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Confidencias 12 Coche de lujo para follar en la calle

Adri, ¿recuerdas que un día me dijiste que éramos confidentes?
Sí, vida mía, me dieron más verga de la que quería, sentía el culito dormido, no sé si por la pomada que me aplicaron, por el líquido que bebí o por el roce de tanta polla que me atravesaba. Resultó, como tú dices, una fiesta sexual sin límites.
Tampoco es que me sienta libre y por tanto feliz, te darás cuenta al leer lo que me va sucediendo, parece que las cosas no son como yo las veía y me encuentro confundido, sin entender lo que pretenden conmigo.
 
Tampoco, Adrian querido, es que me fuera mucho, pero caí en vertical ante el deseo al sentir manoseado mi anito de aquella manera tan rica y además me tomó algunas fotos.
Deseo que llegue el momento de poder estar en esa casita con la que sueño, y que me prometiste hace mucho tiempo.
Tienes el mail de mi primo, escríbeme por él para tenerlo en tu agenda, y ahora te cuento lo que va sucediendo.
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A la mañana siguiente me despertaron las manos de Pablo acariciando mi hombro. Continuaba teniendo un terrible sueño, había dormido tan pocas horas. Abrí los ojos para encontrar los negrísimos e insondables de Pablo que me miraban medio cerrados a la vez que sonreía divertido.
-Tengo sueño, déjame un poco más, hoy es domingo. Volvió a pasar los dedos por la piel de mi hombro apretando ligeramente.
-Carmen ha venido a buscarte para que bajes a desayunar, es muy tarde. Le miré con detenimiento y me sorprendió verle vestido.
-¡Dios mío! ¿Qué hora es? En lugar de contestar me señaló el reloj que colgaba en la pared.
-¡Las once! Tenías que haberme levantado antes.
-Se te notaba tan cansado y dormiste muy poco anoche, y soñabas, no creo que hayas descansado suficiente. Venga, levanta y báñate o no volverás a dormir en mi cama.
Ahora recordaba como a la noche llegué a su habitación y me metí en la cama con él, me arrancó una sonrisa. Tiró de la ropa dejándome desnudo, simplemente con la tanguita ante su mirada.
-En veinte minutos te espero en la cocina, ya sabes que es poco tiempo para que te prepares. Y se despidió con un gesto de la mano.
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-¿Por qué tanta tranquilidad? ¿Estamos solos? ¿Dónde estaban papá y mamá?
Miraba a Carmen y a Pablo que observaban como comía los cereales y bebía el vaso de zumo que me había preparado.
-Han salido, iremos en taxi donde me han indicado que nos esperan para comer, o podemos ir andando si te apetece caminar, no esta tan lejos.
Me lavé la boca mientras Pablo me esperaba abajo y sin preguntar iniciamos el camino donde tuviéramos que ir. Me dejaba llevar sin preguntar nada aunque tenía curiosidad por lo extraño de la situación.
Anduvimos un rato largo y al final cogimos el metro, Pablo decía que el lugar estaba cercano pero presentí que quería pasar el tiempo. Desembocamos en una de las principales calles de la ciudad, cerca del gran parque de los patos.

Estábamos aún lejos y vi en una de las mesas de la terraza a mis padres, les acompañaba Eduardo. Apresuré el paso y Pablo me sujetaba de la manga para retenerme, Eduardo se levantó de la silla y miraba serio y enfadado a mis padres, hablándoles con la mirada fija y con signos de molestia, no escuchaba sus palabras y se giró para acercarse a un coche que le esperaba. Su chófer le abrió la puerta y arrancó en el momento de nuestra llegada.
Miré el anillo en mi dedo corazón y luego a mis padres. Nos habíamos sentado en su mesa y el camarero nos sirvió los zumos que habíamos pedido.
-Quería haberle dado las gracias a Eduardo por el regalo, parecía ofendido. Hablaba mirando a papá y éste colocó la mano sobre mi muslo.
-No tiene importancia, esto no tiene que ver contigo. La comida resultó estupenda pero el ambiente estaba cargado y no sabía quien estaba molesto con el otro. Pablo casi no hablaba, mamá tampoco y el único que aparentaba estabilidad y estar alegre era papá.
