Confidencias 17 Bailando noto una verga caliente en las nalgas - citasgay.org

Confidencias 17 Bailando noto una verga caliente en las nalgas

Creo que ha sido un bonito fin de semana… o quizá no tanto…
Cuando abrí los ojos con desgana y mucha pereza, que anulé saltando con energía de la cama, Dulce no estaba a mi lado. Llegue al baño, arreglé con la mano mi pelo y fui al comedor para desayunar pensando que Eduardo me estaría ya esperando.
No era así, en su lugar la chica ayudante de la cocinera jugaba don Dulce enseñándole un trozo de galleta que éste quería alcanzar saltando. Se quedó un poco cortada al verme y la cocinera la llamó para que hiciera su trabajo, Dulce salió ganando, consiguió su galleta sin esfuerzo.
-Es un perrito muy cariñoso y bonito. Me hablaba mientras vertía la leche en mi taza, terminó de traer el desayuno y miraba a Dulce que se había sentado en el suelo, esperando a que le diera algo de mi desayuno.
-¿Cómo te llamas? No recordaba su nombre aunque Tomás la nombró. Apartó la mirada de Dulce para mirarme a mí sonriente.
-Alicia. No tendría más de veinte años y parecía una niña sin maquillar y con el pelo recogido en la nuca, me recordaba a alguien que no encontraba en mi cabeza.
-Como la del conejito. La chica se puso roja, pensé que no me había entendido a quien me refería.
-Alicia en el país de las Maravillas, la del: “Solo tienen que pintar las rosas de rojo”. No sé si recordaba el cuento pero al menos sonrió.
-¿Y la cocinera? Le preguntaba para continuar la conversación, me resultaba tan frío el desayuno sin Eduardo.
-¡Berta! Lo dijo en tono alto y la cocinera apareció en la puerta.
-¿Me llamaba? Se dirigía a mí y no pude evitar reír por la confusión creada.
-Alicia me estaba diciendo su nombre, no la llamaba. ¡Ah! Berta, sus pastas son deliciosas me gustan y a Dulce también. La mujer sonrío orgullosa y se limpió las manos en el delantal.
-Gracias, gracias señor. Me pareció que le había gustado y a la vez la cohibía la lisonja recibida.
-Me llamo Oriol, pueden llamarme por mi nombre…, quiero que lo hagan si no les importa.
Había terminado de beber el zumo de naranja en ese momento y apareció Tomás, las dos mujeres se escurrieron del comedor.
-El señor está en la biblioteca con los técnicos, le pide que vaya cuando pueda.
-Simplemente me lavo la boca y voy en un minuto. Lo hice así, me coloqué un batín y llegué donde me esperaban.
Acompañaban a Eduardo dos señores, no tan mayores, de unos treinta y cinco años más o menos. Me sentaron en una silla delante de la mesa de despacho y me colocaron al frente de un aparato parecido a los que usan los oftalmólogos y oculistas.
En cuatro minutos habían acabado. Ellos se quedaron, volverían a llamarme para hacer la prueba, ahora tenían que incluirme en el software o algo así.
Tuve tiempo para darme una ducha y comenzar a trabajar en los ejercicios que nos habían mandado para el fin de semana y que ayer no toqué.
Todo funcionaba correcto y al aplicar mi ojo en la mirilla la trampa del suelo se abría como hacía con Eduardo, me despedí cuando comenzaron a recoger en sus maletines las herramientas.
Estuve estudiando duro y preparando una presentación que debía hacer el lunes sobre la Seguridad Social en el mundo, no conocía la mi país y tuve que buscar información en la web como hacemos todos, seleccionar y maquetar el trabajo.
Cuando Tomás llegó para que fuera a comer no había terminado mi trabajo.
Comimos como siempre en el comedor al lado de la cocina atendidos por Alicia que ahora me sonreía cuando nuestros ojos se encontraban. Volví a mi labor, me quedaban muchos detalles pendientes…, y yo que creía que sería fácil.
Al fin terminé y para descansar me acerqué al salón donde sabía que Eduardo estaría viendo televisión o echando un sueñecito.
Me senté a su lado y pasó su brazo por mis hombros, me apreté a él colocando la cabeza en su pecho. Estaba viendo una versión de “Los tres mosqueteros” en el canal Cuatro. Por lo menos era moderna y tenía efectos especiales que no había visto en otras versiones. Para entretener la tarde simplemente.
-Pareces cansado pequeño, ¿no sería mejor que descansaras? Pero no…, te aburrirías. Preguntaba y se respondía a sí mismo.
