En el faro me folló

En el faro me folló

Nos encontramos paseando por los jardines del centro de la ciudad. Ambos andábamos en busca de alguien con quien follar.

Eran cerca de las 12 de la noche cuando nos vimos. Él estaba aparcando el coche en uno de los laterales de los jardines, bajó del coche, y después de cerrar la puerta, echó andar por los jardines, que era donde estaba yo, en busca de alguna polla que me diera por el culo.

En el momento que cerraba el coche, nuestras miradas se cruzaron. Quedé parado unos instantes mirando al joven que salía de aquel coche; era guapo y no estaba nada mal; él clavó su mirada en mis ojos, como si quisiera ver lo que en ellos había dentro de mí.

Aquello me puso nervioso y haciéndome ruborizar, porque era como si mi interior quedara totalmente al descubierto de aquella mirada; era como si pudiera ver mis sentimientos más íntimos.

Estaba medio paralizado, hasta que reaccioné, sacando un cigarrillo del paquete de tabaco, encenderlo, y ponerme a seguir con el paseo por el jardín.

El caminaba detrás de mí y durante un buen tramo, vino siguiéndome, hasta que se puso a mi altura, me pidió un cigarro y fuego, entablando luego una conversación. Hablamos de cosas banales, hasta que me dijo si me apetecía ir a follar con él. Le pregunté si tenía sitio a donde ir, contestándome que sí, que fuera con él en el coche, que sabía de un buen sitio a donde ir.

Nos encaminamos hasta donde tenía el coche, y subiendo a él, nos pusimos en marcha.

Íbamos hacia las afueras de la ciudad, hasta que se desvió hacia la playa de Santa Cristina. Vamos parar a tomar algo primero, para luego seguir a donde quiero llevarte, me dijo. Bueno le contesté, pero yo apenas tengo dinero; no fuera ser que me llevara a alguna discoteca, o Pub, y no me alcanzase el dinero para pagar mi consumición; no te preocupes, yo invito, dijo.

Aparcamos el coche, para luego llevarme a un pub que quedaba en la calle principal, antes de llegar a la playa. Tomamos unos vinos, que fue lo que él pidió, pidiendo yo lo mismo que él.

Mientras tomamos los vinos, charlamos un poco, preguntando él que si era de La Coruña, contestando yo que sí, que era de la zona de la estación de ferrocarril. Luego hablamos de todo un poco, diciendo él que era estudiante y que estaba estudiando economía en la universidad de La Coruña, y que él también era de aquí.

Había pasado ya casi una hora cuando salimos de aquel pub, siguiendo camino a donde me quería llevar para follar.

Montamos en el coche de nuevo, encaminando la carretera de la costa, la cual va pasando por todas las playas de la zona; Bastiagueiro, Santa Cruz, Lorbé, Mera; y en este último pueblo, se encaminó hacia el faro de Mera.

Era un camino sin asfaltar el que nos llevaba hasta donde se encontraba el faro de Mera, que junto a la torre de Hércules, da entrada al puerto de La Coruña.

Nada más llegar a los pies del faro, y haber parado, apagó el coche, dejando las llaves puestas en el contacto. Apagó las luces, dejando puesta la música de fondo que estaba sonando. Posó su mano derecha sobre mi pierna izquierda, y mientras me la iba acariciando, me hablaba de que allí era el sitio. Aquí no viene nadie a estas horas, además en el faro no vive nadie, por lo que nadie nos molestará.

Se acercó más a mí, buscando mi boca, para poner sus labios sobre los míos, pasó su lengua saboreando mis labios, hasta que abrí la boca, dando permiso a aquella lengua que saboreaba mis labios, a entrar en mi boca.

Estuvimos un buen rato besándonos, mordiendo él con su boca mis labios, lóbulos de las orejas, y cuello, a la vez que con sus manos, buscaba mis tetillas, apretando mis ya duros pezones.

Iba desabrochándome la camisa, mientras con sus manos acariciaba mi pecho, y pellizcaba mis pezones, hasta que prácticamente me la había desabrochado, y ahora con sus manos intentaba sacarme la camisa de los hombros, a la vez que con su boca, me mordía en el cuello.

¡Dios! Aquello hizo que se me pusieran los pezones mucho más duros y excitados, al igual que la polla. Es mi punto débil, y me hace temblar de placer, a la vez que me recorre por todo el cuerpo una corriente de placer y excitación, que me hace temblar y gemir por el gran placer y gusto que siento.

