Mi primera vez en un baño público - relatos gay

Mi primera vez en un baño público

Era una mañana en la que me encontraba paseando por un boulevard de la ciudad,

había salido temprano de la universidad y debía esperar pasadas las dos de la tarde para ir a entrenar con unos amigos y, tan sólo eran las diez.


En ese tiempo recién me acaba de mudar así que no conocía a nadie y, cualquier intento por socializar me parecía rotundamente incómodo,

también me encontraba comenzando la uní así que no tenía muchas opciones.

Decidí dar un paseo, comprar algo para almorzar y así pasarían las horas.

Luego de comer en una luncheria compré un dulce y me dispuse a seguir caminando,

me senté en un banco de esos donde se ven a las personas pasar,

mientras devoraba el pan con arequipe que sin darme cuenta se derramó sobre mi pantaloncillo.

Como el clima en el caribe es muy caluroso acostumbro a usar pantaloncillos cortos para cojer fresco en las piernas, sudaderas con estampados de mis bandas favoritas y tenis deportivos.

Esa mañana no era la excepción, hacia un calor tremendo,

sólo que está vez el pantaloncillo era de color blanco y el arequipe daba una impresión de que me había cagado encima.

Fui a un baño público a limpiarme porque en los intentos anteriores por quitar la mancha empeore la situación,

una vez entré al baño percibo una tensión en un chico que se encontraba en los urinarios con los pantalones semicaidos viendo de una lado a otro,

yo no le presté mucha atención aunque determine a que se debía así que procedí a hacer lo que me tocaba, limpiarme.

Para poder sacar la mancha del pantaloncillo debía alzar la pierna para colocar la parte sucia dentro de lavabo,

así que cualquiera al entrar vería a un chico en una posición incómoda casi insinuando su redondo culo,

levantando el trasero como bailarín de twerkin y haciendo movimientos extraños.

De pronto siento una mirada sobre mi,

era el chico del urinario que me miraba y se estaba acariando la polla.

– Este chico debe tener problemas – pensé,

así como si me quitaba el pantaloncillo sería más cómodo y rápido limpiarlo.


Me metí en un cubículo, me quedé en ropa interior y no me dio tiempo a notar que la puerta no tenía seguro.

Así que sentado en el wc con una pierna sosteniendo la puerta seguí limpiando.

De pronto sentí que empujaron la puerta

-¡Demonios! Debe ser este chico – me dije.

Él tenía un aspecto que no iba conmigo, me daba un poco de miedo y pensaba que quería robarme más que un interés sexual.

Luego me levanté para ponerme el pantaloncillo y en ese instante abrieron la puerta,

no era el chico que vi al principio, era un muchacho alto de unos 1.80cm calculé, cabello castaño, ojos color café y de tez clara.

Tenía una sudadera, jeans cortos y zapatillas deportivas.

Cuando lo vi estaba algo ruborizado ¿puedo entrar? me pregunto casi adentro del cubículo.

Le dije que si como si se tratará de mi casa.


Me senté en el wc para contemplar lo atractivo del chico que calculé debería tener 28 años,

con una piernas de jugador de fútbol que admiré en seguida,

él comenzó a desabrochar su pantalón y en pocos segundos dejó ver su polla preciosa semierecta alfrente de mi.

Jamás había visto una polla tan hermosa en la vida, era perfecta, no era curveada ni con forma peculiar.

Era una señora polla de unos 18cm, bien derecha, gruesa, sin tantas venas alrededor y de un sutil color rosa.

Al verla tragué profundo, él me hizo un gesto de que podía tomarla, estaba algo tibia y olía muy bien.

De echo todo el chico olía muy bien.

Lo miré fijamente y sin apartar la mirada se sus ojos le di la primera lamida, chupando su salado líquido preseminal y él abrió la boca dejando escapar una bocanada de aire.

Yo procedí a hacerle el mejor sexo oral posible.

Él se mostraba muy serio, sin dar mayores indicio que la estaba pasando bien

y como siempre me ha gustado evidenciar que tan bien voy en el sexo oral mediante los gemidos y gestos de mi chico,

que él no hiciera nada me molestaba así que me la metí tan dentro como pude y él echándose un poco para atrás soltó un gemido suave acompañado de aire.

-Ya te tengo- me dije.

El ritmo de la mamada era intermedio, a veces me tomaba por el pelo para hacerme ir más rápido y, luego me sacaba la polla de la boca para darme cachetadas con su miembro.


-¿Te gusta mi polla?- preguntó.

Yo no le respondí con palabras sino que mirándolo fijamente me introduje su verga completa,

él se echo para atrás mientras blanquiaba los ojos y soltó otro suave gemido.
-¡Uffff!- exclamó tomándose el cabello.

Comencé a maturbarlo mientras le chupaba los huevos con suavidad,

luego le recorría la polla con la lengua y al llegar a su glande se estremeció levemente,

él abrió su boca y luego se mordio el labio inferior con mucha picardía.

