Mi primera vez con Pedro

Mi primera vez con Pedro

Mi historia se remonta a cuando chiquito,

mi hermana (mayor) me hacía participar de sus juegos,

a veces con sus amigas, vistiéndome de nena y jugando conmigo como si lo fuera.

Llegó incluso a enseñarme a caminar con los zapatos de mi mamá, de tacos altos, lo que me costó bastante pero aprendí bien.

Ya a los 8 años caminaba como una niña sobre esos zapatos, a las otras nenas le gustaban y todas hacían esfuerzo para hacerme sentir una más en el grupo,

me cambiaban los vestiditos, medias y hasta me iniciaron con el maquillaje, comenzando con pintarme los labios y luego los ojos.

Pero mi puerta a este hermoso mundo se abrió a los 13 años, cuando un chico más grande me invitó a ver una película en el cine y ya en la sala, tomó mi mano y la puso sobre su pierna, empujándola lentamente hasta su bulto,

yo no lo podía creer,

le obedecía sin estar muy convencido de lo que estaba haciendo.

Eso me gustó pero también me asustó, pensaba si estaba haciendo lo correcto y me decía a mi mismo que no, pero no sacaba la mano de su bulto y por el contrario, exploraba lo que estaba tocando con mis dedos.

Pedro, que así se llamaba, sacó mi mano que apretaba su bulto y se paró y nos retiramos del cine,

yo lo seguía como un perrito, asustado, sin saber adonde íbamos.

Fuimos a su casa, entramos a su cuarto y cerró la puerta con llave, sus padres no estaban y le dijo a la señora que limpiaba la casa que teníamos que hacer tarea de la escuela.

Pero no fue así,

me hizo seña con las manos que no hiciera ruido, me empujó hasta su cama y me puso boca abajo sobre ella, pero con mis piernas apoyadas en el piso, desprendió mi pantalón y lo bajó al igual que mi calzoncillo,

yo casi no le puse resistencia, estaba entregado, asustado, temblaba porque no sabía bien lo que estaba por pasar.

Sentí un líquido frío sobre mi cola, en la raya, que se deslizaba hasta mi orto y sentí también un dedo de Pedro seguramente lleno de ese líquido entrar en mi cola,

patinaba y casi no le costó meterlo adentro y una vez adentro hizo movimientos con su dedo,

lo sacaba y lo volvía a meter, yo me quise incorporar pero no, me empujó con su otra mano para que permaneciera sobre la cama,

separó bien mis piernas que apoyaban en el piso y quitó su dedo de mi cola.

Ahí sentí su verga, caliente, endurecida, pujando por entrar dentro mío, también le había puesto ese mismo lubricante, pero no entraba con facilidad,

mi cola era pequeña y su verga era de buen tamaño, pero pujando y pujando conseguía entrar un poco y la sacaba de vuelta,

yo pegué un grito de dolor la vez que logró meter su cabeza y él me tapó la boca y cuando su mano más presionaba sobre mi boca,

aprovechó para presionar también con su verga y entró la cabeza y creo que lloré, lloré en silencio del dolor y siguió entrando y entrando hasta el final.

Estaba la verga toda adentro de mi cola y comenzaron los movimientos de adentro y afuera y más fuerte y más y al poco algo caliente sentí dentro mío y Pedro comenzó a retirar su verga,

ahora un poco menos dura hasta que la sacó totalmente.

Estaba cansado y yo también, estaba agotado, pero también feliz, porque me había pasado algo que empezó doliendo y terminó gustando.

Me puso un pañuelo en la cola a modo de apósito, por la leche que no terminaba de salir,

me subí el pantalón y regresé a mi casa.

Fue mi primera vez, que no dejé de repetir a lo largo de mi vida.

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