Era muy tarde cuando me desperté, me dolía terriblemente la cabeza, parecía un tas al que alguien estuviera golpeando con saña, apenas podía andar sin sentir una fuerte presión interna, mi boca estaba pastosa, me dolía la garganta como si tuviera faringitis, mi estomágo parecía contraído y con tensión. Lo único que no parecía dolerme era el culo. No me acordaba de nada de lo que hubiera ocurrido la noche anterior. Mis dueños sí parecían acordarse pues enseguida noté que no se hablaban entre ellos, apenas se miraban, había cierta tensión en el ambiente que se mascaba, cuando alguien quería algo lo decía al aire o me lo decían a mí como intermediario. Pregunté varias veces lo que les pasaba, si había ocurrido algo la víspera, pero ni el uno ni el otro me contestaron. Después de lavarme la cara en el arroyo, volví al calvero y me puse a leer un libro. Pierre seguía en la tienda, Christian deambulaba de un lado a otro sin hacer nada concreto. Lo miré varias veces, estaba con el torso desnudo y guapísimo, notó que lo miraba, se pavoneó un poco, me excitó, pero siguió observando  una hoja, me levanté camino de la tienda, pero no me dejó llegar. Me giró bruscamente y se puso a mis espaldas, enseguida noté su rabo duro, me empujó hacía el árbol más cercano sin ningún disimulo, dejé caer el libro, mientras apoyaba mis manos en el árbol,  me abrió la bragueta de un fuerte tirón y me puso la camiseta detrás de la cabeza, quedé inmovilizado de brazos y piernas, bastante tenía con no caerme. Con la misma furia se abrió su bragueta y se sacó su cipote duro como un palo, lo escupió y tras magrearselo un poco empezó a cercarse buscando un camino libre a lo que más deseaba en ese momento, yo tenía miedo de su furia, le rogué, le imploré que tuviera cuidado, -Despacio Christian…….., por favor….., métemela despacio al principio……., por favor……….. me vas a hacer daño, ………..dilataré rápido……, por favor tío…… Pero fue completamente sordo a mis súplicas, puso su cipote a las puertas y se abrió paso sin consideración alguna. Yo me eché hacía delante todo lo que pude, pero poco recorrido tenía por árbol para mitigar el dolor, éste no fue tanto como temí, quizá porque todavía seguía dilatado, de a saber qué, de la víspera. Sin consentimiento alguno me penetró y me folló de una manera infame sine estimar en modo alguno el culito, hasta hace poco  virgen, y que se habría dado a él, de cualquier forma como hubiera querido. Me folló de forma vil y mezquina sólo para que Pierre se enterara, sus gritos de ogro en celo se debieron de oir hasta en el puerto. Delante de la tienda y a la vista de Pierrre, no niego que me envilecí, aún más si cabe, porque sentí gran placer en exhibirme desnudo, siendo dominado y sodomizado por mi amo para desmostrarle al otro su poder, demostrarle que yo era suyo y sólo suyo y podía hacer conmigo lo que quisiera y cuando quisiera, como en ese momento. Mientras mi amo me follaba de manera escandalosa y sin miedo alguno a que alguien nos viera, yo miraba a Pierre con cara de vicio, y éste no perdía ojo de nosotros, su cara me ponía cantidad, pues en ella veía reflado lo que pensaba de mí, que era una puta zorra y cada día más, por dejarme follar de esa manera, como mero objeto de placer de una mala bestia. Mi amo me agarraba la cabeza y me la echaba hacía atrás, me intentaba acariciar con sus manazas, me daba lenguetazos en la cara y me pinchaba con su barba, yo apoyado en los dedos de los pies, me empezaron a temblar las piernas y las caderas, sólo el movimiento de ese temblor había sido suficiente para correr a mi macho, pero éste seguía con movimientos frenéticos y haciendome llorar de placer, bueno, sólo llorar y punto. Entre sus embestidas y mi temblor irrrefrenable le acabó estallando la polla dentro de mí como la mala bestia que era y cuando, empujándome la cabeza, se salió de mí, me dejó bien claro lo que pensaba: -Entre esto y lo de anoche, veo que estás aprendiendo rápido, cada día eres mas zorra y que te va el vicio cantidad Me dejó en el árbol y metiéndose su rabo en los pantalones se fue al arroyo. El polvo debió durar apenas un par de minutos, no me compensaba que me abrieran el culo para eso, seguía allí con el culo en pompa esperando que Pierre viniera a terminar la faena y que me enterara de algo, al fin y al cabo, pensaba, era un desperdicio estar abierto y no ser aprovechado por nadie, pero Pierre prefirió darse la vuelta en la tienda y pasar de mí. Le habían dejado bien