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Mi compadre

Sentía que había algo más.
No era la mirada de dos hombres “normales” la que nos cruzábamos cada vez que nos encontrabamos.
Pero, como atreverme a siquiera decir una pendejada…
La vida de los homosexuales de clóset es complicada.
Nos habíamos hecho compadres años atrás por solicitud de la esposa y nos frecuentabamos ocasionalmente a pesar de ser vecinos, un saludo a lo lejos, algunas charlas intrascendentes y coincidir en algún cumpleaños, no más.
Esa ocasión fue especial, lo encontré fuera de su casa arreglando un mueble con un martillo y sudando a chorros, esa tarde era calurosa y muy húmeda.
Traía puesta una camiseta de tirantes y un pantalón de mezclilla deslavado, una chanclas de baño y su martillo.
Yo regresaba del trabajo cansado, sediento y molesto, el día había sido pesado.
Nos saludamos como de costumbre y comentamos alguna tontería sobre el clima y la familia.
Me enteré que la comadre se había ido a Michoacán a ver a una tía enferma y que el estaba de permiso en el trabajo.
Comenté como cualquier cosa que la tarde estaba “cervecera” y de inmediato note una sonrisa pícara en su cara…
“¿Nos echamos unas compadre?” , preguntó.
“Vale compadre”, respondí de inmediato.
Sentí algo…
Pasamos a su casa y nos dirigimos a la cocina, sacó una botella de cerveza y trajo dos vasos, destapó la cerveza y los llenó.
Brindamos con las cervezas y en seguida me dijo, “¿Me espera tantito compadre?, me quiero quitar el sudor con un regaderazo, es qué todo el día he estado haciendo talacha y estoy muy apestoso, jajaja”
Le respondí que no había problema, que lo esperaba.
“¿Quiere ver la tele?, creo que hay partido “
Estaría muy bien compadre, préndale. Le dije, pensando varias cosas…
“Pero venga a la recámara porque la tele de la sala no agarra bien y en la recámara tenemos cable”
“Dios mío”, pensé…
Subimos a su recámara y ya adentro me dijo, “Acuestese en la cama y quitese los zapatos pa’ que esté a gusto, o si quiere también desde un regaderazo, cosa que se refresca”
Casi grito de la emoción.
Pero había que disimular un poco, así que le dije, “No compadre, ¿cómo creé?, así está bien…”
Noté como que se cohibió, hasta note que se puso rojo.
“Está bien, yo sí me baño, no aguanto el calor”, me dijo.
Acto seguido, encendió la tele y comenzó a desnudarse, yo me había quitado los zapatos y me acomode unos cojines para disponerme a ver sus nalgas… el partido, quise decir…
“Quítese los calcetines compadre, está en su casa”
No quise se mal educado, así que me saqué los calcetines y me di cuenta que se quedó mirando fijamente mis pies, mi respiración se aceleró.
Sin ningún pudor se desnudo delante de mi y me deleite con su cuerpo, unas lindas y bien redondas nalgas salieron de sus pantalones, botó al piso la camiseta, su pecho peludo y sudoroso, me emocionó, verga y huevos grandes, se podían adivinar debajo de sus calzoncillos, de buen tamaño y se apreciaba una incipiente erección. Bajo mi pantalón, comenzó a despertar mi pene, no podía evitarlo, así que sin más puse mi mano en el bulto de manera, casi inconciente.
“Espéreme un minuto compadre, se quedó abajo la cerveza”
Así en calzoncillos se fue a la cocina y aproveché para acomodar un poco mi verga y disimular mis intenciones…
Trajo la cerveza que abrió primero y otra mas, apuro el contenido de su vaso, se sirvió otra vez.
“Salud compadre, ándele se está haciendo güey…”
“Salud compadre, salud”, le dije y me bebí el líquido de un envión, apenas le había dado unos tragos…
Me lleno el vaso de nuevo.
