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Vendiéndome

Unos meses después de cumplir mis 18, recibí la noticia de que mis padres iban a mudarse e iba a empezar a vivir solo.

La idea me encantaba, podía hacer muchas cosas libremente, además ellos iban a ayudarme enviándome dinero cada mes.

Lamentablemente el dinero no era demasiado, apenas llegaba a fin de mes y era un poco desesperante,

tuve la idea de dar clases particulares pero eso fue algo que no prosperó.

Una noche, mientras miraba videos de chicos divirtiéndose más que yo,

se me ocurrió que podría ofrecer mi lindo cuerpo a cambio de dinero.

Soy un chico bajito, pasivo fácil de manejar, ojos claros, buen culo y obediente,

me iban a amar.

Me registré en una web de compra-venta donde también se ofrecen ciertos servicios para adultos.

Publiqué un anuncio con el título de “mariconcito obediente ofrece su cuerpo”

y una descripción en la que explicaba cómo me encanta satisfacer hombres, y cómo me gustaría cumplir sus fantasías dejándome usar por cualquier extraño con tal de conseguir algunos pesos.

Antes de publicar el anuncio, la web me dejó poner una foto, elegí una en la que estaba en cuatro totalmente desnudo, sacada de frente para mostrarme sacando la lengua.

A los pocos minutos me llega un mensaje de un hombre maduro.

Era una foto de su verga muy dura, seguido de un mensaje que decía “amé tu foto, podés mañana putita?”

No se porqué, pero me calentó mucho que me tratara así, que sea tan directo, tanto como para pensar que con ver su foto iba a decir que sí, más aún insultándome.

Lo pensé unos minutos, era algo que me daba un poco de miedo pero al mismo tiempo estaba encantado de haber generado esas ganas por cogerme que se notaba que tenía.

Justo antes de responder me llega otro mensaje suyo, “Estás ahí trola? Querés divertirte conmigo o no?”

Esos insultos me gustaron, siempre había tenido la fantasía de que me traten de esa manera, quería ser usada como una muñeca sexual a la cual pudieran faltarle el respeto y le respondí que sí,

que me perdone por tardar, que iba a estar disponible para lo que él quisiera, con algunos límites claro. Me pidió fotos con la excusa de determinar mi valor y finalmente acordamos un precio.

Llegó el día de vernos, me puse ropa linda y a pedido de él, en mi mochila, llevé un dildo y unas esposas. Esto iba a costarle más pero dijo que lo valía.

Me llevó en su auto hasta un hotel.

En la habitación, él me agarró del cuello y me empujó contra la puerta.

Hoy vas a ser mi puta, para ganarte esa plata tenés que hacer lo que yo diga,

me dijo con su voz grave. Me empujó con su mano hacia el piso para que me arrodillara y lo hice,

le saqué el pantalón e inmediatamente me puso su bóxer pegado a mi cara para que sintiera todo lo que tenía guardado para mí.

Le saqué el bóxer pero no me dejó moverme, me dijo que abra la boca y que si me ahogaba y dejaba de chupar me iba a pegar una cachetada.

Empezó a coger mi garganta tan violentamente que tenía lágrimas en la cara y se escuchaba mi cabeza dando golpecitos a la puerta, de mi boca salía mucha saliva y el no paraba,

lo escuchaba gemir mientras me maltrataba y humillaba de esa forma y me encantaba.

Al fin estaban usándome, sentía que era bueno para algo, amé darle tanto gusto a ese hombre, y eso recién era el comienzo.

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