-Edu, he tenido mucho trabajo todo el día, creía que los deberes no me llevarían tanto tiempo y después de lo de ayer a la tarde con Yasin…, quería darte las gracias por preocuparte en todo de mi.
Sentía que podía confiar en Edu, que además de mi dueño era algo más, mi vida con él estaba resultando, si no dichosa, si tranquila y cómoda.
-No tienes que contratar chicos para mí aunque Yasin es diferente. Y le conté la aventura tenida con mi primo cuando fuimos a ver a Yasin, y lo que sucedió con el novio de su madre, todo, y como después estuve con mi primo y con Pablo. Eduardo escuchaba abrazándome contra él.
-Tú dijiste que no te importaba que esté con chicos, ¿es así verdad? No me hablaba y creía que pudiera estar molesto.
-Así es. No me importa que estés con chicos, estas en la edad para ello. Me doy cuenta de que lo nuestro no es muy normal. Te tengo para mis propósitos y es lo que deseo, pero quiero que vidas la vida, la tuya de joven que está empezando.
-Solamente te pido que seas muy discreto para no arruinar los planes que tenemos para ti. Tu excursión a casa de Yasin no me gusta, es muy expuesto y de lo de tu primo y Pablo me molesta que te perdieras una clase. Lo que hagas no me importa pero que sea en lugares seguros.
Descansó un momento, mirábamos la pantalla los dos, Richelieu conspiraba contra la reina y mandaba apresar a los valerosos y fieles mosqueteros del rey.
-El poder y el dinero nos vuelve terribles tiranos hasta de nosotros mismos y no se le puede poner límites. No le entendía lo que quería decirme, pero le notaba en el tono síntomas de culpabilidad.
-Edu, yo te quiero, no es únicamente por lo que haces por mi familia y por mí. No parecía importarle lo que yo sintiera.
-Tengo miedo de tu padre pequeño. Volví la cabeza para mirarle, su bigote más blanco que negro le sentaba muy bien, nunca le había visto sin él.
-Papá nunca me hará daño, me quiere, soy su hijo. Solamente quiere que esté un rato a su lado.
-No, no te hará daño, ya lo ha hecho, pero mi temor es por los enemigos que tiene, que quieran cobrarse en ti lo que él les debe. Quizá notó que me inquietaba y me acarició la cara.
-Sería mejor que no le vieras pero si tu quieres no puedo negarme a eso. Me coloqué arrodillado en el sofá y le abracé el cuello.
-No te preocupes tanto Edu, yo seré prudente en todo y no pasará nada malo.
Cuando Damián me dejó en el mismo lugar de la otra vez tuve cuidado al bajar del coche, y sin ser consciente deseaba volver a atropellarle, que aquel chico hubiera estado allí. ¿Me estaba volviendo loco, o qué?
Llegaba tarde y corrí para pasar la esquina, no hubo necesidad ya me esperaba Rubén con Simón allí mismo. Nos abrazamos sin mucha convicción, sentía que estaban molestos por mi tardanza.
-Venga Rubén, no es para tanto. Simón me abrazó la cadera mientras caminábamos y se acercó a mi oreja.
-Tiene planes y un enamorado…, o…, podía haberte esperado yo pero… Y me señaló a mi primo un par de pasos por delante. Había dejado un “o” pendiente de explicar.
Como la otra vez el espacio escaseaba y teníamos que permanecer apretados, ya con las bebidas y después de hablar a gritos algunos se fueron a bailar y quedó más lugar para sentarse.
Rubén estaba distraído y buscando con la mirada a no sé quién, yo hablaba con Simón y un chico muy afeminado que le miraba extasiado acercándose a él, haciendo coqueterías para que le prestara atención.
Sentí una presencia cercana y me giré, no estaba junto a mí, me miraba desde la barra y yo sentí su presencia a mi lado, como si no nos separara esa distancia de metros. Elevó el vaso que llevaba a los labios en un mudo saludo.
No quería sentirme así, tan…, tan intimidado, tan receptivo a su presencia y miré para otro lado.
-¡Hola! Escuché su voz y el saludo no venía para mí.
-¡Alberto! Exclamó Simón.
-Siéntate. Se estrujó contra mí para dejarle sitio entre su amanerado amigo y él. Hablaban como si se conocieran de toda la vida y no me lo podía creer.
Alberto no dejaba de mirarme consiguiendo que estuviera nervioso y al compañero de Simón se le notaba lo molesto que se sentía a todas luces.
-Me voy a bailar. Me levanté de improviso, Rubén había desaparecido y a los demás no les importaba lo que pudiera hacer.
-Voy contigo. Alberto dejó el vaso y se puso con rapidez de pie siguiéndome hacia la zona de baile. Al borde de la zona comencé a moverme con los ojos cerrados, le sentía cercano y no quería verle.