claro quién mandaba allí, quién era el amo de quién, y que a lo mejor se tenía que contentar sólo con las sobras. En ese momento, desde luego, ni siquiera me quiso como sobra, yo me sentí despreciado y envilecido, usado como un puto trapo, humillado por dos imbéciles, cada cual más capullo. Decidí  entonces que, al menos, esa noche no me quedaría a dos velas, aprovecharía su imposibilidad de entente. Caía la noche, me tenían harto, cada uno a ambos lados de mí en la tienda, sin hablarse, sin saber porqué, como todos los amos eran caprichosos y arbitrarios, con necesidad de consideración, de mimos y halagos, necesitando que alguien les hiciera sentir que eran como dioses, seres superiores, muy machos. Bien, pues esa noche me desmostrarían que de verdad lo eran. Decidí follarmelos a los dos sin consideración, me decidía tomer la iniciativa por primera vez, no me costó gran trabajo, la verdad, pues eran bastante facilones. Me despojé de mis pantalones, no se si apreciaron mi bonito cuerpo, ni mi torso liso y terso, ni mi estómago plano, tampoco me importó, otros lo harían. Intenté ser lo más depravado y vicioso posible, lo más puta para dejar bien sentado, también, mis reales, no sentí perversión moral alguna, en aquel puente y entre aquellos árboles me pareció que éramos los únicos seres vivos del planeta y desde luego nada de inmoralidad había en nuestros actos, sólo satisfacían conmigo sus más bajos instintos, esa era mi razón de existir, mi objetivo y mi fin. Sí, definitivamente me follaría a ese par de capullos. Empecé por Pierre siempre más dispuesto, si éste se ponía a tono sabía que mi otro amo no tardaría nada en ponerse a cien también, a pesar de su mal humor. Como digo eran seres caprichosos y por lo tanto fáciles de manejar. Pronto tendría sus rabos en mi boca. Pierre respondió como esperaba, fue palpar la bragueta de su pantalón y ver mi cara de vicio que no dejaba lugar a dudas, que se encendió con una suave sonrisa que me lo dijo todo. Nos besamos con eso besos sonoros que sólo él sabe dar, y encendió a mi dios, lo noté porque éste empezó a moverse inquieto. Comí el rabo de Pierre con voracidad para inquietarle aún más, mi rabo estaba duro y buscaba el magreo de Pierre con ansia. Era verdad lo dicho por “mi angel” por la mañana, había adquirido ya mucha habilidad, desde luego, más de la que estaba dispuesto a reconocer, mis manos buscaron el  nabo más deseado y lo noté inhiesto, durísimo, quizá hasta más que el mío, se lo saqué para que le diera el aire y no estaba dispuesto a que, aquella noche nadie me ordenara a comerme nada. Me lo zampé yo solito y me lo comería muchas veces aquella noche, el de ambos, mientras me comía uno me cascaba el otro, por igual, no fueran a pelearse por ello, que a ambos los necesitaba. Cuando los tuve bien dispuestos para mi placer me subí a horcajadas sobre Pierre y me clavé su cipote con precisión, entró de puta madre en mí, en cuclillas, que es como mejor entra un rabo sobretodo si es grande y está bien duro, sólo se necesita que esté levantado. Gemí de placer, y él también mientras me metía aquella barra ardiente por mi culo bien lubricado, ly que la admitió sin ninguna dificultad. Qué zorra me sentía entre aquellos dos machos, qué putón me había vuelto en apenas una par de meses, quién me lo iba a decir, y estaba encantado. Cabalgué a Pierre con gusto mientras mi mano pajeaba la polla que más necesitaba tener dentro. Conté las subidas y bajadas de la petada de Pierre porque lo que más deseaba es hacerle aquello mismo a mi dueño, y lo hice, me salí de Pierre y me senté sobre la polla de mi amo sin aviso previo, las paredes de mi culo se abrieron para recibir aquel manjar, le monté con deleite mientras pajeaba a Pierre y éste me pajeaba a mí. Cuando me cansé de pajearle me apoyé con uno de los brazos hacia atrás y el otro en mi rodilla, dejé a Pierre que se divirtiera con mi rabo y me dediqué a follarme a mi dueño, subía y bajaba por su polla como por un tobogán cada vez más estremecido y loco de placer, cada vez más frenético, más furioso. Al hacer yo los movimientos, yo controlaba el placer, yo golpeaba mi próstata a voluntad, yo decidía cuando cambiar de pareja, sus vergas eran mis herramientas, era yo quién hacía uso de ellas, era su dueño, las pobrecitas zanahorias estarían mucho tiempo duras para mí esa noche, me harían disfutar mucho para compensar tanto palo, sólo así podría continuar mi seduccion, si no hay, de vez en cuando una