MI AHIJADO
Esta historia que les voy a contar es real. Tengo un ahijado que actualmente tiene 27 años y hace unos años se fue de parranda conmigo, cuando regresamos a mi casa decidió quedarse a dormir en mi casa. Debido a lo tomado que estaba decidió ir a ducharse.
Cuando terminó de ducharse me pegó un grito de que fuera al baño para ayudarlo. Cual fue mi sorpresa estaba desnudo por completo, pero no lograba mantener el balance en pie. Cuando lo vi me maravillé de lo que veía. Pues siempre ha sido un muchacho que realiza trabajos fuertes. Por lo cual tiene un cuerpo musculoso sin ser físico culturista. Al verlo así me quedé un tiempo observándolo tratando de grabar en mi mente ese cuerpo escultural. Cuando reaccioné me estaba mirando con su cara de niño indefenso me dijo sécame que no puedo hacerlo yo. Con mucho cuidado tomé la toalla y comencé a secarlo de la cabeza hacia los pies.
Tomé la toalla y sequé su pelo castaño cortado bien pegado tipo militar. Mientras él se apoyaba con una mano del cortinero del baño, con la otra se sujetaba de mi hombro. No podía dar crédito a lo que estaba viviendo. Muchas veces había soñado con tenerlo desnudo frente a mí, pero nunca me había atrevido por respeto a que es mi ahijado al cual quiero mucho. Continué secándolo; bajé la toalla le anuncié que le secaría el pecho. Mientras pasaba la toalla para secarle el pecho sentía los pectorales bien marcados que tenía era todo un hombre ya había dejado atrás el niño que vi crecer con todo amor. Le pedí se diera una vuelta para continuar con su espalda.
Al verlo de espalda mi expresión era de total lujuria, una espalda ancha y bien formada por el trabajo duro, comencé a secarlo bajando desde su cuello hacia el centro de su espalda. Disfrutaba cada centímetro que tocaba a través de la toalla. El mientras cuidaba de no perder el balance; me decía sin pena, padrino que usted es como un padre para mí. Esas palabras me hicieron reaccionar y calmaron mi calentura que en esos momentos si me hubiera mirado se habría dado cuenta de mi excitación. encontraba sudando como si hubiera estado en una sauna. Terminé con la otra nalga y sin darme cuenta mientras respondía unas preguntas sobre un trabajo que le habían pedido no me di cuenta que le apretaba la nalga, Fue cuando él se volteó y me dijo: bueno ahora tienes que secarme los huevos, dando una sonrisa pícara.
Le dije que tendría que dejarlo así por que no lo haría. El me dijo yo no puedo, por la borrachera que tengo no me aguanto en pie sin sujetarme. Yo sabía que no podría resistir la tentación y terminaría masturbándolo. Se me echó para enfrente poniendo sus huevos a la disposición de que fueran secados. Su pene en reposo medía uno15 cm con su piel arrugada. Rogaba a Dios que no me fuera a excitar.
Con manos temblorosa le aguanté el pene hacia arriba levantándolo para secarlo bien en las pelotas que eran duras y redonditas como las de golf cubiertas con unos pelitos suave casi rojizos. Noté que mientras le sujetaba su pene hacia arriba comenzó a ponerse duro y ganar tamaño. Lo miré y me di cuenta que tenía los ojos cerrados mientras suspiraba profundamente. Cuando lo bajé suavemente me agarró la mano y apretó su pene, lo subía y baja lentamente dejando al descubierto su glande rosadito y grande como una fresa.
Mi corazón latía como para infartar; mi pene ya parecía una tienda de acampar. Soltó mis manos y yo continué con la labor de hacer la mejor paja o masturbarlo como nunca antes en su vida. El mientras con los ojos cerrados y suspirando levantaba sus huevos que apuntaba hacia el techo. Yo seguía en mi tarea de sube y baja, ya en ese momento su pene había alcanzado el tamaño de 21cm. Se sentía en la mano como una macana de guardia de seguridad apenas podía abarcar su redondez con mi mano. Su glande parecía una fresa de las qu
e apenas caben en la boca entera.
Llevábamos unos 30 minutos cuando me dijo suavemente y con ternura padrino me corroo. Y su primer lechazo cayó en mi cara bajando hasta mis labios; sentía su calor y olía a hombre fresco acabado de bañar. Abrí mi boca y él posó su glande en mis labios dejando caer el resto en mi boca. Sabia semi dulce, era espesa y caliente. No podía creer lo que había ocurrido.
Guardé silencio, mi ahijado me miró a los ojos y con una sonrisa a flor de labios me dijo que nunca había tenido una experiencia que le produjera tanto placer… Traté de hablar, pero me tapó la boca con sus manos y me dijo que ese sería nuestro secreto. Salió de la ducha luego de lavarse nuevamente y me dijo padrino dúchate para que se te pase la calentura, mirando mi tienda de campaña.
Me duché me hice la paja pensando en todo lo que había visto. Luego dormimos como en los viejos tiempos, mi ahijado en mi cama abrazado de mí, como si fuera un bebé.
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Un comentario:
Gregorio Ruiz
enero 17, 2024 at 7:20 pm
Que relato más caliente,se me puso dura mi verga y tube un orgasmo que eran chorros de leche caliente y espesa.
Sería rico tener un padrino así tengo 25 años soy bisexual activo de Colombia