Bailamos un rato, metiéndonos cada vez más entre el gentío, sin mirarnos, yo al menos no lo miraba, lo sentía. Su olor inconfundible, los ligeros roces en mi cintura o caderas, leves como alas de mariposas, simplemente para protegerme, para que los cercanos no me tocaran porque estaba acompañado. Sin saber por qué, me molestaba su sobreprotección, ¿siempre tenía que estar bajo la sombra de alguien que me cubriera ante los peligros?
Quise rebelarme y me alejé unos pasos, pronto noté unas poderosas y fuertes manos apretando mi cintura, una polla dura en mis nalgas moviéndose a izquierda y derecha a la vez que mi cuerpo, siguiendo al milímetro mis movimientos, sin apartarse, apretándose más para que notara su hombría y lo que podría entregar a una hembra, a cualquiera de los putitos que buscaban macho para tener algo en la fría noche. Me estaba sintiendo erotizado por el poder que emanaba de aquel macho cuando…
-¡Perdona! Es mi pareja. Alberto gritaba para el que el hombre le oyera.
Las manos se aflojaron y soltaron mi cintura, el calor de su entrepierna desapareció de mis nalgas y pensé que Alberto ocuparía el lugar del macho desplazado. Estaba equivocado, el baile proseguía y sus manos apenas me tocaban, solo me guiaban para que siguiera sus pasos. Ni mis compañeros de ballet lo lograban tan bien.
Dejé de pensar, solo sentía la música y movía el cuerpo con ella hasta comenzar a estar cansado, él lo notó y me abrazó muy suave, con una mano en mi espalda, ¿y la otra, donde estaba? En mi trasero rozándolo apenas.
-¿Quieres descansar?, ¿volvemos a la mesa? Elevé la cabeza para mirarle. ¿Quién era este chico tan singular y extraño? Raro espécimen donde los haya, prototipo de muchacho extraño y misterioso.
Siempre había sido de otra forma el comportamiento de los chicos hacía mí, los que eran igual que yo podía estar con ellos, hablar e intimar si quería, y por otro lado los machos que me atraían sexualmente, y estos querían siempre lo mismo, mi culo o la boca para descargar sus insatisfacciones con las novias o la amigas de turno.
-Vamos a la barra para tomar un refresco. Avancé confundido sintiendo como me abría camino a mi lado.
-Una naranjada, por favor. No supe lo que él pedía pero cuando el barman me puso el vaso en la barra lo bebí sin respirar.
Él me miraba tranquilo, como si lo dominara todo y estuviera por encima del bien y el mal.
-No respondiste a mi recado. No sonaba como un reproche, solo lo afirmaba.
-¿Para qué? Le vi asombrado, por una vez desconcertado y bajó la mirada para volver a levantar la cara sonriendo.
-Pues no lo sé, para hablar supongo. Nos quedamos en silencio y le miraba.
¿Qué tenía para que me preocupara?… Nada comparando con lo que tenía a mi alcance, a mi lado, Pablo y Erico, por ejemplo. Chicos impresionantes en todos los sentidos, guapos y viriles, distintos pero ambos tenían lo que a una mujer o a un marica como yo impresionaba haciendo despertar nuestros deseos por ellos, y no era que él fuera feo.
No había comparación los cuerpos no eran iguales ni semejantes, ni la cara aunque hoy venía pulcramente afeitado y eran tan distintos.
Mientras yo pensaba se había movido mirando hacia los que bailaban, sus largas pestañas le ocultaban los ojos, sus labios no eran carnosos, sonreía a alguien y eso si cautivaba. Adri ¿qué me pasaba?
-¿Ya has descansado? Si quieres volvemos a movernos. En ese momento llegó Rubén a mi lado.
-Voy con dos amigos a su apartamento, no te preocupes por mí. Miré al chico que iba con él, se le veía más mayor y grande, fuerte como un toro y vulgar y basto.
-¡Pero Rubén! No me dejó proseguir, solo le pude escuchar…
-Te llamaré cuando esté en casa. Desorientado miré a mi compañero que me observaba en silencio.
-No, no me apetece volver a bailar y es mi hora de marchar.
Escapaba, huía de él o de mí. Me siguió hasta la mesa donde teníamos nuestro lugar y recogí la chaqueta.
-Espera un momento, te acompaño. Volvió al cabo de un minuto envuelto en su abrigo corto, abierto enseñando su tipo.
Comenzaba a anochecer, aún no se había encendido el alumbrado nocturno y miré la hora en el móvil, faltaban treinta minutos para que Damián llegara al lugar convenido, pasamos el semáforo y seguimos caminando en silencio.