Tomo la camiseta del suelo, secó el sudor del pecho y las axilas y la botó sobre la cama, yo hacía como que veía el partido.
Se sacó la truza, la aventó también a la cama, su verga estaba más erecta, se metió al baño… “Ahorita salgo compadre” dejo la puerta entreabierta…
Apenas escuché el correr del agua y me avalancé sobre su ropa interior, la comencé a oler y mi verga me avisó de mi alegría, que delicioso aroma a sudor y a perfume barato tenía…
Subí el volumen del televisor y cautelosamente me acerque a la puerta, para verlo, quien “sin” sospechar que lo espiaba, se bañaba ruidosamente y descaradamente con la cortina de la regadera sin cerrar, no volteaba hacia la puerta del baño, se enjabonada el cuerpo y por fin pude ver si verga a plentud, un animal impresionante, prieto y cabezón, que lavaba meticulosamente con mucho jabón…
Su cuerpo jabonoso era una maravilla, aunque sobresalía una gran barriga, era hermoso y armonioso, brazos y espalda musculosos, unas piernas poderosas y esas nalgas de campeón, me tenían extasiado…
Se terminó de enjuagar el cuerpo y se dispuso a cerrar el agua, me regresé de inmediato a la cama.
Salió del baño y escurriendo agua, se frotaba el cuerpo con la toalla, su verga erecta campaneaba de un lado a otro.
Hice como que veía el partido y me dijo, “Báñese compadre, está bien rica el agua…”
“Está bien compadre, solo por no desairarlo pero es que está muy bueno el juego…” Le dije.
Me puse de pie de inmediato y comencé a sacarme la ropa, dándole la espalda, fingiendo un pudor muy hipócrita…
Sentí que me miraba y me desnudé de espaldas a él, mi verga traidora fue el foco de su mirada cuando me di la vuelta…
Tomé mi cerveza y brindé con él.
“Salud compadre”
“Salud” me dijo.
Me metí
Me metí a duchar…
Correspondí a su gentileza sin cerrar la puerta ni la cortina, el baño estaba anegado…
A los pocos minutos entró al baño con una toalla limpia y me la ofreció.
Comencé a secar mi cuerpo y él estaba ahí viéndome descaradamente, hablaba de los partidos y de lo difícil que sería para que las Chivas pasarán a la siguiente ronda…
Yo le contestaba cualquier pendejada mientras secaba los rastros del agua en mi cuerpo, nuestra vergas se comunicaban con saltos de gusto…
“Ahí hay desodorante y loción, compadre” señalando una repisa…
“Gracias compadre” le dije.
No pude dejar de sentir feo, cuando vi entre las cosas del baño, artículos de belleza de mi comadre ausente, pero quién le manda a dejar solito a mi compadre…
Saliendo del baño y solo con las toallas en la cintura, nos acomodamos en la cama, para ver el juego, pero ya había terminado la primera mitad, así que nos terminamos la cerveza y nos servimos otra ronda.
Viendo la tele, sentados uno al lado del otro, platicamos de fútbol y de lo que fuera, cuando acerqué mi pie al de mi compadre así como sin darme cuenta, el no quitó el suyo, su verga y la mía formaban carpas de circo con las toallas.
Me acerqué a él y sin pudor recargue mi hombro en el suyo, la respiración se elevaba y la cerveza hacia lo suyo.
Sin más mi compadre pasó su pie en mi pantorrilla de forma descarada y me quité la toalla para dejar en libertad mi verga, que para esos momentos estaba francamente erecta.
Oiga compadre, le dije.
“¿Qué?” me respondió él.
¡Que hermosos ojos tienes!
Se rió avergonzado pero no quise continuar con esa ridícula situación, así que me acerque a su boca y le di un beso en la mejilla y comencé a sobar su verga sobre su toalla.
Después él me ofreció su boca y nos dimos un beso largo y poderoso.
Aventó su toalla abajo de la cama y comenzamos a acariciarnos mutuamente.
