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las cogidas de mis primitos

La llegada de mis tios dejando a mis primos desde la ciudad a la hacienda donde vivia con mis padres y abuelos se convirtió en un acontecimiento muy especial durante las vacaciones escolares,

esto hace ya casi 25 años, yo tenía en esa época casi 8 años, mis primos: Diego de 9 años y Fernando de 15 años.

Mi nombre es Luis, por ser el único hijo varon menor con tres hermanas, siempre me gustaba jugar desde muy pequeño con Diego que cuando nos bañábamos en el rio me molestaba haciéndome montaditas,

como le hacia a mis hermanas, estirándome el pene o sobándome mis piernas sin importarle la ropa que usaba, me topaba mi culito y yo me dejaba porque me lo sobaba delicioso. A veces con recelo nos veía Fernando que se sonreía.

Jugaba a “la guerrita” con Diego, cuando en esa ocasión estando a solas en el entablado con monte cerca a la casa nos bajamos los pantalones para orinar mostrándonos nuestras verguitas,

agitándolas hasta quedar bien duras, nos reimos haciendo eso viendo quien la tenia más larga y quien lanzaba más lejos la orina, Diego estirando su verguita con los dedos,

Diego se acercó a saboarme por un ratito mi culito, me dijo que me acostara porque quería culiarme,

estaba sorprendido pero a la vez tan caliente al verle la forma tan suave de sobar mi verguita que me recosté inclinado mi tronco quedando apoyado con los codos, sus manos empujaron mi pecho inclinado topando mi espalda totalmente el piso.

Vi acercarse su verguita a la mia, era la primera vez que sentía su verguita tibiecita que sobaba mis testículos hasta llegar a sobar gran parte de la raja de mi culito estando mis piernas abiertas,

todo lo ocurrido hizo que mi pene se pusiera bien parado dejándome culiar de su verga suavemente.

Me puso boca abajo y sentí la tibieza de la carne de su verguita en toda mi espalda y culo excitándome más su aliento sobre mi nuca a la altura de mis orejas haciéndome chupetes en mi espalda,

el movimiento de su verguita en mi culito era muy acelerado hasta que se detuvo y se fue unos pasos delante de mi a orinar dejándome ver entre claro y oscuro de la noche toda su espalda blanca con su movimiento de cadera que hacia más delicioso ver moverse a su culito.

Nos vestimos saliendo del monte limpiándonos la yerba seca pegada en la ropa, pero me olvide sacarme cierta paja de mi cabeza que cuando pasé junto a Fernando (De cariño le decia “Ferchi”) me miró sonriente y me dijo al oído en voz baja – ¡Ya te vi en el monte! –

me sentí un poco raro de la vergüenza, sólo bajé mi cabeza y me senté junto a Diego y mis hermanas que hablaban de cuentos de terror cerca de la chimenea, Fernando se sienta junto a mi sobándome y poniendo suave y disimuladamente sus piernas sobre las mias.

Eran altas horas de la noche, mis padres y abuelos nos decian que era el momento de dormir y los tres varones teníamos un cuarto,

Diego fue el primero en irse a asear al baño lejano a la casa, en el cuarto yo estaba con Fernando que se me acerca abrazándome por detrás inclinando su cuerpo moviéndome su cadera,

senti el bulto de su verga sobar mi culo, Fernando pone su barbilla sobre mi hombro y con su aliento tibio de excitación me pregunta – ¿Te gusta? –

yo no respondi porque estaba sorprendido, abrazado me puso frente a él, ahora pude ver que su verga se movia con la mia haciéndome la parar, Fernando viendo nuestras vergas paradas sobarse una a otra me volvió a repetir – ¿Te gusta? – Y agregó con voz un poco sutil excitada – ¡Déjame culiarte! – me levantó de la cintura y me acostó boca arriba en su cama, se bajó su pijama y calzoncillo hasta las rodillas mostrándome su verga bien erecta, sus manos me bajaron mi pijama y calzoncillo.

Fernando de forma rápida me puso su verga sobre la mía, la sentí muy caliente, su verga tenia un largo que daba desde mi verga hasta parte de mi estomago, me dijo – ¡Dáme tu culo! – segui callado,

me puso boca abajo, me bajó el pijama y calzoncillo a los tobillos, su verga la sentía sobar mi culito, sentí una baba sobre la raja de mi culo, giré apenas mi cuello para ver que la cabeza de su verga estaba un poco mojada y que sobaba mis piernitas, sentí la cabeza de su verga penetrar mi culo,

al principio se sentía delicioso pero después sentí un leve dolor mientras escuchaba los gemidos de placer de Fernando. Le dije – ¡No, ya no, Fernando! –, –Diego nos puede ver, no! – no dijo nada,

me miraba sonriente, nos paramos, nos subimos el pijama y calzoncillo, nos sentamos en nuestras camas hasta que de pronto apareció Diego sorprendido de ver una lechuza cerca del baño.