Después de comer nos marchamos para casa, a la tarde había quedado con Rubén y algún amigo para salir a dar una vuela o al cine y Pablo saldría con Erico y sus amigos.
A la noche no esperé como la anterior, cuando noté que no dormía me fui directamente a la cama de Pablo. Me preguntó por cómo había pasado la tarde y él a su vez me contó que habían estado con una chica en la casa de mi primo y se la habían follado los dos.
Esas confidencias conseguían tranquilizarme y que me fuera durmiendo. Habíamos estado esperando a papá para cenar y no apareció, no había llegado aún cuando me quedé dormido.
Me despertó un fuerte y sonoro golpe y asustado me abracé a Pablo.
-Tranquilo, es papá que llega ahora. No entendía que podía estar haciendo en el piso superior y a esas horas. Encendió las luces del pasillo y apareció en la puerta, no encontraba el interruptor de la luz y lanzó un juramento.
-¡Puta luz! Pablo encendió la de su mesita.
-¿Qué haces aquí? Sin duda papá había bebido y se acercó tambaleante a la cama.
-Levántate, quiero estar contigo. Iba a obedecer la orden y retiré la ropa de la cama. Entonces Pablo se colocó delante de mí.
-¡No! Oriol está muy bien conmigo, no te lo llevarás. Papá balbuceaba y a veces no se le entendía, estaba más borracho que nunca, como no recordaba haberle visto, y para colmo mamá apareció en la puerta.
-Vamos abajo, tienes que darte una ducha para despejarte. Sujetó a papá por un brazo.
-Mi hijo se viene conmigo. Me cogió de la mano y Pablo le sujetó la suya para que me soltara.
-¡Desagradecido! Te devolveré al pueblo, no debí sacarte de allí. Poco a poco fue cediendo y entre mamá y Pablo se lo llevaron al piso de abajo, Pablo tardó en regresar y le esperaba temblando.
Me había quedado frío y temblaba todo, de incertidumbre, de miedo, de frío, sentí sus brazos y el calor de su cuerpo envolviéndome.
-¿Qué sucede Pablo? ¿Qué está pasando? Me abrazaba convulso a su pecho.
-Nada, ha bebido de más, tranquilízate y duerme, mañana hay colegio. A pesar de estar abrazado y ya muy a gusto y en calor a su lado, sentía como él se iba durmiendo y yo no podía hacerlo.
Al día siguiente Pablo no se apartaba de mi lado entre clases ni en los autobuses del trasporte escolar, entre él y Erico parecía que me vigilaban controlando todo lo que sucedía a m ialrededor.
Esa misma noche sentí la llegada de papá muy tarde, con gritos en el piso inferior entre mamá y él, pero no subió donde nosotros y me aferré al cuerpo de Pablo, no por miedo hacia papá, no le temía, mi desasosiego partía de no entender lo que pasaba.
A media mañana recibí un mensaje de Eduardo para que le llamara cuando saliera de clase en algún descanso.
-¿Cómo está mi pequeño? Su ronca voz sonaba llena de cariño.
-Estoy bien, Quería darte las gracias por tu regalo, me gustó aunque resulta ser demasiado.
-Lo llevas colocado en tu dedito. Lo miré un momento y admiré el brillo de las piedras preciosas.
-Sí aquí lo llevo y…, ¿qué querías?
-Tengo que estar contigo.
-Tienes que pedírselo a papá, yo no puedo ir a tu casa sin su permiso.
-No bebé, no quiero que vengas, es solo para hablarte. Tu mamá me ha dicho tu horario de clase de ballet, te esperaré a la salida y no te preocupes por tu padre, yo hablaré con él. Retírate de la clase un poco antes si puedes.
Transcurrió el día sin más novedades y cuando llegué a casa a la tarde encontré a mamá con Carmen preparando algo de comer, algún dulce por su olor, en la cocina.
-Mamá Eduardo quiere hablar conmigo después del ballet, papá se enfadará si no le pido permiso. Llegó donde mí y me abrazó.
