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Mis aventuras en la adolescencia

Un amigo me invitaba siempre a que le hiciera una buena mamada. Y eso es lo que hice. Siempre me lo repetía:

-¿Si yo te pido que me la chupes, me la chuparías?-

-Claro- Respondía yo.

Yo fantaseaba con ese chico porque me excitaba su manera de seducirme para llevarme la baño de la escuela para que se la chupe.

Hasta que un día martes, sucedió.

La profesora de Geografía nos había dejado salir a boludear porque era la última clase. Ese fue el momento en el que aprovechamos para ir al baño del primer piso y hacer eso que tanto deseábamos.

Nos metimos al lugar del inodoro que tiene traba en la puerta, él se bajo los pantalones cortos y ese hermoso pedazo de carne salió disparado, y se la empecé a pajear. Fue un minuto, hasta que él me dijo:

-Chupamela-. Entonces acepté gustoso, la agarré y se la empecé a chupar, parece que le gustó, porque hacía unos gemidos entrecortados, como una respiración agitada.

Me encantaba ese sabor, de tan sólo recordarlo me gustaría tenerlo aquí de vuelta para hacerlo el doble de mejor.

Me agarraba la cabeza, la subía la bajaba, movía su cintura metiendo su pene aún más en mi boca, de a momentos me la sacaba de la boca y se la pajeaba, pero me agarraba la nuca y me llevaba hasta su hermoso pene de vuelta.

Se bajó el pantalón, el bóxer y por último, se sacó su remera. Se sentó en el inodoro, me bajó el pantalón, el slip y me la empezó a chupar él. DIOS SANTO! JAMAS HABÍA SENTIDO ALGO COMO ESO! Es hermoso sentir la saliva caliente en tu pene, primero no sentí nada, pero luego de unos segundos me encantó.

De todas formas le dije que prefería chupársela yo a él, aceptó encantado y me impulsó otra vez.

Agarré su pene (en ese momento yo estaba encendido como perra en celo) y se la chupé con más potencia, le lamí su cabeza, el cuerpo de su pene, yo chupaba como tratando de sacarle el jugo a un hielo (aunque eso estaba más caliente que una fundidora de hierro). No me animé ni a chuparle sus bolas, ni sus pelos, ni a pedirle un beso, ni siquiera a pedirle que me penetrara, aunque sé que la próxima vez estará muy contento por haberle yo preguntado.

Entonces agarré yo su pene después de haberlo chupado con fuerza y se lo empecé a pajear vigorosamente, hasta que por fin, ese salado, blanco, espeso, deseado y ansiado jugo salió de su pene callendo en mi boca (debo admitir que me encantó sentirlo en mi ágil y larga lengua). Luego, cuando salimos, el me dijo:

-Wow, estuvo re bueno,-

Pero lo que siento por Lean, nunca lo voy a sentir por nadie…

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