Fernanado aprovecho de aquello para decir – ¡Luis, vamos a matarla! – Inocentemente acepté aunque tenía miedo, Fernanado dijo: – ¡Diego, no te muevas de aquí, no salgas, es peligroso! – – ¡Tantito y ya regresamos! – – ¡No salgas, esperanos! –

Corrimos, con la resortera lanzamos piedras a la lechuza que estaba en el baño alejándola del lugar, de repente, Fernando puso su dedo índice en sus labios en señal que hiciera silencio, nos encerramos en el baño y nos sentamos en silencio un ratito,

Fernando miró por entreabierta la puerta en dirección a la casa, recuerdo perfectamente que la noche estaba con claro de luna y se podía ver la silueta de Fernando y la mia quitarnos los pijamas e interiores quedándonos desnudos, me abrazó y me dijo sussuranado al oido: – ¡Culéame mi verga Luis! –

Se acostó boca arriba sobre una tasa de ladrillo que tenia como tapa unas tablas, con sus manos estiraba su verga velluda y cuando estuvo bien parada con sus manos me dijo que me acercara,

mi verga también estaba parada al ver su cuerpo desnudo, mi piel se puso caliente me dijo: – ¡Ven Luis, culéame! –

me le monté sobre sus caderas y le corri verga sobre sus testículos y parte del tronco de su verga, Fernanado cogió con sus manos mi nalgas y me las empujaba a sus caderas sobándolas de arriba abajo, sentía delicios eso.

Mientras sobaba mi verga sentí que de punta de la verga de Fernando salía una babita que apenas mojaba mi verga. Fernando me puso boca abajo a filo de las tablas quedando bien alzado mi culo y con su verga frotaba mi espalda, sentía deliciosa su verga caliente y pesada,

hasta que de pronto, sentí penetrar la húmeda cabeza de su verga en mi culito de poco en poco sentía un dolor que aumentaba, Fernanado me culiaba el culo despacio metiendola y sacándola, yo le decía: – ¡No, ya no, Fernando! – – ¡Me duele, ya no! – – ¡Deja! – Fernanado me decía: – ¡Espera, ya casi! –

apretaba mis manos, abria mis piernas sintiendo el dolor, subió la temepratura a mi cabeza, pujaba y gemía del dolor, cuando sentí sus testículos junto a mis nalgas,

boté un grito desesperado de dolor, fernanado me tapó la boca mientras sacaba su verga y me la sobaba sobre la raja de mi culo, su verga aumentaba su velocidad frotándola sobre mi piel hasta que se detuvo exclamando un – ¡Ahhhh! – para sentir luego un liquido medio caliente sobre mi espalda.

Me levantó abriendo la taza y parándome sobre ella, con un balde con agua humedeció papael higiénico que colgaba y me lo pasó por debajo de mi culo y verga, sentía mucho dolor, luego me quitó el semen de mi espalda.

Al salir me suplicó que no dijera nada, llegamos al cuarto y le contamos a Diego que perseguimos al animal que lo asustó por mucho terreno.

Esa noche no pude dormir del dolor, sólo me resignaba a llorarviendo moverse la silueta del cuerpo de Fernanado, aquel chico qu no olvidaré jamás porque me desvirgó mi culito.

Pasaban los días y me sentía diferente afortunadamente el dolor pasó. Por temor a un escándalo en mi familia acepté las súplicas de Fernanado y guardé en secreto lo que hicimos en el baño aquella inolvidable noche.

Le tuve recelo a Fernando, culie con él dos veces más, ya no seguí porque sólo quería meterme su verga y me dolía aunque a la ultima culiada que me dio en el cuarto casi no me dolia el culo.

Con Diego si lo hice mucho tiempo más porque solo me sobaba su verga en mi culito y me gustaba sentir su piel caliente y suavecita.

En mi adolescencia, haciendo sexo oral con amigos de mi edad en el colegio logré excitarme dejándome penetrar más seguido sintiendo más delicioso el sexo hasta ahora.

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