-Habla con él tiene que informarte de algo importante cariño, no tengas miedo, Eduardo sabe lo que debe hacer. Me dejó al pie de la escalera y subí para preparar los deberes y vestirme para el ballet, quitarme el uniforme del colegio y meter las zapatillas, las mallas y la camiseta en una bolsa además de los calentadores de piernas.
Me disponía a marchar y Pablo aún no había regresado del entrenamiento.
¿Quieres que te lleve cariño? En la cocina se olía muy bien y cogí una galleta con forma de león que terminaban de sacar del horno, la mordí.
-No comas ahora, vas a llevar restos de comida en la boca. Mamá era así, no sé para qué preparaba esas galletas y luego no me dejaba comer una por cualquier razón que se le ocurriera.
Dejé la galleta y bebí un gran vaso de agua enjuagándome la boca.
-Me voy dando un paseo, no hace falta que me lleves, voy con tiempo. Me acompañó hasta la puerta de la calle y nos despedimos con un beso.
-Atiende todo lo que te diga Eduardo, es muy importante para todos.
Comencé a caminar tranquilo, sin pensar en lo que Eduardo tuviera que decirme, en los vestuarios estaban algunos compañeros colocándose las mallas, nos saludamos después de tantos días sin practicar ni vernos.
Cuando aparecimos en el salón de baile Iván y Asaf me miraron sin disimular la lujuria que sentían, pero no se acercaron hasta que después de calentar unos minutos, Asaf vino a ayudarme a estirar las piernas y la cintura.
-Queremos tenerte, los dos deseamos dártela, estas más guapo que antes, te han favorecido las vacaciones, habrás venido con ganas y nosotros las tenemos también.
Me giré hacía él sin dejar de hacer mis movimientos.
-¡No!
-¡No! ¿Qué es no? Me apretó con fuerza la cintura y luego bajó las manos a las caderas.
-Qué no quiero hacerlo más.
-Lo estas deseando putito, te tiembla el cuerpito de nena que tienes.
Tenía razón, me temblaba el cuerpo y se me humedecía el anito pensando en algo que lo llenara. No iba a ceder, me había prometido cambiar y resistirme a mis deseos de sexo y estaba dispuesto, por lo menos a luchar e intentarlo.

Hay machos que enseguida detectan los deseos de las hembras, como si estuviéramos en celo y derramáramos feromonas en el aire, para atraerlos diciéndoles que estábamos dispuestas para la copula.
Yo estaba así, muerto de ganas y él lo sabía con certeza, se arrimó para que notara la potencia de su verga en mis nalgas logrando que mi anito se abriera, ¡Mi Dios!
Estaba a punto de ceder y salir corriendo para recibir dos maravillosas pollas por el culo y la boca y recordé que tenía que salir pronto para ir al encuentro de Eduardo.

-¡No! Se acabó, no habrá más aunque me esté muriendo de ganas. Asaf no se dio por vencido y me cogió de la mano para posarla en su polla. No me podía resistir y la agarré desesperado, pero no pasé de ahí y aproveché que otros chicos iban a cambiarse para ir con ellos y evitar el encuentro con Iván o Asaf.
Salí corriendo y en la acera de enfrente vi a Eduardo, estaba delante de un enorme coche verde botella, cuando me vio aparecer llamó a su chofer uniformado que estaba mirando el capó del vehículo buscando alguna mota de polvo.
Se metió en el coche y automáticamente se abrieron dos puertas traseras del mismo lado.
Eduardo esperó a que llegara casi corriendo a su lado y me dejó pasar delante de él, cuando él penetró las puertas se cerraron ellas solas o así lo creía yo. El vehículo por dentro era como un mini salón con los cristales oscuros pero se veía la calle, mientras que para el interior no se veía nada y lo mismo era con el departamento que ocupábamos y el del conductor.
Lo primero que hizo Eduardo fue llevarme hacía él y abrazarme besándome la frente, entonces escuché la voz del conductor que salía por algún altavoz invisible.
-¿Dónde quiere el señor que los lleve? Eduardo le pidió que diera unas vueltas y encontrara un lugar tranquilo donde pudiéramos estar hablando. El coche comenzó a rodar.
-Esas temblando pequeño, ¿qué te sucede? ¿No estarás asustado por mi?
