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Carlos, el mecánico ardiente

Cerca de mi casa había (aun existe) un garage de mecánica, dónde trabajaban dos jovenes, sumamente fuertes y bien parecidos. Yo siempre los miraba y ellos me sonreian, pero Carlos era extremádamente, simpático conmigo.

Un día me fui al garage, pues no tenía nada, que hacer y él, ese día estaba solito.

Que haces por ahí? Pues le expliqué que estaba muy aburrido, y que si no le importunaba mi presencia allí. Para nada me dice, asi que comezamos a charlar.

Recuerdo que ese día yo tenía un ajustado jean y camisetilla cortita, que se me veía el ombligo, mi culo sobrsalía, pues siempre he sido nalgón, pero no exagerado, un fondillo paradito y llamativo.

El estaba bregando, con el motor de un auto y yo haciéndole preguntas bobas y él me explicaba, esto es asi.. esto es de tal forma.

Pero se me fue pegando por detrás y yo sentí ese enorme bulto que me rosaba mi raja del culo, y me quedé quietecito…acercando su boca a mi oido, me habló en voz baja y me dijo, qué, que rico yo estaba!

Instintivamente yo me empezé a mover poco a poco y él de alante hacia atrás, me culiaba por encima de mi jean, que sensación agradable y sensual era esa.

Te quiero hacer gozar, papito, me decía y yo lo que hacía era gemir, como aceptando, con eso. Me dice: Vete al salón de las herramientas y productos de autos y esperame alli, ya no viene, nadie para acá. Un poco asustado, yo me fui y lo esperé allí muy deseoso.

Cuando llegó noté, que su verga, se le notaba expléndida, por encima, del uniforme azul marino, que tenía puesto. Mamámelo, papito, mamámelo, y se sacó aquella verga chulisíma y bien gorda, yo me arrodillé y me la metí toda de un cantazo, en mi boquita, pues comenzé mi trabajo, entonces fue la primera vez, que sentí ese olor a gas-oil, todo junto… tan exótico y tan de hombre, esa rara fragancia.

Lo lamía, me la sacaba y con mi lengua lo punteaba todo, bajaba y besaba sus testiculos… sus bolas peludas y divinas. Así, papito, así, repetía él, que rico tu mamas, coño, que delicia, que rico…estuvimos así un buen rato hasta, que me dijo, que quería metermelo, comerme mi hoyuelito.

Yo me bajé los jeans, y me puso boca abajo, sobre un escritorio pequeñito que había allí, pues para meter, lo que se necesita es deseo y un buen macho ricotón que coja a uno. El muy bellaco mecánico, estaba tan ardiente y deseoso de mi culo, que me mordía muy duro y le tube que pedir, que despacio, que me hacía daño.

Te necesito, decía bajito y me lo fue enterrando de a poco, yo me movía y suplicaba, que fuera mas suave que, me dolía mucho! Cuando al fin, lo tenía todo adentro yo paraba el culo y sentía sus bolas en mis nalgas, que hacían chas!!! chas!!! un sonido que no he olvidado nunca, me agarraba por la cintura, y yo sentía la fuerza de ese macho, haciendome de él.

Cuando se fue a venir, la sacó y me pidió, que la cogiera en la boca, yo abrí bien grande la boca y me llenó de su leche la boquita…eran otros tiempos y no había las enfermedades de hoy, así que me la tragué toda! Yo me la jalé bien fuerte y me vine como un semental.

Surgió así, nuestro pacto de follar, que mucho me folló ese hombre, aunque nunca acepté hacerlo con su amigo y compañero del taller de macánica, cosa, que hoy día me arrepiento, ja, ja, ja.

Aunque llegé a tocarle la verga par de veces y él a rozarme mi culo, con ese pene bien parao! Pensaba que traicionaba a Carlos, si lo hacía.

Todavía, cuando coincido con un tipo guapo y rico que me huele a gasolina, aceite y grasa de auto, me éxito bien terriblemete y lo que quiero es, que me haga el amor lo mas pronto posible…ahhhh que ricoooooooo!

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