Jaime

Jaime

Hace unos días que Jaime (un amigo de la infancia) vino a visitarme a la ciudad en la que vivo por motivos profesionales. El venía para un congreso que tenía en la ciudad y se alojaría unos días en un hotel de la capital puesto que en casa me era imposible alojarlo.

Jaime, mi amigo, cuenta en la actualidad con 25 años al igual que yo, y como he dicho antes nos conocemos desde la infancia.

Nunca hemos tenido problemas de ningún tipo y en lo sexual ambos éramos totalmente heterosexuales puesto que jamás habíamos tenido experiencias con hombres de nuestro sexo, de ser así lo habríamos sabido puesto que teníamos mucha confianza.

Volviendo a la historia en si, he de decir que me agradaba que hubiera venido a mi ciudad a pasar unos días.

Esa misma noche que llegó teníamos una fiesta que unos amigos míos habían preparado con motivo del cumpleaños de una compañera de trabajo. Tras pasar la tarde de paseo, habíamos dispuesto que tras la fiesta yo me quedaría a dormir en la habitación del hotel, puesto que él no conocía la ciudad y tras la fiesta se haría tarde para que el regresara solo al hotel y yo a mi casa.

Así, que tras el paseo, nos dirigimos al hotel para tomar una ducha y salir hacia la fiesta.

– ¿Venga quien se ducha primero?, dijo él

– No importa, tenemos aún bastante tiempo.

Pasé yo primero a la ducha y él se quedó viendo la tele mientras yo terminaba. La verdad es que yo no deseaba que pasara nada entre nosotros, puesto que como he dicho antes el no me atraía lo más mínimo, pero me gustaba la idea de pasearnos ligeritos de ropa por la habitación, tal vez sea por la sensación de libertad.

Cuando terminaba de ducharme le dije:

– Oye, yo estoy casi listo, pásame la toalla que he dejado encima de la cama. No lo dije con ninguna intención, en realidad la había dejado allí olvidada.

– Ok, toma.

Nada más, me la entregó sin mirar, vamos, lo normal, con la confianza que nos une.

Salí de la ducha y el se metió en el baño.

– Parece que te la has estado cascando, has dejado esto lleno de vaho, has estado casi 30 minutos aquí.

No dije nada y salí del baño con la toalla liada en mi cuerpo.

El prosiguió su ducha y al rato cuando terminó salió del baño y comenzó a secarse a los pies de su cama.

De mis años de juventud recuerdo que Jaime calzaba una buena polla, no es que me hubiera fijado de manera lasciva, sólo que a determinadas edades te resulta curioso eso de las comparaciones y yo aunque tampoco estoy mal dotado, tenia la sensación de que su pene era enorme. Creo que eso es una sensación visual dado que tu siempre te ves la tuya desde otra perspectiva.

Lo cierto es terminó de secarse y pude ver como se asomaba su miembro entre las manos al ir a ponerse el calzoncillo. Lo tenía algo enrojecido por lo que supuse que se la había machacado en el baño.

– Parece que tu si que te la has machacado

– ¿Que dices? Dijo con tono desenfadado

– La tienes morcillona y además algo enrojecida

– Bueno, si, necesitaba desestresarme del viaje en bus y todo eso. Esto lo fijo algo avergonzado.

Yo me reí y le quité importancia.

– No pasa nada, eso es normal.

He de decir que los dos tenemos novia por lo que no andamos muy desesperados, pero las pajillas son habituales, al menos en mi caso.

Estuvimos en la fiesta y allí tomamos unas copas, tras las cuales y cuando la fiesta tocaba a su fin nos marchamos hacia el hotel, sería las 4 de la mañana.

– ¿Nos vamos? Preguntó él.

– Bueno, había pensado ir a tomar otra copa a un sitio que queda cerca, pero vamos si quieres para el hotel.

Caminamos y puesto que ambos estábamos un poco pasados de copas dábamos algunos tumbos por la calle. Pero tras unos minutos de paseo llegamos a la habitación.

– Oye, Jaime, yo me voy a duchar para ver si me quito un poco el morado que llevo.

– No parece mala idea, me voy a tumbar a ver la tele y luego me ducho yo.

Me duche y al salir dejé la toalla sobre la cama para ponerme el calzón, tenía el pene algo morcillón puesto que con el calor del agua y la calentura de las copas en la fiesta

se me quedó así. Jaime se percaató y me dijo:

– Vaya pistolón!!!

