su tío y hermana.
Más lejos, alrededor de una mesa, estaban los tíos con papá y Miguel hablando, cuando nos vieron llegar papá me hizo una señal para que me acercara.
Verás hijo, estábamos hablando de ti y tu incorporación a la escuela, la tía Inés tiene que hacerte unas pruebas para evaluar tu nivel y ver el curso donde puede ponerte, aprovecharemos la la ocasión para que también pases un examen de salud.
Debió ver mi cara de preocupación ya que inmediatamente me dijo que ya podía volver con mis primos a jugar.
Pronto me olvidé de aquel asunto para dedicarme a nadar y jugar con mis primos, también con el tío Matías que, en esta ocasión parecía ser uno más de nosotros.
Luego comenzaron a llegar invitados, la mayoría personas mayores, pero también había pequeños de nuestra edad. Uno de ellos había traído una piñata para jugar después de la comida, celebrando que el día anterior había cumplido años.
La tarde fue transcurriendo llena de felicidad entre juegos, carreras de natación y risas, me alegré de estar en el cursillo que me impartía Sergio ya que me permitía estar con más liberad y confiando en mi mismo.
Poco a poco fui notando que sintonizaba mejor con mi primo Pablo, y no era porque Augusto fuera antipático, pero con Pablo había un vínculo especial.
Sobre el tío Matías me di cuenta de que todos le llamaban Maty y decidí llamarle de la misma forma, además de que mis primos le trataban con confianza de amigos y él con ellos era igual, no era mi caso ya que conmigo se mostraba distante y más frío.
Al anochecer la fiesta estaba muy animada, los adultos habían bebido demasiada cerveza y vino y se mostraban muy alegres y desinhibidos. Pablo me dijo que la fiesta podía durar hasta la madrugada y que nos quedaríamos a dormir en su casa, también me invitó a dormir en su habitación cosa que le acepté.
Nos dieron una ligera cena, consistente sobre todo en lo que había quedado de la comida, también encendieron la barbacoa para asar carne.
Como los más pequeños se estaban quedando dormidos sobre butacas y el suelo, sus padres los llevaron a los cuartos de invitados que tenían asignados.
Más tarde también mis primos y yo subimos a acostarnos. Pablo y yo compartíamos su habitación y cama, nada más de cubrirnos con la sábana mi primo cayó en un profundo sueño.
Aunque este día me había levantado más temprano no tenía ganas de dormir, con cuidado para no despertar a Pablo me levanté volviendo a vestirme y me dispuse a volver a la fiesta, cuando miré la hora me sorprendí viendo que el reloj marcaba las tres de la madrugada.
Abajo se habían formado grupos, algunos sentados en mesas charlando y sobre todo bebiendo. En una de las mesas algo alejada y tras la piscina vi a Maty, tenía una cerveza en la mano de la que daba pequeños sorbos a la vez que hablaba con dos hermosas mujeres ya mayores. Durante la tarde me había fijado más en él sin que se diera cuenta, tenía el cuerpo esculpido de gimnasio donde se le notaban los músculos y los abdominales aunque no muy marcados. El pecho lo tenía sin vellos, solo algunos pelos alrededor de las tetillas, sin embargo si proliferaba en sus axilas, del bañador se le salía una tupida maraña cubriéndole el abdomen pero solo un poco más arriba del ombligo, también tenía vellos en la baja espalda y de las gruesas piernas apenas se le veía la piel al estar cubierta de una dura pelambrera, resultaba un poco extraño ver que la parte de arriba del cuerpo apenas lucía vello, y por el contrario por la parte inferior podía pasar por un gorila.
Mis dos primos tenía el cuerpo propio de sus 14 años, algo marcado pero a los dos les sobraban unos kilos. Bueno y también me fijé en otros hombres jajaja, a los yo veía apetitosos.
Después de un rato me aburría y decidí meterme a la casa, la luces todas estaban encendidas, di una vuelta curioseando hasta llegar a la cocina, allí había un baño, alguien permanecía dentro y tenía la puerta cerrada. Estaba absorto contemplando toda la comida que había sobrado, repartida por los mostradores cuando sonó un chasquido y la puerta del baño se abrió, pegué un pequeño brinco del susto y me volví. Maty soltó una carcajada al ver mi cara de susto.
Jajaja, te has quedado blanco, pensabas que eran ladrones?… Soltó mientras seguía riéndose. Jajaja.
Pensaba que esta solo. Repliqué cuando me compuse.
Y qué haces aquí tu solo?, acaso mis sobrinos no te han invitado a dormir?
También yo soy tu sobrino, y sí, estaba metido en la cama pero me levanté… Le repliqué algo enfadado.
No te moleste conmigo, se que eres mi sobrino, pero lo eres tan reciente que aún no me he hecho a la idea jajaja.
Dio unos pasos hacia una enorme nevera y tropezó dando un traspiés, tuvo que agarrarse de un mostrador para no caerse. Abrió el frigo y sacó una cerveza que me ofreció.
No, gracias, aún no bebo alcohol.
Buscó un abridor y después pegó un largo trago antes de volver a hablar.