Él hizo el intento de decir algo, pero no sé lo permití, lo besé en la boca mientras mi mano se hacía cargo de su verga, sentí una gran emoción al tenerla en la mano, estaba, grande, pulsante y su cabeza completamente descubierta por la erección era de un rojo intenso que contrastaba con el blanco de su piel.
Besaba su cuello y pecho velludo, mordisqueaba sus tetillas y podía sentir el bufido de sus respiraciones.
Lo jale hacia adelante y tire al piso los cojines para tumbarlo boca arriba.
Me metí entre sus piernas y comencé a besar sus genitales, los lamía y los besaba una y otra vez, él aullaba ahogadamente, le indiqué con las manos para que subiera sus piernas y así pudiera maniobrar de mejor manera.
Pasaba mi lengua en sus ingles, testículos y verga, algunas punzadas con la punta de mi lengua en su ano, lograron que subiera sus piernas y descubriera francamente su orificio.
En respuesta a su confianza, comencé a comer culo como gente grande, mi lengua recorría su perinneo, sus testículos y su verga como si fuera una brocha que tenía que pintar toda la zona, me engullí uno de sus huevos primero y luego el otro y luego los dos,eran enormes pero mi boca no lo quiso entender…
El aullido de mi compadre era ya un franco jadeo inteligible.
Al mostrar tanto agrado por mis caricias, me vi forzado a corresponder, así que me avoque a darle placer a su vergota.
Metí la punta de mi lengua en su gran prepucio y con movimientos circulares le lengueteé el rojo glande, baje la capucha con los dedos y le comencé a dar pequeñas mamaditas a su cabecita, sin entrarme todo ese vergón en la boca, hasta que porfin comencé a mamar de arriba a abajo ese hermoso tronco.
Él jalaba mis cabellos suavemente y me tomaba de la cabeza, pero solo acompañando mis movimientos.
Sentí un escurrimiento de líquido seminal así que baje la intensidad.
El me pidió mi verga, y comenzó a mamarla algo brusco, así que la saqué de su boca y lo tumbé de nuevo boca arriba, me senté en su pecho y así pude controlar la estimulación.
Comencé a pasar mi culo en su boca y lamía de manera deliciosa, luego regresaba mi verga a su boca y así estuvimos un buen rato.
De pronto mi culo comenzó a exigir más y me levanté de su cara, me dirigí al baño donde había visto un frasco con vaselina.
Lo traje al campo de batalla y puse una generosa cantidad en el falo de mi nuevo amante y otro tanto en mi ojete.
Lubriqué bien y me dispuse a recibir a tan distinguido invitado.
Me gusta controlar la penetración al menos en los primeros embates, porque vergas tan grandes deben ser recibidas con cautela.
Me senté a horcajadas sobre mi hermoso compadre y comencé con la introducción.
Era muy grande, así que le pedí, que me fuera acondicionando con los dedos, me recosté sobre su pecho y nos estuvimos besando mientras sus gruesos dedos, comenzaron a acondicionar mi hoyo para la recepción posterior de su grueso carajo.
Ya más adaptado, y algo molesto por la mala praxis de sus dedos torpes, decidí mejor,dar pasó a la penetración.
Me acomodé y comencé a introducir esa bestia de placer.
Ya más caliente y algo dilatado, pude por fin envolver completamente con los pliegues de mi ano, ese cuerpo cavernoso de carne ardiente. Jajajaja
Al principio no me moví un centímetro y le pedí a mi compadrito que no lo hiciera, era mucha verga…
Poco a poco, comencé a moverme hasta conseguir que ese badajo no fuera tan hostil en mi pobre ojete.
Una vez que lo molesto comenzó a ser agradable, entonces fue que comencé a calbagar esa boa de manera más confiada.
El rostro de mi amador,vera de felicidad pura y mi satisfacción por sentir esa plenitud dentro, simplemente inefable…
No quiero continuar con mi relato, mejor voy a buscar a mis compadre, a ver si tiene algún tiempo libre…

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