-¡Ohh! Eduardo, qué cosas me dices. Abracé su fuerte pecho y me tuve que elevar para besarle en la comisura de la boca haciendo que su bigote me cosquilleara en el labio.
-Tú no me asustas. Me acariciaba el pelo retirándolo de la cara, pasaba sus dedos con delicadeza por la mandíbula oprimiéndome en algunas zonas. El coche se detuvo y volví a escuchar la voz de conductor.
-Esta es una zona tranquila y nadie les molestará.
-Bien, vaya a dar un paseo sin alejarse y vigile el coche, le llamaré cuando deba volver. El chofer salió cerrando la puerta y me sentí como encerrado en una cámara acorazada.
Cuando se hubo alejado unos pasos Eduardo se volvió hacía mi y se inclinó para posar la boca sobre mi cabello.
-Tengo que hablarte y no deseo que te enfades y te sientas molesto conmigo, Oriol yo te quiero y no te haría daño alguno nunca, nunca.
-Lo sé Eduardo, estoy seguro de eso, y también algo asustado por lo que vayas a decirme y presiento que no será bueno.
Me abrazaba con suavidad, sin apretarme, como un padre que tiene que hablar a su hijo sobre algo que le repele comentar pero debe hacerlo.
-No llevas el colgante que te regalé. Llevé la mano al cuello, papá seguía sin devolvérmelo, seguramente querría custodiarlo por su gran valor y no sé el motivo pero le mentí, de alguna manera pensaba que protegía a papá al no contarle la verdad.
-Perdóname. Lo debo haber perdido. Siento haber extraviado ese regalo que tuvo que costarte tanto. Me sujetó la barbilla para que elevara la cara y se inclinó para besarme los labios.
-El dinero no es importante pequeño. Metió la mano en el bolsillo de la chaqueta y sacó de allí el colgante, lo cogió por el aro delgado de oro que se ajusta al cuello, me sentí enrojecer al ser cogió en una mentira manifiesta y sin saber que disculpa ponerle.
-Lo lamento, no quería mentirte Eduardo, papá me lo pidió el otro día y aún no me lo había devuelto. ¿Por qué está en tu poder? En lugar de contestar me sujetó de los hombros para que me girara ligeramente y comenzó a colocármelo en el cuello, escuché el clic del cierre y sus labios que se posaban en la oreja aspirando mi olor por la nariz.
-Lo he recuperado de una timba de póker, alguien se lo jugó la otra noche. No se la razón y me puse a llorar, tenía que haber sido papá, ¿quién si no?
-No llores, no pasa nada. Ahora escúchame con atención y pregúntame si tienes alguna duda.
-Tu papá sufre una severa ludopatía por el juego. Elevé la mirada y las lágrimas no dejaban de correrme por la cara, no sabía nada y sentía que todo era grave.
Eduardo recogió un paquete de pañuelitos y me acercó uno.
-Lo siento peque, me vas a odiar por lo que tengo que decirte, tu madre no se atreve. Se notaba que le suponía un gran esfuerzo hablarme a pesar de su entereza.
-Se gasta todo lo que le cae en sus manos en el juego, se ha arruinado y perdido su empresa, y lo que es peor, puede arruinar los planes que tenemos para ti.
-Yo creía que tú…, que él, que habíais arreglado todo. Eduardo negaba con la cabeza.
-Perdió el dinero que tus abuelos le entregaron para invertir, el de tus tíos, el vuestro. Solo se ha solucionado el que le he entregado a tus abuelos y a tus tíos cumpliendo el trato que teníamos, a él no le puedo confiar un euro, lo perdería otra vez como ha hecho con tu colgante.

-Pero según papá, yo era parte del trato para que todo se solucionara, pagarte a ti y por eso me entregó… Eduardo seguía negando con la cabeza, yo no cesaba de llorar, no quería hacerlo y ser fuerte pero no podía y esperaba lo peor que pudiera decirme.
Y llegó todo lo malo que destruía al héroe que siempre había sido papá para mi, se desmoronaba sin parar convirtiéndose en arena haciéndome llorar de dolor, porque Adri mío, amo a mi padre como bien sabes sin poderlo evitar.