Uyyy! pero mira que formalito nos viene.
Por su forma de hablar y como se comportaba me di cuenta de que el tío Maty andaba algo tocado por la bebida.
Bueno, tampoco tengo edad para empezar a beber y no me gusta, ahora me voy a la cama.
Vaya, entonces si tienes horario para ir a la cama. Su voz sonaba a burla.
Pues claro, aunque hoy me la he saltado tengo mis horarios como todos.
Pero no eres tan pequeño, con catorce años mis sobrinos en algunas fiestas si aguantan y se quedan hasta tarde.
Pensé que Maty, en su estado, ni cuenta se daba de la hora que era.
No se, pero yo no tengo catorce, solo trece.
Catorce o trece es lo mismo, para esos años yo ya había cogido…
Volvió a dar otro traspiés y estuvo para caer si yo no lo sujeto.
Has bebido mucho tio Maty, mejor que dejes la cerveza. Pensé que debía haber bebido más de lo que yo suponía para decirme aquello.
Me pasó el brazo por los hombros sujetándose, ahora estaba tan cerca que olía la cerveza y el alcohol en su aliento.
Mira Sebastián, creo que tu papá no te ha informado como debía del sexo, yo podría darte algún consejo que te serán útiles.
Mejor que vayas a la cama tío, además estas cosas no las quiero hablar contigo.
Jajaja, vaya que no, acaso no soy tu familiar?, además que Pablo y Augusto pueden decirte si aconsejo o enseño mal, ellos aprendieron a besar y otras cosas conmigo de maestro.
Desde luego debía estar muy borracho para hablarme todas aquellas cosas que comprometían a mis primos, pero también era cierto que la bebida le estaba influyendo y haciendo que yo me enterara de secretos oscuros de la familia.
Ciertamente no los juzgaba ya que yo mismo había tenido buenas historias con mis amigos como ya sabéis.
De verdad enseñaste a besar a mis primos?
Los enseñé a besar y a hacerse sus buenas pajas, eran más pequeños que tu, seguro que te llevan alguna ventaja, jajaja.
Maty tenía su cara muy cerca de la mía, tenía que haber dado la charla por concluida, pero no se lo que pasó que continué hurgando en aquel asunto turbio.
Sí bueno, puede ser, si ya se han besado con alguien que sepan más que yo.
Ni me creo que con catorce años no hayas dado el primer beso a alguna chica, jajaja.
Ya te dije que son trece mis años, y si es verdad que aún no he besado.
Que no me lo puedo creer ni aunque lo jures.
Vale, alguna oportunidad si he tenido pero por vergüenza nunca lo he hecho.
Está bien, puedo creerte, tu eres mi sobrino tanto como Augusto y Pablo y no puedo hacer diferencias entre vosotros, solo que si quieres que te enseñe tienes que ser tu quien me lo pida.
Pues decidí seguirle su juego y ver lo que pasaba.
Tío Maty, quieres enseñarme a besar? Casi no podía contener la risa y le puse los labios apretados ofreciéndoselos.
Que conste que esto solo lo hago con la familia, en particular con mis sobrinos.
Estaba a punto de soltar la carcajada por lo chusco de la situación, pero para incitarle más continué.
Por favor Maty, enseña a tu inocente sobrinito a besar, te juro que esto queda en familia. Se lo decía con voz fina y femenina para provocarle y susurrando cerca de sus labios.
Entonces Maty bajó el brazo que tenía por mis hombros para pasarlo por la cintura abrazándome contra él.
Claro sobrinito que voy a enseñarte.
Acercó su boca a la mía y con suavidad colocó los labios sobre los míos. Maty verdaderamente debía pensar que era mi primer beso ya que era muy cuidadoso al principio, hasta que abrí la boca y su lengua se me coló dentro, mi lengua salió al encuentro de la suya y se acariciaron entre ellas, entonces Maty perdió el control y el beso se transformó en un auténtico morreo que le prolongaba indefinidamente, debió pensar que yo era otra persona y sus manos bajaron a mi trasero masajeando mis nalgas, abriéndolas y cerrándolas con sus fuertes dedos.
Nuestras lenguas gozaban la lucha que se traían pasando la saliva de una boca a la otra, habíamos perdido la noción del lugar donde nos encontrábamos y de quienes éramos, estaba ya en el momento, decidido de llevar la mano a su miembro que lo notaba muy duro sobre mi vientre cuando un grueso carraspeo nos despertó trayéndonos de vuelta al momento.
No separamos rápidamente y me pasé la mano por la boca para limpiarme la saliva que me chorreaba. Maty estuvo en un tris de caer al suelo por el empujón que le di al separarnos.
Ejem… Siento llegar en mal momento chicos…
En la puerta de la cocina se encontraba Miguel sonriendo, sentí enrojecer mi cara, pero Miguel solo se adelantó hasta el frigo, al pasar cerca de mi me dio una cariñosa nalgada en el culo y me dijo sin dejar la sonrisa.
Pensaba que ya estabas en la cama. Salí corriendo de la cocina y subí las escaleras de dos en dos.
jaime.iriarte92@gmail.com
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