-¿Qué quieres de mi? ¿Qué pretendes? Me volvía ligeramente para mirarle y marchaba con las manos en el bolsillo del abrigo.
-Nada, nada, no te pongas así, no voy armado ni voy a acuchillarte. Sacó las manos de los bolsillos y las agitaba en el aire abriendo los largos dedos.
-Solo quiero ser tu amigo, hablar contigo. Al principio sonreía ante su payasada pero no cedía a mis propios deseos.
-Eres mayor para serlo…
-Ya lo sé, te prometo rejuvenecer. ¡Joder! Qué sonrisa, casi me hacía reír, en realidad por dentro reía.
-Resultas un payaso, ¿lo sabes?
-Solo cuando quiero llamar la atención de los demás.
-Te añadiré a mi lista.
-¿Y podré hablar contigo?
-Sí, sí, sí, pero por favor déjame, me confundes. Estábamos parados y yo pisoteaba el suelo nervioso, frustrado sin saber por qué.
-Así estás muy lindo Oriol. Le miré furioso.
-Volvamos me estarán esperando. Damián tenía el coche parado para recogerme y sin despedirme entré en el automóvil, le dejé con la palabra en los labios y la mano en el aire. Así continuaba viéndole por la ventana trasera mientras nos alejábamos hasta perderle de vista.
Cogí el móvil y pulsé para confirmarle en mis contactos. Estúpido hombre que me alteraba y aturdía, como si yo no tuviera más problemas que atender.
Después de la cena estuvimos mirando un programa de confrontación o tertulia donde todos los participantes gritaban para expone sus ideas, nos fuimos pronto a la cama y me puse a escuchar música.
Eduardo no me preguntaba y yo no le conté lo que me pasaba, aunque él sabía que mi mente no estaba con él en ese momento. Adri te necesitaba como mi confidente amigo.
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Abrí internet antes de meterme en la cama y tenía tu respuesta, y sí, puedes responderme como quieras mi vida, no hay problema.
Adri, te seré sincero, lo que dices lo pensé, pero solo cuando papá me dejaba por ella y pensaba el porqué yo no podía estar con ellos y compartir a papá, no ha transcurrido tanto tiempo y parece que fueran años.
Y mira, lo normal es que Pablo nos cogiera a los dos y no creo que a mamá le importara tanto, ella sabe que Pablo me folla desde hace tiempo. No siento curiosidad por verles como lo hacen pero tampoco me importaría.
Otra cosa distinta es ofrecerla a Yasin y eso creo que ella no lo aceptaría, o no lo sé. Es una experiencia que no me la planteo.
Si tu quieres los puedo presentar, si te apetece lo haré, no se la forma ni si se daría la oportunidad, tampoco conozco si ella folla con otros hombres aunque supongo que será así, los machos se la comen con la vista y no hacen más que mirarla con deseo. Lo de Pablo es algo diferente, vivimos juntos, le conoce desde que nació. No sé, tú me dirás lo que quieres.
¿A ti te gustaría hacerlo con los dos? ¿Tirarte a madre e hijo? Dime, ¿querrías meterme la verga delante de ella y luego a ella estando yo delante? No me ofendo, ni me molesta, puedes decírmelo con total sinceridad, es hablar por hablar.
Imagina lo que quieras, con ello no estás juzgando a ninguno de los dos y no te considero guarro, sabes lo que opino del sexo. Todo lo que haces es soñar, si todo lo que sueñas eres capaz de hacerlo pues yo también, pero pienso que una cosa son los deseos sexuales y otra el que los llevemos hasta el final.
Te dije en alguna ocasión que puedes decirme lo que se te ocurra si no es un insulto y diferimos en algo, para mí el semen está mejor en mi boca, me gusta mirarlo y luego lamerlo y degustarlo por lo rico que me sabe.
Sobre hacerle el amor a Dulce, pues no sé, no he tenido la tentación hasta ahora que tú me lo sugieres, ¿y si le causo dolor? Me moriría de pena si le hiciera algún daño, duermo tan a gusto abrazado a él y es tan cariñoso, no le veas cómo me lame, parece que me besa, como si yo fuera su novia.
Yasin es un poco fresco.
Adri, pienso que te encantaría masturbar a Yasin y verle los chorros de semen que tira llenando su moreno tórax de blanca y cremosa leche que luego yo le lamo pasando por su piel la lengua y me lo como goloso como tú me dices. Ahora me voy a dormir.
Acaricié a Dulce que me lamía la mano tumbado a mi costado, recordé tus palabras y lo que Yasin había le hecho y sin pensarlo moví la mano debajo de su rabito, puse mis dedos en su anito.