-No era a mi solamente a quien debía dinero, de verdad que intenté evitarte los encuentros con don Manuel y la fiesta del otro día, ellos pusieron su dinero en el trato, reclamaron lo que tu padre les prometió como pago.
Yo solo quería que te sintieras acompañado al asistir, aunque seguramente también hice cosas malas. He tenido actuaciones de las que tengo que arrepentirme y ahora debemos actuar de otra manera. Desde que eras un bebé te hemos querido y tendrás lo mejor, en eso estamos. Sinceramente sus explicaciones se escapaban a mi comprensión y no llegaba a entender lo que me quería decir.
Tu madre ha decidido cortar el problema y le ha pedido el divorcio, salvará su fortuna personal, a tu papá le quitaran todo lo poco que le queda, puede que sea aún peor. Y…, he hablando con tu madre para apartarte a ti del problema.
-Oriol ¿quieres venirte a vivir a mi casa, conmigo? Le miré con asombro y dejé de llorar, ¿recuerdas Adri que al principio de todo llegue a pensar que éste era mi destino?, pero no pensaba que sería de esta manera.
-¿Contigo? ¿Y mis padres, mis primos, Pablo, los abuelos?
-Será temporalmente. Yo me ocupare de todo, tu madre permitirá que veas a tu papá y el resto será como hasta ahora, pero viviendo en mi casa, a mi lado, y yo cuidaré de ti.
Adri, no terminaba de entender lo que me estaba proponiendo.
-No puedes depender de tu padre, no confiamos en él y no podríamos controlarle. Se quedó un momento en silencio, buscando alguna razón para convencerme.
-Todos pensamos que de momento es la mejor opción.
-¿Todos?
-Tu madre, tu familia, otros más que no conoces y yo…, si confías en mí.
-¿Y cómo viviré en tu casa? ¿Qué seremos? En ese momento se puso intensamente rojo, la cara y sobre todo los labios, hasta los ojos se le veían rojizos.
-Verás, exteriormente seré tu tío como hasta ahora, tu tutor, protector de tus intereses y realmente…, para nosotros cumpliré lo que me piden, protegerte hasta que estés preparado para lo que se espera de ti. Me tenía sujeto por la barbilla para que no perdiera de vista sus ojos y parecía que me leía en ellos lo que pensaba y a pesar de todo le hablé.
-¿No habrá relación alguna entre nosotros? ¿No seremos amantes?
-Ya sé que soy mayor, incluso podría ser tu abuelo, pero te quiero Oriol, soy un viejo que te quiere y desea, y sé que resulta ridículo, no pasará nada que tú no desees. Solo aspiro a que me quieras un poco, tenerte cerca, poderte tocar.
-Yo ya te quiero Eduardo, siempre te he querido. Coloqué la mano sobre su pierna.
-Pudiera haber algo más y vamos a intentarlo, no te faltará nunca lo que desees.
Me faltarías tú, Adri de mi vida, tú el ser que adoro y por quien daría mi vida aunque ya sé que es muy difícil que estemos algún día juntos, casi imposible.
Eduardo continuaba acariciando mi cabeza y bajaba a besar mi cuello y mi boca.
-Tendrás lo mejor Oriol si no fracasan nuestros planes, y si así fuera podrás disfrutar de muchachos como Yasin, Óliver, todos los que tú quieras, solo te pido que estés a mi lado, conmigo, permitir que te cuide y te quiera.
Adri, resultaba todo tan dramático y dantesco, parecía que el hombre todopoderoso, mayor y que todo lo puede dependiera de mi aprobación, no podía ser real, yo no soy nada, tú lo sabes.
Había comenzado a besarme excitado, y aproximarse hasta colocar su cuerpo paralelo al mío haciendo que notara su dureza en mi muslo. Ya venía caliente de lo de Iván y Asaf y ahora se me presentaba un nuevo semental al que además quería aunque fuera tan mayor, o quizá por eso mismo.
Ahora tenía que ser yo el que le calmara y lo pusiera en su lugar, increíble de verdad.
-Eduardo, por favor me asustas.
-¡Perdona pequeño mío!, discúlpame mi querido niño. No puedo resistir estar a tu lado sin tenerte.