Mientras seguía mordiendo los pezones y cuello, iba desabrochando mi cinturón, para seguir con los botones del pantalón. Una vez lo hubo hecho, tiró por ellos a la vez que me pedía que me levantara un poco, para poder bajarlos hasta los tobillos. Luego terminó por sacarme la camisa, y lo mismo hizo con el slip, bajándolo hasta donde tenía el pantalón.

Cuando quedó liberada mi polla, la agarró con su mano, pasando el dedo pulgar por la cabeza de la polla, esparciendo el precumen que ya se asomaba.

Saca los zapatos, y quítate el pantalón y slip, para que estemos más cómodos.

Así que sin más preámbulo me dispuse a sacar los zapatos, y de esa manera poder terminar de sacarme el pantalón y slip. Una vez terminé de sacarme el pantalón y slip, me saqué la camisa, y recogiendo la ropa, la coloqué sobre el salpicadero del coche.

Él también se había terminado de sacar su ropa, colocándola igual que hice yo, sobre el salpicadero del coche.

Nada más terminar de colocar la ropa en el salpicadero del coche, con su brazo rodeó mi cuello, llevando mi boca a la suya. Mientras me besaba y mordía el cuello, barbilla, y labios, con la otra mano, acariciaba mi polla.

Yo ya estaba temblando como un flan, y si aquello continuaba, no tardaría mucho en corredme. Así que le pedí que parara, o me correría allí mismo.

Me soltó diciéndome que fuésemos para el asiento de atrás.

Salimos del coche, y abriendo la puerta trasera de mi costado, nos metimos en la parte trasera del coche. Me hizo estirar a lo largo del asiento, quedando boca arriba.

Empezó entonces a morder otra vez el cuello, a la vez que iba bajando por todo mi pecho, hasta que llegó a mi polla que estaba dura como un mástil. Lamió la cabeza de la misma, saboreando las gotas de semen que por allí se asomaban.

¡Dios! Me estaba retorciendo de gusto, y deseaba que me abriera el culo con aquella polla que tenía. Quería ya su polla dentro de mí, y la quería ya, o terminaría corriéndome antes de que pudiera meterme su polla en mi culo, caliente y desesperado por recibir aquella bonita polla que tenía.

Le pedí que por favor no continuara, que estaba a punto de corredme, que me metiera la polla en el culo y me follase ya.

Sin dejar de chuparme la polla, llevó su mano a mi culo, haciendo que levantara un poco las piernas, y de esa manera tener acceso a la entrada de mi culo con sus dedos.

Cuando metió un dedo, solté un suspiro de placer y lujuria, pidiendo de nuevo que me follara.

Yo ya tenía el culo bien lubricado, ya que ese día iba preparado para que me follasen bien follado.

Notó que yo ya estaba preparado y bien lubricado, así que se colocó entre mis piernas, y agarrándolas con sus manos, las levantó hacia mi pecho, quedando mi culo a su entera disposición.

Colocó su polla en la entrada a mi culito, y dando un golpe de cadera, enterró toda su polla en mis entrañas.

¡aaaaahhh! Grité al recibir su polla dentro de mí. Dios que sensación y placer sentí al verme empalado por aquella polla.

Le clavé los dedos en su espalda, a la vez que empujaba el culo para sentir toda su polla dentro de mí.

El prácticamente estaba encima de mí y bombeaba sin parar su polla dentro de mi culo, y a la vez me besaba y mordía los labios.

La verdad es que yo estaba en una posición incomodísima, pero estaba recibiendo una follada espectacular. Estaba caliente a más no poder, y sabía que no tardaría mucho en corredme.

Ahora notaba como su polla no paraba de frotar mi próstata, haciendo que me derritiera de placer.

¡Ooooohhh! Gritaba a la vez que le mordía la base de su cuello, y es que me estaba corriendo como nunca. Me corro, me estoy corriendo ¡ooohhh!

El todavía seguía taladrándome el culo con su polla. Ahora cada vez iba más rápido. Sudaba por todos sus poros, hasta que soltó un alarido, y enterrando en lo más profundo su polla, empezó a soltar su leche dentro de mí.

¡Aaaaahhh! Así, así, que gusto ¡ooohhh! ¡ay! que culo tienes ¡dios! Que gusto.

Sin sacarme la polla del culo, se acercó a mi boca, dándonos un beso que casi me deja sin respiración.

Cuando terminó de salir su polla de mi culo, nos sentamos sobre el asiento descansando, a la vez que nos reponíamos de la tremenda follada.

Te ha gustado, me preguntaba.

Sí, le contesté, ha estado estupendo.

Si quieres lo podemos repetir, yo en menos de media hora estoy listo de nuevo, me dijo.