Adri, se quedó quieto, expectante, con la boquita abierta y la lengua fuera, sentí que cometía un sacrilegio y retiré la mano para acariciarle el lomo. Qué tontería verdad, pero veía en él a un niño pequeño e inocente. Y entonces pensé en él y su posible vida.
-¿Cómo resolverás tú tus problemas con tus perros? ¿Será tu vida tan compleja como la mía?
Le hablaba a Dulce como si fuera un amigo, una persona humana y comencé a reír como si estuviera loco.
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Me despertó la humedad que sentía en la cara, sin abrir los ojos sabía que era mi perrito quien me lamía con ganas, poco a poco los fui abriendo. Dulce estaba encima de mí, enfrascado en lamerme como si yo fuera un caramelo, se centraba sobre todo en la nariz y los labios, algo le debía gustar de ellos, posiblemente habría soltado algo de baba a la noche y ahora él me la quitaba con la lengua.
Me producía cosquillas que hacían temblar mis labios, el pelo de su vientre sobre el mío también servía para hacérmelas al moverse.
-¡Ohh! Dulce, cariño, ¡que no soy un caramelo! Aprovechó que abrí la boca para hablar y me penetró en ella con su lengua buscando en mi cavidad bucal y el paladar los sabores que le gustaban.
Abracé su cuerpo jugando con él, aplastando su cuerpo contra él mío y comencé a sentir cierta humedad en mi muslo. Levanté la cabeza para ver que le salía la punta de su pene entre los pelos de su bajo vientre.
Mi pobre perrito se sentía caliente, si aún era un cachorro sin formarse sexualmente.
-¡Por favor Dulce, para! No se detenía y continuaba lamiendo y moviendo el cuerpo rozando la punta de su rojo pene sobre mi muslo. No sabía qué hacer, por un lado me causaba risa y por otro lástima de que el pobrecito no tuviera una perrita que lo contentara, o un perrito ya que Yasin había dicho que era un perro marica.
Le aparté por fin y lamió del muslo la humedad que había depositado, luego dirigió la cabeza hacia su zona genital y se lamió los pelos, su pene se había escondido. Me senté en la cama y acaricié su cabeza.
-Vaya, mira que tú también quieres hacer el amor con tu amo, eres un perrito lascivo y lujurioso, eso no está bien cariño, no somos de la misma especie. Dulce dejó de lamerse el pelo sustituyéndolo por mi mano, se puso de pie y movía contento su colita.
-Vamos a desayunar y así te calmarás.
Desayuné con Eduardo, fue una comida rápida, unos cereales con chocolate y el zumo.
-Voy a prepararme, y quiero correr un poco por el parque para que Dulce gaste sus energías si no me necesitas.
Eduardo se quedó en el comedor y media hora después corría por los linderos del parque, era siempre el mismo recorrido, era un lugar grande pero no parar correr, para Dulce resultaba mejor así, él quería jugar no correr.
Sobre la una y media llegaron mamá y Pablo, traía su propio coche regalo de los abuelos, como todo lo que ella tenía. Salimos a su encuentro, no me abrazó en un principio, miraba la casa con detalle inspeccionándolo todo, Pablo sí que lo hizo y entonces se dio cuenta de que no me había hecho caso, después de besar a Eduardo lo hizo conmigo.
-Cariño, estás guapísimo, ¿verdad que sí Eduardo? Te veo tan poco que te olvido. 
Mamá. ¡Ayyy!, Dios mío, hacía ver que me extrañaba y me había visto hacía menos de cuarenta y ocho horas.
Pero bueno, la veía contenta e interesada, quiso visitar la casa, yo creía que la conocía, o quizá deseaba ver si algo había cambiado. Eduardo la acompañó mientras Pablo me pidió que le llevara a las cocheras, estaba allí Damián y comenzaron a hablar de los coches, brillantes e impolutos que se alineaban en el local cuidados como si fueran joyas.
Me sorprendí al ver a otro invitado que Eduardo no me había dicho que estaría, don Manuel, no sé si lo recordarás Adri, de aquella primera vez en casa de Eduardo, estaban bebiendo en el salón cuando llegamos, don Manuel me saludó como si no me conociera cuando mamá me presentó como su hijo.
Durante la comida, servida en el comedor principal por Tomás y su joven ayudante, la que más hablaba era mamá con don Manuel y Eduardo. La comida la habían encargado fuera de casa y Berta no tenía más que calentarla y prepararla en la cocina. No estuvo tan buena como la que ella hace, lo apunté en la cabeza para decírselo.