-¿Si aceptara estar a tu lado y hacer lo que me digas, me prometes que cuidarás de mi familia? Parecía que se le abría una puerta al cielo, suspiró soplando el aliento en mi cara.
-Te he dicho que tendrás todo lo que desees, más, mi fortuna mi vida será tuya si me obedeces en lo que te pida.
Adri, juzga tú mismo, ¿qué podía decir o pedir, si él me lo daba todo? Mamá estaba conforme y creo que los demás lo estarían, no tendrían más problemas, todo se resolvería por entregarme a lo que Eduardo tuviera planeado.

-De acuerdo, haré lo que desees pero déjame unos días para pensarlo. Me abrazó en ese momento muy fuerte y caí sobre el asiento, él se colocó sobre mí mientras me besaba delirando de alegría y gozo.
-¿Dos días te parecen bien para tomar una decisión?
-Creo que sí…
-¡Ohh! Mi niño hermoso, no te arrepentirás, serás feliz y dichoso. Sus labios visitaban toda mi cara y mi cuello y luego se fue calmando.
-¿Qué dirá papá?, puede oponerse…
-No te preocupes por eso, ese es mi problema no el tuyo, lo arreglaré te lo prometo pequeño.
Le miré desde abajo, tenía la cara risueña, sus carnosos y húmedos labios le temblaban, elevé la cabeza y se los besé, su respuesta fue apretarme de nuevo contra él y permití que me metiera la lengua, estuvo unos instantes lamiendo la mía, estaba, me sentía tan caliente y excitado por sus ricos besos que le respondí a su juego rozando la mía con la suya y metiéndola en su boca.
-Eres adorable pequeño, vida mía, mi niño hermoso, yo te cuidaré siempre. El asiento era muy amplio y nos tumbamos en él, antes se quitó la chaqueta y comenzó a bajarme los pantalones.
-Eduardo no, nos pueden ver. Sin dejar de tirar de mis pantalones comenzó a reír.
-No precioso, no pueden ver lo que ocurre. ¡Ohhh! Sí, necesitaba una polla y tenía al hombre que iba a resultar mi dueño, sujeté el tremendo bulto que se carga, no tan grande como la de Yasin pero si suculenta y más en ese estado de necesidad tan grande que tenía.
Me abrí de piernas y retiré la tirita del tanga a un lado. Eduardo lo entendió y sujetándose la verga lo colocó a la entrada de mi culo.
-Empuja Edu, empuja y métela. Movió con fuerza la cadera y me mando la mitad de la polla adentro.
-Me has llamado Edu pequeño, así me gusta que me trates. Le notaba fatigado y elevé las caderas para facilitarle el acceso, además de aflojar el culo porque su pene perdía rigidez y consistencia.
-Dale termina de penetrarme papi. Comenzaron a formarse gotas de sudor en la frente de Edu y de otro empujón terminó de meter su verga.
-¡Qué rica verga papi!, ¡qué gusto me das! Sus labios me besaban mientras la polla entraba y salía, le sujeté el cuello y enterré su cara en el mío, me comía las orejas, el cuello la cara llenándome de saliva.
-Fóllame Edu, dame duro, se mi hombre. Pero él no aumentaba la velocidad, lo quería eternizar y empecé a mover las caderas lo que me permitía la posición.
-Me voy a correr cariño, ¡me voy! Se le endureció la polla y creció para dejar salir la carga de sus testículos. El calorcito del semen corría por mis intestinos al fondo donde su pene no dejaba de verterse.
Abracé su espalda y lo estreché contra mi pecho para que se repusiera de la tremenda corrida que se había dado, pero fueron apenas dos o tres minutos, se salió de mí y metió mi polla en la boca, comenzó a succionar con fuerza mientras me pajeaba hasta que noté la llegada del orgasmo.
-¡Edu, me corro! ¡Me corro! Intente que la sacara de la boca y él me apretó las nalgas para que no me moviera, comencé a eyacular varios chorros de leche que le notaba tragar. Estuvo unos minutos chupando lo que me salía y se tendió a mi lado sin dejar de abrazarme y de acariciarme el pecho y las tetitas que las pellizcaba con suavidad.
