YO 28 AÑOS, DOS CHICOS LINDOS (Primer Relato)
Hola amigos lectores.
La belleza, es una cosa bastante subjetiva, en ocasiones alguien la ve donde otros no.
No obstante, en nuestra visión de latinos hay una cierta coincidencia en considerar hermosas a las personas de rasgos nórdicos, principalmente de piel clara y ojos claros, y por supuesto de cabello principalmente amarillo, rojo y colores intermedios.
(para mis lectores europeos les aclaro que soy chileno).
Precisamente a dos chicos que responden a la definición que di de “nórdicos” es mi recuerdo en el día de hoy.
En la época que vivía en Santiago de Chile, en soledad dedicado a mi trabajo, bastante exigente, por cierto, pero de vez en cuando en algún relajo, entraba a algún chat gay y charlaba con algunos jóvenes según mis preferencias, y también de vez en cuando resultaba algún contacto que terminaba en sexo.
Fue una tarde de viernes, que entro al chat y escribí algo como BUSCO RUBIO O COLORIN JOVEN.
Luego de un rato de repetir me contesta un chico que dice cumplir con lo que busco. Menciona que tiene 18 años, que es argentino y me da una localización aproximada.
Le pido su número de celular y hablamos. Efectivamente su inconfundible acento porteño (Buenos Aires) me confirma la nacionalidad y se nota completamente varonil que para mi es un detalle no menor.
Me da más indicaciones, se ubicaba en un apart hotel en el sector oriente de Santiago, la zona más pudiente de la ciudad, cercano al Parque Arauco, a donde me dirijo, ya que vivía relativamente cerca.
El me aseguró que el encuentro era en serio, que siempre está la posibilidad de algún bromista, pero me dio confianza para ir.
Así pues, cuando llegué a la zona que me señaló, le llamé al celular yo me había estacionado enfrente del edificio por él señalado.
Me responde que está en la entrada y veo que me hace una seña y se acerca a mi vehículo. Estaba oscuro pero su estampa era adecuada a lo que había mencionado y que yo esperaba.
Medía aproximado un metro y 70 cms. atlético y pelo rizado.
Al abrir la puerta del auto le pude ver como todo un adonis. Pelo muy rubio, ojos celestes y una sonrisa de comercial de dentífricos, pero de ninguna manera tiene 18 años, se ve menor, pero es una situación que evito comentar.
Me menciona que constantemente viajaba entre Buenos Aires y Santiago, que su familia tenía una tienda de ropa exclusiva en ambas ciudades, que sus gustos eran el esquí y navegar.
Sin ser yo demasiado observador y menos fijado en la marca de la ropa, si me llamo la atención que iba finamente vestido, por lo que asumí que era real lo que me decía.
Llegados a la casa, nos fuimos directamente al dormitorio, a propósito, encendí todas las luces para mirarlo en más detalle, y cuando se fue desnudando me di cuenta del real bombón que me iba a servir.
Absolutamente lampiño, me dice que los pocos pelos que le salen en el sexo se los depila, su cabellera rubia y ensortijada, brazos musculosos acorde a su cuerpo, y un pene increíblemente hermoso.
Unos 18 cms, muy blanco, su glande rosado, recto. Sus huevos colgaban normalmente en una bolsa también de color clara, tirada a rosado, tal como sus pómulos que se encendían cada vez que sonreía.
No me hice de rogar y agarré ese trozo de carne blanca con ambas manos y me lo llevé a la boca arrancando su primer gemido, fui recogiendo el prepucio, lo que también arrancó gemidos y exclamaciones, dado que, si bien podía ser arrastrado hacia atrás,
lo hacía de una forma un poco forzada, lo que con seguridad le ocasionaba una mezcla de placer y dolor. Sin dudarlo me lo llevé a la boca y comencé a deslizar mi lengua por el sitio mientras me metía hasta lo más profundo tolerable aquel magnifico trozo de carne argentina, cual el mejor bife chorizo que haya probado.
