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Servicio de muchachos

Yo tengo 22 años, mido 1.77 metros y peso 78 Kg.
Tengo el pelo bien corto, de color castaño claro, atractivo y con buen cuerpo, 

mi pinga mide 20 cm, circuncidada y más o menos gruesa.


Llevaba un buen tiempo sin tener relaciones sexuales y la verdad es de que estaba recontra arrecho, 

casi todos los días entraba en las noches a internet para ver fotos porno, con lo que me excitaba mucho y me corría la paja hasta llegar al éxtasis. 

Por las mañanas amanecía con la pinga parada y me volvía a correr la paja en la ducha, sintiendo como salía mi semen caliente. 

Lo más delicioso es pagarse echado en la cama y
vaciarse en el pecho, sintiendo todo el jugo caliente.

Un día no pude aguantar más y decidí llamar a un, el que me contestó me dijo que debía ir a su casa en donde me daban un cuarto y tenía para escoger a varios chicos. 

Inmediatamente, me bañé y me lavé bien el culo porque me fascina que me lo laman. 

Cuando llegué un muchacho de unos 25 años me hizo pasar a una salita.


Este muchacho tenía un bulto espectacular que se notaba más por el hecho de que usaba unos jeans bien apretados. 

Me dijo que espere y llamó a los muchachos uno por uno por su nombre.

Había de todo, un moreno muy guapo, otro con pelo castaño, 

pero el que más me excitó fue un cholo bastante guapo, de 1.75 m delgado, pero con cuerpo bien formado, 

pelo corto negro y según me comentó otro muchacho este pata era bien dotado. Usaba unos jeans sueltos y un polo blanco pegadito y tenía 21 años. 

Siempre quise hacerlo con un cholo, me excita mucho la idea. 

Se llamaba Carlos, así que me llevó a un pequeño cuarto, cerró bien la puerta y le dije que deje la luz prendida para poder verlo mejor.

Me dijo que estaba trabajando hace 2 semanas, así que se excitaba bastante, tanto como yo lo estaban. Yo me desvestí inmediatamente, 

ya que no podía seguir conteniendo mi erección en mis calzoncillos. 

A él lo desvestí lentamente mientras nos besábamos y acariciábamos. 

Acariciaba su inmensa erección debajo de su calzoncillo blanco, mientras que sus gemidos de placer y excitación eran cada vez más fuertes.

Lo desvestí por completo y cuál fue mi sorpresa al ver que su pinga era de unos 23 cm ligeramente doblada hacia arriba. Inmediatamente, 

me arrodillé y me metí a la boca esa jugosa pinga que estaba goteando su líquido pre seminal. Sus huevos colgaban y eran grandes, 

le lamí la cabecita y por debajo de la pinga, mientras que él gemía: ah si qué rico aaahhhhhhhhh, estaba recontra dura. 

De ahí me eché en la cama y le dije que me la chupe, ahh qué delicia se la metía todi tita y movía su lengua como una licuadora. 

Se echó sobre mí y nos besamos, acariciándonos todo el cuerpo, sus nalgas eran velludas y redonditas, sentía como me aplastaba su inmensa pinga. Nos pusimos en 69, yo abajo y él me la chupaba con mucho gusto.

Le lamía los huevos y empecé a subir hasta que llegué a su ano, él dejó de chupármela y comenzó a gemir ohhhhh ahhh ohh si así. 

Tenía un culo delicioso, sus vellos me rozaban la cara y su ano se abría y cerraba despacito. Cambiamos de posición, 

yo me senté sobre su cara y él empezó con el cunilingus, sentía como su lengua entraba a mi ano y yo me retorcía de placer. 

De ahí volvimos a besarnos y yo le acariciaba su cuerpo color canela, no podía creer que lo estaba haciendo con ese muchacho delicioso.

Él me pidió que lo cachara, así que me puso un condón y se lubricó el culo.

 Despacio fui introduciendo mi pinga, en pose de piernas al hombro para verle la cara, mientras que él gemía y decía que se la meta despacio porque le dolía mucho. 

Pero yo no pensaba detenerme y me excitaba mucho verle la cara y oír sus gemidos. 

Al poco rato empezamos a movernos en forma salvaje, la cama parecía que se iba a romper, le sonaba todo y los gemidos de Carlos eran superexcitantes. 

Me gustaba ver como se movía su pinga con cada embestida que le daba. De repente me pidió que me detenga porque estaba a punto de vaciarse, 

Carlos respiró profundamente y logró controlar la situación, así que volví a metérsela con todo. 

Al poco rato vi que sus gemidos eran cada vez más fuertes y seguidos y él empezó a gritar: me vengo, me vengo aahhhh ahhhhh, 

inmediatamente empecé a chuparle la pinga y un chorro de semen empezó a salir, por supuesto que no desperdicié nada, me lo lamí todo. 

Inmediatamente, lo puse en cuatro y lo seguí cachando hasta que él empezó a gritar de dolor y yo de placer, le di la vuelta y metí mi pinga en su boca para que se trague todo mi semen.

Exhaustos nos empezamos a besar y acariciar. 

Repentinamente en el dormitorio del costado empezaron a cachar y gemir, 

se escuchaba bien claro, lástima que no podíamos ver, pero eso no era necesario porque tenía a Carlos y nos seguimos besando por varias horas.

De todos los muchachos que dan servicio, Carlos ha sido el más delicioso y el más arrechante

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