-¿Estás bien pequeño? Gracias, gracias por dejarme que te coja. Le miré, Adri de mi corazón, era un buen hombre que mendigaba un poco de amor, sentí una hermosa ternura cuando se elevó y empezó a lamerme las tetillas como si fuera un gatito mamando de su madre.
-Ahora ya eres mío me perteneces como yo a ti pequeño. Yo no decía nada pero me sentía a gusto con Eduardo, amado, respetado y querido, aunque fuera una persona tan mayor sabía manifestar sus sentimientos y además follaba y mamaba de maravilla si aprovechaba los momentos en que podía.
Me ofreció una caja de pañuelos y nos limpiamos como pudimos, resultó problemático porque no dejaba de abrazarme en todo el tiempo. Cuando terminamos llamó al conductor por el móvil y me llevó hasta mi casa.
-Ahora tengo más confianza en que tendré una oportunidad de que aceptes nuestro trato. Piénsalo bien mi bebé. Edu me miraba con adoración y reverencia, sentía que estaba dispuesto a lo que fuera por tenerme, menos forzar mi decisión. Le di un ligero beso en la boca y me despedí para bajar del coche y enfrentar lo que hubiera en casa.
Respuesta:
¡Nena bella, y con caramelito!
¡Vida mía!
Mira, mi correo es Adribel@hotmail.com, es el mío personal, para mis profundos secretitos, jijiji.
¡Woow! Primero discúlpame por no haber respondido pronto a tu urgencia, pero verás, he estado un poco ajetreado y pues no he tenido tiempo de revisar todo.
Mi amor, Oriol, ¿si quieres que te llame así?, bueno, eso que tiene tu papi, tendrá que ser resuelto algún día.
Tristemente, te seré honesto, y te diré que acabara en la calle o con alguien persiguiéndolo para cobrar, pero ahora si hay que tener fe en que se recuperará en poco tiempo, ahora sí-
Sobre lo de Eduardo, no creas que te reclamo, y tampoco creas que trato de alejarte de él, solo diré, ¿cómo es él mi vida?, ¿cómo es que terminó, condicionando tu vida y libertad?, claro que con beneficios, pero con el mismo final de pertenecerle a alguien que no eliges, si no que él te eligió.
Tal vez digas que te hago falta, pero mi amor, tú de alguna forma ya te involucraste a profundidad con él, y de cierta forma ya te propuso casi matrimonio.
De la misma manera uso todo lo que hace tu papi para condicionarte, pero a final de cuentas, tú eres la que decides, la vida que lleves sabrás que es la que elegiste y que no te forzaron.
Tu sabes que conmigo siempre estarás bien y tampoco te harán nada malo y obtendrás lo que quieras, claro ya sabes de mi posición desahogada, pues ya lo conocías. Pero te lo menciono solo porque ahora, más que por mis estudios, no puedo descuidar el imperio empresarial de mí familia, y a falta de alguien más a cargo pues estoy yo.
Pero sabes que te amo, con todo y tu lujuria que corre en las venas, pero de una vez digo que pienses la decisión que tomes respecto a lo de Eduardo, y también consideres en cómo estamos tú y yo frente a lo que sucede.
Tu eres la parte que me da lujuria y paz en mi vida, también que eres una de las personas que saben de mis tendencias hacia los chicos, sabré que te comportas respetablemente ante toda la situación, solo por la familia, por tu mami y a todos los que afecte.
Te pido que razones bien tu respuesta, que pienses en completa soledad, me refiero a sin ninguna polla, sin ningún macho a tu lado, y solo con tu mami dándote ideas, centrado solo en como te afectará y como beneficiará.
Así de fácil mi vida, sabes que casi te suspiro cada noche, y que también me apena cada día sin ti.
Busco en internet un puto para coger, pero solo me excito y me vengo sin siquiera anotar su número, después me siento culpable, y por alguna extraña razón, regreso a buscar porno de chicas, pero sintiendo que algo me falta en la vida y aun deseo que seas tú.

Besos mi bella princesa, que defiende y protege a su familia ante todo, te adoro y te amo, espero que algún día solo seamos tú y yo, sin más que una relación seria, sin nadie que le antojes, solos tu y yo contra el mundo.

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