-Tengo que hablar con don Manuel y Eduardo, vosotros podéis hacer lo que queráis. Mamá se dirigía a Pablo.
Anduvimos por el parque paseando, tirando un palo para que Dulce lo recogiera y cuando volvimos a casa veíamos a los tres hablando en el ala acristalada del salón, como si la conversación fuera para mucho tiempo.
-¡Vamos a nadar un rato! Provoqué a Pablo y comencé a correr seguido por él y Dulce. Me desnudé en un minuto y sin bañador me lancé al agua, sentí el golpe del cuerpo de Pablo al caer cerca de mí, estuvimos jugando un buen tiempo, no tuve que decirle a Dulce que se metiera, dudó varias veces y al final creo que resbalo por el agua y estaba a nuestro lado.
Los brazos de Pablo no me dejaban de apretar y me sumergí para forzarle a que me soltara, lo hizo pero volvió a sujetarme cuando salimos a la superficie, me dio la vuelta y me agarró la cabeza, pensaba que ahora vendría una aguadilla y trague aire, me empujó, pero no para sumergirme, para llevarme hasta su boca y comenzar a besarme en los labios.
El beso no tenía fin y nos fuimos acercando al borde de la piscina, su pija se le estaba levantando rozando contra mis piernas, el beso se extendía a mis orejas, a mi cuello haciéndome gemir y volvía a la boca, a morderme los labios y darles besos sonoros que se escuchaban como chasquidos en el vacio local.
Se sujetó de espaldas al borde y se elevó para sentarse, tenía en mi barbilla los testículos peludos de Pablo y los fui metiendo uno a uno en la boca para jugar con ellos, tiraba haciendo que explotaran al salir y mi amigo se retorcía de gusto.
-La polla, chupa la polla. Tuve que tirar de ella para bajarla hasta mis labios, había segregado cantidad de jugo y lo recogí con la lengua.
-Es mejor que vayamos a mi habitación, estaremos más cómodos. No tuve que repetirlo, se puso de pié, le veía majestuoso y soberbio, yo hundido en el agua y el allí arriba con los huevos colgando y la verga como una lanza, el perineo y el culo llenos de espeso vello.
Me tendió la mano pero antes le entregue a Dulce luego me sacó a mí, nos secamos un poco y recogimos la ropa en los brazos, envolví a Dulce en una toalla y salimos corriendo entre risas.
-Venga, se me va a bajar la verga. Me azotó un poco fuerte en el culo. Nos tiramos sobre la cama dejando de cualquier manera la ropa y el paquete del perrito.
-La tarde va a merecer la pena, ven putito, sigue con la mamada que esto te gusta.
Se había sentado en la cama, apoyado en una mano y con la otra me ofrecía el largo sable de mis sueños. Me coloqué entre sus piernas y retomé mi tarea, se le había ablandado un poco pero eso mi boca lo arreglaría, mamé hasta que se cansó o quiso hacer otra cosa. Un rico sesenta y nueve donde a la vez de la verga nos lamíamos el culo y los huevos, y él iba preparando mi agujero, metiendo la lengua y los dedos, hasta cuatro tenía dentro de mi culo.
-Ya putito, quiero follarte, ¿cómo quieres que te lo haga?
-Primero dómame y luego cógeme por delante, quiero que me entres profundo.

Le entregué el hoyito de rodillas, muy abierto con la mejilla en la cama mirándole a él en pie ante mí, sentí la primera nalgada que me hizo ver las estrellas y la segunda, y las siguientes hasta sentir las nalgas laceradas, escupió sobre ellas y empezó a pasar la polla para frotarme con ella, comencé a gozar ahora de sus caricias en la zona dolorida y los pequeños golpes de su pene en la zona herida. Me introdujo tres dedos en el ano dejándolo bien abierto para meterme la polla de golpe dejando caer el cuerpo.
-¿Te gusta así putita? ¿Te va de esa manera? Eran juegos que me volvían loco al sentir la humillación de sus escupes en el ano, en las nalgas, en la cara y que yo buscaba con la lengua.
-Sí, sí cariño pero no te corras aún, fóllame de frente amor. No dejaba de gemir, suspirar, ronronear, y gritar en algún momento, el gallardo y fuerte chico me daba verga como un auténtico semental maduro sin serlo.
Coloqué las piernas sobre sus hombros y elevé el culo apoyado solo en la espalda, era la posición donde entraba en mi recto hasta el fondo y así lo hizo, hasta sentirlo que no podía avanzar más. Sudaba de la energía con que me daba la polla y sus cojones estaban mojados de sudor golpeando en la puerta de mi culo.
