Inmovilizado

Inmovilizado

Luis se despertó con una sensación extraña,

cuando fue consciente de lo que pasaba ya era tarde, pues estaba totalmente inmovilizado,

le había atado manos y pies al cabecero y a las patas de la cama respectivamente,

se dio cuenta de que estaba totalmente desnudo, tapado solo por una sábana,

era verano, así que dormía en ropa interior, pero ésta había desaparecido.

Miró a ambos lados de la cama, y me encontró observándole con mi mejor sonrisa triunfal.

-Veo que ya estás despierto.

– Dije con esa sonrisa a mi compañero de clase. -¿Qué haces aquí?¿Cómo has entrado?- Contestó con un atisbo de miedo.

-Creía que te preocuparían más las cuerdas que te atan a tu cama.- Dije, sin perder la sonrisa.

-¿Qué me vas a hacer?

– Preguntó, ahora con más miedo. -Eso depende, si me dejas, te daré más placer del que has sentido nunca, si no me dejas, te dolerá bastante.

– Dije secamente.

Se tomó un momento para pensarlo mientras comprobaba la resistencia de las cuerdas que lo aprisionaban, cuando vió que no tenía escapatoria, suspiró.

-¿Y bien? A pesar de estar atado puedes elegir si te haré daño o no.

– Dije, más impaciente, pero divertido.

-No me hagas daño.

– Su mirada de niño bueno me dió ganas de no hacerle caso, pero tenía que respetar su decisión, así que asentí.

Me acerqué a él, ahora que creía que no le haría daño, estaba algo más tranquilo, pero su mirada temerosa siguiendo mis movimientos me resultó excitante.

Comencé a acariciar su pecho lampiño, su respiración se entrecortó, pero intentó mantener la compostura.

Le pellizqué un pezón para probar su determinación,

pero en lugar de quejarse, soltó un leve gemido, que casi noté más por la vibración de su cuerpo que por el oído.

En seguida levanté la sábana, encontrándome con su pene, totálmente flácido.

-Habrá que hacer que el placer pueda con el miedo y la vergüenza.- Pensé. Así que agarré su pene firme, pero suavemente y comencé a mover mi mano mientras, con la otra, seguía estimulando sus pezones.

Ante su falta de reacción, decidí ir un poco más lejos, por lo que me coloqué de rodillas entre sus piernas abiertas y me incliné hasta estar a la altura de su pene.

Introduje su glande entre mis labios y comencé a sorber suavemente, pronto, su pene empezó a crecer, entonces lo introduje completamente en mi boca,

empecé a chupar más intensamente, en seguida su pene tuvo una erección completa y no me cabía en la boca.

Aproveché la erección para ponerle rápidamente un preservativo y un poco de lubricante y montarme sobre él,

me ensarté completamente yo mismo sin gran problema, pues no era muy grande; a pesar de intentar controlarse, Luis no pudo contener un gemido al sentir que me penetraba.

Me encantaba la sensación de tener todo el poder, pues él no podía moverse más de unos centímetros, así que yo era dueño de su placer…

Cabalgué a mi inmóvil amigo durante un buen rato, al principio despacio, luego aumentando la velocidad poco a poco, hasta llegar a un ritmo infernal,

era una locura, galopaba sobre él bruscamente, movía mi cadera hacia atrás y adelante, haciendo que su pene estimulase todo mi interior al máximo, mientras tanto, me masturbaba al ritmo de mi cadera.

Por fin, conseguí que se corriese dentro de mí, se mordía los labios,

pero no podía evitar gemir por el placer que sentía, yo notaba cómo con las palpitaciones de su pene rozaba mi próstata, eso me produjo un placer indescriptible,

así que yo también me corrí sobre su pecho, parte de mi semen le salpicó en el cuello y la barbilla.

Cuando terminamos, me saqué su pene de mi culo y le quité el preservativo, le limpié el pene con la lengua, haciéndole temblar y gemir, luego chupé el semen de su cuello, lo que le provocó rechazo,

eso solo me divirtió más.

Yo no había tenido suficiente, así que desaté una de sus piernas, la levanté y apoyé sobre mis hombros (no le diotiempo a reaccionar porque fui rápido),

de forma que tenía perfecto acceso a su culo.

-¡Ahh! ¡No, por favor!- Suplicó cuando le metí un dedo por el ano sin previo aviso. -No, seguiré te guste o no, pero si te relajas no te dolerá.

– Contesté con voz severa. Efectivamente, seguí, y no paró de quejarse, me dió la sensación de que se quejaba más de vicio que por el dolor, ya que solo era un dedo.

Cuando por fin encontré su próstata y empecé a estimularla,

dejó de quejarse al instante, parecía que empezaba a disfrutarlo, pues su pene volvía a animarse poco a poco.

Al rato de estimular su próstata con mi dedo índice, añadí otro dedo a la acción, pero, en deferencia a Luis, añadí un poco de lubricante.

Al rato conseguí la dilatación necesaria, me puse un preservativo y lubricante y empecé a penetrarlo, gimoteó lastimeramente un poco, creyendo que eso me haría ser mas cuidadoso con él, se equivocaba. -Cuanto más te relajes, más fácil será y antes terminará todo.

– Dije, cuando conseguí introducir todo mi pene en su interior.

Empecé a moverme un poco bruscamente, una parte de mí quería que le doliera, pero traté de controlarla.

Se quejaba cada vez que se la metía hasta el fondo, pero cuando empecé a masturbarle con una mano mientras se la metía, volvió a callarse.

-Vaya, así que cuando te doy placer no te duele, ¿verdad?- Pregunté con ironía. -Ahaaa…- Contestó en un gemido.

Tiraba de las cuerdas que le sujetaban las manos cada vez con más intensidad, por un momento pensé que se soltarían, pero aguantaron.

Cada vez estaba más tenso, pero su cara me decía que le estaba gustando lo que le estaba haciendo.

Sin previo aviso, su pene empezó a salpicar semen, que caía sobre su pecho y su cara, y empezó a gritar como si se estuviera muriendo,

sus gritos me pusieron muy cachondo, así que yo también me corrí, su culo, virgen hasta esa mañana, apretaba mi polla como si quisiera exprimirla, lo que me excitaba más.

Después del orgasmo, estuvimos un momento enganchados y, cuando se la saqué bruscamente, gimió de nuevo y su pene latió y escupió una última gota de semen.

Finalmente, le desaté las manos y la pierna que quedaba atada y le dejé allí tirado, pues estaba muy cansado a pesar de no haber podido moverse, yo me vestí y salí de allí con una sonrisa y una fantasía cumplida.

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