zanahoria entre tanto palo, la cosa duraría poco, ví la cara iluminada de mi dueño mirando a Pierre cascármela y decidí darle el espectáculo de ver cómo me follaba a Pierre. Mientras lo hacía decidí comerme la polla más deseada, no me importé si pudiera estar, acaso, sucia, me la comí y no me desagradó en absoluto, y en un momento posterior me comí la de Pierre y no me obligó nadie a hacerlo, lo decidí solito. Fui pasando alternativamente del uno al otro tantas veces como quise, usando mi culo y mi boca como yo quería, a mí criterio, y ellos allí, a mi disposición, sin posibilidad de hacer otra cosa. Y cuando me cansé de comer tanto rabo me apoyé con los brazos atrás y me follé a Pierrre hasta que su polla estalló dentro de mí. Fui yo con mis movimentos frenéticos quién determinó correrrle, podría haberme parado cuando ví su cara de gusto previa al orgasmo, pero no, en ese momento yo mandaba, yo decidía y le dejé agotado tras gritos, espasmos, temblores y sudores fríos. No sentí en absoluto su corrida porque todavía me quedaba lo mejor. Cuando me vacié de Pierre mi amo se apresuró a ponerse a mi disposición. Cómo me gustó follarle, estaba con la cabeza hacía atrás, me agarraba las ancas, ya nedie me mandaba, su pollón me golpeaba la próstata y mis esfínteres se contrían espasmódicamente, para mí era la locura, el frenesí. Apoyado en mis manos por detrás de mi culo, éste bajaba y subía alrededor de su pollón. Pierre no perdía detalle, estaba alucinado que tanta polla dura pudiera deslizarse así, sin ninguna dificultad, sin ninguna limitación, tan rápido. Seguí follandome aquel cuerpo maravilloso mientras mis esfínteres se seguían contrayendo involuntariamente. A veces lloraba, mis ojos parecían que se iban a salir de sus órbitas, mi cara estaba roja como la grana, mis venas parecían qu iban a estallar en mi cuello, mis jadeos eran de animal y las frases que salían de mi boca eran del tipo: -Fóllame……, fóllame….., sí…, así…..fóllame rico……., fóllame más, ……..no te corras aún, dame más……, más, sigue……., necesito aún más de vosotros,……….. soy insaciable, demostradme que os mereceis una puta como yo, cabrones…..- y cosas similares Mi dueño estaba entregado a mí, estaba a mí disposición, noté que en ese momento era dueño yo de él -de ellos- ví que estaba alucinado conmigo, podría hacerle  lo que quisiera, sentí que me estaba vengando de lo que me había hecho por la mañana, su rabo era mío y me estaba dando el gusto que no me había dado nunca, yo me movía despacio o deprisa en función de mi gusto, de mi placer, en función de las descargas eléctricas que subian hasta mi cerebro, según las mandaba mi próstata, la dirección de su verga era la que yo quería, entraba y salía según yo lo determinaba, según me diera la gana a mí.Y me paraba cuando veía que estaba punto de correrse, y le hacía sufrir, con mis manos sobre sus muslos no, le dejaba moverse cuando el quisiera o como el quisiera, yo lo dominaba, lo poseía, hacía círculos con mi culo porque me gustaba a mí, aún cuando él se derretía de placer. Sus manos apenas podían hacer algo que no fuera magrearme las nalgas, o me las abría para intentar meterme lo que no cabía porque de haber cabido ya estaría dentro. A veces mis manos le cocedían el placer de magrearle los huevos o le dejaba meterme un dedo compañando a su polla para sentirme más pleno, esas únicas concesiones eran porque a mí me gustaban y se las dejaba a él como un regalo. Y entonces, cuando más excitado estaba, cuando más contraído estaba mi esfinter, y ya pensaba que me correría irremediablemente, que por fin sentiría cómo sería correrme sin que nadie me tocara el rabo, que actuaría mi punto G para darme el mayor de los placeres, cuando creí que mi lefa caería sobre mi pecho y que me la comería con deleite, como placer último tras una corrida gloriosa, cuando el corazón creía que se me paraba, las lágrimas de gusto empezaban a correr por mis mejillas, y mi culo se cerraba espasmódicamente para dejar paso a mi corrida triunfal……….. ……no sé qué pasó pero en vez de eso, me oriné en mi amo, sobre su pecho y sobre su cara, y aunque rápidamente corté el chorrito mi dueño se cabreó mucho conmigo, más creo le enfureció la risa incontenible de Pierre, que por el hecho en sí. Me hostió, sí, pero mi posición era de fácil defensa y no pudo hacerlo mucho. Yo, sólo pude pedirle perdón, muy humildemente, pero eso, no me libraría del castigo.

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