YO 28 AÑOS, MIS PRIMERAS EXPERIENCIAS - citasgay.org

YO 28 AÑOS, MIS PRIMERAS EXPERIENCIAS

En la época que entré a la adolescencia, el tema sexual era un verdadero tabú.

Escondido en un manto de misterio, los chicos andábamos pendientes a veces de conversaciones de los mayores, los que no siempre te daban la información como se debe.
Yo tenía 15 años, y estudiaba en la secundaria, lo hacía junto a un vecino del barrio como compañero de colegio y curso, y para estudiar debíamos trasladarnos a una ciudad vecina,

por lo que pasábamos gran parte del día juntos, al tener jornada de clases completa, pues salíamos a tomar transporte cerca de las 7 a.m y de regreso pasada las 18 horas.
Eduardo, que era su nombre, era algo más avezado que mí, que siempre fui bastante tímido.

Él hablaba de cosas sexuales, comentarios en doble sentido, y en especial gestos y exclamaciones morbosas, cuando por cualquier circunstancia yo u otro compañero,

pasábamos muy apegados de cuerpo, lo que prontamente era respondido con un movimiento de pelvis, y un gemido simulando placer sexual.

De hecho, él fue quien me invitó a la biblioteca del colegio, donde pidió un libro que creo se llamaba “El libro del sexo” y donde salía fotos colorizadas de órganos sexuales masculinos y femeninos,

los cuales, para muchos del curso, fueron el primer encuentro con dicho órgano (el femenino, dado que el colegio era solo de varones) aunque fuera solo en fotos, situación que en mi caso, también fue primera experiencia.
Y así, siempre con esos gestos, o comentarios mostrándome su bulto cuando tenía una erección (lo que se daba seguido, que éramos de 15 años) y haciendo invitaciones medio en broma, medio en serio para tener algún tipo de intimidad.
Y así hasta que, en cierta ocasión, me encontraría solo en casa y se lo comenté mientras íbamos en el bus, cosa que él definitivamente NO dejó pasar, pues al poco rato de llegado a casa, apareció el en la mía con la excusa de ver algún tema escolar.
Lo hice pasar, y ahí derechamente me hizo una propuesta sexual, de permitirle que me penetrara.

En principio lo tomé como una broma más, pero en ese instante se bajó de golpe sus pantalones y ropa interior, dejando a mi vista un pene oscuro, en posición de reposo pero que en poco tiempo ya estaba erecto.

Una mata de pelos negros rodeaba su nacimiento y se veía colgar un par de huevos, también rodeados de abundantes pelos negros, su tamaño no demasiado grande (que se lo había visto en las duchas de los camarines, y no era de las más grandes del curso) no dejaba de ser interesante.


Como ya entendí que era una propuesta real, y no puedo negar que era algo que de igual forma me llamaba a curiosidad, así que le dije que aceptaba, siempre que el me permitiera hacer lo mismo. O sea, el típico vuelta y vuelta.


Lo pensó brevemente y aceptó, así que nos encaminamos a mi dormitorio. Ahí topamos en quien lo hacía primero, lo que discernimos con una moneda. Yo perdí así que debía pasar la cola, no sin antes hacerle prometer que cumpliría con su parte.


Me bajé los pantalones más debajo de la rodilla, y me puse boca abajo en la cama, él se acomodó con sus pantalones abajo, dejando mis piernas al medio, y sentí como empezó a deslizar su verga por mi raya.

Sentí cuando se llevó una mano a la boca para mojarse con saliva, y me abrió las nalgas para empezar a penetrarme.


Poco a poco sentí como me iba horadando, lo que me producía un ardor en las paredes anales, mientras me seguía perforando, hasta que sentí que había llegado al fondo. Para ser sincero, no hubo placer, más bien fue curiosidad y un poco de dolor lo dejé que estuviera unos minutos bombeándome el culo, que no fueron demasiados, y le pedí que parara.

Lo hizo sin reclamo y a pesar de no haber eyaculado aún.


Me correspondió mi parte, y se ubicó en la misma posición que yo estuve antes, y abriendo sus nalgas introduje mi pene, el cual de todas formas estaba lubricado por el precum, pues es innegable que la situación era excitante y de la misma forma, lo follé solo algunos minutos hasta que me pidió que terminara, lo que hice tal como él minutos antes, sin eyacular.


Y así fue esa primera experiencia. Posteriormente el me invitó en repetidas ocasiones, pero solo quería ser él quien me follara, a lo que siempre me negué (como me arrepiento) y ya después nos separamos que seguimos distintos destinos en educación superior.


Pasaron los años y en cierta ocasión me encuentro con una amistad en común (si es que eso fue amistad) y me enteré que lamentablemente había fallecido, al ser atacado por un violento cáncer que cobró su vida.

Unos años después de lo que ya relaté, yo con 18 años (lo aseguro dado que tenía licencia de conducir) tuve un encuentro con un chico de nombre Cesar, de quien no supe mucho sobre su familia, que tenía unos 15 ó16 años y vivía con su abuela.