-Bésame amor, bésame y ve más lento. Se inclinó y antes de darme sus labios tiró una enorme saliva que cayó en mi boca abierta y entonces unió las bocas y me metió la lengua buscando el regalo de su saliva que me había entregado.
-Préñame amor, pero no dejes de besarme.
Hizo todo lo contrario a lo que le pedía. Dejó mi boca.
-Siempre no vamos a hacer lo que tú quieres, ahora te vas a comer mi leche, sacó la verga y se sentó en mi pecho, comenzó a masturbarse con el glande en mis labios, y el elixir de su semen comenzó a salir abundante, cerré los labios sobre el glande para que no se perdiera una gota. Lo sentía entrar, cálido y cremoso llenándome la boca, no lo quería tragar pero era imposible contener esa cantidad de leche que derramaba entre convulsiones pélvicas. Al final metió la verga toda ella en la garganta.
La sacó chorreando aún de leche y saliva, babas densas que me salían cuando me follaban la garganta. Acopló su boca a la mía y nos comimos las lenguas.
-Ahora tú, puto divino. Se escurrió por mi pecho y el vientre y se tragó toda mi verga. ¡Ohh! Pablo había aprendido a chupar mi polla, no creo que haya tenido otra en la boca. Me mamaba queriendo sacarme los huevos por la uretra y a veces me pajeaba bajándome el pellejo hasta hacerme daño.
-Me voy a ir Pablo, me voy, ¡yaaaa! Me retorcía, totalmente convulsionaba mi cuerpo queriendo que el orgasmo llegara y me liberara de la opresión en mis testículos y bajo vientre.
Mi amante no se retiró y recogió mi lechada en la boca y no la tragó, llegó sobre mi y la fue dejando caer de sus labios sobre los míos comenzando el juego de comernos el uno al otro.
Había sido una fabulosa follada. Pablo tenía razón, había resultado una tarde aprovechada.
-Qué bien me lo haces Pablo, tú y Erico sois los mejores hombres, sois perfectos.
Empecé a besarle el pecho, sus fuertes pectorales con su hermoso vello naciendo.
-Vamos a la ducha y nos vestimos, igual ya han terminado de hablar. Terminamos de asearnos, Pablo quería volverme a coger en la ducha pero solo se la chupé hasta que se corrió en mi boca, ahora tiró menos semen y más líquido, delicioso como el de antes.
-Pablo, ¿de qué quería hablar mama con Eduardo y don Manuel? Le miré pero evitaba mirarme directo a los ojos.
-No pasa nada Pablo, dímelo, por favor.
-Quiere que la ayuden a gestionar el divorcio con papá. Pobre mamá la habría hecho sufrir tanto, y también lo sentía por mi padre.
-También pretende convencer a Eduardo para venir a vivir contigo, dice que quiere cuidarte y eres su hijo, ya lo han hablado y Eduardo se resiste, no quiere porque sabe sus intenciones, Eduardo no es tonto.
-Mamá me quiere Pablo, es normal que desee estar a mi lado y lo pasaríamos bien, tú también vendrías, me acompañarías, ¿no te ilusiona? Entonces Pablo me abrazó llevando mi cabeza sobre su pecho.
-¡Oh! Oriol. A mamá tú le importas una mierda, no lo ves. Solo piensa en ella, quiere el divorcio para estar libre, no por lo que papá le haya podido hacer. Vivir aquí para controlar a Eduardo, no para cuidar de ti y quiere ser la esposa de tu amante y ser ella la que se quede con todo. ¡Qué tonto eres!
-No, eso no puede ser Pablo, mamá me quiere, y papá y tú también, no me digas esto, no lo quiero escuchar. Me dolía lo que decía de mamá, no era cariñosa pero me quería, me amaba.
-Ves como no te puedo hablar, no vuelvas a preguntarme algo, no quieres creerme. Pablo me apartó de su lado y me puse a llorar.
-Joder y ahora lloras, ¿crees que así se arregla todo? Volvió a abrazarme intentando calmarme.
Marcharon y mi pena seguía oprimiéndome el pecho. Eduardo continuó hablando con don Manuel y en la cena no parecía de muy buen humor. Nos despedimos y marché a mi habitación, solo me quedaba el consuelo de dulce que era el único que no me abandonaba.
Le estaba acariciando y él parecía dormido cuando llamaron a la puerta, era Eduardo y sonreí gozoso, llegaba a buscar mis servicios, por lo menos serviría para algo. Se acercó a la cama y me senté despertando a mi perro que se revolvió.
-Solamente vengo a desearte buenas noches y a disculparme por estar hosco y malhumorado contigo en la cena. Me dio un suave abrazo y un tierno beso en la boca y se despidió como había venido.
