Cuando estaba en el colegio era una persona muy tímida. Solía pasar el tiempo lejos de los demás y casi nunca hablaba con nadie. Por ese entonces conocí a Javier. Un chico alto y robusto, de piel cobriza. A pesar de su aspecto imponente su cara reflejaba timidez. Ya me había fijado en él antes. Al igual que yo, Javier también era una persona que no se relacionaba bien con los demás. Esa similitud con mi forma de ser me dio ánimos para acercarme cada vez y hablarle. Con el tiempo nos conocimos mejor y nos volvimos muy buenos amigos.
Al ganar confianza nos frecuentábamos más y comencé a ir a su casa. Allí solíamos pasar el tiempo con los videojuegos. Era nuestra mayor afición.
Nos quedábamos horas y horas pegados a la pantalla jugando. A él y a mí nos encantaban los juegos de pelea. Yo en especial porque me gustaba ver los personajes femeninos con sus grandes atributos y su poca ropa.
Y eso era algo característico en mí: que a pesar de ser cohibido ante los demás en la intimidad era muy sexual. Me sentía muy bien buscando videos porno para luego darme placer. Al comienzo buscaba porno hetero pero luego decidí buscar porno lésbico porque me daba más morbo. Aun así tenía un tabú que no podía superar: el sexo homosexual. Me daba mucha curiosidad pero a la vez mucho miedo ver a dos hombres teniendo relaciones. ¿Y sí me gustaba? ¿Sería gay? Los pensamientos de culpa me impedían actuar, así que decidí por hacer algo que pensaba que era más aceptado: ver videos de travestís. Era muy morboso ver a chicos vestidos y actuando femeninamente. Eso me ponía a mil he incluso me pasaba por la mente hacer igual que lo que veía.
Mi afición al sexo y a los juegos me hizo descubrir por ese entonces un juego de anime que trataba sobre dos lesbianas que me gustó tanto que quise compartirlo con Javier. Pensaba que a él también le gustaría. Porque ya antes me había mostrado revistas porno que no tengo idea cómo conseguía.
La siguiente vez que nos encontramos en su casa aproveché para mostrarle el juego. Le dije: “Mira lo que encontré. Te va a gustar”. Nos sentamos frente a la pantalla y le mostré el juego. Javier miraba con mucha atención las escenas y veía como sonreía y me hablaba de lo buenas que estaban las mujeres del juego. Yo estaba excitadísimo. El corazón me latía con fuerza y sentía que mi pene se ponía erecto. Como me sentía en confianza le dije: “Javi deja que te muestre algo. Puede que te guste”. Abrí un de las páginas porno que conocía sobre travestís y puse un video de un chico guapísimo vestido con un traje negro ajustado y tacones que poco a poco se desviste mientras se toca de forma sexy los pechos y luego masturba su gran pene. Yo estaba atento a su mirada porque tenía curiosidad por su reacción. Veía cómo sus mejillas se ponían rojas y trataba de evitarme la mirada. Le pregunté: “¿Qué te parece? ¿Te gusta?” Él tímidamente asiente con la cabeza. Me doy cuenta que sí cuando veo un bulto en su entrepierna (estaba usando shorts). Yo también estaba excitado por el video y al ver a Javier con su prominente erección sin pensarlo puse mis manos en sus shorts. Javier no decía nada. “Disculpa no quería incomodarte” le digo. Entonces decido sacar mi mano pero él la toma con fuerza y empieza a moverla para que pudiese masajearle el pene por encima de la ropa. Yo estaba alucinando. Sentía cómo su bulto era cada vez más grande y duro. Sin decir nada Javier guía mi mano y la mete debajo de sus shorts. Puedo sentir su pene. No es como el mío. Lo siento más grueso y rugoso. Está algo húmedo. Se lo toco tímidamente. La tomo con mi mano y subo y bajo rítmicamente masturbándolo lentamente. De pronto siento la otra mano de javier en mi espalda. Baja lentamente acariciándome hasta llegar a mi culo. Me asusto. Quiero alejarme pero él me toma con fuerza y me da un beso. Siento su aliento fresco. Siento sus labios carnosos. Siento su saliva y su lengua queriendo abrirse paso. Me dejo llevar. Abro la boca y él me mete lengua. Estoy indefenso. Recuerdo el video del travestí. Quiero sentirme mujer. Quiero que me haga suyo. Dejo que su mano avance por mis nalgas abriéndose paso poco a poco. Siento su dedo buscando mi ano. Yo le apreto el pene erecto. Ahora siento su dedo queriendo penetrarme. Me relajo. Es una sensación rara al principio. Me gusta. El me sigue comiendo a besos. Le aparto y le quito la ropa. Veo su hermoso torso sin vellos y le toco los pezones con suavidad y luego se los muerdo. Javier lanza un gemido de placer. Con mi lengua voy recorriendo cada centímetro de su cuerpo hasta llegar a sus shorts. Se los bajo lentamente y libero su miembro viril que está como un mástil. Poco a poco lo introduzco en mi boca como si fuese una golosina. Tiene un olor de macho que me excita. Chupo su pene con lujuria. Él juega con mis nalgas. Pone saliva en sus dedos y me los mete con suavidad en el ano. Gimo de placer. Con un movimiento me agarra entre sus dos brazos apretándome con fuerza. Me siento débil ante él. Me hace girar y me pon boca abajo exponiendo mi culo en pompa. Estoy a su merced. Solamente atino a decirle “Métemelo por favor. Soy tuya”. Sin más consideraciones Javier empuja su miembro en mi cuevita. Suelto un suspiro. Me duele pero no quiero que pare. Poco a poco y tengo todo su pene erecto dentro de mí. Muevo las caderas como si fuese una hembra en celo. Javier gime junto conmigo. Ambos sudamos por la pasión. El olor del sexo entre hombres es delicioso. Gozo como nunca. Javier me posee con fuerza “Sigue así Javi. Eres mi macho”. Javier me embiste varias veces hasta que no puede más y se corre en mis entrañas. Siento que me llena con su leche. Es cálida y viscosa. Javier cae sobre mí con su pene aún clavado en mi ano. Me abraza con fuerza y me dice: “Me has gustado nena. Desde ahora quiero que seas mía siempre”. “Claro que sí” respondo. “Cuando quieras amor”.