Cada vez su cara estaba más ruborizada y algo sudada.


Él se subió la sudadera para dejar ver su abdomen plano y algo marcado,

tenía los pectorales pronunciados y los brazos algo musculosos.

Comenzó a presionar sus pezones,

luego comencé a recorrer con la lengua su monte de venus que se encontraba cortado no depilado, sin dejar de masturbarlo,

él tomó mi cabeza y me hizo chuparle los pezones.

Mientras cercioraba como echaba la cabeza para atrás seguido de pequeño gemidos.

A todas estas yo estaba que ardía, cada vez que el gemia me hacía arder más y, sentía que podía acabar sin necesidad de tocarme.

Cada parte de su cuerpo también ardía, había hecho de él un volcán en erupción de placer que debía controlar debido a que estábamos en un baño público

y, si hacíamos mucho ruido podían darse cuenta que estábamos ahí en un plan sexual.

Aunque el baño se encontraba algo sólo a excepción del chico que había encontrado al llegar.

-¿Quieres que te la meta?- me preguntó sacando un condón de su bolsillo.

En eso alguien dijo algo como o la verdad no alcancé a entender.

Él se puso muy nervioso, se guardó su polla y salió dejándome sólo.


Esperé un par de segundo para salir, fui al lavabo y me limpié la boca.

No alcancé a ver las personas que estaban en el baño sólo lo vi a él en la puerta, era más hermoso de lo que pensaba, se quedó ahí un momento y luego desapareció.


No podía dejarlo ir así que comencé a buscarlo, lo busqué por todos lados,

hasta que decidí bajar al estacionamiento y lo encontré a punto de subir a su auto.


Lo vi, él me miró, nos quedamos mirándonos por un instante y luego se acercó a mi.

Me tomó por un brazo, me llevó debajo de unas escaleras semioscuras y viendo para los lados me ordenó bajarme los pantaloncillos.

Me volteo con fuerza contra la pared.


-¿¡Quieres llevar guebo!?- dijo dándome una fuerte nalgada -¿¡Vamos a darte guebo¡?.


Sentí como abrió mis nalgas, escupió mi hojete y luego pasó su lengua.

Lo chupo un rato mientras me estremecia, metió su cara entre las nalgas y las tomó con las manos para hacerlas mover con su cara adentro.

Luego volvió a escupir y sentí como uno de sus dedos se deslizaba dentro de mi, luego otro y otro.

Después salió, me dio otra nalgada.


-¡Que perrita eres!- dijo mientras se escuchaba como rompía el condón -¿Quieres que te lo meta?.
-Si- dije.
-¡Pidemelo, perra!- otra nalgada.
-¡Metemelo, por favor!.
Sentí su dura erección recorrer mis nalgas, luego se deslizó entre ellas y me puse algo tenso cuando la tuve en la puerta de mi hojete.


-¡Relájate, perra!- otra nalgada.


Con mucha suavidad la sentí entrando en mi, fue como si me clavaba un dulce puñal, lo tomé por la cintura para hacerlo entrar más profundo sin movernos por unos segundos.

Él me sacudió las manos de su cuerpo y procedió a moverse con lentitud, luego un poco más rápido y de pronto me estaba taladrando contra la pared.


-¡Ufff!- le decía – ¡rompeme el culo!¡cojeme duro!.
-¿Te gusta como te cojo?.
– Si, quiero más ¡cojeme duro!


El estacionamiento estaba repleto de autos por todos lados pero aparentemente vacío de personas,

era la hora del almuerzo así que todos debían estar en la feria, acá sólo se escuchaba el rítmico chocar de su cuerpo contra mi culo y las nalgadas que me propiciaba de vez en cuando.


-¡Sacame la leche con tu culo!- se detuvo, me dio otra nalgada y comencé a dejarle saber mis mejores movimientos.


Un par de segundo después comenzó a gemir con fuerza, notaba como se incrementaba su excitación y como cada vez estábamos más cerca del orgasmos.


-¡Masturbate que casi me vengo!- retomó él su poder para embestirme, yo comencé a masturbarme y cada vez sus gemidos eran más fuerte.


-¡Ufff!¡Me vengo!.


De pronto comencé a sentir mi ano más caliente de lo normal, como fuertes corrientazos de semen me atravesaban para ser retenidos por el condón,

también acabé.

¡Ufff! Él me tomó por la cintura y entró tanto como pudo para luego quedarse inmóvil dentro de mí.

¡Ufff! Que delicia de cogida.


Un par de segundo después él salió de mi, lanzó el condón a un extremo y yo bajé para chuparle el pene aún erecto.

Lo chupe duro tratando de absorbe los residuos de semen y él soltó un -¡ufff! Que rico- tenía un sabor agridulce que me deleitaba.

Me tomó por el cabello y me la metió profundo.


Luego sacó una cajetilla de cigarrillos, encendió uno y me pregunto.
-¿Quieres que te lleve algún lado?-.

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