Vale, le contesté. Déjame salir a tomar un poco el aire y a fumar un cigarrillo.

Abrimos la puerta y salimos fuera del coche. Yo abrí la puerta delantera donde tenía mi ropa, y a la vez que me calzaba los zapatos, saqué del bolsillo del pantalón el paquete de tabaco y mechero, encendiendo un cigarro, y ofreciéndole otro a él.

Cuando él terminó de ponerse los zapatos, así en pelotas como estábamos, fuimos recorriendo aquella zona del faro de Mera.

Nos sentamos al pie del faro, que no estaba más que a unos 5 metros del coche. Allí hablando, fumamos el cigarro, y después de habernos fumado otro cigarrillo, empezó a meterme mano, y besarme de nuevo.

¡Dios! Ya estaba caliente de nuevo, como una perra en celo.

Esta vez conseguí agarrar su polla y llevarla a mi boca. La saboree de todas las maneras que pude, hasta que me puso de pie y haciendo que colocase las manos sobre la pared del faro, me volvió a enterrar su polla en mi culo.

Me hizo inclinar un poco para que mi culo saliese un poco, y pegándose a mí, y haciendo que abriera un poco las piernas, de una sola estocada, me enterró de nuevo su polla.

¡Aaaahhh! ¡Dios! Parecía que estaba clavado en una estaca. Cada vez que me culeaba, me hacía poner de puntillas.

Iba despacio y a la vez con su boca me mordía la nuca, y susurraba; que bueno estás, te voy follar toda la noche. Te voy llenar el culo de leche hasta dejarte preñado.

¡Dios! Me tenía en trance con aquellas folladas. Las piernas ya me temblaban, y si no fuera porque me sujetaba con sus manos las caderas, me hubiese desparramado sobre la muralla del faro.

Cada vez que me culeaba, ahora me levantaba en el aire.

Me agarraba con sus manos sobre las caderas y detrás de mis piernas. Prácticamente me estaba follando en el aire.

Con cada arremetida que me daba con su polla, ayudado por sus manos, me levantaba del suelo, haciendo que yo a la vez con mis manos apoyadas en la pared, las fuese cambiando de posición, pareciendo que estaba escalando aquella pared del faro.

Aquella follada que me estaba proporcionando, me hacía sudar como un toro bravo. Si aquello no terminaba pronto, caería esparramado al suelo sin remedio; ya apenas me quedaban fuerzas.

La polla se me bamboleaba derramando unas continuas gotas de semen, que iban en todas direcciones. Además de No parar de gemir, cada vez que me enterraba su polla en lo más hondo de mi culo.

¡Dios! Aquella follada me tenía extasiado; me hacía poner los ojos en blanco y a punto de desmayarme.

Ahora cada vez iba a mayor velocidad y no paraba de gritar; así, así, así; ¡ooohhh! Que gusto, joder que culo, que culito tienes y que gusto me estás dando, ¡ooohhh! Así, así, así; ¡oooohh!, me corro, ya me corro.

Y dando unas envestidas profundas, que prácticamente me tenían en el aire, me volvió a llenar el culo de leche.

Cuando terminó de correrse, sin sacar la polla de mi culo, me abrazó fuerte mente, dejando que apoyara totalmente los pies en el suelo, a la vez que me besaba la cara, nuca y cuello.

Mis piernas no paraban de temblar, y si en aquel momento me llega a soltar, me hubiese caído al suelo sin remedio. Pero él dándose cuenta de aquello, sin dejar de abrazarme y mordiendo ahora mi cuello, con una de sus manos agarró mi polla meneándomela hasta que me hizo corredme de nuevo aquella noche.

Cuando ya no salía nada más de mi polla, fue sacando su polla de mi culo y dándome la vuelta siguió abrazado a mí, dándome besos por toda la cara mientras decía que bueno estaba y que hacía tiempo que no follaba tan bien.

Le pedí que me dejase sentar, que ya no podía más. Nos sentamos los dos pegados a la pared del faro, y cuando me recuperé un poco, a gatas fui hasta donde había dejado el paquete de tabaco y mechero. Encendí un cigarrillo, ofreciéndole otro a él.

Cuando terminamos de fumar, se levantó, y dándome una mano, me ayudó a levantarme a mí. Fuimos hacia el coche, sacó unos clínex para limpiarnos un poco y seguidamente vestirnos y montar en el coche, para venir de vuelta a La Coruña.

Aquella noche llevaba el culo súper abierto, y bien repletito de leche. Desde luego que iba bien relajadito y muy satisfecho, y por supuesto bien follado.

Me dejó delante del portal donde vivía y nos despedimos hasta otro día.

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