En el cercanias

Era tarde, las 21:30 o así, un dia de duro trabajo y por tanto muy cansado. El cercanías que esperaba en el anden para ir a mi casa tardó un par de minutos en llegar; subía a él y me senté hacia el final del vagón. Iba muy poca gente y la mayoría, como yo, venía del curro;  al llegar a la siguiente estación (un gran intercambiador) la poca gente que iba en el tren se bajó y se subió un pibe con un aspecto de chulo de barrio que me asustó.

Aquel pibe tenía una buena planta pero daba miedo, y sobre todo porque estábamos solos en el vagón. Yo le miraba vigilante y él de vez en cuando me daba un vistazo desafiante. Estaba cansado pero me puse en alerta por lo que pudiera pasar. Al poco tiempo pitó el tren y se cerraron las puertas. Yo estaba asustado ya que estábamos los dos solos en el tren y además, la distancia hasta la próxima estación era de unos 14 minutos.

De repente el tío se levantó, se acercó y se sentó a mi lado. Mi grado de adrenalina subió exponencialmente y pensé que aquel pibe me robaría la cartera, el reloj o yo que sé. De repente y sin esperarlo, me puso su mano en mis huevos y los agarró firmemente y con toda la fuerza que podía. Yo di un respingo pero me quedé inmóvil por el dolor. Entonces, el pibe se bajo su pantalón de chandal y sus boxer y dejó al aire una muy buena tranca(24 cm). Con la otra mano me agarró de los pelos y me obligó a comersela mientras me decía: “cométela mariconazo”.

Empecé a comérsela pero no me cabía en la boca ya que era bastante gorda. El sabor era muy fuerte y se notaba que aquel pibe llevaba dias sin lavarse aquel rabo que sabía a orin y a semen reseco. Pero aquel olor y sabor tan fuerte me estaba poniendo a cien, mientras el tio mantenía firmemente sujetos mis huevos con sus manos.

Cuando le limpie perfectamente su polla, me obligó a inclinarme boca abajo en el asiento, y bajándome los vaqueros ajustados y el slip dejó mi culo depilado bien al aire. Entonces me incrustó todo aquel pollón en mi culo. No pude evitar gritar porque entre el dolor del culo y el de huevos creía que me rompía por dentro. Aquel pibe empezó a follarme a base de bien, cada embestida sentía como me partía el culo y a la vez como se me empalmaba la polla. Para que me doliera menos, yo intentaba poner la postura más adecuada para facilitar la entrada de ese pollón en mi culo, lo que además hacía que el placer que estaba sintiendo con esa follada fuera cada vez más fuerte.

Al poco tiempo noté como me empezaba a llenar el culo de un líquido  viscoso que resultaba ser su semen. Con cada embestida notaba como me inundaba por dentro de rico semen, pero finalmente sacó su polla de mi culo y me obligó a limpiársela con la lengua. En ese momento ya no sentía dolor si no placer, y por supuesto mamar ese pollon al que aún le seguía saliendo un poco de leche me estaba poniendo a mil.

Cuando termine de limpiarle bien la polla del preciado líquido blanco, el pibe se agarró su rabo, que por aquel momento ya empezaba a estar pequeña, y apuntando hacia mi cara empezó a mearme con un exquisito y caliente líquido amarillo del que intenté tragar todo lo que pude, y que irremediablemente aquello supuso la gota que colmó mi placer y empecé a correrme si no lo hubiera hecho en meses.

Casi entrando en la próxima estación, aquel pibe se subió sus boxer y sus pantalones, me miró con sonrisa burlesca, me beso en la mejilla y se marchó. Yo me quedé petrificado y al abrirse las puertas del tren en la estación y mientras veía como se bajaba el pibe, reaccioné y me vestí rápidamente como pude, y como no tuve tiempo de limpiarme notaba como estaba empapado y mojado de mi semen, de su semen y y de su rico orín. Yo aguanté un par de estaciones más hasta llegar a la mía, y en este trayecto no pude dejar de pensar en lo que me había pasado, y en lo que me había hecho disfrutar aquel cabronazo. Ahora no solo estaba cansado, si no también satisfecho.