Ya a esa altura mis manos recorrían su cuerpo, su verga hinchada estaba completamente entregada a mi boca para ser lamida, succionada, acariciada sin restricciones.
También subía a su ombligo, sus tetillas y algún piquito en la boca luego de lamer su cuello. Un embriagador perfume invadía la habitación y que salía de cada poro que mi lengua recorría.
Luego de un largo preámbulo con lamidas mamada y caricias ya descritas, llegó el momento de la acción final, en que le pedí “métemelo” y le señalé unos condones mientras yo empecé a aplicarme lubricante, en mi agujero como también a su pene, que él me señaló que prefería hacerlo bareback.
Debo reconocer que la calentura fue mayor que lo aconsejable y acepté para lo cual empecé a derramar el aceite en su pene, a la vez que lo masturbaba suavemente, dejándolo suficientemente untado para que se acomodara entre mis piernas.
Exprofeso, al terminar de lubricarle el pene, me preocupé de correr a su posición natural el prepucio, lo que dio resultado dado que, al iniciar la penetración, la estrechez de mi ano ante el grueso pene, hizo que dicha piel se retrajera de golpe produciéndole una fuerte sensación que le llevo a dar una exclamación, más bien un grito y que afortunadamente al vivir yo en casa aislada,
y con la música ambiente, no fue escuchada por los vecinos (al menos eso creo). Y ahí se inició propiamente la follada.
El chico se estremecía mientras me introducía hasta el fondo de mis intestinos tamaña daga blanca. Me produjo un cierto dolor el roce y la apertura de mi estrecha vía,
la que soporté en silencio, y más bien diciendo, “sigue, más adentro” que no quería perder un segundo de las múltiples sensaciones que me producía aquella follada.
Afortunadamente para mí, el chico tenía una extraordinaria resistencia (después me comentó era rugbyer), por lo que siguió dándome su carne hasta el fondo, luego cambiando de posición hasta llegar a la más clásica de poner mis piernas sobre sus hombros, la mejor que me permitía mirar sus hermosos ojos claros, sus rizos de oro y su sonrisa lujuriosa,
mientras me empezó poco a poco a follar de nuevo, aumentando su ritmo, mientras unas gotas de sudor brillaban en su frente, y así, más y más y más, hasta que sentí una explosión en mi interior, un sonido húmedo acompañado de sus exclamaciones y gemidos que señalaban claramente el placer que le invadía y que era absolutamente compartido por mí,
que sentía el olor a sexo consumado, y como un líquido se escurría por mi culo hacia las sabanas, que ya estaban húmedas de nuestro sudor caliente.
Poco a poco su pene se fue encogiendo hasta salir completamente de mi interior. Alcance papel higiénico para asearnos brevemente y nos recostamos a charlar.
El chico en cuestión me propuso que iniciáramos un tipo de relación, que yo viajara a Buenos Aires con él y que podíamos ir y venir, que me enseñaría a esquiar (habló de ir a comprar equipo de esquí para mi) sus vuelos los hacía en Air Canadá,
línea que cobraba el doble y hasta más que las demás aerolíneas, todo lo cual me daba a entender que había un abismo económico y social entre ambos que era insalvable.
Seguramente lo que el buscaba y necesitaba era una figura paterna, pues lo más probable sus padres encargados de los negocios no tenían el tiempo suficiente para dedicarle y todo lo compensaban con dinero y bienes materiales.
Algo muy común en familias adineradas de cualquier sitio.
Pero mi realidad era distinta, si no trabajo no como, y no me podía dar el lujo de abandonar mis negocios por largo tiempo, salvo una vez al año por vacaciones y ya.
Y así, lo llevé de regreso al sitio donde lo recogí y ya nunca más lo vi. Nos seguimos hablando un tiempo por mensajería hasta que se cortó el contacto.
Invito a comentar en la misma página o escribiendo a mi correo sergiosst2021@gmail.com con mi reiteración de absoluta certeza y veracidad en mi relato.
En éste caso nunca menciono el nombre del chico argentino simplemente porque……no lo recuerdo.
Hasta pronto. –
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