Respuesta:
Golosa, hermosa y sexy, eres lo mejor del mundo.
¡Mi princesa!, ¿Pablo te dijo eso sobre tu mami?, no le creas, ¿cómo puedes pensar que no le importas a tu mami?, si estuviste en ella durante 9 meses, y te ha cuidado desde que tienes memoria. Mi vida, tu mami es lo más sagrado del mundo y siempre has de cuidarla igual que ella ha cuidado de ti, mi niña, tú debes de pensar bien eso sobre que tu mami posiblemente quiera algo con Eduardo, pero no creo que sea así como dice Pablo, pero pues ya verás tú si es cierto.
Respecto a lo de tirar con madre e hijo, sí, sí lo haría, solo que la madre sería muy raro o en caso especial, porque tu madre no creo que sea tan fácil que quiera tener un encuentro así de cercano, y ver como follo a su hijo, al cual cuidó tanto y crio desde pequeño, aunque si es así de liberal y de golosa yo creo que incluso ayudaría a que te folle más fuerte, y te masturbaría hasta llegar al orgasmo para oírte gemir como ella lo quisiera, ¡jejeje!
Pero digo, solo es mi imaginación, pero en lo que respecta a mí, si lo haría, ¿y tú, lo harías si tuvieras la oportunidad?
¡Ahhh, Yasin!, masturbarlo, mamárselo y comer yo también su hermoso semen y dártelo en la boquita para que ese beso blanco lo compartamos frente a él… Claro no sé si él también aceptaría chupármelo o dejarme que me lo coja, pero de que sería genial, lo sería.
¡Mi vida!!, jajaja, ¿tu perrito?, sí, llego a creer que si es marica, porque tiene así mucha tranquilidad con el dedo en su culito, y que te lama y se excite, muestra que si siente atracción por ti, de follar con animales, yo en lo personal no lo sé aunque algo he tenido, pero conozco un amigo que le encanta la zoofilia y folla con su perro.
Obvio su perro ya es mayor, pero dice que su perro desde cachorro lo estuvo follando y que ahora ese perro lo espera con ansias cuando por fin llega a casa.
Yo no tengo perritos, solo tengo un gran danés negro, que sirve como perro guardián en casa, siempre anda corriendo por los jardines y en ocasiones se pone bajo un árbol que hay en el patio trasero, y ahí duerme su siesta.
Creo que mi perro no le gusta ni las hembras ni los machos, porque le hemos tratado de hacer que tenga familia o mínimo una pareja pero es muy serio, bueno pero ya qué más da, ¡jajaja!
Cariño, creo que la nueva chica en la casa, te encuentra muy tierno y por eso quiere hacer amistad contigo y tal vez algo más ¡jijiji! Oye no te he preguntado, ¿alguna vez alguna chica salió o intento salir contigo?, lo digo digo porque tú eres muy guapo y tal vez alguna niña te quiera o te quiso.
¿Don Manuel de regreso?, creo que algo están planeando Eduardo y él, tal vez vayan a hacer otra fiesta como en la que conociste a Yasin, ¡jajaja! ¿Eduardo se molestó por Yasin y tu aventura con él? Pero si te dijo que eras libre, ¿qué no?
Oye mi amor, si algún día, cuando tú y yo estemos juntos, hiciéramos un trío, o un cuarteto con unas chicas, ¿les enseñarías tus secretos para follar? Digo…, no serían putas, sería como mi ex y su amiga, y si tú tuvieras una chica la follaríamos también, como me follarías a mí.
Me encanta que seamos tan libre de hablar mi vida, pero insisto, si te parece que me propaso con preguntas o comentarios, dímelo, ya sé que me dices que está bien que hable guarradas y con una que otra grosería, pero no quiero que te vayas a molestar por un comentario tonto y que después me odies o que tengas una mala imagen de mi, por eso te digo mi vida, pero tú, oféndeme, lastímame y sométeme hasta por aquí, y dime, ¿cómo me violarías hermosa? ¡Jijiji!

Oye y lo que dijo Eduardo…, está demostrando que solo eres un deseo que el tenia, pero conociendo yo gente como él, no lo juzgo, solo de lo que me has dicho creo saberlo, pero si estoy mal informado, dime, creo que esperando lo peor algún día te querrá cambiar por otro más jovencito y no te protegerá como yo lo haría contigo, pero repito, solo supongo, no afirmo, ¿eehh?
Besos mi preciosa, te amo mi vida, Espero que te cuides, y que algún día me enseñes otras sexis fotos que tengas, me mato a pajas imaginando que cojo tu culito rico y me la chupas con tu linda boquita, ¡jijiji!
jaime.iriarte92@gmail.com

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