– Pues tu no te quedas corto, dije señalándole el calzón que le hacía un pequeño bulto.

– Bueno, bueno, voy a meterme en la ducha, esto lo dijo como escurriendo el asunto.

Estuve reposando sobre la cama unos minutos hasta que Jaime sale de la ducha entre un montón de vaho, traía la toalla sobre los hombros y su pene venía casi con todo su esplendor, parece que la conversación previa a la ducha seguía haciendo sus efectos.

– Vaya pistolón te has sacado, amiguete. Siempre he pensado que la tenías más grande que yo y ahora lo confirmo, (era muy comén años atrás los baños nocturnos en pandilla en la playa , o algunas veces en la piscina, en fin que ya nos habíamos visto desnudos varias veces pero jamás nos habíamos mirado de forma lasciva)

– Bueno, no será para tanto, tu tampoco la calzas nada mal. Podrímos grabar una películas de policías..

Nos reíos un instante y nos miramos fijamente unos segundos.

Para quietarle importancia le propuse tumbarnos en la cama a ver algo la televisión, a esas horas suele poner películas subiditas de tono. Nos tumbamos y el aun no se había puesto su calzoncillo. Pusimos el cana 47 y nos tiramos en la cama, cada uno en la suya pero la distancia era ínfima.

En la tele una chica rubia le mamaba la polla a un tío que a decir verdad la tenía muy grande.

Miré a Jaime y no podía asimilar lo que veían mis ojos, su enorme polla había tomado vida y resplandecía un enorme capullo rojizo. Me dejé llevar por la excitación y me dejé caer los calzoncillos. Ante sus ojos también apareció un enorme pollón que comenzaba a despertarse. Jaime dijo:

– Parece que te animas a pasar un buen rato, ¿no?

– Si, tu ya llevas un rato haciéndolo, ¿me equivoco?

– Tu polla está tomando cuerpo y no tiene nada que envidiar a la mia, como tu dices.

No podía creerlo, me estaba poseyendo la idea de cogerle la polla y menearla, así que no esperé más y se la agarré.

– ¿Pero que haces? No se si debemos, esto no está bien

– Déjame hacer…

No sabía ni lo que hacía, jamás me había sentido atraido por algo así, pero su polla estaba caliente, casi no cabía en mi mano, se asomaban las venas por toda su verga, y su capullo se había enrojecido aún más.

Era poderoso sentir todo aquello en mi mano.

– Creo que te debo corresponderte – dijo él-

No podía responderle nada, estaba absorto ante aquello. Su mano se posó sobre mi polla y comenzó a masajearme lentamente, como yo se lo hacía a él.

– Ahhhh, ahhhhh, su respiración se entrecortaba

– Sigue Jaime, sigue Jaime

Seguíamos con nuestro masaje y se me ocurrió la idea de meterme ese champiñón enorme en la boca, estaba caliente y justo cuando noto mi saliva se estremeció, no pasaría más de 1 minuto hasta que con sus aspavientos noté que se iba a correr y me saqué la polla de la boca, continué las embestidas con la mano y terminó sobre mi cara.

– Dios!!! Me la has chupado como una verdadera profesional

– Sigue y no pares, por Dios

El seguía pajeámdome y prosiguió con algo que me dejó perplejo:

– Ahora seré tu putita, me meteré todo tu pollón en la boca

Yo seguía con mis ojos cerrados todo cuando el me hacía, hasta que noté su boca en mi pene, meneaba mi verga a la vez que chupaba como si se le fuera la vida en ello.

Dos minutos más tarde me corrí y esta vez él no se había sacado mi polla de su boca pese a que mis gemidos anticipaban la explosión.

Nos quedamos tendidos sobre la cama

A la mañana siguiente, despertamos y me dijo:

– Creo que lo de anoche..

– No, no sigas….

No debió haber ocurrido…

, si ocurrió es porque los dos lo queríamos, ahora debemos olvidar

– Me parece bien, ese será nuestro secreto

Nos levantamos y continuamos con nuestra visita turística por la ciudad, luego él se fue al congreso y yo a casa.

El último día nos despedimos y hasta hoy no hemos vuelto a hablar del tema, por su puesto tampoco hemos repetido experiencias y mejor así, aunque j

amás podré olvidar ese enorme champiñón en el cuelo de mi boca…

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