Como he señalado en otros relatos, mi facilidad para hacer amistad con chicos menores, una vez quedó demostrado, ya que siempre me encontraba con él, conversábamos de cosas banales, pero que el solo estar en su compañía, me daba alegría, sin contar que además el chico era bastante guapo, pelo castaño, liso, hasta los hombros, esbelto, ojos claros.

Lo que el médico me había recetado.


Y así, cuando lo encontraba y yo paseaba en el auto de mi padre, me estacionaba a conversar con él, de cualquier tema, pero nada sexual.


Sin embargo, todo cambió una noche, más bien casi madrugada, lo encuentro caminando, me detuve y subió de inmediato, y le pregunté para donde quería ir, y me señaló que a algún sitio tranquilo.


No esperé repetición y me dirigí por la carretera principal, a un sitio alejado del pueblo, donde me metí por unos caminos en el cerro, alejado de cualquier casa o vehículo que a esa hora pudiera transitar.


Me estacioné y de inmediato se me acercó y me dio un beso intenso, el que respondí sin dilación, y bajé una de mis manos a tocar su intimidad, encontrándome con un pene duro cual garrote y que casi reventaba su pantalón luchando por escapar.

Seguíamos besándonos mientras mi mano luchaba por sacar aquel miembro que había imaginado como un sueño imposible, y que el destino puso en mi camino.


Me dijo, “saquémonos la ropa” a lo cual accedí de inmediato, y rápidamente nos desnudamos, dejando la ropa en el asiento trasero, y ya empezamos a acariciarnos y besarnos cual si fuéramos eternos amantes que no se veían por siglos de separación.


Me dejé llevar por sus instintos, reclinamos los asientos y me pidió penetrarme de inmediato a lo que accedí, buscando acomodarme de la mejor forma posible dado que el auto no era precisamente amplio.


Sentí cuando me empezó a apuntalar usando su propia saliva como lubricante, y sentí el increíble placer y sueño cumplido de ser penetrado por aquel hermoso chico.


Ambos estábamos muy excitados, en especial él, que no demoró mucho en tenerme completamente empalado, iniciando el movimiento de mete, saca que, aunque en un primer momento me incomodó por el tamaño de su miembro y la violencia que a ratos ejercía, simplemente me dejé hacer dado el deseo que secretamente había atesorado por aquel chico.


Ahí estuvimos follando, con las estrellas por testigo.

Los vidrios del coche se empañaron, dada la calentura interior, versus el frio exterior puesto que ya era otoño y muy de madrugada, hasta que, sin aviso ni señal alguna, sentí cuando me abrazó intensamente y se quedó quieto, para empezar a inyectarme su juvenil semen dentro de mi culo,

en varios chorros que me hacían llegar al cielo, y más aún al sentir pequeños gemidos de placer de mi hermoso César.


Y así, ya cuando desocupó el contenido de sus huevos jóvenes, se separó de mí, a lo cual yo tomé un rollo de papel higiénico que convenientemente llevaba en el auto, y procedimos a asearnos y vestirnos.


Fue en ese momento, ya afortunadamente vestidos, que se ve unas luces de un vehículo que se acercaba por la parte posterior.

Ello indudablemente nos sorprendió y hasta nos asustó, dada la hora que era, y además que estábamos en un camino que no justificaba anduviera alguien en esas circunstancias.


El problema fue más incómodo, cuando el vehículo en cuestión, enciende sus balizas, dando a conocer era un vehículo policial. Se detuvo detrás de nosotros y un carabinero, golpea mi ventana la que rápidamente bajé.


Alumbraba al interior con su linterna, y Cesar, inteligentemente bajó la cabeza, con lo que su rostro no se veía al caer su abundante cabellera que lo cubría, ocultando su identidad varonil.

(Por aquellos años la homosexualidad era no solo mirada mal socialmente, sino que existía el delito de sodomía, castigado penalmente, situación que actualmente ya es historia).

Al estar los vidrios empañados y la situación recién descrita, el policía pensó se trataba de una mujer, pidiéndome solo mi identificación, y a su pregunta sobre lo que hacíamos ahí a esas horas, simplemente respondí que “estábamos conversando” lo que evidentemente no era cierto.


Y así, me devolvió la identificación, aconsejándome retirarnos, lo que hice de inmediato, y ya alejados del vehículo policial, dejamos escapar nuestros nervios con unas risotadas de ambos que salvamos jabonados de un muy mal rato.


Y de nuevo, debo terminar el relato de forma triste, ya que a Cesar dejé de verlo un par de meses, hasta que alguien me avisó que el hermoso chico había acabado con su vida, colgándose por el cuello desde una torre de alta tensión.

¿Qué le pasó, o que problema lo llevó a tal decisión? Nunca lo sabré.


Espero les haya agrado mis relatos. Reafirmo que son completamente reales, incluidos los nombres.
Espero sus comentarios. Mi correo es sergiosst2021@gmail.com Hasta pronto.

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